viernes, 11 de diciembre de 2020
La luz de Ragali. Capítulo 4.
domingo, 22 de noviembre de 2020
La luz de Ragali. Capítulo 3.
miércoles, 28 de octubre de 2020
Los labios que me dominan. Capítulo 9.
Eran las 10 de la mañana, Keiji estaba sentado en su
despacho tomando una taza de café y leyendo informes. Su pelo estaba trenzado,
vestía un traje gris y corbata negra, cinturón negro y mocasines verdes.
—Espero que James venga pronto. —Dijo Keiji tras un
suspiro.
Axel entró con un hombre más mayor, ambos vistiendo
traje. Keiji entonces se imaginó a él arrinconando a una África desnuda en la
cama y jugando con su cuello, la imaginaba gimiendo su nombre sin parar y entre
jadeos. Estaba enfadado y celoso por dentro pero mostrando indiferencia a los
dos hombres que tenía delante.
—Buenos días a ambos. —Keiji dio un sorbo y les
ofreció un asiento.
—Estamos encantados de reunirnos. —Dijo el hombre con
felicidad. —Debo decir que estamos muy interesados en su proyecto.
África entró con una carpeta verde y vestida con
pantalones de traje negro y camisa blanca.
—Buenos días ¿Les importa si me acerco? —Dijo África intimidada
al ser vista por Keiji.
—Adelante. —Keiji habló sin dejar de mirar los
archivos.
—Gracias, señor Himura.
Se acercó a Axel y se inclinó para entregarle la
carpeta a Keiji, quien vio el escote y el labio inferior mordido por intentar
darselos en mano, él se sonrojó pero Axel le dio a ella un ligero rodillazo en
el gemelo derecho haciendo que se sentara encima de él.
—Vaya ¿Estás bien? —Preguntó Axel exhalando en su
nuca.
África se sonrojó pero Keiji apenas mantenía la calma
sin caer en estar avergonzado.
—Entonces solo les queda firmar el contrato. —Dijo
Keiji mientras África se levantaba.
—¡No! No, el contrato está firmado. —El hombre le
ofreció un sobre a Keiji. —Queremos contratar a su empleada como secretaria de
mi hijo, estamos dispuestos a pagarle a usted una gran suma.
—Sólo tendría que renunciar a su trabajo actual. —Dijo
Axel con una sonrisa mientras África miraba hacia otro lado. —Tendría mejor sueldo.
—Pe… pero… no sé si… —África balbuceaba ignorada por
Keiji.
—Es libre de tomar sus decisiones, no hace falta
hablar de esto. —Keiji se relajó y cruzó las piernas. —Eso es todo entiendo.
—Por supuesto, nos marchamos ya.
Los dos se marcharon y al cerrar la puerta, África
miró a Keiji esperando una respuesta, una mirada, un gesto pero era ignorada
mientras él miraba a la ciudad.
—Kei…
—Vete a trabajar.
—No, no me iré.
—No te lo volveré a repetir. —Keiji miró a África de
reojo.
—Sí, señor Himura
África se marchó y Keiji se levantó molesto. Nora
entró vestida con una falda negra, blusa blanca y tacones negros.
—¿Y bien?
—Han firmado el contrato. —Axel se acercó a Nora sin
dudar.
—¿Y cual es el problema? —Preguntó Nora.
—Ya lo habían hecho, solo vinieron a entregarlo.
—Pues genial entonces.
—Y querían contratar a África.
—¿Y que harás?
—No es asunto tuyo. —Keiji se quitó el cinturón y le
señaló al escritorio. —Quítate la falda y tumbate en la mesa.
—Sí… señor Himura.
Mientras África esperaba junto al ascensor.
—¿Te importa adelantarte, padre? —El hombre sonrió a
Axel y se subió al ascensor. —He notado la fricción que hay entre tú y Keiji.
—Está enfadado conmigo. —África miró a Axel y le vio
sonreír. —Pero es normal.
—Sí, los celos sin sentido por el contrato. —Axel acarició
el pelo de África pero ella le ignoraba. —Ya te avisé de como era.
—Había roto tu oferta.
—¿Por qué? —Axel fue a besarla pero África apartó el
rostro. —¿Acaso no quieres que estemos juntos?
—No lo entiendes. —África le miró sin mostrar emoción
alguna. —Deberías irte.
Axel entonces se marchó por las escaleras y África
suspiró mientras miraba a las puertas del despacho de Keiji. Sentía lástima de
sí misma, lástima y una sensación que había perdido hace mucho, la soledad, pues
los dos hombres a los que quería y amaba no eran capaces de entenderla.
Habían pasado varias horas y África se encontraba en
un pequeño despacho con un portátil, sentada sobre la mesa y reflexionando.
—Se supone que con eso debe bastar. —África entonces
se miró las manos. —Me doy cuenta que no le he regalado nada a Kei… Ni él a mí.
—África ¿Estás ahí? —Preguntó Nora al entrar.
—Obviamente ¿Ocurre algo?
—Es lo que iba a preguntarte, Keiji actúa muy raro,
casi enfadado. —Dijo Nora quien se sentó a su lado. —Esperaba que no fuese
contigo el tema.
—Es culpa mía, quería volver a… a nada. —Nora arqueó
una ceja al oírla y África apartó la mirada. —Discutí con él esta mañana sobre
volver a mi ciudad.
—Teniendo todas las comodidades del mundo aquí
prefieres volver a una ciudad donde…
—África, necesito que me acompañes. —Ordenó Keiji al
otro lado.
—Prefiero no hacerlo. —África se sintió mal y mareada,
evitando mirar a Keiji, pero él se mantuvo firme.
—No lo volveré a repetir, al despacho.
—Sí, señor Himura.
África se levantó pero Nora la notó roja y algo
mareada. Después Keiji se acercó y se sentó junto a Nora.
—No me importa que me azotes en el trabajo.
—Entiendo.
—Pero ya te lo dije, no lo uses para desahogarte, los
problemas se quedan fuera.
—Creí que nos vendría bien relajarnos, nada más. —Dijo Keiji en tono molesto. —¿Es
que ocurre algo?
—Me preocupa que estés siendo cruel con ella y sin
motivo.
—No estoy siendo cruel, soy distante. —Keiji vio a
Nora molesta y se sentó en la mesa. —Hay mucho trabajo hoy y estoy cansado… y
me da miedo que le pase algo a África, no quiero dejarla sola.
—No estoy segura de que sea eso. —Nora se sentó a su
lado. —¿No crees que es mejor así? Vas demasiado rápido, vivis juntos desde el
incidente.
—Lo sé, me he dado cuenta.
—Te preocupas demasiado por ella, dependes de África pero
África no quiere depender de ti. —Keiji se levantó incomodo pero Nora le
acarició la espalda para calmarle. —Axel y tú pretendéis cuidarla de una forma
que la hará asustarse, no pasa nada por dejar que viva de forma independiente,
no vais a dejar de ser pareja.
—Antes no reaccionaba tan mal ante cosas así.
—Porque antes no sentías por nadie lo que sientes
ahora.
—Quizás… quizás estés en lo cierto.
Mientras África estaba sentada en la mesa del
escritorio de Keiji, entró María al despacho vistiendo un jersey blanco de
cuello alto, pantalones de lino gris y botines marrones. La vio sentándose en una de las sillas de forma relajada, lo que la hizo enojarse.
—Esto es increíble, esperaba a mi hijo, no a… me da
igual lo que seas.
—Él me dijo que viniese, si le molesto se aguanta.
—María se sentó en una de las sillas y África se cruzó de brazos. —Aunque no sé
porque todos debemos aguantarle a usted.
—¡¿Cómo te atreves?! ¡¿Sabes lo que te hará mi hijo?!
—Su hijo no la aguanta después de las putadas que nos
hizo a ambos, así que sí, le conozco. —África le miró con enfado y desprecio. —Y
me atrevo porque usted no es nadie, seguramente estudió cultura japonesa y se
casó con un señor con dinero, me atrevo por todo lo que le hizo a Kei y no
dejaré que lo use a su antojo como antes.
—Pobre criatura ¿No te das cuenta? —África arqueó una
ceja. —Tú no puedes darle un futuro, se casará con Akane para seguir siendo
heredero de su abuelo, tú no eres más que un perro abandonado que ha recogido de
la calle.
Keiji entró con rostro serio y se acercó a la silla se
sentó mientras África se colocaba al lado suya.
—¿Qué tal el trabajo, mi vida? —Preguntó María
mientras África se marchaba.
—Todo bien.
—Aún sigues sin aceptar nuestra propuesta.
—No la necesito, me va bien.
—Hemos tenido una conversación interesante tu… amante
y tú.
—¿Ah? ¿Intentas decirme algo?
—Si voy a ser directa pues empiezo a pensar que has
recuperado tu manía de recoger animales perdidos. —María se sentó y miró a
Keiji enfadada. —¿Lo recuerdas? Cuando eras pequeño volvías a casa con un gato en brazos, lo
bañabas, le ponías un collar y lo educabas como el fiel animal de compañía que
era.
—África no es una gata callejera.
—¿No? La has recogido de su miserable vida, la has
lavado, le has puesto un collar y ahora la tienes educada como la fiel mascota
de compañía que es. —María sonrió al ver la mueca de enfado en su hijo. —Al
igual que con todos tus sirvientes y subordinados, la diferencia es que la
tienes qmalcriada, comiendo contigo, durmiendo contigo, sentada en tu regazo.
Keiji entonces se sonrojó al imaginar a África desnuda
con una cola y orejas de gato, y un collar con cascabel.
—Amo ¿Es hora de pasear? —Dijo África sentada de rodillas en una
cama.
Keiji cerró los ojos y suspiró avergonzado.
—Deberías rodearte de tu familia, formar una, no
recoger animales callejeros.
—Nadie es un animal callejero y menos África, son
personas que me han llevado hasta aquí y ella es mi pareja, la amo y nada más
—Dejaste paralítico a un hombre. —Keiji apretó los
puños y su enfado creció. —Haces demasiado por ella pero ella no hace nada por
ti, la mantienes ¿Por errores que cometiste? Por favor, si ni la amas.
—Deberías marcharte ya.
África entró con una bandeja, en ella dos tazas, una
tetera, y un plato con terrones de azúcar.
—Muy bien, tú veras.
África entonces empezó a marearse y tropezó, cayendo
al suelo junto con todo.
—¡África! —Gritó alertado Keiji, fue hacia ella, comprobó su rostro y la notó con fiebre alta. —Voy a llamar a Nora y a James, vas a estar bien ¿De acuerdo?
África veía el rostro de preocupación de Kei, quien la
cogía en brazos, hasta caer inconsciente. Empezó entonces a tener alucinaciones
y a delirar, soñando con su antiguo instituto y que era una adolescente con el
pelo oscuro y corto, bigote, de cuerpo masculino, vistiendo un uniforme de
chico con polo blanco, pantalones negros y jersey azul.
—Estoy… tengo que irme.
De pronto se vio rodeado por compañeros de instituto
quienes la señalaban y la llamaban “Maricon”
—Callaos… ¡Callaos!
Entonces vio a Keiji siendo adolescente con el pelo
largo y oscuro, estando mimoso con una chica. África salió corriendo hasta
llegar a una piscina enorme pero vacía de agua.
—Adrien ¿Qué haces? —Keiji habló con las manos en los
bolsillos.
—No lo soporto, Kei, no soporto como me utilizas.
—Sabes que no podemos estar juntos, Adrien.
—No soy… deja de llamarme así. —África evitó mirarle y
se acercó más al borde de la piscina.
—¿Así? ¿De qué hablas? —Keiji se acercó y besó su
cabeza.
—Yo… yo soy África.
—¿Crees que eres una chica?
—¡Soy una chica!
—Déjate de tonterías ¿Ya tienes tus cacaos mentales
otra vez? —Keiji la abrazó por detrás. —Deberías centrarte.
—¿Acaso no me quieres? —África empezó a llorar.
—Claro que sí, tonto.
—No, no me quieres. —África le apartó y se quedó en el
borde de la piscina apunto de caer. —¡Si me quisieras no dirías cosas tan
crueles y me entenderías! Solo me quieres como juguete.
—Eso es porque eres un juguete. —Keiji se acercó más y
ella miró detrás. —Solo vales para eso.
África se resbaló y cayó al vacío entre sus propios gritos
para acabar despierta en la cama de Keiji. Sentía que no estaba sola pero no
abrió los ojos.
—Decía que no le gustaba pero en el fondo se notaba
que sí. —Dijo Keiji en tono burlón. —Me alegró que lo pasáramos bien en ese
sofá, estaba muy mona.
—África siempre es mona. —Dijo Axel entre risas de ambos. —Y
aún así es fuerte.
—Muy fuerte y dulce a la vez. —Keiji acarició el pelo
de África. —No tengo mucho sueño.
—Yo tampoco y no diré que no a esa oferta de tomar una
copa juntos en la arena. —Axel soltó una carcajada mientras Keiji se levantaba.
—Tengo una botella de whisky japonés y otra de ron. —Dijo Keiji en tono serio, Axel lo miró con una sonrisa durante unos segundos hasta darse cuenta que hablaba en serio. —¿Qué dices?
—Que me apetece lo primero.
La puerta se cerró y África abrió los ojos, se dio
cuenta que estaba aún con su camisa y en bragas.
—¿Los dos estaban cuidando de mí? —África miró a la
ventana y vio que era de noche, miró alrededor y vio dos camisas en la cama. —Debi
dormir mucho.
África entonces recordó su sueño y lo que ocurrió en
el despacho, la conversación con María y que estaban ella y Keiji.
—Realmente… ¿Él me ama? —África se puso la mano en el
pecho y miró triste y cabizbaja a la puerta. —Y ese sueño… era muy real
Mientras Keiji y Axel caminaban descalzos por la arena
y con solo sus pantalones puestos. Keiji con una botella de whisky y Axel con
dos vasos. Ambos se sentaron frente al mar y Axel llenó un vaso.
—No pensé en reconocerlo. —Axel le ofreció el vaso a
Keiji y éste lo cogió. —Me gusta esta tregua, Kei.
—Estoy de acuerdo. —Keiji sonrió mirando al mar.
—Ambos nos hicimos mucho daño, Axel.
—Agua pasada.
—Ambos queremos a África y competir por ella es de
crios. —Keiji vio entonces a Axel sonreír. —Me alegra que te quedaras aquí, Axel, le gustas mucho y seguro que valoraría tenerte a su lado dado que eres
importante en su vida.
—Kei, a ti también te quiere, tú también eres
importante, no finjas conmigo que ella no te ama con tanta intensidad.
—Hablemos de otra cosa mejor.
—Pues tenía pensado dejar mi…
—¿Puedo sentarme con vosotros? —Preguntó sonrojada
África al ver a ambos medio desnudos para después acercarse a ellos y sentarse de
rodillas en medio de ambos.
—Deberías descansar en la cama. —Dijo Keiji enfadado.
—Estoy bien. —África también le miró enfadada.
—¿Y esa rojez? Te ha subido la fiebre. —África al oír
a Axel se sintió molesta.
—No me ha subido, estoy roja por vosotros. —Axel
sonrió y se tumbó después de oírla. —Kei ¿Estás enfadado conmigo por algo?
—No, tienes derecho a ser independiente y buscar tu
camino, yo también habría aceptado cambiar de trabajo.
—Pero si lo rechazó. —Axel habló sorprendido, a lo que
llamó la atención de Keiji quien también se sorprendió.
—Es cierto. —África miró a Keiji preocupada. —Me gusta
trabajar contigo.
—No sé que decir, confieso que me sentía celoso y
preocupado, todo era agobiante y sin ti sería peor.
—No digas nada entonces. —África acarició el rostro de
Keiji. —Y ahora… me gustaría ser agradecida con vosotros.
África entonces besó a Axel, jugó con su lengua y
después acercó su frente a la de él.
—Gracias a ambos por cuidar de mí. —Ella sonrió y Axel se sonrojó
—Me gustaría también sentir ese agradecimiento de ti.
Keiji se acercó a África, la agarró por la mandíbula y
la besó durante un minuto hasta acabar ambos jadeando.
—Aún así… deberías… deberías estar en la cama. —Dijo
Keiji entre jadeos.
—¿Y… si no? —Preguntó África con una mirada
desafiante. —No dejaré… que me llevéis a la cama tan fácilmente.
—Te agotaremos entre los dos hasta que no puedas
resistirte ¿Verdad, Kei? —Axel cogió el vaso mientras Keiji sonreía.
Bebió de un trago el líquido del vaso y besó a África
cogiéndole la barbilla, dándole whisky del que derramaba una gota que caía
desde los labios hasta la mandíbula.
—Me toca a mí. —Dijo Keiji después de que ella
tragara.
Apartó a África de Axel, lamió la gota y la besó
dominando con su lengua la de ella. Axel decidió desabrochar la camisa mientras
África y Keiji se separaban, dejando un hilo de saliva entre ellos.
—¿Aún quieres resistirte? —Susurró Axel en el oído de
África. —¿Aún cuando tu cuerpo quiere dejarse llevar?
África empezó a acariciar el pecho desnudo de Axel
entre jadeos mientras Keiji le lamía el cuello.
—Puedo estar de rodillas… y… no estoy aún sometida.
—Con tanto orgullo más divertido será. —Susurró Keiji.
La tumbaron bocarriba en la arena agarrandola cada uno
de las muñecas, desabrocharon los ultimos botones y vieron el sujetador de
encaje transparentar los senos.
—Ahí no… chicos… —África se sonrojó y estuvo nerviosa.
—¿No dijo que aún no estaba sometida? —Axel miró a
Keiji con una sonrisa.
—Ni se os ocurra, las tengo muy sensibles.
—Debiste haber hecho caso. —Dijo Keiji en un tono
serio. —Si no obedeces, tu cuerpo pagará las consecuencias.
Keiji apartó una de las copas y empezó a lamer en
círculos alrededor del pezón, haciéndola jadear y retorcerse. Axel le imitó en
el otro pezón pero mordiendo también. África gemía y sentía dolor y placer al
mismo tiempo que lubricaba fluido preseminal por su pene erecto que manchaba
apenas sus bragas.
—¡Iré…! ¡Iré a la cama! —Ambos pararon al unísono al
oírla y Axel se acercó a uno de los oídos. —Los pezones… duelen mucho.
—¿Segura que no quieres seguir? —Susurró él mientras
Keiji observaba encendido.
Ambos se miraron, se sonrieron y África se sintió
nerviosa. Fueron al cuello, lo mordieron bajando hasta los hombros y después
empezaron a lamer.
—Después de todo… estabais peleados…
—Lo hemos dejado de lado por ti.
Ambos se quitaron los pantalones ante la mirada de
África, quien se puso de pie al verlos completamente desnudos, mirando el pene
erecto de Kei y la vulva de Axel sin rasurar.
—Me asusta un poco… todo ¿Sabéis?
Keiji y Axel calmaron con caricias a África, se dieron
ligeros besos con ella mientras les acariciaba el pecho a ambos.
No podía evitar mirarles, sentir el calor de ambos, sintiéndose
inferior al estar rodeada por ambos quienes le mostraban sus cuerpos desnudos,
las grandes manos de ambos la acariciaban y aunque se resistía a dejarse
llevar, su cuerpo lo deseaba, los desesba a ambos, presionando contra ella y
controlando sus sentidos.
—Si quieres que paremos dilo. —Dijo Keiji.
—Está bien.
—Relájate entonces. —Axel le guiñó un ojo.
Keiji estuvo tras ella, le quitó la camisa pero la usó
de ataduras en los brazos. Mientras Axel se arrodillaba, le bajaba las bragas y
al ver el pene crecido de África empezó a lamerlo al mismo tiempo que Keiji se
arrodillaba y escupía en el ano de ella. Axel lo metió de golpe en la boca,
estuvo sacándola y metiéndola, jugando con el glande, buscando que ella se
retorciera. Keiji lamió el ano en círculos, jugó con la lengua en él , lo metió
y sacó y recuperaba el aliento para dejar el calor de su respiración en ella.
—Chicos… no…
Keiji se levantó, acariciaba la espalda y entonces la
agarró de la mandíbula para hacerla mirar hacia arriba.
—No tienes permiso… para correrte. —Susurró entre
jadeos.
—No aguanto…
—Tu castigo será peor en la ducha entonces.
Keiji apretó los dedos y los retorció. África gemía
fuerte hasta que apenas podía contenerse y se vino en la boca de Axel.
—No me… no me castigues… —África gimió entre jadeos
mientras Axel se levantaba relamiendose.
—Pero te has corrido sin permiso, África. —Keiji
susurró y vio a Axel besar a África con su propia corrida. —Y necesitamos una
buena ducha.
—¿Una buena ducha? —Nora apareció tras ellos y se
cruzó de brazos. —Se va a ir a la cama a descansar, si queréis ducharos os ducháis
entre vosotros.
—Bueno… no es mala idea ¿Tú que piensas Kei?
—Que voy a duchar a África.
—Pue-puedo ducharme sola.
—No puedes.
Keiji liberó a África, la cogió en brazos y se marchó
con ella andando hacia la mansión.
—Que aburrido es Kei. —Axel se cruzó de brazos.