domingo, 22 de noviembre de 2020

La luz de Ragali. Capítulo 3.

Era el día siguiente, las 10 A.M, Diana esperaba en el hall de la casa de Lilith y Nadine, vestida con vaqueros azules largos, botas negras y camiseta gris, el pelo además en forma de coleta y un pendiente en la oreja derecha en forma de flor.

—¿Estás lista?

Nadine preguntó y apareció bajando las escaleras, vestida igual que ayer pero no iba con una espada sino con un bastón negro curvado y tenía el pelo en una coleta.

—Sí ¿Y Lilith? —Nadine la miró y dudó por unos segundos. —¿No viene?

—Una pregunta muy obvia para una respuesta nada sencilla ¿Qué opinas de los gritos entre madre e hija? —Dejó de bajar las escaleras para observar más detenidamente la respuesta de Diana, quien lo pensó por unos segundos y se encogió de brazos. —Buena chica ¡Hija, baja ya!

—¡Voy, madre!

—Aún no se ha arreglado. —Nadine bajó y se acercó a Diana. —¿Se ha portado bien mi hija contigo?

—Sí, es muy… amable conmigo. —Nadine puso una mano en uno de los hombros de ella. —Se preocupa por mí pero es raro que se abra.

—Entiendo. —Diana notó que la ignoraba y después la mano de ella en el otro hombro, sintiendo la mordedura de Lilith. —Y dejas que te muerda y absorba tu energía de forma tan excesiva. 

—¿Excesiva? 

—Sí, es lo que he dicho, no repitas lo que diga por favor. —Nadine la miró fijamente a los ojos, después de arriba abajo y finalmente la cogió de las mejillas observando el blanco de los ojos. —¿Te sientes cansada, mareada o has dormido mal? 

—No, me siento bien, igual que cada mañana ¿Será por lo que me ocurre? 

—Podría ser, sigo sintiendo en ti la misma energía que sentí ayer, devorar sangre también hace devorar energía pero a niveles demasiado altos, una capacidad innata en las Undragun. 
—Eso… em… le dice algo entonces. 

—Obviamente, o te recuperas a gran velocidad o tienes muchísima y apenas devora un pequeño porcentaje… o mis sentidos me engañan. 

—Estoy un poco preocupada. —Diana miró asustada a Nadine quien acarició su cabeza y la consoló. 

—Por ahora no pienses mucho, sigue con tu vida y tus estudios. —Sonrió a Diana con confianza. —Seguro que hoy mismo lo arreglamos. 

—Gracias, Nadine. —Diana se asustó al ver una mueca de enfado en ella. —¿Señora Undragun? 

—Eso está mejor.

—Ya estoy lista.

Lilith apareció vestida con botas negras, pantalones negros, camisa blanca, chaleco, americana negra, el mismo emblema, su pelo estaba en forma de coleta y llevaba un sombrero fedora gris. 

—No vas a llevar eso. —Ordenó Nadine, Lilith chasqueó los dedos indignada y el sombrero se hizo sangre pulverizada. —¿Alguna queja?

—Eres una dictadora, mamá deja que me vista como quiera. 

—En su casa tiene sus normas y en esta las mías que también soy tu madre. —Nadine abrió la puerta principal e invitó a salir a Diana y Lilith. 

Afuera estaba un BMW negro metálico serie 3 con chofer esperándolas. Nadine subió al asiento del copiloto, y Lilith y Diana se subieron a los asientos de atrás. 

El coche arrancó y Diana observaba a través de la ventana, tenía demasiadas preguntas en la cabeza, Lostians, energía, las Familias, estaba entrando en un mundo que desconocía y entonces recordó algo.

—Sargira… 

—¿Qué pasa con ellos? —Preguntó Nadine

—¿Qué? Oh nada. —Diana miró intimidada a Nadine. —Es que me he acordado de ese nombre ¿Quiénes son? 

—Una Familia. —Lilith habló en tono molesto, suspiró y cruzó las piernas y los brazos mientras miraba al frente. —Pero a diferencia de las demás ellos están formados por clanes unidos por una líder, nosotras en cambio, las Undragun, somos una familia de verdad.

—Aunque en comparación somos pocos miembros, nuestra gente son sirvientes leales que beneficiamos sin convertirlos en Lostians como los Karasu. —Nadine miró a Diana a los ojos y brillaron de un tono rojo. —Les damos lo que piden y a cambio nos sirven de soldados, políticos, criados…

—…siervos de sangre. —Dijo Diana interrumpiéndola, entonces Nadine sonrió y la asustó más. —Pero solo si tienen energía. 

—Eso es, Diana ¿Piensas que te convertiremos en una a la fuerza? —Diana miró a Lilith por un momento y después asintió a Nadine. —No, no te haremos una si no quieres. 

—Pero estáis ayudándome, algo querréis a cambio. 

—Te ayudamos porque quiero. —Lilith habló molesta y se sonrojó. —No hace falta nada por ello. 

—Por ahora céntrate en tus estudios y en ti. 

El coche paró frente a un edificio parecido a un monasterio donde entraban y salían jóvenes. Salieron las tres y entraron en el edificio, subieron unas escaleras de piedra para llegar hasta la parte superior y caminar por un pasillo donde llegaron a una puerta enorme. 

—Vosotras dos os quedáis aquí. —Nadine abrió la puerta y la cerró de golpe. 

—¿Crees que irá bien? —Preguntó Diana buscando la mano de Lilith y mirando al fondo del pasillo. 

—Son mis madres, no habrá problema. —Lilith sintió la mano de Diana agarrando la suya y se soltó de ella para cruzarse de brazos. —Puedes estar tranquila. 

—¡Lo estoy! Lo estoy. —Diana miró de reojo a Lilith y entonces la notó preocupada. —Con…
Un hombre y una chica salieron enfadados y se marcharon por el pasillo. 

—La chica del café. —Dijeron ambas a la vez. 

—Estuvo bien lo que hiciste. 

—Te costó tu trabajo, me lo habría vuelto a pensar dos veces. 

—¿Hablas en serio? —Diana miró a Lilith sonriendo. 

—Claro que no, lo habría hecho mil veces. 

Ambas se rieron y Lilith entonces se relajó, miró reír a Diana y se sonrojó. 

—Pero es por no soportarla, no me gustan la gente que hace bullying, nada más. 

Diana sintió que la agarraban de los hombros y tiraron hacia atrás de ella atravesando el muro. 

—¿Diana? ¡Diana! 

Diana entonces despertó tumbada en un parque rodeada de jóvenes vistiendo igual que Lilith pero con el símbolo del cuervo. 

—No nos hemos olvidado de ti, sacerdotisa. —Dijo uno de ellos mientras los demás se reían. 

—Los Undragun no pueden protegerte, ni siquiera la Arconte y sus hijas lo harán, sacerdotisa. 

—¡No soy una sacerdotisa! 

—Pero hueles cómo una. —Dos de ellos se miraron el uno al otro. —Quizás hasta grites cómo una. 

—Acabará calladita al primer pollazo, seguro. 
—Tocadla y os arrancaré las alas a todos. Dijo una mujer. 

Entonces cayó al lado de Diana una mujer que vestía igual a ellos pero con el símbolo plateado de un lobo.
Era delgada pero con músculos, femenina, piel blanca, de 1.85, parecía tener 24 años, pelo corto y negro, labios gruesos, el ojo izquierdo negro completamente y el ojo derecho verde, tenía un tatuaje de una serpiente negra en el lado izquierdo.

—Solamente es Tessan. —Todos se rieron mientras ella caminaba en círculos alrededor de Diana. —Te la podemos dejar a ti un ratito, vamos. 

Entonces cuatro cuchillos fueron lanzados desde arriba y cuatro de los jóvenes cayeron al suelo fulminados. Lilith apareció al lado de Diana con su ojo rojo intenso. 

—¡Corred! 

Uno de ellos gritó y los demás se dispersaron pero uno se quedó. 

—Es mío, Lil.

—No, de eso nada. 

Empezaron a correr hacia él pero de su espalda surgieron dos alas negras similares a la de un pájaro y saltó, sin embargo, Tessan también y de una patada lo interceptó y lo lanzó contra un árbol, partiendo el tronco de madera en dos. 

—No necesitaba tu ayuda, Tessan. 

—No vine a ayudarte a ti. 

Diana se levantó, se sacudió y vio a Tessan acercarse a ella. 

—Gracias por ayudarme. 

Tessan la besó sin previo aviso, puso sus manos en el rostro de ella y se enredaron entre sus rizos. Se separaron y ambas se sonrojaron. 

—Ha pasado muchísimo tiempo, Din.

—¡No te atrevas a tocarla sin mi permiso! 

Lilith apartó a Tessan de Diana y empezaron a darse puñetazos. 

—Chicas ¡Chicas! 

—¡Aléjate de Din desde ya! 

—¡¿Qué me aleje?! ¡Eres tú quien debería alejarse de ella, loba come mierda! 

—¡¿Qué me has llamado?!

—¡Parad ya! 

Ambas miraron a Diana y después entre ellas. 

—¿Y a qué viene lo de Din y lo de besarme? 

—Es una maleducada con los extraños, defectos de ser una Sargira.

—Din no es una extraña, somos amantes. 

—¡¿A-amantes?! —Preguntó sorprendida Diana. —Si ni siquiera nos conocemos. 

—Claro que sí, nos criamos juntas cuando éramos pequeñas y dijimos que seríamos esposos una vez de adultos. —Tessan se acercó a Diana y acarició su pelo. —¿No te acuerdas de mí?

—De hecho… no recuerdo nada de mi infancia así que lo siento, no sé quien eres. 

—No estoy triste entonces, tu madre y la mía nos criaron juntas, ella te ayudará a recordar. 

—Vayamos entonces con ella. —Lilith tocó el hombro de Tessan con complicidad. 

Lilith y Tessan le ofrecieron sus manos a Diana para caminar juntas las tres, dudó por un segundo pero aceptó a ambas. 

—Gracias a las dos por protegerme.

Diana sonrió y ambas fueron directas a las orejas, las mordieron y la hicieron sonrojar y gemir. 

—No dejaré que esos tíos vuelvan a atreverse a tocar tu piel, Diana. —Susurró Lilith. 

—Daría mi vida una y otra vez por ti sin dudarlo, Diana. —Susurró Tessan. 

Durante toda la situación Nadine y otra mujer estaban en un despacho. Era grande de suelo, techo y paredes de piedra, una lámpara halógena y barras de acero en el techo, un escritorio grande de madera, pilas de libros y documentos sobre el mismo y por toda la sala, una silla de oficina donde se sentaba la desconocida, y al fondo un mapa medieval de Ragali.

La mujer parecía tener 44 años, medía 1.68, tenía el pelo rubio, largo y rizado, ojos verdes, labios finos, nariz chata, femenina, vistiendo chaqueta vaquera azul, vaqueros negros, jersey blanco y deportivas. 

—No apruebo las medidas que han tomado. —Dijo la mujer con voz neutra. 

—Desean comprobar si es una sacerdotisa, observar su poder, Birdie. 

—Que tenga la Esencia de una sacerdotisa no la hace una. —Birdie se levantó indignada. —Tiene suerte de tener a nuestra hija. 

Otra mujer entró en el despacho, vestida con gabardina y botas militares tenía un emblema de oro de un león. Medía aproximadamente 1.95 y parecía tener 46 años, rapada, orejas puntiagudas, nariz gruesa, labios gruesos, masculina. 

—Nuestras hijas, Tessan ha salido corriendo y presumo que debe estar yendo hacia su rescate. —Dijo con voz femenina. 

—¿Y tienes algún problema, Eliana? ¿O tú, Nadine? —Birdie se sentó en la mesa y suspiró decepcionada. —No sois capaces de sentir orgullo por las decisiones de nuestras hijas. 

—Se entrometieron en un asunto delicado. —Dijo alguien con voz de hombre. 

Tras Nadine y Eliana apareció un hombre vestido con mocasines y traje negro con el emblema dorado de un cuervo, de piel oscura y rasgos japoneses, de apariencia de un joven de 27 años, medía dos metros, sus orejas eran puntiagudas, muy delgado, ojos blancos, calvo. 

—No habría permitido ningún daño sobre esa humana, sólo era una situación de estrés extrema. 

—En este momento me siento dividida, Ryo, estoy orgullosa de mis niñas por tomar una decisión arriesgada, incluso si una es por amor, pero estoy de acuerdo en saber a que debemos enfrentarnos. —Birdie se acercó a ellos. —Represento a los humanos en este lugar como vosotros a vuestras Familias, estamos ante un problema que, por desgracia, me toca más ¿Debo permitir que sufra una humana en este lugar por el origen de su Esencia? ¿En Ragali? Lidero una paz en la que estoy traicionando a mi especie en estos momentos y no sé si es una amenaza. 

—Cualquier sacerdote o sacerdotisa es una amenaza, no sería raro que la hayan enviado el Papa, el imán, el rabino o el vicario que sea para destruir lo que hemos construido. —Dijo Eliana. 

—Tú más que nadie entiendes eso, Birdie. —Ryo se acercó a ella y le tocó el hombro. —Tú fuiste la más perseguida, la más odiada, apelo a tu orgullo para que lo entiendas. 

—¿Apelas a mi orgullo como mujer trans lesbiana o como bruja?

—Huelga decir que la obviedad es a ambas. —Nadine miró entonces a la puerta. —Parece que ya llegan. 

Alguien llamó a la puerta y entonces entró Tessan sola. 

—Hola mamá. —Miró a Birdie y después a Eliana. —Hola mamá. 

—Que tal cariño. —Dijeron ambas con una sonrisa. 

—¡Genial! —Tessan miró a Birdie y se acercó a ella para susurrar. —Mamá, adivina a quien he encontrado, es… 

Lilith y Diana entraron con cautela, entonces Birdie se sorprendió viendo a Diana. 

—¿Ocurre algo? —Preguntó Eliana. 

—Sí ¿Qué ocurre? —Nadine se cruzó de brazos.

—Yo… nada, esperaba algo más de… misticismo. —Birdie se sentó en la silla. —¿Qué os ha pasado a las tres? 

—Pregúntaselo a Ryo, sus neófitos nos atacaron. —Lilith habló indignada.

—Diana habría sido asesinada o algo peor si no hubiese llegado. —Tessan se encaró con Ryo. 

—Si no hubiésemos llegado, no todo lo hiciste tú. —Lilith se enfadó y empujó a Tessan. 

—Estoy orgullosa de vosotras, chicas. —El tono de Birdie estaba lleno de ternura y orgullo, sonrojándolas. 

—Tú debes ser la líder de los Sargira. —Dijo Diana asustada mirando a Eliana, quien miró a Nadine con una ceja levantada. —Me hablaron sobre las Familias. 

—Entonces sabes que soy el líder de los Karasu. —Diana se giró y vio en el una sonrisa amable. 

De la espalda de Ryo salieron un par de alas negras de pájaro y de sus manos una niebla negra y venas blancas. Lanzó contra la pared a Lilith y Tessan y se abalanzó sobre ella pero no pudo tocarla al ser parado en seco, pues una anaconda apretaba su cuello con fuerza y tiraba de una barra del techo a modo de polea. 

—¡¿Qué… crees… que haces?! —Gritó mientras se ahogaba y peleaba por quitarse la serpiente. 

Birdie estaba relajada, con los ojos cerrados y con las manos en los muslos. 

—Diana, ven. —Dijo en un tono serio y abrió los ojos para verla. 

Los ojos eran de un verde intenso y dorado cuyas pupilas eran similares a la de una serpiente. Diana estaba en shock pero Nadine la agarró del brazo y fue con Birdie. 

—Bien. —La serpiente desapareció y se levantó para protegerla. —No es peligrosa o se habría defendido. 

—Que tú sepas. —Dijo Eliana. 

Diana cayó al suelo inconsciente y todos se fijaron en ella. 

—Es obvio, es el estrés. —Dijo Nadine. 

—Nadine, ponla en mi silla, por favor. —Ella obedeció sus palabras y entonces Birdie se dirigió a ellos. —Ella estará a mi cargo y bajo mi protección hasta que se resuelva este asunto, nadie la tocará ¿Está claro? 

—Y bajo la protección de las Undragun en todo momento. —Ambos se indignaron y Nadine miró a Lilith inconsciente. —Aunque mi hija no me escuche. 

—¡Y también…! —Gritó Tessan saliendo de entre los papeles pero Eliana la miró con enfado para interrumpirla. 

—Sargira permanecerá neutral en este asunto.

—Eliana hizo un gesto a Tessan pero no obedeció. —Nos vamos. 

—Me quedo con ella. —Eliana suspiró y miró a Birdie. —No la metas en líos, amor. 

—Lo intentaré. —Birdie sonrió y sonrojó a Eliana. 

—Nadine.

—Sí, Eliana.

Nadine se cruzó de brazos y apartó la mirada mientras Eliana se marchaba. 

—¿Os quedaréis entonces en mi casa? 

—Eso parece.

Birdie sonrió viendo a Nadine, quien se sonrojó, suspiró y se marchó del despacho.