miércoles, 22 de abril de 2020

No me desates Miss Luna. Capítulo 5.

Era domingo, las diez de las mañana, Hye vestía un traje negro, camisa blanca con chaleco gris y corbata, mocasines marrones, y el pelo en una trenza. Estaba en el salón con Hope, quien vestía igual que ayer. 
—Debo ir un momento a hacer unas gestiones a la oficina, volveré a la hora de comer o cuando pueda. —Hye se marchó por la puerta mientras Hope se sentaba en el sofá. 
—Siempre el trabajo… me iré a mi casa entonces. —Terminó con un suspiro y rascándose la nuca.
Mientras tanto Hye estaba yendo al coche, acabó sentada en el asiento del piloto y con el teléfono en la mano.
—La buena de la familia Gyeong llamando al bueno de los Záitsev. —Se oyó la voz de Yuri en un tono alegre. 
—Más buena soy con lo que tengo para ti, deberíamos vernos en mi despacho. —Oyó como aplaudía y se reía muy fuerte, a lo que solo pudo sonreír. —Ya sabes donde está.
—Me vas a hacer empezar bien el día.
—Después del maratón de correr, solo de eso y nada más, el regalo que te hago se vuelve aún mejor.
—Me lo harías mejor si dejaras a esa chica. —Su voz se volvió seria.
—No es un peligro para nuestros planes. 
—No pero para ti sí, céntrate en lo que tienes que hacer y déjate de caprichos tontos. 
—Marie no es un capricho. —Hye se sonrojó y se tapó la cara con la mano. 
—Sea lo que sea termínalo, por su bien y el tuyo, no quiero recordarte que si lo conseguimos… no podrás estar con ella ni con nadie, ganaremos mucho con esto.
—¡Deja de darme la charla! Sé que debo hacer y que no, este camino lo he elegido yo misma y no necesito que el crio más joven de los Záitsev me diga lo que hacer y lo que no ¡Está bastante claro! ¡¿Me equivoco?! —Hye acabó en tono molesto y dando una patada al terminar de hablar. 
—Joder, tranquila… no quería cabrearte, está claro que lo sabes, cálmate. 
—Estoy calmada. —Hye se relajó, cerró los ojos y suspiró incomoda. —Nos vemos. 
Hye colgó y dejó el móvil en la guantera de mala manera, se acarició los labios con el índice y el anular y recordó a Marie tumbada en su cama desnuda, la veía tan débil y se sentía su depredadora, era una presa, su presa y quería imponerse sobre ella, verla jadear de placer y temblar su mandíbula, quería esa mirada que se posaba en sus ojos, que buscaban complacerla, quería oír su respiración acelerada mientras jadeaba en su espalda, deseaba marcarla con su boca y con ello oírla gemir y temblar su cuerpo de placer.
—Marie… —Hye se sonrojó y arrancó el coche. 
Pasó una hora y Marie dormía en la cama, oculta bajo las mantas y desnuda con tan solo sus bragas. Sé despertó al oír platos chocar en la cocina y se levantó, apenas andaba y bostezaba mucho mientras iba al armario, cogió una de las camisas sucias de Hye y se la puso.
—Incluso los domingos trabaja, ojalá se hubiera quedado. —Miró a su alrededor y se fijó que debajo de la cama había una pequeña caja de madera. —No pasará nada por echar un vistazo.
Sacó la caja y la abrió, había un plug anal con cola de gato, cuerdas, lubricante, un dildo de 30 cm, esposas para pies y manos, un magic wand, y en el fondo el collar que le puso Hye en su día.
—¿Te ha dado permiso para usar sus cosas? —Hope se acercó y cogió el collar mientras Marie se avergonzaba. 
—Solo es… curiosidad. 
—¿Curiosidad? —Hope se acercó y tiró el collar a la cama. —Curiosidad son dos mujeres en bragas y con las camisas de su amiga, en su dormitorio y sin hacer nada.
Hope abrazó a Marie mientras le acariciaba la espalda, Marie se sentía cómoda con el calor y el tacto que notaba y era transmitido.
—¿Has saciado tu curiosidad con otra dama alguna vez? No solo con Hye. —Hope hizo sonrojar a Marie, bajó las manos a sus nalgas y pegó su cuerpo al de ella. —No tengas vergüenza conmigo.
—Nunca… y se me hace violento. —Hope la soltó y se alejó un poco con decepción. —¡No es lo que piensas! Soy bi pero no te conozco de nada, ni siquiera sé tu nombre. 
—Ah, es eso, pues soy Hope y soy la sumisa de Hye, soy artista y hacker de día y una zorra de cuidado de noche.
—Es muy… peculiar esa combinación. —Marie se sorprendió y Hope sonrió, cogió el collar y le guiñó un ojo.
—Hagamos algo, desayunar, conocernos y enseñarte a complacer a Hye.
Mientras tanto Hye estaba en la puerta de un edificio de oficinas, Yuri llegaba y se saludaron dándose un apretón de manos. Vestía una gabardina negra, chaleco marrón, corbata y pantalones de traje con botines negros. 
—No hace falta preguntar ¿No? —Hye le ofreció el pendrive al oírle y él lo cogió. —Bien ¿Qué tal el trayecto?
—Demos un paseo. —Hye se alejó andando ante la atónita mirada de Yuri para acabar él siguiendo.
—¿Algo de lo que preocuparme? —Yuri la miró pero ella no dijo ni hizo nada salvo seguir andando.
—La reunión fue bien. —Yuri la agarró del brazo pero Hye solo le miró fijamente. —No tiene que ver con el pendrive.
—¿Entonces?
—Yuri, no voy a casarme contigo. —Hye se libró de Yuri y se metió las manos en los bolsillos.
—Venga ya ¿Es por lo de no estar con nadie? Sé que eres lesbiana y no tengo problemas con… —Hye se giró y miró su coche. 
—Me da igual eso, puedo vivir con menos dinero y prestigio pero no sé si puedo vivir sin saber que puedo tener con Marie. —Hye se acercó a Yuri y le tocó el hombro con la mano. —Sé que intentaste que la dejara y no servirá por mucho que lo intentes. 
—Esa chica es un perro abandonado con más carácter que un chihuahua. —Hye soltó una carcajada ante la atenta y sorprendida mirada de su amigo. —Hablo totalmente en serio ¿Qué ves en ella?
—Quizás una mujer inteligente y dura, con ganas de amar y ser amada, estoy interesada en ella y quiero saber que puede haber entre nosotras.
—Su familia la repudia y solo es una asesora con una experiencia nula, tú eres una mujer importante, la más importante del grupo Gyeong y favorita del líder ¿Te enfrentarás a toda tu familia por estar con otra mujer, no solo eso, una mujer trans sin valor?
—Puedo hacerlo.
—¿Y que hay de tomar la empresa familiar?
—Lo haré, demostraré que soy capaz de mantener a mi familia en lo más alto y estará Marie allí.
—¿Y qué hay de mí? —Yuri se alejó y le dio una patata a una papelera anclada a una farola. —Teníamos un plan. 
—Se cambia un poco y requerirá más esfuerzos.
—Yo… ¡Joder! —Hye sonrió pero Yuri no pudo parar de dar pisotones del enfado que tenía. —Mierda, joder…
—Me iré a casa, tengo cosas pendientes allí.
Hye no creía en lo que decía, siempre estaba buscando el dinero y el poder, Yuri era su único amigo y la única persona a la que ayudaría pero ahora le estaba dejando atrás por alguien más, en su corazón sentía cosas muy fuertes que siempre rechazaba pero ya no podía hacerlo con ella, deseaba confesarse y abrirse. 
Hye se marchó al coche y entró, se sentía acalorada, agobiada y se quitó la corbata y el chaleco. Miró el móvil y vio que tenía un par de mensajes de Hope, era una foto de Marie con el collar y lavando los platos, y un audio. 
—Ahora parece muy débil, deberías cazarla mientras estoy en mi casa. —Hye sonrió al oír a Hope y arrancó el coche.
—No puedo resistirme mucho pero no debo aún, hay algo que debo hacer. 
Pasó una hora y Marie estaba sola en casa, estaba desnuda y en el dormitorio, estaba con un plug con cola de gato y una diadema de orejas de gato mientras miraba su collar en la cama.
—Solo tengo que llamar su atención y hacer de presa… —Entonces oyó a Hye entrar en casa y se acercó a las escaleras, Hye vio a Marie y se sonrojó al encontrarla. —Yo… Miau…
—¿Marie? —Al ser nombrada Marie salió corriendo, Hye subió las escaleras entonces y vio sobresalir la cola por la puerta del dormitorio. —Marie… necesito…
Hye se acercó y vio la espalda desnuda de Marie, la abrazó con los brazos rodeando su vientre y suspiró.
—Miau…
—¿Le has dado al petplay ahora? —Hye se vio reflejada con una Marie sonrojada y sorprendida. 
—¡¿Qué?! Pero… pensaba que esto era… bueno, eso de ser cazadora y presa. 
—Aja… lo único que veo es a una gatita buscando mi atención. 
—Mierda… —Hye se rio ante la avergonzada mirada de Marie. —Deja de reírte, haces que me sienta mal. 
—Está bien, está bien… estás sexy, eso es lo importante. —Hye hizo que se girara y le acarició la barbilla mientras ella la miraba molesta. —Marie, necesito decirte que… quiero que haya más… 
—¿Quieres que me…? —Hye la interrumpió dándole un beso en la frente. 
—Quiero que seas mi pareja, no quiero que solo seamos una ama y sumisa, quiero que haya algo romántico entre nosotras. —Hye acarició las mejillas sonrojadas de Marie. —He sido injusta, cruel, y mientras tanto tú te ofrecías a mí cada vez más, me entendías y me mostrabas todo de ti, tus virtudes y tus defectos, quiero seguir descubriéndote y demostrarte que puedes importarle a alguien, mucho más de lo que crees. 
—Yo… no sé que responder. —Marie agarró las manos de Hye y se puso nerviosa. 
—Lo entiendo si me rechazas, dos mujeres es complicado y que mi familia te acepte siendo trans es difícil si esto dura pero yo voy a defenderte siempre. 
—No hablaba de eso, es que tu forma de abrirte… hace que lo que diga sea una mierda.
—Solo di lo que sientes… solo dilo… —Hye la besó en los labios y con delicadeza. 
—… Me gustas, Hye. —Marie se puso en cuclillas y lamió el cuello de Hye. —Miau. 
Marie desabrochaba la camisa de Hye poco a poco mientras sentía caricias en la espalda. 
—¿Miau? —Marie desabrochó el último botón y empezó a acariciar la cremallera del pantalón mientras miraba de forma lujuriosa. 
—Hoy no, hoy toca enseñarte como es mi caza. —Hye la cogió en brazos, la llevó a la cama y la tumbó bocabajo. 
—Miau… miau… 
Hye acarició el culo de Marie, lamió su espalda y la levantó con el culo hacia arriba, haciendo que clavara las rodillas en el colchón, a la vez que Marie se agarraba fuerte a las sabanas. 
—¿No eras una gatita? Maúlla para tu ama. —Hye acarició la cola con suavidad mientras mordía una de las nalgas. 
—¡Hye! Hye… —Marie jadeaba sin parar después de gemir, Hye acariciaba el perineo y lamía la otra nalga. —Miss Luna… 
Hye acarició el pene de Marie y mordió con fuerza uno de los muslos, con tanta fuerza que la hizo gemir y excitarla aún más. Marie lo podía notar, estaba siendo devorada por Hye, era toda suya y la había cazado ¿Era esa realmente la naturaleza de su ama? ¿Sádica y depredadora? No dejaba de preguntarse esas cosas mientras sentía la lengua de su dueña subir y bajar por su miembro y sus manos fuertes agarrarla con fuerza para no poder escapar, y aún así ella quería servirla, deseaba más lo que le hacía y disfrutaba de convertirse en su presa. 
—Miss… Miss Luna… miau…
Hye la puso bocarriba con fuerza y ambas se miraron, Hye la observaba de forma sería y Marie solo mostraba un rostro débil, estaba avergonzada, excitada y enrojecida. Hye se puso encima de ella mientras se quitaba la camisa. Marie veía el torso musculado y los pechos desnudos de Hye, sintió miedo y placer de la opresión a la que se vería y se agarró fuerte a las mantas.
—Te gusta el cuerpo de tu ama ¿Verdad? —Hye apoyó sus manos a los lados del rostro de Marie. —Puedes confesarte.
Marie apartó la mirada sin poder mediar palabra y Hye sonrió, cogió la camisa y le ató las manos hacia la altura de la cabeza, cogió la caja bajo la cama, y miró a Marie con el magic wand.
—No tengas miedo de correrte.
Hye se arrodilló ante el pene de Marie, lo acarició con el masajeador apagado mientras mordía uno de los muslos, Marie se contenía de gemir y eso hizo enfadar a Hye, fue entonces que lo encendió pero un móvil sonó y vibró y ambas se miraron decepcionadas.
—Vaya manera de incordiar. —Marie suspiró y Hye se levantó a buscar su teléfono. —Oye ¿Quién es?
—No es el mío. —Vio que el móvil era el de Marie y estaba debajo de la cama también. —Madre.
—Mierda… ¿Podemos… cortar nuestra sesión? Así se dice ¿No? —Marie estaba triste y Hye suspiró con una sonrisa. —Es… todo jodido y… Me iré a casa… Yo… 
—¿No éramos una pareja? Hoy te quedas conmigo en casa, sin bdsm, sin sexo, sin familia, solo distracciones. —Hye se puso encima de ella y la desató para acabar teniendo las manos en los costados de ella, se miraron sonrojadas y con una sonrisa. —Eso sí, cocinas tú el almuerzo.
—Sí… —Marie acarició el pelo de Hye con ambas manos y la acercó para besarla en los labios. —… Señorita Gyeong.

sábado, 11 de abril de 2020

No me desates Miss Luna. Capítulo 4.

Era sábado, las ocho de la tarde, un día nublado, tanto que parecía que iba a llover.  Marie paseaba por el centro de la ciudad, vestía unos vaqueros azules y una camisa blanca de manga larga, unas zapatillas rosas, llevaba los labios pintados de negro y eyeliner, y el pelo como una coleta. Estaba en una calle de una sola dirección, había mucha gente caminando o esperando a los buses, tiendas abiertas de todo tipo. Ella caminaba más y más hacia adelante hasta llegar a un paso de cebra y para esperar a que se pusiera en rojo, entonces notó el móvil sonar, fue a cogerlo pero notó que alguien estaba detrás de ella. 
—Me gusta cuando mi sumisa está desprevenida. —Marie se giró pero Hye la besó con delicadeza, dejándola sin tiempo para reaccionar.
Hye vestía pantalones de lino gris, un jersey negro de cuello alto, mocasines negros, el pelo suelto y escondiendo su ojo blanco, y sin maquillaje. 
—Buenas tardes… señorita Gyeong. —La miró sonrojada y arañándose los muslos. 
—¿A una cena de antiguos compañeros de instituto o a una cita tranquila? —Hye le acarició los labios con el índice, haciendo que se sintiera intimidada. —Me encantaría acompañarte.
—No tengo ningún problema, señorita Gyeong. —Marie le sonrió y Hye le acarició la cabeza como respuesta
Cruzaron el paso y fueron por una calle peatonal, pasaron al lado de varios bares y restaurantes.
Marie no podía evitar pensar en su propia labor, en si era útil y su trabajo servía, una mezcla de miedo y baja autoestima la invadían pero deseaba saberlo. 
—Los informes ¿Te ayudaron? —Marie preguntó entrelazando los dedos de la mano. 
—Sí, no solo habrá equipamiento nuevo sino que la sede central ha decidido cambiar todos los equipos de todas las sedes por los que recomendaste.
—Gracias… solo era mi trabajo. —Marie sonrió feliz y orgullosa.
—Si no llegas hoy muy tarde… te daré un merecido premio.
Marie se sonrojó mientras veía como Hye esbozaba una ligera sonrisa, recordaba el día en el que fue sometida en su despacho, como sintió que satisfacía a su ama, cómo se había saciado con su cuerpo y disfrutado de cada debilidad que expuso para ella, imaginaba constantemente en que clase de premio se involucraría si obedecía mientras se resistía a la excitación. 
Siguieron andando hasta que Marie señaló el lugar, que era un restaurantepequeño, cuyo interior era de paredes de ladrillos mesas de madera y asientos a modo de sofá. 
—Abrirán en unos minutos, creo. —Marie miraba los pequeños carteles de la puerta mientras Hye se cruzaba de brazos. 
—Marie ¿Marie? —Hye la llamaba pero estaba ausente, mirando el móvil y acercándose a ella. —No entiendo esa manía de ponerse nerviosa.
—¿Qué? —Marie la miró y guardó el móvil.
—Es solo una reunión informal. —Hye se sintió molesta pero Marie no le prestó atención a sus palabras. —¿Esto tiene que ver con ser trans? ¿Acaso saben que eres una mujer?
—Bueno… no.
—Eres increíble. —Marie notó la decepción de Hye en ella y se enfadó pero entonces sintió que Hye le besó la cabeza. —No tienes nada que demostrarles. 
Marie no podía dejar de estar enfadada, Hye no podía entender como es el dolor que ella cargaba durante tantos años, que esa situación y esa reunión no era para recordar viejos tiempos sino para demostrarse a si misma que podía encarar sus miedos, para dejar claro quien era pero no podía explicarlo porque en su cabeza Hye era cis, no podía ser capaz de entender que sentía.
—No necesitaba que me regañaras. —Al terminar Marie la empujó y miró para otro lado.
—¿A qué ha venido eso?
—Deberías marcharte, no puedes estar en la reunión.
—No te atrevas a hablarme así. —Hye le tocó el hombro con fuerza pero Marie la miró molesta y triste, casi como si sus ojos fueran a llorar. —Tienes suerte, ya había quedado con alguien pero no te librarás cuando volvamos a vernos. 
Marie vio como Hye se marchaba enfadada pero no le tenía miedo, solo al momento que tenía que librar, en su interior creía que debía ser valiente y empezaba a arrepentirse de lo que había hecho.
Marie miraba como el restaurante abría y llegaba un joven bien arreglado, de la misma edad que Marie, camisa blanca, vaqueros negros, deportivas blancas con franjas rosadas, era atlético, de 1.87 cm, pelo oscuro y corto con un flequillo largo a un lado, con barba recortada, de rostro dulce e inocente, nariz pequeña de puente curvado, labios carnosos y ojos de iris marrones. No podía dejar de sonrojarse al verle y al mismo tiempo tenía la sensación de que le conocía.
El chico se giró y se dio cuenta que ella le observaba así que saludó con una mano y una sonrisa pero Marie se sonrojó y miró a otro lado. No podía verlo de otra forma, era sexy y aparentaba gentileza, era físicamente perfecto en su cabeza y, sin embargo, no entendía por qué le llamaba tanto la atención.
—Hola… ¿Eres para la reunión de estudiantes? —Preguntó con las manos en los bolsillos y una sonrisa que sonrojó a Marie y con una voz grave y masculina pero en un tono dulce y tímido. 
—Yo…Marie… Es una larga historia. —El chico entonces arqueó una ceja ante la mirada enrojecida de ella. —Y ¡Y sí! Soy de eso… ¡de Bachiller…! Mierda, de… de la reunión.
—Vale… aunque no recuerdo a ninguna Marie. —Hubo un pequeño silencio durante unos minutos y el chico empezó a reírse pero ella se sintió molesta. —No sé por qué, creo que no me recordarás entonces, un tal Héctor. 
—Claro que no, no hubo ningún Héctor.
—Ni ninguna Marie, estamos en las mismas.
Ambos vieron a un grupo de chicos que reconocieron, los miraron a todos de arriba abajo.
—No está Lion con ellos, tenía ganas de verle y enseñarle mis cambios. —Héctor se giró y vio a Marie quedarse boquiabierta. —Eh… oye. 
—¿Cambios? ¿Eres un chico trans entonces?
—Sí… quería hacerlo sorpresa para ellos, sobretodo a Lion y ser los tíos más tíos mas heterazos del grupo. —Suspiró y se miró en el reflejo de una tienda que había en frente del restaurante. —Espero que no haya perdido su cuerpazo de tío.
—Héctor ¿Esto lo haces como si les debieras algo?
—¿A que te refieres?
—No tienes que demostrar que eres más hombre solo por… no sé, estar años en testosterona, incluso sin eso, no eres menos hombre, siempre fuiste un hombre incluso cuando no lo sabías, ni más ni menos que otros. —Marie sonrió feliz ante la mirada atónita de Héctor, apenas pudo mediar palabra para todo lo que había dicho ella. —Y… Y eso, no necesitas a Lion para sentirte seguro, solo a ti mismo y seguramente te acepten.
—Para ser cis entiendes muy bien como me siento. —Héctor cogió la mano de Marie pero ella se soltó.
—Puedo entenderlo por… no debería estar aquí y menos sabiendo quien eres, y no puedo, no voy a decir tu deadname, sería hipócrita quedarme. —Marie fue a marcharse en dirección a donde fue Hye pero él la agarró de la muñeca. —Es mejor que me sueltes.
—Marie… tú… ¿Verdad?
—Contento ¿No?
—Li… Marie ¿Podrías quedarte al menos y…? 
—¿Y? Cuando te dije que era una mujer… es… mira… —Se soltó de él e intentó resistirse a llorar. —Confié en ti y me abandonaste, me rechazaste, viniste aquí con la idea de que era un chico y no habría cambiado pero lo hice sola, sin familia ni amigos y creí que venía aquí para demostrar algo pero no tengo nada que demostrar y menos a un cabrón como tú, no sé por qué he intentado darte ánimos. 
—Lo siento… me gustaría… 
—Como si fueras capaz de sentir algo y no, no quiero saber que te gustaría, mi vida no va a ser como te guste. 
Marie se marchó andando rápido y sin mirar atrás mientras resistía a soltar el llanto que tanto contenía. No dejaba de recordar los buenos tiempos antes de transicionar, cuando se divertían, cuando lo llamaba Andrea y salían juntos, todo ese dolor intentaba salir mientras huía sola, sufría sola, desaparecía sola sin saber a donde ir o que hacer. Empezaron a sonar truenos tras andar varios minutos, la lluvia caía fuerte y ella llegó a una fuente, sus lágrimas la vencieron pero sintió un tirón en su brazo y notó que la lluvia no le caía, estaba bajo el toldo de una cafetería aún abierta.
—¿Estás llorando por lo que dije? ¿Por eso me has seguido? —La voz de Hye la consolaba y respondió que no con la cabeza. —La gente es demasiado cruel con las personas trans, no debiste… 
—No… solo era… un recuerdo. —Se refugió en su pecho y se agarró fuerte a su jersey sin parar de llorar, Hye la abrazaba y acariciaba el pelo suavemente, suspiró y de forma extraña se sentía mal por como se sentía su sumisa, era un sentimiento que apenas entendía, entonces vio que Marie la miraba a los ojos. —Hye… siempre sufro… siempre me hacen daño… ¿Qué he… hecho?
—Nada… —Hye le acarició la barbilla y la besó suavemente, alejó sus labios y la miró seriamente, Marie estaba jadeando sorprendida y enrojecida pero ella sonrió. —… Eres demasiado buena para este mundo, nada más.
—Nadie me ha dicho eso nunca. 
—En algún momento debías saberlo. —Hye besó su frente mientras le dejaba suelto el pelo y sus labios exhalaban en el oído. —No dejaré que hagan daño a mi sumisa ¿De acuerdo? Iremos a mi casa, te daré una ducha para que no te resfríes y cenaremos juntas.
Hye la volvió a besar pero esta vez dominándola, usando la lengua y presionando la suya, sin respirar ambas y Marie agarrándose fuerte a su jersey, dejando caer saliva de su boca y sin poder aguantar más. Hye se separó y la miraba complacida como recuperaba el aliento y mantenía los ojos cerrados. 
—Es una orden. —Hye le limpió la saliva y le apartó el pelo.
—Como desees… Miss Luna. —Marie tragó saliva con dificultad al susurrar, miró a Hye con los ojos abiertos y luego los cerró para acabar cabizbaja.
—Buena chica. —Le acarició las mejillas mientras sonreía de forma tierna. —Cogeré un paraguas e iremos a mi coche.
Hye fue al interior de la cafetería, volvió con un paraguas negro y lo abrió para finalmente agarrar de las caderas a Marie. Ambas se fueron del lugar, andaban por otro camino y Marie no podía evitar pensar en lo que sentía sobre Hye, los besos fueron muy apasionados y únicos pero no entendía que tenían, que eran realmente ¿Una pareja amorosa, de dominación o ambas a la vez? ¿Quizás Hye estaba empezando a sentir algo? Aún así ella quería complacerla y entender su mundo.
—Me parece extraño que te guste la palabra de seguridad para incitarte. —Marie la miró de reojo y estaba sería. —Me refiero… es porque lo usas de apodo en algún sitio ¿No?
—Eventos, me gusta la discreción. —Dijo con mucha seriedad. 
—Seguro que has aprendido mucho, que eres una experta y todo… y eso. —Marie se arañó los muslos y se puso nerviosa. —Yo sólo sé que soy sumisa y nada más de esto del bdsm.
—Hay muchas clases de sumisión como de dominantes ¿Qué crees que eres tú?
—No… no lo sé, quiero saberlo pero ya lo dije, soy nueva ¿Tú que opinas?
—Mi opinión… bien, nuestra relación es compleja, confieso que pensaba que te lo tomabas como un juego de roles a malas pero te gusta y no dejas de buscar complacerme ¿Acaso crees que no lo noto cuando venías a mi despacho con un café y las tareas cumplidas? Incluso los besos, decir mi nombre bien, mirarme con ojos de cordero degollado, además de eso tienes cierta vena Brat que odio y al mismo tiempo me gusta de ti, así que para mí una sumisa sencilla. —Hye bajó entonces la mano al culo y sonrió mientras Marie se sonrojaba y se apegaba mas a ella. —Aún tengo que conocerte, saber que usar de castigo y de recompensa… y creo que también tengo que conocerme, disfruto mucho atrapándote y devorándote, apenas te resistes pero cuando te tengo… no puedo evitar disfrutar de tantas sensaciones que nunca había tenido.
—Entonces ¿Qué eres…?
—Quizás una mera domina con cierta línea de primal pero me gustaría descubrirlo, podría haber acertado pero no soy una mujer de respuestas fáciles.
—Yo tampoco, seguro que podemos aprender juntas. —Marie entonces besó el brazo de Hye. 
Siguieron andando un rato hasta llegar al coche de Hye, un Mercedes AMG GT negro. Hye ayudó a Marie a subirse al asiento del copiloto y fue al asiento del conductor.
—Gracias por hacerme sentir mejor. —Marie sonreía mientras Hye miraba como la camisa de ella transparentaba y no llevaba sujetador. —Y siento haber sido borde, tenías razón en que no le debo demostrar nada a nadie. 
—La única cosa que debes demostrar son tus ganas de servirme. —Hye y Marie sonrieron al mismo tiempo que se ponían el cinturón.
Arrancó el coche, atravesaron la ciudad y fueron por una autovía, Hye se dio cuenta de que Marie dormía plácidamente. Llegó a las puertas de una finca, éstas se abrieron y siguió el camino hasta llegar a la casa, la cual era enorme y apenas decorada, cuyas luces seguían encendidas. 
—Aún debe estar levantada. —Hye salió del coche, fue al asiento del copiloto y la cogió en brazos. —Espero que mañana me compenses bien. 
Hye tocó el timbre y una mujer joven abrió, de 23 años, de pelo castaño y afro, tez oscura, ojos verdes, nariz pequeña de puente alargado, labios finos, cara redonda y de mofletes adorables,  de figura rellenita, 1.75, vistiendo una camisa blanca abierta, sin sujetador, mostrando sus pechos grandes y redondos, y en un tanga rojo y transparente.
—Hope… ¿Qué haces vestida así? —Hye entró y cerró la puerta con el pie. —Y… es mi camisa, no te he dado permiso de usar mi ropa, tienes la tuya así que respeta a tu ama. 
—Pensé que no llegarías tan temprano, son las nueve y media y quería cenar así, te habría engañado porque luego me pondría ese vestido de mayordomo que tanto te pone y todas felices. —Dijo con una voz femenina y dulce. 
—Ya… 
—¿Y esa princesa que tienes en brazos?  —Hope se acercó a mirar a Marie y sonrió ante la seriedad de Hye. —Es la de la que hablabas a veces ¿No? 
—Es mi juguete, nada más. —Hye se fue de la entrada y llegó al salón. 
Era un salón enorme, integrado con la cocina, de suelo de madera y paredes blancas, lámparas antiguas, dos puertas a un lado y otras dos al otro, y una escalera que daba al segundo piso, había una televisión de plasma y un sofá verde claro con una mesa de cristal en medio. 
—Siempre tratando a tus juguetes con delicadeza. —Hope la siguió.
Hye la miró de forma fulminante pero Hope sonrió con lujuria y se quedó sentada en el borde del sofá. 
—Deberías decirle que no es la única que te sirve.
Hye subió las escaleras hasta llegar a un pasillo, había varias puertas y entró en la primera a la derecha. Era una habitación de paredes rosas, moqueta roja, un espejo grande que era también una puerta a un armario de ropa y zapatos, había una cama de matrimonio hecha, con mantas rojas, sabanas blancas y almohadas rosas.
—Hye… —Decía mientras era tumbada en la cama.
La empezó a desnudar, Marie se sonrojaba al notar como la ponía bocabajo y le quitaba la camisa desabrochada.
—Tu espalda es preciosa. —Dijo después de desabrochar su sujetador blanco.
Fue quitando sus pantalones hasta que solo quedaron sus bragas blancas mojadas, entonces se fijó en que Marie estaba agarrada a las mantas y respirando aceleradamente.
—Si sigues provocándome así… tendré que devorarte. —Sus palabras hicieron jadear a Marie, se acercó a su hombro acariciando la columna con la lengua.
—Hye… no tienes que esconder a tu otra sumisa de mí… —Marie se puso bocarriba y se quitó las bragas pero Hye la detuvo besando sus labios. —Hoy quiero que disfrutes, por favor.
—Creí que estabas dormida todo el rato, pequeña mocosa. —Hye sonrió nerviosa. —Lo siento mi sumisa pero hoy no hay sesión, ni con Hope ni contigo, tengo que trabajar hasta tarde con ella, algo importante.
—Me gustaría ayudar al menos. 
—Hoy has pasado algo emocionalmente duro, descansa o… —Hye mordió el labio inferior de Marie con fuerza y tiró de él para soltarlo. —… Haré que te duermas. 
—Hye… cancelaste una cita por mí. —Marie empezó a llorar. 
—No seas boba, la tuve y justo apareciste al terminar. —Le lamió las lagrimas y acarició la nariz con el índice. —Duérmete, lo necesitas, si tienes ganas de cenar, o de alguna cosa también, baja sin miedo y como si fuese tu casa.
Hye besó la frente de Marie y se marchó. Bajó al primer piso y sacó un pendrive del bolsillo ante la mirada de Hope.
—¿Ya tenemos algo con lo que empezar? —Hope sonrió y Hye se acercó y se lo dio.
—Y un buen camino hecho, vamos a trabajar.