viernes, 11 de diciembre de 2020

La luz de Ragali. Capítulo 4.

Eran las 2 A.M del día siguiente, la noche era nublada casi para caer tormenta, Lilith se encontraba frente a una fuente en el centro de una pequeña plaza echando céntimos al agua y meditando.

—Tessan Sargira… Hermana, ¿De qué la conoces? —Se giró y vio en el tejado una sombra humanoide con alas de animal, haciendo que su ojo rojo se volviera intenso y sus colmillos se afilasen. —Un Lostian córvido, será fácil.

La sombra caminaba de forma torpe hasta que resbaló y cayó del tejado pero se levantó a duras penas.

Medía cerca de dos metros y medio, era  completamente negro azabache y emitía un vapor negro, tenía un par de alas negras desplumadas, su torso era muy delgado, sus extremidades alargadas y finas, su cabeza ovalada, y su rostro parecía una máscara blanca con ojos huecos y redondos y una sonrisa fina y negra.

—No has venido sólo. —Otros dos Lostian córvidos aparecieron detrás llegando a la plaza. —Retiro lo de fácil.

Creó dos cuchillos de sangre, los lanzó contra el par de Lostians, quienes los esquivaron y saltaron sobre ella. Lilith saltó y el tercer monstruo también pero lo golpeó en la cabeza con los pies y se impulsó, tal fue la fuerza que impactó contra la fuente y la rompió. 

—Os toca a vosotros. 

Cogió las dagas clavadas del suelo, los dos engendros corrieron hacia ella pero también hizo lo mismo, se deslizó entre las piernas de la derecha, las rajó y las clavó en la espalda de ambos al levantarse para bajarlas y rajar. 

—Comida fácil. 

Se relamió mostrando sus colmillos pero se giró clavando un cuchillo en un cuarto Lostian córvido quien clavó una extremidad en el costado izquierdo atravesándola.

—¿Que…? —Lilith y el Lostian salvaje cayeron al suelo fulminados. 

Mientras en la mansión Undragun, Diana salía del dormitorio de Lillith vestida con una camisa y bragas azules.

—¿Quién está levantada a estas horas? —Susurró Diana. 

Vio a Birdie vestida igual y llevando tres libros bajo el brazo. Entró en una habitación y al cerrar se oyó que echaba la llave. 

Diana dudó por un instante y se acercó para espiar por la cerradura. Apenas veía a Birdie sentada en un pequeño escritorio con una vela encendida y leyendo un libro por la mitad.

Entonces Birdie levantó la mirada y vio fijamente a Diana con los ojos de serpiente, quien se asustó y salió corriendo hacia su dormitorio.

Birdie se acercó a la puerta, que al abrirla, vio de frente a Nadine con un vestido azul de seda de pijama e iba con una taza y una tetera en una bandeja, y ambas se sorprendieron.

—Hola… Birdie.

—Ah ¿Qué tal, Nadine? ¿Qué te trae por aquí? —Nadine miró la bandeja y luego a Birdie. —¿Para mí? 

—No veo que sea para otra persona.

—Sigues siendo tosca como siempre. 

—Y tú una devoradora de libros con insomnio. —Birdie soltó una carcajada y Nadine sonrió. —¿Puedo pasar? 

—¿Dos mujeres solas en un dormitorio a estas horas? —Birdie sonrió y se apartó para dejarla entrar. —Siempre que bebas té también y no mi sangre. 

—Seguimos siendo unas crías. —Nadine entró y dejó la bandeja en la cama.

—Crías victorianas, la mansión de una familia muy antigua, una chica estudiosa en su cama, una joven vampira que trae té ¿Para cuando la escena romántica entre ambas? 

—Es obvio que esta joven vampira tiene más de cien años. —Birdie se sentó e invitó a Nadine a acompañarla. —¿No decías que querías espacio? ¿Qué estar separada de mí era lo mejor?

—Sí… lo dije, y también… 

—… entonces me voy a mi cama. —Nadine caminó hacia la puerta con calma. 

—Nadine, espera. —A pesar de la súplica de Birdie, ella se marchó cerrando la puerta. —Al menos hoy podríamos haber hablado. 
Nadine se apoyó tras la puerta, suspiró y cerró los ojos. Birdie se levantó para acercarse a la puerta y poner la mano y la frente en ella.

—Nadine… yo… —Abrió la puerta pero no había nadie. —Hay tantas cosas que necesito decirte y nunca sé por donde empezar. 

Cerró la puerta con cuidado y salió Diana del dormitorio. 

—Menudo drama tienen las madres de Lilith. —Susurró preocupada  mientras caminaba a hurtadillas. 

Bajó las escaleras caminó hasta la siguiente habitación pero era el comedor. 

—Esto no es la cocina ¿Me he vuelto a confundir? 

La puerta de la entrada sonó abrirse, Diana miró a escondidas y vio a Lilith tambalearse, con su ojo rojo intenso, sus colmillos afilados, su ropa destrozada y sangre brotando por el costado. 

—¡Lilith! —Fue a ella y la ayudó a caminar hasta el comedor donde encendió la luz. —¿Y Tessan? 

—Hambre… 

—¿Lilith? 

Tumbó a Diana sobre la mesa y se relamió los labios mirando al cuello. 

—¿Me…necesitas para curarte? —Lilith esbozó una sonrisa cruel pero Diana se mantuvo tranquila. —Hazlo entonces, toma lo que necesites. 

Diana se sentó, se quitó la camisa y ofreció el cuello mientras se apartaba el pelo. Lilith sonreía y se acercó al cuello mientras su presa se mantenía impasible y semidesnuda ante ella.

—Mucha...hambre...

Lilith clavó los dientes en la piel y de ella brotaba sangre que caía por el cuello y el hombro. Diana sentía aquellos dolorosos colmillos de forma muy intensa pero también sentía placer del calor de su propia sangre cayendo por sus senos y su vientre, y de los labios y la lengua de Lilith que mezclaba el calor de la saliva y el aliento con el tacto de la carne, los labios apretando alrededor de la herida succionando el fluido rojo que brotaba. Se decía a sí misma que era necesario, que lo tenía que hacer pero su cuerpo se volvía adicto a ello, la deseaba. 

—Li...Lilith... —Diana jadeaba y emitía a veces débiles gemidos a la vez que arañaba la mesa.
Lilith dejó de tomar sangre con su boca manchada y la barbilla goteando, entonces vio a Diana semidesnuda y con sangre jadeando sonrojada.

—No... no he podido controlarme, no debí... —Estuvo asustada pero Diana puso las manos en las mejillas de ella y la atrajo para besarla durante unos segundos, lamió la sangre de entre los labios de Lilith y la soltó.

—Lo siento yo, estabas malherida y quería ayudar. —Se sonrojó y Diana apartó la mirada. —Además, esta vez me ha gustado…

Lilith la cogió de la barbilla, la besó y se acercó al seno derecho, donde jugó con el pezón haciendo círculos alrededor con la lengua. Diana gemía y arañaba la espalda de Lilith, miraba como jugaba con ella, con su cuerpo, miraba como ella buscaba hacerla sentir bien. Lilith se separó y la miró seria relamiéndose y jadeando. 

—Quiero ser la única que toque tu cuerpo… y beba tu sangre, que seas adicta… a las sensaciones que te brindo. —Lilith la tumbó bocabajo agarrando un brazo a la espalda y se acercó a su oído. —Dilo en voz alta, di que lo deseas o marcaré cada parte de tu cuerpo hasta que no puedas resistir. 

—Pero yo… —Lilith sonrió y mordió la cintura por el lado izquierdo, haciendo que Diana gimiese.
—¿Y bien? 
—No puedo… mi cuerpo te desea, deseo que bebas mi sangre… y no sé que hacer porque disfruto demasiado de todo lo que me haces.

—Lilith se sintió complacida y sonrió, la soltó y se arrodilló.

Lilith acarició la vulva de Diana, tocó con cuidado los labios de abajo a arriba y rozó el clítoris, haciendo que el cuerpo se agitara un poco.

—Lilith… 

—Repítelo. —Susurró acercando su boca y exhalando justo sobre la vulva. 

—¿Lilith? —Lilith empezó a lamer el clítoris con suavidad pero Diana se resistía. —No… yo… nos oirán. 

Lilith movía la lengua más rápido, estremeciendo a Diana y haciendo que jadease más y sonrojada. 

—Li… Lilith… no podré… 

Arañó la madera de la mesa mientras su cuerpo temblaba más fuerte durante unos segundos y emitió un último gemido más fuerte.

Lilith se apartó con un líquido transparente entre sus labios y dejando un pequeño hilo de saliva entre ella y la vulva de Diana, la cual seguía teniendo un poco de aquel fluido.

Se levantó y vio a Diana sonrojada, y jadeando mientras se limpiaba la sangre de la boca con la manga.

—Te llevaré al cuarto, dormilona.

—Puedo… un poco más… 

Diana se levantó, se intentó mantener de pie por unos segundos y miró al bulto de Lilith mientras se echaba el pelo hacia atrás.

—Creo que puedo… —Lilith sonrojada apartó la mirada mientras lo tapaba con las manos.

—Espera, si no te sientes cómoda… no lo hagas entonces, por favor.

—No… yo… sobre penetrar… 

Lilith dudó, se replanteó si deseaba hacerlo, penetrar es algo que nunca ha hecho debido al miedo de si sentiría mal, si se sentiría incómoda y por ende se haría daño. Diana abrazó a Lilith y besó su frente.

—No pasa nada ¿De acuerdo? —Susurró Diana.

—Necesito tiempo. —Lilith acarició la espalda de Diana pero no reaccionó. —¿Diana?

Lilith se dio cuenta que se quedó dormida, entonces la cargó al hombro y la sacó del comedor para llegar a la entrada.

—¡Lilith! ¿Diana?

Tessan estaba en la puerta de la entrada con las ropas rasgadas y las manos ensangrentadas.

—Deberías ir al establo a descansar junto a los demás perros. —Lilith habló con actitud de desprecio y empezó a subir las escaleras.

—Deja de insultarme y dime.

—¿Qué te diga que?

—¿Quién la atacó? ¿Por qué tanta sangre en su cuerpo? Seguro que han venido y la han atacado, con vosotras no está segura.

—Nadie la atacó, yo me alimenté de ella con su permiso porque estaba llenando la casa con mi sangre apunto de morir. —Tessan miró por todo el suelo y vio el cuerpo de Lilith también ensangrentado. —Necesita descansar.

Lilith siguió caminando y Tessan la siguió, caminaron hasta el dormitorio donde Lilith tumbó a Diana en la cama con cuidado.

—Deberíamos lavarnos antes de… —Lilith se interrumpió al ver a Tessan tocar el rostro de Diana.

—Está muy fría, Lil.

—Tápala con las mantas entonces para que entre en calor.

Tessan se desnudó, dejando caer la ropa al suelo. Su cuerpo era atlético y tonificado, su espalda ancha, sus senos pequeños, su culo grande y duro y su pene medía 15 cm. Se tumbó en la cama con ella para acabar tapándose ambas y abrazarla.

—¿Entiendes eso cómo darle calor?

—Sí, está helada.

—Yo soy quien debe, y no vas a dormir en mi dormitorio.

—La llevaré entonces al mío para que pueda dormir y entrar en calor. —Lilith se cruzó de brazos y se miraron Tessan y ella. —Aunque tu madre nos pillará y descubrirá que podrías haber muerto.

—Eso es… ¡Bien! No quiero que madre me impida seguir cazando. —Lilith fue a salir de la habitación y se giró a ver a Diana. —Tendremos que limpiar la entrada las dos o no nos dejarán seguir cazando, Tessan.

—Pero… 

—Tú también has venido malherida ¿O pretendes cargarme el muerto del fracaso de los córvidos?

Tessan salió de la habitación junto a Lilith y Diana se tumbó de lado en posición fetal.

Pasaron las horas hasta ser las ocho de la mañana. Birdie bajaba las escaleras con un libro de notas bajo el brazo hasta la entrada cuyo suelo brillaba con la luz del sol entrando por la puerta.

—Esto… ¿Está demasiado limpio?

Al bajar caminó hacia el comedor y vio a Nadine sentada desayunando un café y tostadas con paté mientras hacía un crucigrama.

—Tus criados son muy aplicados.

—Es viernes, no hay criados.

—¿Y quién ha limpiado la entrada?

—Nuestra niña.

—No puede ser… por una vez… ¿Ha limpiado? —Nadine vio como el rostro de Birdie brillaba de orgullo.

—Siempre limpiaba, cuando había hecho algo malo.

—Porfa cariño, no me quites la ilusión. 
Nadine miró sorprendida a Birdie y ella se mantuvo indiferente.

—Hace años que no me dices cariño.

—¿No? O… —Ambas se sonrojaron y Birdie se sentó nerviosa a su lado. —Se me ha escapado.

—A veces desearía entenderte. —Nadine se levantó de repente, suspiró y se apartó el pelo.

—Voy a prepararte el desayuno ¿Lo de siempre?

—Tostaditas con guacamole y café con leche de almendras.

—Eso no es lo de siempre.

—Hace años que no bebo chocolate, desde…

—Malos recuerdos, lo sé.

Nadine se marchó y Birdie puso el libro sobre la mesa, miró hacia arriba y cerró los ojos.

—Has cambiado mucho más que yo. —El tono de Birdie era melancólico.

Se levantó y siguió a Nadine, caminó hasta la cocina, la cual estaba limpia y cuidada pero con muebles antiguos, hornillos de gas y un horno de piedra. Vio a Nadine tostando un par de rebanadas de pan en una tostadora moderna y una cafetera vieja en una de las hornillas.

—Deja que te ayude.

Birdie fue a uno de los muebles, llegó a coger un plato pequeño que apenas logró atrapar, fue a caer de espaldas pero Nadine la sujetó a ella de la cintura y el plato.

Birdie se sonrojó y su respiración se aceleró mientras Nadine olía los cabellos y se acercaba a su cuello.

—¿Esto está bien? —Preguntó Birdie. 

—No, no lo está. —Susurró Nadine tragando saliva y conteniéndose. 

—¿Y por qué quiero esto?

—Yo… te haré el desayuno. —Nadine se marchó con el plato hacia la tostadora. —Tráeme el guacamole. 

Birdie se giró y no dejó de mirarla, no dejó de pensar si sus sentimientos por ella han cambiado. 

Mientras en el dormitorio de Lilith, las tres estaban desnudas y Diana dormía tumbada de lado abrazando a Lilith, quien estaba tumbada bocarriba, y usaba su brazo derecho como almohada y con Tessan abrazándola desde atrás. 

—Me… me gustas… mucho… —Diana susurró en sueños y Tessan sonrió. 

—Tú a mí también. —Tessan le besó la espalda, se levantó y vio a Lilith mirándola con odio. —Y hola a ti también, hermana. 

—En tantos años y no soporto aún que seas mi hermana.

—¿Celosa de que Di esté enamorada de mí y me haya confesado sus sentimientos? —Tessan habló en tono burlón pero Lilith suspiró decepcionada. 

—Está dormida, no cuenta. —Lilith acarició los cabellos de Diana y sonrió. —Debe estar soñando conmigo después de lo que hicimos.

—Seguro que la forzaste. —Lilith la ignoró y besó la frente de Diana. 

—Nunca he necesitado de hacerles nada de eso a ninguna, y menos tomar sangre, siempre espero el permiso o a que me lo pidan, se llama consentimiento.

Diana se puso bocarriba y se despertó viéndose rodeada por Lilith y Tessan sobre ella.

—Buenos días. —Dijeron ambas a la vez, Diana miró primero a Tessan y después a Lilith.

—¿Por qué estáis desnudas en mi cama? —Preguntó Diana asustada, se dio cuenta que estaba desnuda y se alarmó. —¡¿Por  qué estamos desnudas en tu cama, Lilith?!

—Anoche pasaron muchas cosas, estabas muy fría y tuvimos que darte calor. —Tessan se levantó al terminar de hablar y le acercó una a d pcamisa de Lilith. 

—También… recuerdo haber hecho cosas con Lilith. —Lilith sonrió y se levantó de la cama.

—En realidad te hice todo yo después de que me dieses tu sangre, estabas tan encendida que te corriste en nada. —Diana se sonrojó al oírla y verla como se relamía los labios. —Te haré el desayuno, descansa un poco. 

Lilith se marchó y caminó feliz por el pasillo, bajó las escaleras y se paró en seco al oír las voces de sus dos madres en el comedor. 

—Así que Christine es la autora de este libro. —Oyó a Nadine hablar. —Incluso muerta te sigue ayudando. 

—No lo llamaría ayudar y no es autora, todo esto es una serie de traducciones a mano de documentos antiguos en latín que encontramos hace años. —La voz de Birdie sonó emocionada. —Una parte de Ragali está construida sobre los restos de un archivo Lostian del siglo VI, archivo que se encuentra en las catacumbas y sobrevivió.

—Y de donde obtuvisteis vuestros libros. 

—Sí, casi todo era lo esperable pero hubo algo que no logramos traducir. —Birdie sonó triste por un instante. —Pensé que nunca lo consiguió y que… ya sabes, la mató antes de que pudiera. 

—Entiendo que tengas recelos de mí 

—Ya no, siempre pensé que serías igual que él pero me equivocaba.

—Ya… gracias, supongo. —Hubo un silencio largo después de que Nadine terminase de hablar. —¿Y que dice Christine desde la tumba que nos sirva?

—Tan solo un apartado en su diario que habla sobre algo llamado “lux carcerem” y “furta essentia” a lo que entiendo como robar esencias y prisión de luz, el resto pensé que eran traducciones de diarios y  documentos sin valor. 

—¿Me lo explicas? No quería sonar obvia
—Siempre habíamos estado estudiando todo sobre lo que llamamos Esencia, la Energía para vosotros. —Birdie sonó muy concentrada. —Y esto… son anagramas, anagramas inconexos basados en textos traducidos y por ahora solo tengo el primero.

—¿Y de qué habla entonces? 

—Espera un segundo. —Se oyó un pasar de páginas. —Era… la luz no habita en la iglesia, sino en los huesos donde el altar descansa en la montaña.

—No será la Luz de Ragali ¿Cierto?

—Podría ser… pero es un mito.

Diana apareció tras Lilith y le tocó el hombro. 

—¿Qué ocurre? ¿Por qué estás aquí parada?

—Desayuna y prepárate, deberías ir al examen.—Dijo Lilith, quien tocó el hombro de Diana y siguió bajando. 

Diana la miró y se preguntaba en que estaba pensando, sobre que le estaba ocurriendo.