Diana
se despertó arropada en la cama de una pequeña habitación y se dio cuenta que
estaba vestida con un vestido blanco sencillo. La habitación era pequeña, con
una cama individual, a su lado una mesita de noche y una ventana con cortinas
rosas iluminando, y un armario de madera.
Se
levantó y vio que tenía los pies desnudos y limpios, en la mesita de noche una
bandeja con café y cereales.
—¿Qué
es este sitio? —Se acercó a la puerta y vio un pasillo vacío que daba al salón.
—La cabaña…
Se
sintió alertada al intentar recordar y sin quererlo invocó una espada en su
mano pero puramente de acero.
—Vale…
al menos me sirve. —Salió empuñando a dos manos el arma. —¿Dónde estáis?
Lilith, Tessan.
Llegó
al salón pero no vio a nadie y entonces vio la puerta del hogar.
—Deberías
soltar esa arma. —Habló una mujer detrás de ella.
Diana
se giró dando un tajo horizontal cortando una pared, la mujer esquivó
agachándose y la espada se atascó en la otra pared.
La
mujer la derribó y se cruzó de brazos. Medía 1.84, tenía 23 años, pelo corto, liso
y castaño con flequillo, ojos almendrados y verdes, pecas, y labios gruesos y
pequeños, era delgada y atlética, con pechos pequeños y culo pequeño. Iba
vestida con ropa de deporte negra y corta, zapatillas y estaba armada con un
bokken blanco.
—Es
hermosa… —La espada desapareció en un brillo blanco. —Bendita sea la luz.
Entonces
se dio cuenta que Diana tenía un par de alas blancas y la estaba apuntando con
una espada de luz.
—Bendita
seas, ángel celestial. —La mujer se arrodilló ofreciendo el bokken.
—¿Qué?
—Las alas y la espada desaparecieron. —¡E-espera!
Diana
se levantó preocupada, la chica dejó a un lado el bokken e intentó acercarse a
ella.
—¿Dónde
estoy? ¿Quién eres? —La mujer le ofreció su mano.
—Ven
conmigo. —Diana dudó por un segundo y le apartó la mano.
—¿Qué
has hecho con Lilith y Tessan? —Empezó a enfadarse y la mujer suspiró.
—No
sé quiénes son, ahora siéntate en el sofá. —La mujer le hizo un gesto de
invitación pero Diana se mantuvo firme.
—No
quiero sentarme.
—Vale,
estás en Ragali, desde hace cinco días te traje a un apartamento que pertenece
al obispado de Valencia. —Diana arqueó una ceja. —Y soy Erika, una asesina de
Lostians al servicio de la Iglesia Católica.
—Eso
significa… —Diana se asustó pero la mujer se apoyó en la pared e hizo un gesto
de negación.
—Tan
sólo eliminé a miembros de la Secta Matria, y no, no eres una Lostian. —La
mujer cogió el bokken y se lo ofreció por la hoja. —Te noqueé y a la Lostian
que te protegía la convencí de llevarte lejos mientras ella contenía a Launa, una
de las tenientes de la secta.
—Esa
es Lilith… pero entonces… —Diana cogió el arma con cuidado. —¿Qué quieres de
mí? ¿La Luz acaso?
—Debo
entregarte al obispo y sus seguidores, supongo que para robarte La Luz de
Ragali. —Erika suspiró molesta y miró hacia el dormitorio. —Estuve convencida
al traerte de que tenía una misión pero… ver el ángel que eres al encontrarte,
me hizo dudar.
—¿No
vas a entregarme? —Diana se relajó y le dio el bokken. —Si no me entregas… ¿Qué
te ocurrirá?
—Seré
encerrada y castigada o algo peor. —Erika cogió el bokken. —No puedo hacerlo,
entregarte no, no soy ciega, sé que el obispo sólo quiere poder y sólo me
utiliza pero… no conozco otra cosa que La Iglesia y cazar ¿Qué debo hacer,
ángel?
—Llámame
Diana. —Le ofreció su mano a Erika y sonrió, ella la cogió sorprendida y
nerviosa.
—Diana…
es un nombre precioso. —Ambas se sonrojaron.
—Erika
también es hermoso. —Diana se sintió
avergonzada. —Erika ¿Por qué no vienes conmigo?
—¿A
dónde?
—A
mi casa ¡B-bueno no es mi casa! Es la mansión de los Undragun. —Erika se zafó
pero Diana la agarró del brazo.
—Los
Lostians son monstruos y muy peligrosos.
—¡Eso
no es cierto! Nadine me ha protegido mucho, Tessan se preocupa siempre por mí,
y Lilith… —Diana cerró los ojos agarró con más fuerza. —Siempre se arriesga por
mi culpa… Así que confía en mí, sé que estarán encantadas de ayudarte.
—No
puedo, Diana, puede que estés a salvo con ellas pero prefiero el castigo y la
muerte. —Diana la abrazó y empezó a llorar.
—Entrégame
a quien debas entonces pero no voy a dejar que te hagan sufrir, y menos por
salvarme la vida
—¿Por
qué harías algo así? Pretendo hacerte daño y te he secuestrado pero… —Erika
contuvo sus emociones y se separó de Diana. —Es extraño pero no sé que hacer, nunca
me he sentido así, nadie había hecho nada por mí.
—Quizás…
es hora de que alguien se preocupe por ti, de tener una amiga.
Diana
caminó hacia la cocina y Erika se miró las manos.
—Una
amiga…
Mientras
Lilith conducía por la ciudad con su motocicleta. Vestida con camisa blanca de
tirantes, chaqueta de cuero marrón, vaqueros azules y botas negras militares, el
cabello recogido en un moño y una espada enfundada a la espalda, de mango
envuelto en cuero, guardamanos en cruz pero el lado izquierdo roto, y el pomo
en forma de bola.
Llegó
al portal de un bloque de apartamentos y mirón hacia arriba.
—Entraré
directa, madre. —Habló Lilith decidida. —Pero no pienso ir a escondidas a por
Diana, no voy a esconderme de una monja.
Nadine
estaba detrás de Lilith, vestida con traje y gabardina pero sin el emblema
Undragun y con una misma espada.
—Entraremos
y saldremos por la entrada entonces, hija.
Nadine
arrancó la puerta del portal y entró primero Lilith. Sentía un profundo enfado al
haberla dejado ir como si la hubiera abandonado. Subieron por las escaleras
hasta llegar al último piso, entonces ambas desenfundaron las espadas y Lilith
hizo caer la puerta de una patada. Vieron a Diana con el bokken y a Erika con
una ballesta Barnett 405 negra.
—¡Lilith!
—Diana salió corriendo hacia ella y la abrazó. —Estaba preocupada.
—Yo
también… —Lilith empezó a llorar y le acarició la espalda. —Creí que te había
perdido para siempre.
—Y
yo… pero estoy bien. —Diana se separó y miró a Erika quien estaba aún en
guardia. —¿Os apetece un té?
-—No,
debemos marcharnos. —Lilith cogió de la mano a Diana pero Nadine le tocó un
hombro. —¿Madre?
—Yo
quiero uno ¿Puedo? —Miró a Erika y ella asintió en alerta. —Muchas gracias.
—Pero…
—Lilith se sorprendió y Diana caminó hacia la cocina. —Joder.
Nadine
y Lilith enfundaron las espadas, fueron al sofá y se sentaron, Erika caminó
para estar frente a ellas, dejó a un lado la ballesta y se apoyó en la pared
con los brazos cruzados.
Estuvieron
siete minutos mirándose Lilith y Erika con gran odio. Diana llegó con dos tazas
de té y Nadine le ofreció su taza a Erika.
—Voy
a por la tuya, Nadine. —Se sonrieron ella y Diana mutuamente.
—Quiero
saber tu nombre antes de matarte. —Lilith dio un sorbo mientras se tensaban.
—Me
llamo Erika. —Diana volvió y le dio la taza a Nadine.
—Antes
de que sigáis nerviosas, Erika me había estado ocultando de la Iglesia y los
sectarios. —Lilith se sorprendió pero Nadine sonrió. —Si se va sin mí, la
torturarán.
—¿Y
debemos creernos eso? ¿Y si es una trampa? —Lilith miró molesta a Erika pero
Nadine le tocó las rodillas y dio un sorbo.
—Y
quieres que la acoja bajo mi protección. —Diana asintió y Nadine miró a Erika.
—Luchaste junto a mi hija en vez de apartarte o intentar matarla, confiaste en
ella para proteger a Diana.
—En
realidad le mentí, pretendía entregar a Diana. —Erika se acercó a Diana.
—Y
ella sigue aquí porque no lo has hecho. —Erika apartó la mirada de Nadine y
asintió. —No veo el problema entonces.
—¡Madre!
—Exclamó molesta Lilith.
—Soy
una asesina de Lostians, y vosotras Lostians, sería difícil quedarme con
vosotras, no podemos confiar entre nosotras.
—Confiamos
en Diana, tú también, sigo sin ver el problema. —Nadine bebió todo de golpe y fue
a la cocina.
—Gracias…
señora.
—¡Llámame
Nadine! —Exclamó desde la cocina y volvió. —No seas tan educada.
—Gracias,
me voy a cambiar y a recoger mis cosas. —Erika fue al pasillo y Lilith la
siguió.
—Lilith
te acompañará en todo momento y te ayudará, Diana y yo esperaremos en la
puerta.
Pasada
una hora, Diana y Erika estaban en el coche de Nadine cogidas de la mano en el
asiento de atrás mientras la propia Nadine conducía por la autopista. Erika iba
vestida con un hábito de monja, bailarinas negras y un colgante con una cruz de
madera.
—¿Estás
bien? —Diana agarró con fuerza a Erika.
—Teniendo
en cuenta que he traicionado mi fe, a todo lo que creo y a la familia que me ha
criado siendo un bebé para acabar viviendo en casa de un clan de demonios… no
mucho. —Nadine soltó una carcajada. —Pero estaban dispuestos a matar a un ángel
por poder, así que algo bien sí que estoy.
—Tú
no has traicionado tu fe, Erika, la han traicionado los tuyos. —Habló Nadine
con calma en su tono. —Y puede que todo lo que hayas creído durante toda tu
vida esté equivocado, quizás no eres el arma que ellos esperaban.
—¿Y
que soy entonces según usted? —Erika y Nadine se miraron a través del
retrovisor.
—Una
persona quizás, mis prejuicios y ser madre hablarían por mí si siguiera. —Nadine
miró a Diana y sonrió.
—Creo
que tan sólo eres una mujer buena y religiosa. —Diana besó la frente de Erika y
ella se sonrojó.
—Es
posible… pero sigo viendo a los Lostians como monstruos… aún así gracias, por
acogerme de forma temporal.
—Puedes
quedarte para proteger a Diana pero deberías organizar tu vida y tus gastos. —El
coche paró frente a la mansión y Nadine miró a Erika. —Estás bajo mi protección,
nada más.
—Gracias,
Nadine. —Erika asintió y salió del coche.
Ambas
salieron del vehículo y vieron salir a Birdie de la casa. Iba vestida con
pantalones de pijama, camiseta blanca con un texto de “all witches are cute”
—Buenos
días, cariño. —Nadine habló feliz y Birdie y ella se besaron. —¿La mañana que
tal?
—Mucha
investigación pero bien. —Vio a Diana ayudando a Erika a cargar la ballesta y
una maleta y salió corriendo para abrazarla. —¡Estás bien…! Estaba… preocupada.
—Me…
Asfixias… —Birdie la soltó y se fijó en Erika.
—¿Has
estado cuidando de ella todo este tiempo?
—Se
podría decir que sí. —Se miraron de arriba hacia abajo. —Eres… em… una bruja.
—Sí,
y tú una sacerdotisa. —Erika negó con la cabeza. —Tan solo una asesina con Esencia
entonces.
—¿Cómo
has sabido que tengo Energía? —Birdie sonrió al oírla. —Es verdad que eres una
bruja.
Lilith
llegó y aparcó al lado del coche. Se bajó y ella y Erika se miraron molestas.
—Espero
que no haya ningún problema en dormir las tres juntas. —Erika y Lilith miraron
a Birdie enfadadas. —Así si ocurre algo podéis estar cerca y protegeros.
—Espera
¿Dónde está Tessan? —Diana preguntó preocupada. —¿Está bien?
—Sí,
no te preocupes, ella y Eliana tienen asuntos de la Familia. —Vio entonces que
Erika estaba muy tensa y le ofreció su mano. —No estés tan a la defensiva, soy
Birdie.
—Erika,
encantada supongo. —Apretó la mano de ella. —Y gracias por acogerme.
—Es
lo menos que mi mujer y yo podemos hacer por ti al ayudar a Diana y a nuestra
hija. —Nadine tocó el hombro de Erika y Birdie también. —Nos vemos a la hora de
comer.
—No
te acostumbres mucho, humana. —Lilith habló enfadada y se marchó molesta.
—No
lo parece pero Lilith tiene muy buen corazón. —Sonrió Diana y Erika se sonrojó.
—Intentaré
adaptarme un poco. —Caminaron juntas hasta la puerta de la casa. —Se hace
extraño.
—¿En
que sentido? —Diana preguntó curiosa.
—En
verlos más como familia que como demonios, supongo que es una tontería.
Entraron
y Erika se asombró con el interior, Diana se fijó entonces y sonrió.
Lilith
apareció detrás de Diana y le cogió la ballesta.
—G-gracias.
—Vio a Lilith llevar la ballesta con una mano.
—De
nada, cielo. —Se sonrojaron ambas y entonces miró molesta a Erika. —No te
acostumbres, ayudo a Diana, no a ti.
—Lo
sé. —Erika se enfadó y, al intentar marcharse Lilith, la llamó. —Pero gracias.
—Ya…
denada.
Se
marchó sonrojada al oírla y Diana y Erika la siguieron.
—¿De
dónde eres, humana monja? —Preguntó Lilith quién sorprendió a Diana.
—De
Valencia, me he criado en un orfanato aunque… bueno, no sé si soy de allí o no.
Erika
tropezó y fue a caerse pero Diana y Lilith la cogieron de las manos.
—He…
¡He sido torpe! Lo siento. —Se dio cuenta que Diana y Lilith la estaban
agarrando y se recompuso.
—¿Estás
bien? —Preguntaron a la vez.
—Sí…
gracias.
Pasaron
las horas hasta las cinco, Birdie y Nadine fregaban platos juntas mientras
reían y charlaban.
—Aún
recuerdo como volvió, con la cara llena de barro y como si nada. —Birdie soltó
una carcajada fuerte que hizo sonreír a Nadine. —Ni se dio cuenta lo sucia que estaba.
—¿Y
lo enfadada que se puso por reírnos? Recuerdo que la abracé muy fuerte y se
enfurruñó contigo. —Nadine se secó las manos y Birdie sonrió de forma
diferente.
—Nadine,
siento que estoy volviendo a sentir lo mismo por ti. —Se acercó a Birdie
lentamente. —Y esto no es desde lo del cementerio, sino desde que nos
encontramos… no sé si necesito esto o sólo quiero estar contigo.
Nadine
abrazó por la espalda a Birdie y ella le agarró con fuerza las manos.
—Decidas
lo que decidas, aquí estoy.
—Ni
siquiera sé que decidir. —Ambas se encendieron y Birdie la miró de reojo.
—Quiero hacerlo aquí y ahora.
Nadine
besó el lado izquierdo del cuello, fue subiendo con besos hacia la oreja y la
mordió con los labios. Birdie se giró y ella le acarició la barbilla.
—Nadine…
¿Cuánto llevas sin…? Ya sabes. —Se dio cuenta que Nadine no entendía a que se
refería. —¿Has estado…?
—Apenas
necesito beber sangre, no sería correcto beberla de la Arconte sin permiso.
—Birdie se decepcionó. —¿Sexo? No estoy con nadie ni tengo interés en ninguna
mujer.
—Yo…
sólo con Eliana, tenemos todo acordado pero…
—Se
te sigue dando mal ligar. —Nadine soltó una carcajada y Birdie se avergonzó
apartando de ella la mirada.
—Tan
mal que estoy casada con una vampira y una mujer loba.
—Y
sin perder el buen gusto. —Nadine la besó con delicadeza. —No puedo dejar de
estar enamorada de ti, Birdie.
—Yo
tampoco, pensé que alejarme era lo mejor pero… olvidé que me encanta de ti, y
ahora te tengo delante. —Birdie la besó apasionadamente. —Te quie…
—Birdie
¿Estás ahí? —Diana interrumpió desde el otro lado y entró en la cocina,,
viéndolas muy cercanas. —¡S-siento molestar! Volveré en otro momento.
—¡No,
tranquila! Dime. —Birdie se acercó a ella nerviosa.
—¿Podrías
enseñarme a manejarlo? La Esencia, energía, eso.
—Por
supuesto. —Birdie se giró y miró a Nadine. —¿Cariño, tienes alguna sala para
entrenar?