Todo comienza el 3 de Octubre, a las 1 de la noche
con un joven llamado Alex saliendo de un pub.
Era delgado, medía 1.75, tenía 21 años, moreno, cabello
oscuro y de melena larga hasta las caderas pero el lado derecho de la cabeza
estaba rapado, ojos marrones, rostro femenino pero con algo de vello facial en
la barbilla.
Iba vestido con vaqueros largos azules, camisa a
cuadros blanca y negra, y deportivas rojas y blancas, y llevaba una mochila en
la espalda.
—¡Hasta luego, chicos! —Gritó con voz masculina
despidiéndose de forma alegre.
Caminó hacia el paso de cebra pero se tropezó con
un joven que llevaba en la mano un vaso de plástico lleno de cerveza.
—Per-perdona. —Su voz se quebró al verle.
—Ostia… Carmen ¿Eres tú? —Agarró el brazo de Alex
con fuerza. —Joder… vas de tortillera.
—Dis… disculpe, no le conozco. —Alex intentó
zafarse pero apenas podía defenderse. —¡Suéltame!
—¿No quieres probar una buena polla en tu vida al
menos?
Intentó besarle, haciendo que Alex oliese el
fuerte olor a alcohol que emanaba de su boca y cerrase los ojos asustado, sin
embargo, oyó un golpe, después sintió su camisa mojada de cerveza y notó la
falta de fuerza de aquel hombre.
—Deja al chaval en paz. —Dijo una voz masculina y
enfadada.
Alex abrió los ojos y vio a un chico de 24 años y
trajeado.
Era atlético, 1.85, rostro tosco, pelo castaño y
corto pero con flequillo, ojos verdes, sin barba. Vestía un traje azul con
corbata gris,
—¿Cha… chaval…? —Balbuceó dolorido y herido.
—Sí, chaval ¿Necesitas que te arregle el oído
también? —Su tono era de tal enfado que Alex se asustó y el desconocido huyó a
duras penas. —¿Estás bien?
—Sí, gracias, solo un poco empapado.
—Es culpa mía. —Intentó sacudirle la camisa. —Deja
que te compense.
—Tranquilo, puedo apañármelas.
—De eso nada, deja que te de un cambio de ropa, te
lleve a casa y te lave eso.
Alex dudó por unos instantes, no dejaba de mirarle
y sorprenderse de su amabilidad pero se alarmaba al ir a casa de un desconocido.
—Lo tomaré por un sí.
—¡Pe-pero!
—Si tardas en responder, lo tomaré por un sí.
Ambos caminaron juntos pero hubo silencio durante
un minuto.
—Por… esto… me llamo Alex. —El joven sonrió al
oírle. —Encantado.
—Zack. —Se mantuvo en silencio durante unos
segundos y tosió. —Y tu nombre es bonito, tus padres tuvieron buen gusto al
elegirlo.
—¿Mis padres?
—Em… sí, ya sabes, no conozco a nadie que haya
elegido su propio nombre.
—Ah… yo elegí mi nombre. —Zack se sorprendió al
oírle.
—Pues… eso es muy independiente en una persona, me
gusta, Alex. —Alex se sonrojó y se rascó la cabeza.
—Sí ¿Qué puedo decir? No me gustaba mi antiguo
nombre. —Habló nervioso y con alguna carcajada falsa.
—Ya hemos llegado.
Estuvieron frente al portal de un bloque de
apartamentos, Zack sacó un juego de llaves del bolsillo de la chaqueta y abrió
la puerta.
Llegaron al ascensor y, al montarse, Axel recibió
una llamada.
—¿Carlos? Espera… no, no tengo tu dichoso chaquetón…
¿Y para que iba a quedármelo? No… no, perdona, no quiero ningún recuerdo tuyo y
menos un chaquetón andrajoso y viejo, ahora déjame en paz.
Alex colgó violentamente el móvil y lo guardó en
el bolsillo de atrás, todo observado detenidamente por Zack.
—Un ex novio, no te preocupes.
—No estoy preocupado. —Zack sonrió y miró a Alex.
—¿Gay o bi?
—¿Qué? Oh, bisexual. —Alex se vio sorprendido y le
miró atentamente.
—Gay. —Suspiró y apoyó la cabeza hacia atrás. —Y
antes de que lo digas, me interesas.
—¡¿Qué?!
El ascensor paró en la decima planta. Ambos
salieron y Zack abrió la puerta del apartamento D.
—Es… ¡Espera! —Zack se dio la vuelta al oírle. —¿Cómo
voy a interesarte? Ni siquiera me conoces.
—Por eso quiero conocerte, porque no te conozco.
—Ya… dudo que quieras.
—Pruébame, si pierdo te lavo la camisa y te regalo
una prenda mía. —Alex se sintió nervioso e incomodo.
—¿Y si pierdo yo? —Zack se acercó lentamente
después de oírle y sonrió.
—Pasarás la noche en mi casa. —Alex se sintió
nervioso e intimidado ante esas palabras. —Ahora pruébame por que no querría
conocerte.
—Pues… mira, soy trans, soy un hombre trans
¿Contento? Los tíos que sois cis y gay reaccionáis fatal al tratar con nosotros
así que dudo mucho que no haya más que hacer.
Zack besó la mejilla de Axel y suspiró.
—Quizás deberías conocerme también y no asumir
cosas, somos dos hombres adultos responsables, uno interesado en el otro. —Alex
se quedó anonadado viéndole entonces entrar al apartamento. —¡Hay sitio en mi
cama para los dos pero date una ducha antes!
Alex entró mientras dejaba la mochila a un lado y
vio un salón espacioso con estanterías blancas repletas de libros, fotos y
premios, de suelo de parqué, techo blanco, lámpara moderna, un sofá de cuero,
un televisor de plasma y una puerta corredera de cristal al balcón.
Siguió a Zack, quien le llevó por un pasillo, con
dos puertas de madera y el dormitorio al fondo, hasta el cuarto de baño. Entró
y era pequeño y sencillo, un lavabo con botiquín, espejo, retrete y bañera.
—Siéntete libre de usar mi casa y deja la ropa fuera
para que pueda meterla en la lavadora. —Habló en tono amable. —Y avísame para
traerte un pijama cuando termines.
—Pero no he accedido a dormir aquí, ni siquiera me
conoces.
—No puedes achantarte. —Zack suspiró, sonrió y se
marchó del baño.
Alex se desabrochó poco a poco la camisa hasta
estar su torso desnudo, un torso con curvas, algo de vello fino y negro en el
vientre, se miró en el espejo y empezó a acariciar las cicatrices de su pecho.
—Aún lo veo tan reciente pero… es mi pecho.
—Sonrió sin dejar de mirarse.
Se quitó toda la parte de abajo y vio sus piernas con
mucho vello y su vulva sin rasurar.
—Vale… no debería mirarme tanto pero… me siento un
poco dios griego, no lo puedo evitar —Sintió nauseas al notar el olor a
alcohol. —Dionisio con el peste a cerveza.
Mientras Zack estaba tumbado en el sofá sin
chaqueta, sin zapatos y sin corbata, apenas se mantenía despierto pero no
dejaba de pensar en Alex.
—Creo que me gusta, me dan ganas de abrazarle… y
besarle… y quitarle esa camisa tan hortera.
Entonces pensó en la mirada de Alex, en su rostro,
en su cabello y finalmente en sus labios, su mente se nubló al imaginar que le
arrinconaba y besaba, jugando con su lengua, presionando sin piedad.
—Mierda… ese chico… va a matarme.
Alex se aclaraba el cuerpo de jabón con la
alcachofa en la mano. Pensaba en Zack, en su porte, en su rostro, sus labios,
imaginaba su cuerpo desnudo, tomándole con sus manos.
—No… no quiero… no… —Bajó los dedos por el
vientre, tragó saliva y exhaló. —¿Por qué me atrae tanto?
Salió de la ducha, cogió una toalla, se secó con
fuerza y rapidez el pelo y después su cuerpo con delicadeza.
—¡Zack!
Abrió la puerta y le ofreció un camisón blanco y unos
boxers negro de franjas rojas sin mirar.
—Gracias.
Cogió toda la ropa pero fue a resbalarse y se
agarró al brazo de Zack, tirando de él y cayendo ambos al suelo.
—Auch… mi cabeza.
Alex se sintió dolorido y vio a Zack encima suya, vistiendo solo boxers y la camisa
abierta que le mostraba sus pectorales y abdominales.
—Alex ¿Estás bien? —Alex no podía parar de mirarle
y estar sonrojado. —Alex.
—Ah… ¿Ah? ¿Qué?
—¿Tan conmocionado estás de la caída? —Zack sonrió
y le acarició el lado derecho del cabello. —Si me sigues mirando así estando
desnudo… no podré controlarme.
—Yo tampoco…
Alex agarró de la camisa a Zack y le besó. Le
soltó y vio como se sonrojaba y esbozaba una malvada sonrisa.
—Si vas a besarme sin permiso…
Zack le besó de improviso y con lengua, jugando
con ella tocándose ambas, se miraron el uno al otro encendidos mientras Alex se
agarraba fuerte al cabello de él. Se separaron dejando un hilo de saliva entre
ellos.
—… hazlo bien, Alex.
—Puedo hacer más cosas que besar…
Alex se inclinó, le mordió el cuello con fuerza y
le mordió la oreja, haciéndole gemir y tirarle del pelo también.
—¿Qué te parece…? —Susurró Alex.
—Nunca he cuestionado que no supieras más… —Zack
le hizo tumbarse. —… deja que te enseñe lo que sé hacer.
Zack se acercó al cuello, empezó a hacer
chupetones apretando alrededor con los labios y succionando. Alex se retorcía de
placer sin parar, le arañó mientras él marcaba su cuello y su clavícula.
—Vale… sabes marcarme… lo reconozco…
—Y darte mucho placer pero solo es el principio.
—Zack se relamió y miró a Alex como si de una presa se tratara.
Bajó al pecho acariciando la cintura y lamió en
círculos uno de los pezones al mismo tiempo que jugaba con el otro usando un
dedo. Alex le agarraba con fuerza el pelo entre jadeos y le miraba disfrutar de
como se estremecía.
—Esto… —Zack tocó con cuidado y suavidad las
cicatrices. —Mastomia ¿No?
—Mastectomía… y puedes decir lo que piensas.
—Pues… —Zack besó las cicatrices y miró feliz a
Axel. —Es un pecho bonito y agradable de tocar, pero lo importante es que te
sientas bien.
—¿Estamos a punto de follar y me hablas de mi
cuerpo? —Axel se puso nervioso pero Zack se rio. —Es… raro.
—No lo es, en el sexo para mí el punto no es el
orgasmo. —Bajó por el vientre dando besos y miró el lascivo rostro de Alex,
sonrojado y sonriente. —Es sentirse bien, sexualmente y emocionalmente.
—Eres idiota…
—Tu piel es tan suave… ¿Se siente bien cuando te
toco? —Alex se avergonzó y apartó la mirada, haciéndole sonreír. —¿Me dejarías seguir
aquí abajo?
Alex asintió y Zack siguió bajando, vio su vulva
liberando flujo, acarició los labios con los dedos y se acercó de nuevo al rostro.
—Relájate ¿Vale? —Su voz tranquilizó a Alex, quien
se inclinó para besarle.
Sintió entonces como los dedos de Zack acariciaban
el clítoris con suavidad, le hacia estremecerse e intentar gemir mientras su
lengua y la de Zack se tocaban. Fue un poco más rápido y le vio babear, se
abrazó a Zack con fuerza, arañando su espalda y gimiendo.
—Eres adorable, Alex.
Fue aún más rápido y le mordió para hacerle gemir
aún más alto.
—¡Zack… joder!
—Relájate, déjate llevar sin miedo.
Alex no pudo contenerse más, Zack notó como
liberaba mucho flujo, le ayudó a tumbarse con cuidado y le besó la frente.
—¿Te sientes bien? —Alex asintió y Zack vio sus
dedos mojados, los metió en la boca y los saboreó. —Sabe bien.
—Déjame… que disfrutes también. —Zack soltó una
carcajada. —No te rías de mí…
—No me rio de ti, también he disfrutado mucho
contigo. —Zack se sentó en el suelo a su lado. —¿Y físicamente como estás?
—Pues creo… que me costará levantarme.
—Eso no será ningún problema, voy a limpiarte y te
llevo a la cama.