martes, 26 de octubre de 2021
Mi día a día con un demonio. Capítulo 4.
sábado, 23 de octubre de 2021
La Luz de Ragali. Capítulo final.
A
la mañana siguiente Lilith despertó desnuda en la cama de su dormitorio junto a
Erika, quién también yacía desnuda.
—¿Aún
no ha…? —Lilith bostezó y se estiró. —En fin.
Lilith
se levantó y vio ropa de Diana en el suelo junto a varias plumas negras. Se
asombró y salió corriendo de la habitación, sonreía nerviosa y ansiosa por los
pasillos, con Diana en su mente sin poder pensar en otra cosa.
—Esta
sensación…
Notó
cómo alguien con gran cantidad de Esencia estaba alrededor de la casa y bajó
las escaleras de un salto hasta el hall.
—¡Diana!
Lilith
salió de la casa y allí desde la entrada vio a Diana volar con un par de alas
blancas angelicales. Su cabello estaba alisado y vestía una camiseta negra con
margaritas en el pecho, vaqueros azules y deportivas verdes.
Gritaba
y disfrutaba mientras hacía piruetas y volaba a gran altitud.
—¡Lilith!
—Gritó Diana con felicidad. —¡Mira!
Diana
cogió altura y se lanzó en picado hacia el suelo.
—¡Eso
es peligroso! —Gritó Lilith asustada. —Esta humana…
Diana
planeó entonces hacia ella y aterrizó torpemente con los pies hasta caer de
rodillas ante Lilith.
—¡Que
pasada! —Exclamó Diana con los brazos alzados.
Lilith
se arrodilló para abrazarla con fuerza y conteniendo su felicidad.
—Podrías
haberte hecho daño… humana idiota…
Diana
tocó la punta de la nariz de Lilith con la suya, haciéndola sonrojar.
—O-oye…
—Te
he echado de menos, Lilith.
—Y
yo… —Pegó su frente a la de Diana y suspiró. —Te quiero… Diana.
—Y
yo a ti, Lilith. —Se miraron mutuamente y sonrieron. —Siento haber tardado.
Lilith
rompió a llorar y negó con la cabeza para acabar besándola en los labios.
—No
importa. —Acarició el rostro de Diana y sus labios temblaron. —Ahora estás
aquí.
Oyeron
los pasos de alguien y Diana se apartó de Lilith. Vio a Erika en la entrada,
con una camiseta negra de deporte y bragas blancas.
—¡Erika!
—Diana se levantó y Erika caminó hacia atrás. —¿Qué ocurre? ¿Estás bien?
Erika
tragó saliva y se marchó hacia el interior de la casa.
—Oye…
—Diana miró a Lilith y ella se levantó. —¿Ha pasado algo entre vosotras?
—Es
largo de contar. —Apartó la mirada sonrojada. —¿Quieres un café? Te lo contaré.
Ambas
entraron en casa, y Lilith miró hacia la puerta de la biblioteca.
—¿Ocurre
algo, Lilith?
—Esperaba
ver a mamá y… —Lilith abrió la puerta y tras un segundo la cerró con fuerza.
—Mierda.
—Estás
más pálida de lo habitual ¿Qué pasa? ¿Qué has visto?
—El
infierno, Diana, sin ropa y con… muchas serpientes, colas… —Lilith tragó saliva
y Diana la miró sin comprenderla. —Muchos… brazos…
—¿Puedo…?
—Diana intentó abrir la puerta y Lilith se lo impidió cogiéndola del brazo y
llevándola al comedor. —¡O-oye, que tengo mucha curiosidad!
Una
vez en el comedor
Mientras
tanto, Erika lloraba en el dormitorio de Lilith. Lloraba de pie frente a la
cama y apretando los puños con fuerza.
—No…
no es justo… —Puso la mano en su pecho y miró hacia arriba. —¿Por qué este
dolor?
Su
respiración se aceleró y se llevó las manos a la cabeza entre sollozos.
—Debería
estar feliz, están juntas, está aquí… —Intentó secarse las lágrimas hasta que
se rindió y dejó caer los brazos. —Pueden estar juntas y yo… me siento ajena…
Cogió
aire y tras varios segundos lo soltó y decidió sentarse en la cama.
—¿Cómo
podría sentir celos? Ellas se quieren… —Se miró las manos y cerró los ojos. —Y
yo no puedo estar enamorada de ellas, quizás sólo quiero lo que ellas… tienen,
debe ser envidia, seguro.
—¡Lilith!
—Oyó dos golpes en la puerta y la voz de Tessan al otro lado, y se secó las
lágrimas. —¿Estás ahí?
—¡No!
No está…
Tessan
abrió la puerta y vio a Erika, lo que hizo que se preocupara.
—Eh,
eres la monja. —Tessan miró a Erika y después alrededor de la habitación. —Oye
¿Sabes dónde está mi hermana?
—Con
Diana.
—¡¿Diana
ha vuelto?! —Erika asintió y Tessan sorprendida se sentó junto a ella. —¿Y… por
qué no estás contenta?
—Es
una tontería.
—¿Piensas
que ya no puedes quedarte?
—N-no
pienso eso. —Erika arqueó una ceja. —¿Por qué no podría quedarme?
—Pues…
eres una monja, Diana está a salvo…
—No
había… —Erika miró sus cosas y suspiró. —No había pensado en eso pero tienes
razón, creo que ya no tiene sentido que me quede.
—¿Qué
vas a hacer?
—Coger
mis cosas y marcharme, es lo mejor que puedo hacer.
—O
sea… con tu gente.
—Yo
no tengo gente, no… tengo nada pero puedo apañármelas.
—Cómo
veas pero no intentes cazarnos, monjita. —Tessan se crujió los nudillos y
sonrió. —O te daré una paliza.
Erika
la miró y soltó una carcajada.
—No
lo creo, te haré estar de rodillas en nada. —Erika suspiró y se secó las
lágrimas. —Pero no os atacaré.
—Eso
es chachi. —Tessan se levantó y fue a la puerta. —Y gracias por proteger a mi
familia, Eri.
Tessan
se marchó y Erika sonrió.
—Eri…
—Arqueó una ceja sorprendida. —¿Eri? ¿Me ha puesto un diminutivo?
Pasó
media hora, Lilith y Diana tomaban una taza de café juntas en el comedor.
—Es…
wow… —Diana estuvo sorprendida y con los ojos como platos. —Es que… uff… suena…
wow…
—Y-ya
lo sé, hice mal. —Lilith dio un sorbo y suspiró agobiada. —No pude resistir,
necesitaba comer, ella se ofreció… no debía follar sin decírtelo pero…
—¿Qué?
¡No! E-eso me da igual, o sea, no me da igual, me alegra mucho. —Diana se
sonrojó y Lilith se sorprendió. —Te quiero y me gusta que te diviertas, es que…
tú y Erika…
—Lo
sé, somos blanco y negro… pero me gusta cómo… me gustas tú y ella pues… —Diana
dio un sorbo y apartó la mirada. —Pensaba que la relación de mis madres es
complicada pero esto…
—Quizás
sea buen momento para decir que me gusta también. —Ambas miraron sus tazas
respectivamente y Diana tragó saliva. —Pues sí… complicada de narices.
—¿Y
quién… se confiesa primero?
—¡N-no
lo sé! No soy tan experta. —Diana miró hacia atrás fijándose en la puerta de la
biblioteca. —Les podemos…
—¡No!
Ya vi suficiente.
Estuvieron
en un silencio incomodo durante unos segundos y Diana sonrió.
—Así
que… te conviertes en demonio. —Diana miró a Lilith de forma sugerente y Lilith
la miró avergonzada. —Ahora tengo curiosidad.
—¿Todos
los humanos tenéis un deseo oscuro por los cuernos y las alas o que?
—Quizás…
sea un poco monster fu…
Nadine
y Birdie salieron de la biblioteca, vestidas igual que ayer pero con la ropa
arrugada.
Nadine
se acercó a ellas y Birdie subió las escaleras, dónde se encontró a Eliana
hablando con Tessan y vistiendo igual que ayer.
—Cariño.
—Birdie saludó y sonrió a Eliana mientras acariciaba la cabeza de Tessan. —Mi
niña ¿Habéis dormido bien?
—Bastante
chachi ¿Y tú?
—Pequeña,
déjanos solas. —Tessan miró a Eliana y ella le tocó el hombro. —Prepara las
cosas y llévalas al todoterreno.
—Sí…
madre.
Tessan
se marchó y Eliana suspiró con una mano a la frente.
—Un
poco agobiada.
—Sin
sectas por ahí ya no hay que estar alerta así…
—No
hablo de eso, hablo de… ¿Realmente quieres estar también con Nadine? —Birdie
asintió y Eliana cerró los ojos. —Sólo… lo que me dijiste anoche, yo no supe
que hacer.
—Estás
preocupada por si te sientes celosa, yo también lo estaría.
—No
tengo celos, no es eso.
—Nadine
ha cambiado, ya no es como antes.
—Lo
sé, ayer hablamos y fue muy diferente a cuando hubo peleas. —Birdie acarició el
rostro de Eliana y ella abrió los ojos. —No noté a una Undragun sino a una
madre y… una metamor, y me alegro por vosotras.
—Es un
gran paso. —Birdie tosió y soltó a Eliana. —Me ha contado Nadine lo ocurrido
con la secta y… tenemos a los de la Iglesia aún detrás de Diana.
—Sí, Erika
ha demostrado ser muy útil y leal pero por desgracia su lealtad sólo es a la
portadora.
—Muy
ciegas tienes que estar para pensar eso, está algo concienciada con su entorno,
y lo peligroso que es la Iglesia y aquellos Lostians fuera de las Familias.
—¿Crees
que sólo necesita tiempo? —Birdie asintió y Eliana se encogió de hombros. —Y
crees que sería buena idea que fuese cazadora de Ragali.
—Puede aportarnos
nuevos conocimientos ¿No crees?
Eliana
suspiró y asintió.
—Por mi
parte, no veo ningún problema.
Birdie vio
entonces a Erika caminar por el pasillo y acercarse a ellas. Estaba vestida con
vaqueros negros, sudadera negra, botas militares negras, y cargando una bolsa
negra a la espalda.
—¿Erika? —Preguntó
Birdie sorprendida. —¿A dónde vas?
Birdie
pudo notar que Erika estaba triste y que sus ojos estaban rojos.
—¿A dónde
crees que vas? —Eliana preguntó y Birdie le tocó el hombro. —Quiero decir ¿Estás
bien?
—No…
debería irme. —Erika apartó la mirada y Birdie le acarició la mejilla derecha
—Niña, mírame.
—Erika la miró a los ojos. —¿Qué ha pasado?
—Tessan
dijo algo… y tenía razón. —Birdie y Eliana arquearon una ceja. —Soy lo que soy,
una monja, y Diana está a salvo ¿Acaso tengo sitio aquí?
—Pues
claro que lo tienes, Erika. —Birdie le puso la otra mano en la otra mejilla y
sonrió. —De hecho, nos gustaría mucho que te quedaras y seas una de nuestras cazadora.
—Lo siento
pero… necesito buscar mi sitio. —Erika le apartó las manos y sonrió. —Gracias
por todo.
—Siempre
podrás volver aquí, lo sabes ¿No?
—Y si
estás en peligro, los Sargira te ayudaremos.
—Os lo
agradezco. —Erika abrazó a Birdie con fuerza.
Erika bajó
las escaleras hasta el hall y vio a Diana y Lilith en el comedor, riendo entre
ellas de forma cómplice. Se entristeció, dudó si caminar hacia ellas y se
marchó a la entrada. Al salir, cerró con cuidado la puerta y rompió a llorar
mientras daba varios pasos.
—¿Pretendías
irte sin despedirte de mí? —Erika alzó la vista y vio Nadine sentada en el capó
de un todoterreno negro junto a Tessan. —No hace falta decir la obviedad de lo
feo que es eso.
—Me
imaginaba que estaría aquí. —Erika suspiró y sonrió. —¿Me echará de menos una
Lostian?
—¿Hablas
de mí o de mi hija? —Nadine preguntó con seriedad y Erika apartó la mirada. —Si
te vas, les romperás el corazón.
—¿Cómo
puedo despedirme si el mío ya lo está? —Miró a Nadine y se intentó secar las
lágrimas. —Ellas se quieren, no es difícil verlo.
—Lo sé, son
una pareja maravillosa. —Nadine sonrió de forma afable. —Y tú te sientes
derrotada.
—¿Tanto se
nota? —Erika tragó saliva, miró hacia el cielo y sonrió. —Ellas no me quieren y
yo no puedo quererlas a las dos ¿Qué sentido tendría todo si me quedase?
—¿Sabes realmente
si no sienten nada por ti? —Erika negó con la cabeza. —¿Y les has preguntado?
—No pero…
—¿Y cómo
que no puedes quererlas? ¿Has visto a Birdie y lo que nos aguanta? —Ambas
soltaron una carcajada. —No hace falta decir la obviedad de que preguntes, quizás
te sorprenda.
Erika bajó
la cabeza y respiró profundamente. Nadine miró hacia la entrada, viendo salir a
Lilith y Diana juntas, y se acercó a Erika.
—No tengas
miedo de decirles lo que sientes. —Susurró Nadine sonriente. —Lo mucho que te
gustan, lo mucho que te aterra, todo, sólo… tienes que darte la vuelta.
—¿Y si
dicen que no?
—¿Y si
dicen que sí? —Tocó el hombro de Erika. —Pierdes más si huyes que si descubres
la verdad.
Erika se dio
la vuelta y jadeó nerviosa, intentando mirarlas.
—¿Te vas? —Preguntó
Diana caminando hacia Erika. —¿Hemos…?
—Son temas
de cazadores, no te preocupes. —Nadine acarició la cabeza de Erika. —¿No?
—Yo… creo que
quería huir.
—¿Desde cuando
una monja huye? —Preguntó Lilith caminando hacia Erika y mirándola molesta. —Si
te aterra algo, lo encaras.
—¿Acaso existe
algo que te asuste? —Diana sonrió y Erika apartó la mirada.
—Existe, me
da miedo… lo que siento. —Ambas se sorprendieron al oír a Erika y Nadine se apartó
de ellas. —Quiero estar con vosotras pero… no quiero ser sólo una amiga.
—¿Estás enamorada
de nosotras? ¿De las dos? —Diana preguntó sorprendida y se sonrojó, y Erika asintió.
—Eso es…
Lilith empezó
a reír feliz y sonrojada, sorprendiendo aún más a Diana y enfadando a Erika.
—¿Qué te hace
gracia? Ya sé que… —Erika suspiró molesta. —Olvídalo, esto está…
—Es muy irónico
porque Diana y yo… —Lilith suspiró y cogió de la mano a ambas, sonrojando a Erika.
—Queríamos decirte algo parecido y no sabíamos cómo.
—¿Entonces…?
—Nos… gustas.
—Diana susurró y besó en la mejilla a Erika. —Y quiero conocerte más aún, si tú
quieres.
—Yo también…
quiero conocerte más, Diana. —Erika besó en la nariz a Diana y después miró a Lilith.
—Y a ti también, Lilith.
—¿Incluso si
soy una demonio para ti?
—No eres una
demonio. —Erika sonrió feliz y besó en la nariz a Lilith. —Eres mi demonio.
—Eh, es nuestra.
—Ambas soltaron una carcajada y Lilith se enfurruñó. —¿Acaso no es verdad?
—Un poco…
—Lilith se cruzó de brazos y apartó la mirada. —Y Erika… puedes… confiar en nosotras,
siempre estaremos… para ti.
—Y yo para
vosotras, cuidaros… —Erika se avergonzó. —… y quereros mucho.
Eliana y Birdie
salieron de la casa, y caminaron juntas hacia el trío.
—¿Qué nos hemos
perdido? —Birdie preguntaba feliz y Nadine le hizo un gesto para que se acercara.
—¿Por qué no vais a seguir desayunando?
Vieron a las
tres marcharse hacia la casa entre risas y molestando a Lilith. Eliana y Birdie
se acercaron a Nadine y ella sonrió de forma afable.
—Me gusta que
todo termine bien.
—¿Entonces
vais a dejar que la tal Eri se quede? —Nadine se encogió de hombros.
—Podría servirnos
de mucha utilidad ahora, teniendo en cuenta lo que está pasando en Málaga. —Eliana
miró a Nadine y ella asintió. —Que vaya un Undragun por las calles alimentándose
de inocentes no es buena señal.
—Y más con
cazadores de la Iglesia detrás de él. —Nadine miró hacia la casa y sonrió. —Dejemos
que descanse un tiempo, nosotras investigaremos.