miércoles, 28 de octubre de 2020

Los labios que me dominan. Capítulo 9.

Eran las 10 de la mañana, Keiji estaba sentado en su despacho tomando una taza de café y leyendo informes. Su pelo estaba trenzado, vestía un traje gris y corbata negra, cinturón negro y mocasines verdes.

—Espero que James venga pronto. —Dijo Keiji tras un suspiro.

Axel entró con un hombre más mayor, ambos vistiendo traje. Keiji entonces se imaginó a él arrinconando a una África desnuda en la cama y jugando con su cuello, la imaginaba gimiendo su nombre sin parar y entre jadeos. Estaba enfadado y celoso por dentro pero mostrando indiferencia a los dos hombres que tenía delante.

—Buenos días a ambos. —Keiji dio un sorbo y les ofreció un asiento.

—Estamos encantados de reunirnos. —Dijo el hombre con felicidad. —Debo decir que estamos muy interesados en su proyecto.

África entró con una carpeta verde y vestida con pantalones de traje negro y camisa blanca.

—Buenos días ¿Les importa si me acerco? —Dijo África intimidada al ser vista por Keiji.

—Adelante. —Keiji habló sin dejar de mirar los archivos.

—Gracias, señor Himura.

Se acercó a Axel y se inclinó para entregarle la carpeta a Keiji, quien vio el escote y el labio inferior mordido por intentar darselos en mano, él se sonrojó pero Axel le dio a ella un ligero rodillazo en el gemelo derecho haciendo que se sentara encima de él.

—Vaya ¿Estás bien? —Preguntó Axel exhalando en su nuca.

África se sonrojó pero Keiji apenas mantenía la calma sin caer en estar avergonzado.

—Entonces solo les queda firmar el contrato. —Dijo Keiji mientras África se levantaba.

—¡No! No, el contrato está firmado. —El hombre le ofreció un sobre a Keiji. —Queremos contratar a su empleada como secretaria de mi hijo, estamos dispuestos a pagarle a usted una gran suma.

—Sólo tendría que renunciar a su trabajo actual. —Dijo Axel con una sonrisa mientras África miraba hacia otro lado. —Tendría mejor sueldo. 

—Pe… pero… no sé si… —África balbuceaba ignorada por Keiji.

—Es libre de tomar sus decisiones, no hace falta hablar de esto. —Keiji se relajó y cruzó las piernas. —Eso es todo entiendo.

—Por supuesto, nos marchamos ya.

Los dos se marcharon y al cerrar la puerta, África miró a Keiji esperando una respuesta, una mirada, un gesto pero era ignorada mientras él miraba a la ciudad.

—Kei…

—Vete a trabajar.

—No, no me iré.

—No te lo volveré a repetir. —Keiji miró a África de reojo. 

—Sí, señor Himura

África se marchó y Keiji se levantó molesto. Nora entró vestida con una falda negra, blusa blanca y tacones negros.

—¿Y bien?

—Han firmado el contrato. —Axel se acercó a Nora sin dudar.

—¿Y cual es el problema? —Preguntó Nora.

—Ya lo habían hecho, solo vinieron a entregarlo.

—Pues genial entonces.

—Y querían contratar a África.

—¿Y que harás?

—No es asunto tuyo. —Keiji se quitó el cinturón y le señaló al escritorio. —Quítate la falda y tumbate en la mesa.

—Sí… señor Himura.

Mientras África esperaba junto al ascensor.

—¿Te importa adelantarte, padre? —El hombre sonrió a Axel y se subió al ascensor. —He notado la fricción que hay entre tú y Keiji.

—Está enfadado conmigo. —África miró a Axel y le vio sonreír. —Pero es normal.

—Sí, los celos sin sentido por el contrato. —Axel acarició el pelo de África pero ella le ignoraba. —Ya te avisé de como era.

—Había roto tu oferta.

—¿Por qué? —Axel fue a besarla pero África apartó el rostro. —¿Acaso no quieres que estemos juntos?

—No lo entiendes. —África le miró sin mostrar emoción alguna. —Deberías irte.

Axel entonces se marchó por las escaleras y África suspiró mientras miraba a las puertas del despacho de Keiji. Sentía lástima de sí misma, lástima y una sensación que había perdido hace mucho, la soledad, pues los dos hombres a los que quería y amaba no eran capaces de entenderla.

Habían pasado varias horas y África se encontraba en un pequeño despacho con un portátil, sentada sobre la mesa y reflexionando.

—Se supone que con eso debe bastar. —África entonces se miró las manos. —Me doy cuenta que no le he regalado nada a Kei… Ni él a mí.

—África ¿Estás ahí? —Preguntó Nora al entrar.

—Obviamente ¿Ocurre algo?

—Es lo que iba a preguntarte, Keiji actúa muy raro, casi enfadado. —Dijo Nora quien se sentó a su lado. —Esperaba que no fuese contigo el tema.

—Es culpa mía, quería volver a… a nada. —Nora arqueó una ceja al oírla y África apartó la mirada. —Discutí con él esta mañana sobre volver a mi ciudad.

—Teniendo todas las comodidades del mundo aquí prefieres volver a una ciudad donde…

—África, necesito que me acompañes. —Ordenó Keiji al otro lado.

—Prefiero no hacerlo. —África se sintió mal y mareada, evitando mirar a Keiji, pero él se mantuvo firme.

—No lo volveré a repetir, al despacho.

—Sí, señor Himura.

África se levantó pero Nora la notó roja y algo mareada. Después Keiji se acercó y se sentó junto a Nora.

—No me importa que me azotes en el trabajo.

—Entiendo.

—Pero ya te lo dije, no lo uses para desahogarte, los problemas se quedan fuera.

—Creí que nos vendría bien relajarnos, nada más. —Dijo Keiji en tono molesto. —¿Es que ocurre algo?

—Me preocupa que estés siendo cruel con ella y sin motivo.

—No estoy siendo cruel, soy distante. —Keiji vio a Nora molesta y se sentó en la mesa. —Hay mucho trabajo hoy y estoy cansado… y me da miedo que le pase algo a África, no quiero dejarla sola.

—No estoy segura de que sea eso. —Nora se sentó a su lado. —¿No crees que es mejor así? Vas demasiado rápido, vivis juntos desde el incidente.

—Lo sé, me he dado cuenta.

—Te preocupas demasiado por ella, dependes de África pero África no quiere depender de ti. —Keiji se levantó incomodo pero Nora le acarició la espalda para calmarle. —Axel y tú pretendéis cuidarla de una forma que la hará asustarse, no pasa nada por dejar que viva de forma independiente, no vais a dejar de ser pareja.

—Antes no reaccionaba tan mal ante cosas así.

—Porque antes no sentías por nadie lo que sientes ahora.

—Quizás… quizás estés en lo cierto.

Mientras África estaba sentada en la mesa del escritorio de Keiji, entró María al despacho vistiendo un jersey blanco de cuello alto, pantalones de lino gris y botines marrones. La vio sentándose en una de las sillas de forma relajada, lo que la hizo enojarse.

—Esto es increíble, esperaba a mi hijo, no a… me da igual lo que seas.

—Él me dijo que viniese, si le molesto se aguanta. —María se sentó en una de las sillas y África se cruzó de brazos. —Aunque no sé porque todos debemos aguantarle a usted.

—¡¿Cómo te atreves?! ¡¿Sabes lo que te hará mi hijo?!

—Su hijo no la aguanta después de las putadas que nos hizo a ambos, así que sí, le conozco. —África le miró con enfado y desprecio. —Y me atrevo porque usted no es nadie, seguramente estudió cultura japonesa y se casó con un señor con dinero, me atrevo por todo lo que le hizo a Kei y no dejaré que lo use a su antojo como antes.

—Pobre criatura ¿No te das cuenta? —África arqueó una ceja. —Tú no puedes darle un futuro, se casará con Akane para seguir siendo heredero de su abuelo, tú no eres más que un perro abandonado que ha recogido de la calle.

Keiji entró con rostro serio y se acercó a la silla se sentó mientras África se colocaba al lado suya.

—¿Qué tal el trabajo, mi vida? —Preguntó María mientras África se marchaba.

—Todo bien.

—Aún sigues sin aceptar nuestra propuesta.

—No la necesito, me va bien.

—Hemos tenido una conversación interesante tu… amante y tú.

—¿Ah? ¿Intentas decirme algo?

—Si voy a ser directa pues empiezo a pensar que has recuperado tu manía de recoger animales perdidos. —María se sentó y miró a Keiji enfadada. —¿Lo recuerdas? Cuando eras pequeño volvías a casa con un gato en brazos, lo bañabas, le ponías un collar y lo educabas como el fiel animal de compañía que era. 

—África no es una gata callejera.

—¿No? La has recogido de su miserable vida, la has lavado, le has puesto un collar y ahora la tienes educada como la fiel mascota de compañía que es. —María sonrió al ver la mueca de enfado en su hijo. —Al igual que con todos tus sirvientes y subordinados, la diferencia es que la tienes qmalcriada, comiendo contigo, durmiendo contigo, sentada en tu regazo.

Keiji entonces se sonrojó al imaginar a África desnuda con una cola y orejas de gato, y un collar con cascabel.

—Amo ¿Es hora de pasear? —Dijo África sentada de rodillas en una cama.

Keiji cerró los ojos y suspiró avergonzado.

—Deberías rodearte de tu familia, formar una, no recoger animales callejeros.

—Nadie es un animal callejero y menos África, son personas que me han llevado hasta aquí y ella es mi pareja, la amo y nada más

—Dejaste paralítico a un hombre. —Keiji apretó los puños y su enfado creció. —Haces demasiado por ella pero ella no hace nada por ti, la mantienes ¿Por errores que cometiste? Por favor, si ni la amas.

—Deberías marcharte ya.

África entró con una bandeja, en ella dos tazas, una tetera, y un plato con terrones de azúcar.

—Muy bien, tú veras.

África entonces empezó a marearse y tropezó, cayendo al suelo junto con todo.

—¡África! —Gritó alertado Keiji, fue hacia ella, comprobó su rostro y la notó con fiebre alta. —Voy a llamar a Nora y a James, vas a estar bien ¿De acuerdo? 

África veía el rostro de preocupación de Kei, quien la cogía en brazos, hasta caer inconsciente. Empezó entonces a tener alucinaciones y a delirar, soñando con su antiguo instituto y que era una adolescente con el pelo oscuro y corto, bigote, de cuerpo masculino, vistiendo un uniforme de chico con polo blanco, pantalones negros y jersey azul.

—Estoy… tengo que irme.

De pronto se vio rodeado por compañeros de instituto quienes la señalaban y la llamaban “Maricon”

—Callaos… ¡Callaos!

Entonces vio a Keiji siendo adolescente con el pelo largo y oscuro, estando mimoso con una chica. África salió corriendo hasta llegar a una piscina enorme pero vacía de agua.

—Adrien ¿Qué haces? —Keiji habló con las manos en los bolsillos.

—No lo soporto, Kei, no soporto como me utilizas.

—Sabes que no podemos estar juntos, Adrien.

—No soy… deja de llamarme así. —África evitó mirarle y se acercó más al borde de la piscina.

—¿Así? ¿De qué hablas? —Keiji se acercó y besó su cabeza.

—Yo… yo soy África.

—¿Crees que eres una chica?

—¡Soy una chica!

—Déjate de tonterías ¿Ya tienes tus cacaos mentales otra vez? —Keiji la abrazó por detrás. —Deberías centrarte.

—¿Acaso no me quieres? —África empezó a llorar.

—Claro que sí, tonto.

—No, no me quieres. —África le apartó y se quedó en el borde de la piscina apunto de caer. —¡Si me quisieras no dirías cosas tan crueles y me entenderías! Solo me quieres como juguete.

—Eso es porque eres un juguete. —Keiji se acercó más y ella miró detrás. —Solo vales para eso.

África se resbaló y cayó al vacío entre sus propios gritos para acabar despierta en la cama de Keiji. Sentía que no estaba sola pero no abrió los ojos.

—Decía que no le gustaba pero en el fondo se notaba que sí. —Dijo Keiji en tono burlón. —Me alegró que lo pasáramos bien en ese sofá, estaba muy mona.

—África siempre es mona. —Dijo Axel entre risas de ambos. —Y aún así es fuerte.

—Muy fuerte y dulce a la vez. —Keiji acarició el pelo de África. —No tengo mucho sueño.

—Yo tampoco y no diré que no a esa oferta de tomar una copa juntos en la arena. —Axel soltó una carcajada mientras Keiji se levantaba.

—Tengo una botella de whisky japonés y otra de ron. —Dijo Keiji en tono serio, Axel lo miró con una sonrisa durante unos segundos hasta darse cuenta que hablaba en serio. —¿Qué dices? 

—Que me apetece lo primero.

La puerta se cerró y África abrió los ojos, se dio cuenta que estaba aún con su camisa y en bragas.

—¿Los dos estaban cuidando de mí? —África miró a la ventana y vio que era de noche, miró alrededor y vio dos camisas en la cama. —Debi dormir mucho.

África entonces recordó su sueño y lo que ocurrió en el despacho, la conversación con María y que estaban ella y Keiji.

—Realmente… ¿Él me ama? —África se puso la mano en el pecho y miró triste y cabizbaja a la puerta. —Y ese sueño… era muy real

Mientras Keiji y Axel caminaban descalzos por la arena y con solo sus pantalones puestos. Keiji con una botella de whisky y Axel con dos vasos. Ambos se sentaron frente al mar y Axel llenó un vaso.

—No pensé en reconocerlo. —Axel le ofreció el vaso a Keiji y éste lo cogió. —Me gusta esta tregua, Kei.

—Estoy de acuerdo. —Keiji sonrió mirando al mar. —Ambos nos hicimos mucho daño, Axel.

—Agua pasada.

—Ambos queremos a África y competir por ella es de crios. —Keiji vio entonces a Axel sonreír. —Me alegra que te quedaras aquí, Axel, le gustas mucho y seguro que valoraría tenerte a su lado dado que eres importante en su vida.

—Kei, a ti también te quiere, tú también eres importante, no finjas conmigo que ella no te ama con tanta intensidad.

—Hablemos de otra cosa mejor.

—Pues tenía pensado dejar mi…

—¿Puedo sentarme con vosotros? —Preguntó sonrojada África al ver a ambos medio desnudos para después acercarse a ellos y sentarse de rodillas en medio de ambos.

—Deberías descansar en la cama. —Dijo Keiji enfadado.

—Estoy bien. —África también le miró enfadada.

—¿Y esa rojez? Te ha subido la fiebre. —África al oír a Axel se sintió molesta.

—No me ha subido, estoy roja por vosotros. —Axel sonrió y se tumbó después de oírla. —Kei ¿Estás enfadado conmigo por algo?

—No, tienes derecho a ser independiente y buscar tu camino, yo también habría aceptado cambiar de trabajo.

—Pero si lo rechazó. —Axel habló sorprendido, a lo que llamó la atención de Keiji quien también se sorprendió.

—Es cierto. —África miró a Keiji preocupada. —Me gusta trabajar contigo.

—No sé que decir, confieso que me sentía celoso y preocupado, todo era agobiante y sin ti sería peor.

—No digas nada entonces. —África acarició el rostro de Keiji. —Y ahora… me gustaría ser agradecida con vosotros.

África entonces besó a Axel, jugó con su lengua y después acercó su frente a la de él.

—Gracias a ambos por cuidar de mí. —Ella sonrió y Axel se sonrojó

—Me gustaría también sentir ese agradecimiento de ti. 

Keiji se acercó a África, la agarró por la mandíbula y la besó durante un minuto hasta acabar ambos jadeando.

—Aún así… deberías… deberías estar en la cama. —Dijo Keiji entre jadeos.

—¿Y… si no? —Preguntó África con una mirada desafiante. —No dejaré… que me llevéis a la cama tan fácilmente.

—Te agotaremos entre los dos hasta que no puedas resistirte ¿Verdad, Kei? —Axel cogió el vaso mientras Keiji sonreía.

Bebió de un trago el líquido del vaso y besó a África cogiéndole la barbilla, dándole whisky del que derramaba una gota que caía desde los labios hasta la mandíbula.

—Me toca a mí. —Dijo Keiji después de que ella tragara.

Apartó a África de Axel, lamió la gota y la besó dominando con su lengua la de ella. Axel decidió desabrochar la camisa mientras África y Keiji se separaban, dejando un hilo de saliva entre ellos.

—¿Aún quieres resistirte? —Susurró Axel en el oído de África. —¿Aún cuando tu cuerpo quiere dejarse llevar?

África empezó a acariciar el pecho desnudo de Axel entre jadeos mientras Keiji le lamía el cuello.

—Puedo estar de rodillas… y… no estoy aún sometida.

—Con tanto orgullo más divertido será. —Susurró Keiji.

La tumbaron bocarriba en la arena agarrandola cada uno de las muñecas, desabrocharon los ultimos botones y vieron el sujetador de encaje transparentar los senos.

—Ahí no… chicos… —África se sonrojó y estuvo nerviosa.

—¿No dijo que aún no estaba sometida? —Axel miró a Keiji con una sonrisa.

—Ni se os ocurra, las tengo muy sensibles.

—Debiste haber hecho caso. —Dijo Keiji en un tono serio. —Si no obedeces, tu cuerpo pagará las consecuencias.

Keiji apartó una de las copas y empezó a lamer en círculos alrededor del pezón, haciéndola jadear y retorcerse. Axel le imitó en el otro pezón pero mordiendo también. África gemía y sentía dolor y placer al mismo tiempo que lubricaba fluido preseminal por su pene erecto que manchaba apenas sus bragas.

—¡Iré…! ¡Iré a la cama! —Ambos pararon al unísono al oírla y Axel se acercó a uno de los oídos. —Los pezones… duelen mucho.

—¿Segura que no quieres seguir? —Susurró él mientras Keiji observaba encendido.

Ambos se miraron, se sonrieron y África se sintió nerviosa. Fueron al cuello, lo mordieron bajando hasta los hombros y después empezaron a lamer.

—Después de todo… estabais peleados…

—Lo hemos dejado de lado por ti.

Ambos se quitaron los pantalones ante la mirada de África, quien se puso de pie al verlos completamente desnudos, mirando el pene erecto de Kei y la vulva de Axel sin rasurar.

—Me asusta un poco… todo ¿Sabéis?

Keiji y Axel calmaron con caricias a África, se dieron ligeros besos con ella mientras les acariciaba el pecho a ambos.

No podía evitar mirarles, sentir el calor de ambos, sintiéndose inferior al estar rodeada por ambos quienes le mostraban sus cuerpos desnudos, las grandes manos de ambos la acariciaban y aunque se resistía a dejarse llevar, su cuerpo lo deseaba, los desesba a ambos, presionando contra ella y controlando sus sentidos.

—Si quieres que paremos dilo. —Dijo Keiji.

—Está bien.

—Relájate entonces. —Axel le guiñó un ojo.

Keiji estuvo tras ella, le quitó la camisa pero la usó de ataduras en los brazos. Mientras Axel se arrodillaba, le bajaba las bragas y al ver el pene crecido de África empezó a lamerlo al mismo tiempo que Keiji se arrodillaba y escupía en el ano de ella. Axel lo metió de golpe en la boca, estuvo sacándola y metiéndola, jugando con el glande, buscando que ella se retorciera. Keiji lamió el ano en círculos, jugó con la lengua en él , lo metió y sacó y recuperaba el aliento para dejar el calor de su respiración en ella.

—Chicos… no…

Keiji se levantó, acariciaba la espalda y entonces la agarró de la mandíbula para hacerla mirar hacia arriba.

—No tienes permiso… para correrte. —Susurró entre jadeos.

—No aguanto…

—Tu castigo será peor en la ducha entonces.

Keiji apretó los dedos y los retorció. África gemía fuerte hasta que apenas podía contenerse y se vino en la boca de Axel.

—No me… no me castigues… —África gimió entre jadeos mientras Axel se levantaba relamiendose.

—Pero te has corrido sin permiso, África. —Keiji susurró y vio a Axel besar a África con su propia corrida. —Y necesitamos una buena ducha.

—¿Una buena ducha? —Nora apareció tras ellos y se cruzó de brazos. —Se va a ir a la cama a descansar, si queréis ducharos os ducháis entre vosotros.

—Bueno… no es mala idea ¿Tú que piensas Kei?

—Que voy a duchar a África.

—Pue-puedo ducharme sola.

—No puedes.

Keiji liberó a África, la cogió en brazos y se marchó con ella andando hacia la mansión.

—Que aburrido es Kei. —Axel se cruzó de brazos.