miércoles, 8 de septiembre de 2021

Mi día a día con un demonio. Capítulo 3.

A la mañana siguiente Luna despertó bocabajo y desnuda en la cama. Su espalda estaba marcada con mordiscos y chupetones, su cuello igual además de la marca del collar, y sus nalgas con marcas de la fusta.

—Madre… mía… —Luna sonrió y se estiró. —Me duele todo.

Se dio la vuelta para tumbarse de lado y vio a Kenji tumbado bocarriba, dormido con el pelo suelto y desnudo. Ella se sonrojó y dudó si tocarle el pelo.

—Es imposible que sea así de mono… —Acercó su mano y le acarició el cabello. —Que suave…

Bajó la mano y le acarició la mejilla y la nariz con el pulgar.

—Luna…

Le cogió la mano sin previo aviso y se tumbó de lado.

—D-dime… —Preguntó Luna nerviosa. —¿Está dormido?

—Siéntate en mi cara…

—¡Pervertido! —Gritó Luna molesta y ruborizada, y le dio una patada en el pecho, echándole de la cama. —¡Imbécil!

—¡¿Qué demonios te pasa?! —Kenji se levantó del suelo y vio a Luna marcharse. —Maldita chihuahua…

Luna cerró la puerta con fuerza y su respiración se aceleró.

—Demonio… —Susurró Luna y el timbre sonó. —¡Abro yo!

Luna bajó, vio la ropa en el suelo y suspiró avergonzada.

—Mi camisa… era mi favorita, maldito demonio rompecamisetas. —Luna se puso los boxers de Kenji y su camisa. —¡Voy!

Luna fue hacia la puerta de la entrada y la abrió. Ante ella había un joven y miró sorprendido a Luna. Tenía veintisiete años, piel blanca, de la misma altura y forma física que Kenji, pelo castaño y largo en forma de moño, ojos verdes, labios finos, sin barba. Vestía camiseta gris, chaqueta de cuero marrón, vaqueros negros, cinturón de cuero, placa en el cinturón y botas militares negras.

—Luna… —El joven se acercó a ella. —¿Qué haces aquí?

—Leo… yo…

—¿Estás asesorando a alguien?

—Em… es complicado. —Luna miró hacia atrás y salió del apartamento. —Pero la persona que vive ahí me está ayudando.

—¿Un jefe de la yakuza? —Preguntó molesto. —¿Hablas en serio?

Luna salió al pasillo, le miró a los ojos y asintió en silencio.

—Siempre has… —Luna interrumpió a Leo abrazándole. —Luna, no deberías estar con alguien tan peligroso, hace fraudes, intimida a la gente, trafica con armas, y ha asesinado a dos hombres.

—Lo sé… yo… —Kenji abrió la puerta y vio a ambos, Luna se giró sonrojada al verle desnudo y se enfadó. —¡Pero ponte algo!

—No. —Kenji miró de arriba hacia abajo a Leo y después a Luna. —No hablo con policías.

—Genial pues yo sí hablo con criminales después de esposarlos.

Kenji y Leo se miraron molestos.

—Kenji, Leo es amigo mío, es casi cómo un hermano mayor. —Luna miró a Kenji y después a Leo. —Y Leo, Kenji es mi… amigo también, no es necesario pelear.

—¡¿Por qué un jefe de la yakuza es tu amigo?!

—Porque ella me salvó la vida. —Kenji acarició la cabeza de Luna e hizo un gesto a ambos. —Entrad a desayunar.

Ambos entraron y Kenji empezó a recoger la ropa del suelo.

—Tardé una semana en hablarte porque recibí un disparo… y le salvé. —Leo se sorprendió y Luna sonrió nerviosa. —Y ahora está… protegiéndome de… de los Kelly.

—Un criminal con corazón.

Leo suspiró molesto y Kenji le miró serio sin inmutarse.

—Se supone que los policías deberían ser los que la protejan.

—¿Esperas que te aplauda y te dé una medalla, yakuza?

—No, espero saber que relación tenéis vosotros dos.

Kenji se marchó hacia la cocina ante la enfadada mirada de Leo.

—Pues él…

Leo la interrumpió tocándole el hombro.

—Un amigo que la salvó de su familia.

Kenji volvió de la cocina y se hizo una coleta sin expresar ninguna emoción.

—Sí, él me trajo a España, me ayudó a volver a empezar a transicionar, y su familia me pagó la carrera de derecho, me mantuvieron escondida de los Kelly. —Luna se apartó y miró a ambos. —Ambos… no sabéis lo que hacéis realmente por mí, y yo…

—Y estás agradecida. —Kenji suspiró y miró a Leo. —Ahora quiero saber que hace un policía en mi casa.

—Vengo a hacerte unas preguntas sobre un incidente que ocurrió anoche.

—Puedo adivinarlo, me robaron el coche y lo usaron para lo que sea.

Leo miró con desagrado a Kenji y apretó los puños.

—¿Pretendes que me trague esa mentira?

—¿Prefieres saber la verdad? —Kenji se acercó a él. —Maté a dos hombres que habían secuestrado a Luna, hubo un tercero que llevé a un médico privado, su hermano, al que tengo encerrado, esa es la verdad, ya puedes usar esa grabación.

—¿Cómo…? —Leo sacó una minigrabadora de la chaqueta. —Joder.

—Leo, no tienes que protegerme, haz lo que debas.

Luna se acercó a Leo y le cogió la mano.

—Quédatela. —Leo le dio la grabadora a Luna. —Debo… irme.

Leo se marchó derrotado del apartamento y Kenji suspiró molesto.

—Ve con él. —Luna se sorprendió con la reacción de Kenji, miró a la puerta y salió corriendo dejando caer la grabadora. —No debería enfadarme… maldición.

Luna salió al pasillo y vio a Leo yendo al ascensor.

—Espera un momento, por favor. —Leo se dio la vuelta al oírla y ella le abrazó. —No quiero que te vayas así… no quiero que mi hermano mayor se vaya así…

Leo dudó por unos instantes y la abrazó con cuidado.

—Se supone que soy cómo un hermano para ti.

—Sí… lo eres.

—Tu hermano debió estar ahí para protegerte, y en vez de eso lo hizo un monstruo de la yakuza.

—Él no es un monstruo.

—Ya…

Susurró Luna refugiándose en el pecho de Leo.

—Leo… me iré a casa esta tarde y…

—Quieres que me quede contigo.

Leo la interrumpió, Luna levantó la cabeza y sonrió.

—Te iba a pedir que me acompañes pero si quieres ¿Una noche de kebab y pelis?

—¿Y dormir juntos?

Leo le acarició las mejillas con las manos sin dejar de mirarla embobado.

—Claro, los planes de siempre.

Luna sonrió después de hablar y Leo le besó en la frente.

—Los planes de siempre…

—Sí, es lo que he dicho.

Leo puso las manos en la espalda y la acarició con suavidad.

—Luna ¿Siempre me has visto así desde que nos conocimos en la universidad? ¿Cómo nada más que… hermanos?

—Em… sí, tú mismo me dijiste eso cuando salí del armario contigo, que soy cómo tu hermana pequeña.

Luna arqueó una ceja sin poder entenderle.

—Debería volver a comisaría, avísame por teléfono para venir esta tarde.

Leo la soltó y se adentró en el ascensor ante la sorpresa de Luna.

—No entiendo nada…

Luna hizo una mueca de desagrado, volvió al apartamento y al entrar vio a Kenji llenando dos tazas de té en la mesa con una tetera de porcelana.

—Quítate la ropa interior y mira hacia la puerta. —Kenji ordenó y Luna arqueó una ceja. —Hazlo.

—Vale… —Luna dudó por un segundo y obedeció. —¿Qué pasa?

—Las marcas aún están, voy a subir arriba.

Kenji se marchó al segundo piso y Luna suspiró.

—Ni sé si puedo ya darme la vuelta.

Pasaron unos minutos y escuchó los pasos de Kenji cada vez más cerca.

—Oye si esto es… ah… —Luna emitió un dulce gemido al notar la cálida mano de Kenji en sus nalgas extendiendo una crema. —Oye…

—Relájate, recta, no voy a dejar que esas marcas se queden.

Luna se avergonzaba al sentir el control y el cuidado de Kenji, de notar que extendía la crema con fuerza y suavidad a la vez por su piel.

—¿Te duele? Aún sigue rojo.

—No…

—Si te portases bien, no estarías así, espero que entiendas las consecuencias de tus actos.

—Resulta gracioso que… —Luna apoyó las manos en la puerta y tragó saliva mientras sonreía. —… creas que no volverá a pasar…

—¿Quieres seguir tensando la cuerda con tu amo?

—Sí… es divertido.

Kenji se acercó a su oído para morderlo con los labios, haciendo que Luna arañara la puerta y se contuviera de gemir.

—Ken… Kenji… —Apretó con fuerza los puños y se zafó de él. —Basta, no volveré a rendirme tan fácilmente.

Luna se giró, viendo a Kenji relamerse los labios y mirarla con seriedad, sonrojándose más.

—Estoy seguro de ello.

—Y-yo no… no podrás tomarme cómo ayer. —Luna vio cómo Kenji se acercó a ella. —Sé defenderme.

Kenji se acercó más a ella y Luna apenas dio dos pasos hacia atrás, y al estar cara a cara la besó en la frente.

—Bebe lo que te he preparado, recuperarás fuerzas.

Él se marchó al segundo piso y Luna apenas pudo reaccionar.

—Creí que… joder, eres un demonio idiota. —Suspiró molesta y avergonzada, y miró hacia abajo al notar que tenía una erección. —¡Eres un demonio!

Luna caminó indignada hacia sus bragas y se las puso.

—Te odio mucho, muchísimo.

Fue a la mesa y se sentó para beber su té.

Se mantuvo pensativa mientras veía el agua, preguntándose sobre la vida de Kenji, su familia, sus motivaciones, su relación con ella, incluso sabiendo lo que sienten él seguía siendo el mismo, o eso pensaba.

—Lo he endulzado con miel para darle más sabor. —Kenji cogió la otra taza y dio un sorbo. —Espero que te guste.

—Me gustaría conocerte más.

—¿Por qué?

—¿A qué viene esa pregunta? —Luna suspiró molesta. —Me gustas, siento curiosidad por ti.

—Soy un criminal, no tengo nada especial.

Kenji habló directo y dio un sorbo sin mirarla.

—Eso lo juzgaré yo. —Luna sonrió y Kenji la miró para acabar sonrojado. —¿Qué ocurre?

—Nada…

—Me gustaría preguntarte, no muchos hombres son tan… selectos con su ropa, la cocina… ya sabes.

—¿Es sobre por qué aprendí cuando tengo gente que puede hacer eso por mí?

—Sí, eso.

—Bueno ¿Recuerdas cuando despertaste y aquella noche tocamos juntos? —Kenji dio un sorbo y miró hacia el balcón. —Mi madre me enseñó a hacer más que tocar el piano, me enseñó a ser independiente antes de que mi padre supiera que existía.

—Suena a que la echas de menos.

—Sí, murió cuando tenía once años, durante años lo estuvo pasando mal por una enfermedad que la hacía sufrir pero… no le quitó la sonrisa. —Kenji miró su taza y sonrió. —La ayudé con todo, limpieza, cocina, tocar incluso fue una medicina que la aliviaba, la escuela no fue un problema para estar a su lado, hasta que… un día volví y… hubo una explosión, apenas me pasó nada, algunas quemaduras horribles pero…

—Lo… lo siento mucho.

—En el funeral apareció mi padre, lo supo al instante, era su hijo y se hizo conmigo, quiso que olvidara, que la olvidara, y me forzó a ser fuerte, a ser cómo él.

—¿Le odias? Sé sincero.

—Mucho, demasiado.

Estuvieron en silencio durante varios minutos hasta que Luna le cogió la mano.

—Mi vida es distinta, algo distinta. —Luna cogió aire y lo soltó poco a poco. —¿Qué sabes de mi familia? De los Kelly.

—Bastante, sé que algo te hizo tu padre. —Luna asintió, al principio con duda y después con firmeza. —Lo lamento.

—Está bien, mi abuela me salvó de él cuando tenía seis años pero… no pudo salvar a mi hermano.

Luna miró su taza y suspiró.

—Eso no quita que tu hermano es responsable de muchas cosas.

—Sí… lo entiendo. —Luna miró a Kenji y se apartó el pelo. —Estuve con mi abuela hasta los quince años, me educó, me enseñó mundo, a defenderme y lo más importante, fue mi apoyo cuando decidí transicionar a los doce.

—¿Qué le ocurrió?

—Una enfermedad del corazón, cuando yo tenía quince, un día no despertó cómo lo hacía cada mañana y…  eso. —Luna bebió de golpe la taza y sus manos empezaron a temblar. —Después de aquello mi madre me atrapó, evitó que mi padre me encontrara pero me obligó a vivir en un entorno muy… religioso, no pude seguir ni con los bloqueadores, iba a misa, me forzó a estudiar derecho al terminar mis estudios para trabajar para ella al terminar.

—Ahí conociste a Leo. —Luna asintió y Kenji suspiró molesto. —Leo no es la única persona que puede protegerte de ellos.

—Cla-claro, lo sé y…

Kenji la interrumpió inclinándose y acercándose al oído de ella.

—No soportaría que volvieran a hacerte daño. —Kenji susurró y Luna se sonrojó y jadeó. —No podría mirar para otro lado si estás en peligro, Luna.

Kenji le agarró la barbilla y le acarició el labio con el pulgar.

—Basta… —Luna tragó saliva avergonzada. —Deja de tratarme así…

—¿Así?

Luna sintió la otra mano de Kenji en su seno izquierdo.

—Así… cómo si fueras a devorarme… haciéndome sufrir… —Kenji sonrió y Luna soltó un quejido de molestia. —No eres un lobo… puedo patearte las gónadas… puedo defenderme…

—¿Qué te lo impide?

—Yo… basta… —Miró desafiante a Kenji. —Quiero matarte…

—Tu cuerpo dice otra cosa. —Bajó la mano hasta el miembro erecto de Luna, que estaba atrapado presionando contra la tela de los boxers y manchándolas apenas con fluido preseminal. —Eres una pervertida, Luna.

—Demonio…

—Dime a quién perteneces y pararé. —Kenji susurró y acarició con suavidad el glande, haciendo que Luna soltara débiles gemidos y se retorciera. —O usa la palabra de seguridad, tú eliges.

—Para… Kenji… demonio idiota… —Luna le miró suplicando y él negó con la cabeza. —A ti… te pertenezco a ti… tú eres mi amo…

—Buena chica.

Kenji la soltó y la miró complacido mientras ella daba un suspiro y jadeaba.

—Hoy saldré a…

—¿Puedo… pedirte algo? —Luna se levantó ante la mirada de Kenji, quien sintió curiosidad. —Hoy iré a mi casa con Leo para ver una peli, cenar, pasar el rato.

—¿Y esperas mi permiso?

—¡No! Era para invitar… espera ¿Tu permiso? —Luna le miró enfadada y él suspiró. —¡No necesito tu permiso para salir!

—¡¿Y si algo te volviera a pasar?! —Kenji gritó enfadado. —¡No puedes salir sola!

—¡No voy a salir sola porque Leo y tú estaréis conmigo!

Un subordinado de Kenji abrió la puerta y ambos le miraron enfadados.

—¡Ahora no!

El subordinado se marchó al grito unísono de los dos y ambos volvieron a mirarse enfadados.

—Dime ¿Por qué piensas que voy a ir también?

—Porque eres mi amigo, igual que Leo. —Luna se rascó la cabeza y suspiró molesta. —Pero si no quieres no vengas entonces, a mí me da igual.

—Realmente no sé si quiero. —Kenji apartó la mirada avergonzado y cerró los ojos. —Aunque… tu invitación me haga feliz.

—¿Por? ¿Por qué te hace…? Oh. —Luna se sonrojó y apartó la mirada también. —La idea es… conocerte más ¡Ya s-sabes! Me gustas y apenas… sé de ti.

—Te he contado mi vida…

—Me… me refiero a tus gustos, cosas que odies, cosas… —Kenji suspiró al oírla y la besó, interrumpiéndola. —… favoritas y… eso.

—Luna, eres la primera persona de la que me enamoro y era algo que nunca esperaba hacer en mi vida. —Se sentó y apoyó su rostro en el vientre de ella. —Nunca me he enamorado, nunca he tenido ocio, amigos, una vida desde que serví a mi padre, no sé… que me gusta u odie, sólo he sobrevivido sin sentir placer alguno, sin sonreír, viviendo una vida en gris y sin sonido, ahora tú estás cambiando eso y tengo miedo.

—¿D-de qué?

—De que me odies.

—Bueno… —Luna le acarició el cabello con las manos y él levantó la cabeza preocupado. —Sí que odio cosas de ti.

—¿Qué… cosas odias de mí?

Kenji preguntó asustado y Luna apartó la mirada con una mueca de desagrado.

—Que vayas desnudo por casa, que me provoques, que estés celoso. —Luna soltó una carcajada y Kenji sonrió aliviado. —Pero no te odio, más bien… ¿Me odias después de lo que ocurrió ayer?

—Eres insoportable, Luna.

Kenji la sentó de lado en sus muslos y le besó la frente.

—Pero no, no te puedo odiar. —Luna sonrió al oírle y le besó sin lengua. —Sólo… déjame formar parte de tu vida.

—Ya lo eres… Kenji.