martes, 26 de octubre de 2021

Mi día a día con un demonio. Capítulo 4.

Durante la noche, Kenji entraba en el apartamento, acompañado de cuatro subordinados, y vestido con traje.
—Asegurad el apartamento. —Ordenó firme mientras se quitaba la chaqueta. —Revisadlo bien.
—Señor.
Yumiko entró en el apartamento, vestida con traje y con una cajita azul.
—El señor Petrov me dio esto para usted. —Yumiko se acercó a él y le cogió la chaqueta. —Dijo que son… esto…
—Smokva.
—¡Sí! Voy a tirarlo a la basura.
—Déjalo en la cocina.
Los hombres se reunieron y Yumiko se marchó a la cocina.
—Todo despejado, si necesita algo…
—Id a dormir.
Kenji se quitó la corbata y la dejó caer.
—Señor. —Yumiko le trajo una copa de vino tinto y él la cogió. —Le he visto distraído durante la reunión con Yuri, estoy segura que Luna también le echa de menos.
—Estoy seguro que no. —Dio un sorbo y su móvil vibró, haciendo sonreír a Yumiko y molestando a Kenji. —Te drogó y aún así tu interés por nuestra relación es intenso.
—Me compensó bastante bien, es muy buena cocinera.
—Ya…
Yumiko se marchó cerrando la puerta y Kenji se sentó en el sofá mientras veía el móvil.
—Te echo de menos… —Kenji esbozó una sonrisa y cruzó las piernas. —Me gustaría tenerte aquí.
Mientras tanto, Luna se encontraba en la cama con su teléfono, vestida sólo con una camiseta negra y un collar de cuero negro, y acompañada de Leo, completamente desnudo y dormido.
Se decidió a llamarle, lo que sorprendió a Kenji.
—¿Qué ocurre? —Susurró preocupado. —¿Estás en peligro?
—Más o menos…
—Estaré allí en dos minutos.
—No es eso… yo… —Luna susurró avergonzada y se miró su miembro erecto. —No consigo dormir.
—Dime que te preocupa.
—No estoy preocupada, es que… no puedo dormir. —Luna bajó un dedo por el vientre y se mordió un labio. —No tengo sitio pero no quiero que Leo me descubra.
—¿Es algo ilegal?
—Creo que… inmoral si me descubre.
Kenji tragó saliva y sonrió.
—Debería darte vergüenza, eres una sucia pervertida.
—Lo soy… —Luna se sonrojó y habló nerviosa. —Porfavor… haz que me corra.
—Se te oye tan patética, suplicando por mí. —Kenji dio un sorbo y se relajó. —¿Dónde está tu carácter, Luna? ¿Acaso fantaseas conmigo en secreto?
—Yo… —Luna tragó saliva y bajó los dedos hasta el glande, acariciándolo con suavidad, lo que hizo que jadeara y moviera las piernas para contener sus gemidos de placer. —Lo hago… es tu culpa que no pueda dormir… quiero servirte…
—Desearías que te tuviera bocabajo, bien atada de manos, bien amordazada ¿Verdad? Jugando con mi lengua en ese trasero tan pequeño y blandito que tienes… haciéndote sentir tan débil… usándote… —Kenji bebió de golpe la copa y la dejó en el suelo. —O estar de rodillas para mí, lamiendo mis zapatos mientras tiemblas de lo avergonzada que estás, tan patética… ¿Acaso crees que no sé cuales son tus deseos más oscuros?
—Cállate…
—Puedo oír como te tocas, Luna ¿De verdad vas a seguir engañándote? —Se desabrochó el pantalón con una mano y acarició el bulto de su ropa interior. —Pon el móvil en la cama y usa un dedo por detrás.
—Esto… es vergonzoso. —Luna obedeció y empezó a introducir el índice en el ano. —Kenji…
—Imagina que esos dedos son los míos, imagina que estoy a tu lado, viendo que te estremeces, que disfrutas, que te avergüenzas, sintiendo el calor de tu cuerpo encendido con mi tacto.
—¿Cómo lo haces? Nadie me ha hecho sentir así… nunca he querido cederme a alguien pero tú…
—Quizás porque siempre te has visto con la necesidad de controlar todo para sentirte segura y yo logro darte eso quitándotelo, tu control, tu cuerpo, tus sensaciones, tu voluntad, soy la única persona a la que confías todo y cedes. —Luna no respondió, tan sólo pudo tragar saliva y parar, y Kenji sonrió satisfecho. —Tengo razón.
—Cuando estoy contigo… yo… me siento segura, me haces sentir… bien… y deseo complacerte… —Luna introdujo otro dedo y lo movió en círculos. —Me siento tan bien… ningún hombre ha podido darme esto… eres un criminal… pero también… eres especial.
Ambos se avergonzaron de forma intensa, se tocaron más y Kenji jadeó encendido.
—Ni a mí ninguna mujer los deseos que tú me haces sufrir. —Kenji sacó el miembro apretado en los boxers. —Quiero que tu cuerpo tiemble conmigo, quiero poseerlo y marcarlo.
—Kenji… no puedo… dios…
—Deberías bajar la voz… o Leo sabrá que eres una pervertida.
—Tú me haces serlo… por tu culpa… yo nunca fui así…
—Pero te gusta, aún recuerdas mi boca en ese miembro tuyo ¿Verdad?
—Calla…
—Ningún hombre ha sido capaz de jugar con él como lo hago yo, lo has dicho.
—Lo sé… —Luna se mordió el labio inferior recordándole. —Sólo eres un demonio pervertido…
—No puedes esconderte de mí, deseas esto, me deseas.
—Basta… me vengo…
Luna no pudo contenerse y se vino en las sabanas mientras se resistía a gemir mordiendo la almohada.
—Buena chica.
—Demonio…
Kenji sonrió complacido y Luna suspiró avergonzada.
—Debería… haber puesto algo encima.
—Mañana desearía tenerte conmigo a mediodía, cerca de la hora de comer, a cambio de haberte ayudado.
—Y-yo… me gustaría.
—Encargaré a Yumiko que te prepare la ropa y te lleve.
—N-no hace falta, puedo ir sola y…
—Esto va incluido en el plan. —Kenji la interrumpió completamente. —No puedes rechazarlo.
—Al menos me gustaría ayudarte también a…
—Descansa, Luna.
Kenji colgó, dejó caer el móvil y sonrió avergonzado mientras se echaba el flequillo hacia atrás.
—¿Qué es lo que haces conmigo, Luna? —Kenji se levantó y se desnudó completamente. —Desearía tenerte aquí.
El móvil sonó y Kenji lo cogió a la vez que agarraba de nuevo la copa vacía.
—Esperaba ansioso su llamada, señor Kelly.
—Devuélveme a mi hijo. —Ordenó un hombre con voz masculina y desgastada por la edad. —Si me entero de que le has puesto un dedo encima…
—Kevin está bien y bajo mi protección. —Kenji caminó hacia la cocina y cogió una botella de vino abierta que estaba en la encimera, a la vez, dejando la copa en el fregadero. —No he decidido que hacer con él aún, teniendo en cuenta que atacó a mis hombres.
—Mi hijo fue un idiota y un irresponsable pero soy yo quien decide…
—¿Acaso debo aliarme con su mujer en su pequeña guerra? —Hubo un silencio después de las palabras de Kenji interrumpido por un débil gruñido al otro lado. —Señor Kelly, pretendo mantenerme neutral en estos asuntos y conseguir una compensación por unos actos tan deshonrosos, debo mantener un status.
—Mi mujer ¿Le ha ofrecido algo?
—No me he puesto en contacto con ella aún pero lo haré.
—Le pagaré lo que sea por su vida.
—¿Por él? —Kenji bebió un trago y se apoyó en la encimera. —Si alguien apuntara mis tratos, y se las enviara a mi peor enemigo, pagaría por su vida para acabarla yo mismo.
—Debe ser mentira, mi hijo no me traicionaría.
—Yo creo que sí, alguien que cree que debe tomar el mando y echar a un viejo gordo de su silla lo haría apuntando nombres en una libreta junto al dinero que deben.
—¿Cómo sé que es verdad y no un truco? —Kenji sonrió al oírle asustado y enfadado. —¿Acaso debo confiar en un niñato como tú?
—Sí porque yo tengo honor en mis palabras. —Bebió otro trago y exhaló con una sonrisa. —¿Acaso debo confiar en un pedófilo incestuoso cómo usted?
—Ja, alguien que se cree las mentiras de mi mujer.
—Sólo diré que tendrá que elegir entre su hijo o la libreta, me da igual el dinero, aunque la verdad, sé que no puede pagar por ambos.
—Escúchame bien, niñato de…
Kenji colgó y dejó el móvil en la encimera.
—¿Todos los Kelly son siempre demasiado orgullosos? —Susurró molesto y entonces imaginó a Luna de rodillas frente a él, mirándole de forma desafiante, lo que le encendió y le hizo relamerse sus labios. —Sigues haciendo que piense en ti… maldita e inocente…
Al día siguiente, Kenji se encontraba en el puerto, viendo el mar con seriedad. Estaba vestido con una camisa blanca con tirantes negros, pantalones de lino negros y botines de cuero negros.
—Señor… Uematsu…
Kenji escuchó la voz de Luna y se dio la vuelta. Llevaba un vestido blanco, de volante largo hasta los tobillos, la espalda desnuda y con un nudo al cuello cubierto parcialmente con un collar de cuero blanco con un aro de metal, tacones blancos y su bolso de cuero, además de su cabello en una larga trenza.
—Veo que has sido obediente. —Kenji sonrió y sacó el móvil para pulsar en la pantalla, haciendo que Luna se inclinase y se estremeciera. —No esperaba que fuese del todo… ¿Qué te ha impulsado?
Kenji se acercó a ella, le agarró de la barbilla y la hizo mirarle a los ojos.
—No esperaba que aceptases todas mis condiciones. —Luna cerró los ojos y se mordió el labio inferior. —Buena chica.
Kenji volvió a pulsar el teclado y guardó el teléfono a la vez que Luna se relajaba.
—Tan sólo deseo devolver el favor. —Luna se sonrojó y miró a Kenji. —Nada más, señor Uematsu.
—No pensé que me harías ser tan intenso. —La soltó y le ofreció su mano. —Podemos pasear juntos.
Luna cogió su mano con cautela y ambos caminaron juntos cerca del mar.
—Pensé que vendrías sin hacer nada de lo que pedí.
—Imaginé que te molesté con mi situación. —Luna susurró avergonzada. —Sólo eso.
—Es muy propio de ti —Kenji sonrió de forma dulce y Luna se avergonzó más. —Tienes la palabra de seguridad, si lo necesitas.
Luna asintió y él hizo que ella se pegase a él, de forma que él la soltó y la agarró de la cintura.
—Estás muy sexy. —Kenji susurró en el oído de Luna, lo que hizo que ella jadease. —Yumiko tuvo buen gusto.
—Sí… lo tuvo… —Luna miró a Kenji de reojo y vio que estaba con el móvil en la mano. —Gracias, Señor Uematsu.
Kenji volvió a guardar el teléfono y la miró tranquilo y sereno.
—Eres rápida. —La miró a las piernas y después a los ojos. —Hay un baño cerca, hay algo que necesito comprobar.
Luna se avergonzó y caminaron rápido hasta un baño público. Allí se metieron juntos en el baño de hombres y la arrinconó agarrando sus muñecas con una mano y poniéndolas sobre la cabeza.
—Has traído un arma. —Exclamó molesto.
—¡Es sólo si aparece mi familia, nada más!
—¿Acaso sabes disparar? —Luna arqueó una ceja y Kenji apretó con más fuerza. —No soporto las armas de fuego.
—No eres el único.
Kenji acercó sus labios al cuello de Luna y subió su mano por el muslo derecho de ella.
—No… alguien podría…
Luna susurró y se vio interrumpida por Kenji, quien tocaba una pistola enfundada en una pistolera de muslo.
—Estoy aquí para protegerte, no necesitas un arma.
—¿Y quién te protege a ti, Kenji?
Kenji se separó y la liberó, viendo a Luna mirarle molesta y sonrojada.
—Olvídalo…
Luna se marchó y Kenji suspiró.
—Siempre sabes molestarme. —Se tocó el lado izquierdo del pecho. —Luna…
Se soltó el cabello quitando la goma y salió del baño, caminó enfadado hasta que vio a escondidas a Luna, incomoda y hablando con un joven y su pareja, una chica.
—Es el chico de sus redes sociales.
Se sintió celoso hasta que escuchó más de cerca.
—Así que vienes sola ¿A fingir que tienes novio o a espiarnos? —Habló el chico con tono de superioridad. —Eres tan patética.
—Debes tener una vida muy aburrida para seguirnos…
Kenji apareció detrás de Luna y le besó en la cabeza.
—Siento haber tardado tanto, amor. —Los tres se sorprendieron y Kenji miró al chico. —¿Son amigos tuyos?
Habló relajado, con calma pero sin perder la seriedad en su tono. El joven se sintió celoso mientras la chica miraba sonrojada a Kenji.
—Vamos a llegar tarde a la reserva… cari-cariño…
Luna tartamudeó y Kenji, agarrándola de la barbilla, la besó de forma apasionada en los labios al mismo tiempo que miraba al chico de forma agresiva y posesiva. Ambos se separaron y Luna se mantuvo cabizbaja, escondiendo su rostro por vergüenza.
—Tienes razón, mi Luna.
Kenji asintió y se marchó con Luna de la mano. Caminaron varios minutos hasta alejarse lo suficiente.
—No soporto que otro…
Luna le abrazó entre lágrimas y Kenji se sorprendió, dudó si corresponderla y finalmente lo hizo, acariciando la espalda con suavidad.
—Gracias… Kenji.
—Siempre estaré ahí para salvarte… —Le besó la cabeza y le acarició el cabello. —Sólo dilo, y le castigaré por hacerte daño.
—N-no… está bien.
El estómago de ella rugió y Kenji soltó una carcajada.
—No tiene gracia.
—Un poco, vamos.
Ambos caminaron cogidos de la mano. Luna no pudo evitar sentirse avergonzada, preguntándose si lo que había entre ellos era una relación.
Llegaron a un restaurante elegante, se acercaron al interior y se sentaron en un cubículo discreto.
—Esto debe ser muy caro ¿Cuánto…?
—No hay cuanto, ahora sólo quiero que te relajes. —Kenji habló con un tono serio mientras veía la carta. —¿Puedes beber?
—Media copa de vino está bien.
Un camarero llegó, les tomó nota y se marchó.
—¿Por qué me has traído aquí? —Preguntó Luna nerviosa. —¿Hay algo que quieras o…?
—Te he conseguido una entrevista con un bufete, quien lo dirige es amigo mío y me debía un favor. —Luna se sorprendió y Kenji dejó a un lado la carta. —No te gustan los criminales cómo yo y ellos ayudan a gente que necesita ayuda, principalmente personas de tu colectivo, asesoran y pagan bien.
—Y-yo… no sé ¿Gracias? —Luna soltó una carcajada nerviosa y Kenji la miró serio. —Gracias, supongo, pero no entiendo por qué.
—Es a lo que quiero llegar.
El camarero trajo una botella de vino y dos copas, Luna y Kenji se miraron mutuamente, haciendo que ella se sintiera avergonzada y él disfrutara de la situación con una sonrisa.
—Disfruten.
El camarero se fue y Luna vio cómo Kenji daba un sorbo a la copa mientras la miraba a ella atentamente, como si la acechara y estuviera a punto de ponerla sobre la mesa. El corazón de Luna se aceleraba, ella intentaba controlarse y no pensar, miró la copa y bebió de golpe, haciendo sonreír a Kenji.
—¿Qué? ¿Qué tiene tanta gracia?
—Nada.
Luna le miró molesta y sonrojada por el alcohol, y eructó ligeramente en un instante, entonces Kenji intentó no reírse y Luna apartó la mirada sintiéndose más enfadada.
—Demonio…
—Me gusta que no tengas modales. —Luna suspiró y se tocó la frente al verse mareada. —Quiero preguntarte ¿Has estado alguna vez en un festival de verano? Ya sabes, en Japón.
—Bueno, una vez… uggh, que mareo. —Luna eructó y levantó la mirada, viendo entonces a Kenji de pie rellenándole la copa y apartó la mirada a otro lado por vergüenza. —Pero fue en un viaje con mi abuela.
—Bebe con calma, dando sorbos ¿De acue…? —Luna bebió de golpe otra vez y exhaló, haciendo que Kenji suspirara molesto. —Esto no es para beber de un trago, hay que disfrutarlo.
—Estoy nerviosa.
—No es difícil darse cuenta. —Kenji alejó la botella de Luna y se sentó. —Cuéntame de aquello, de tu experiencia.
—Pues… bastante pésima, perdí mi diario y me perdí. —Kenji sonrió y Luna se mantuvo pensativa. —Aunque conocí a un chico muy mono que me ayudó y tal, eso sí, no le entendía nada.
—O tomodachi… —Kenji dio un sorbo mirando a Luna y ella se sorprendió. —… ni natte kuremasu ka?
—Eso… creo que fue lo que me dijo.
—Aquel diario ¿Era verde? —Luna tragó saliva y asintió aún más sorprendida. —Y tu diario te lo quitaron unos chicos ¿No es así?
—Eres tú… ¡Eres tú! —Exclamó sorprendida. —¡Pero…! Joder… has cambiado un montón, ni pude darte las gracias por todo, yo… lo que quiero decir es…
—Debería decir lo mismo de ti. —Kenji soltó una carcajada ante la felicidad de Luna. —Pero es que siempre has sido hermosa.
—No me digas eso… demonio idiota.
Luna se sonrojó y sonrió dulce ante Kenji.
—Desde que te conocí aquel día, has sido una luz en mi corazón. —Luna se avergonzó al oírle y Kenji se levantó. —Mi vida ha sido un constante mundo de sombras.
—E-espera…
—Y he soñado con esto, con verte otra vez y darte las gracias, no pensé que caería enamorado después de conocerte. —Kenji caminó hacia ella y se arrodilló a sus pies cabizbajo, agarrando las manos de Luna. —Y estoy seguro que de cualquier otra forma habría pasado igual y la situación sería la misma… la verdad que estoy enamorado de ti, de Luna.
—Ni se te ocurra… —Kenji empezó a reír de forma dulce y la miró a los ojos sonrojado. —No voy a aceptar ser tu esposa.
—Demasiado pronto ¿No te parece? —Luna se avergonzó y suspiró molesta. —No, ni siquiera soy digno de pedirte salir conmigo, en cambio sí quiero ofrecerte algo pues somos amigos.
—¿El qué? —Luna carraspeó y miró a Kenji con seriedad. —Yo… puedes ofrecerme lo que sea, yo también te ofrezco lo que quieras.
—¿Y si te ofreciera la posibilidad de no tener que huir más? —Luna se sorprendió y Kenji se levantó. —De hacer tu vida, tus deseos, todo.
Luna no podía creer lo que oía de los labios de Kenji, le estaba ofreciendo la libertad que ella tanto anhelaba, y en su mente sólo podía pensar que Kenji estaba loco porque nadie podía enfrentarse a las dos personas más peligrosas que había conocido.
—Tarde o temprano mi familia vendrá, no… no podrás con ellos.
—Lo sé ¿Y si acabásemos con ellos antes? Darles el primer y mortal golpe. —Kenji cogió la copa de Luna y dio un sorbo, sonriendo y viendo a Luna estar nerviosa. —Tú y yo juntos, nadie más tendría que venir a por ti.
—No… yo…
—Sin ellos de por medio, podrás hacer todo lo que quieras con tu vida, nadie más te impedirá ser tú, ser simplemente Luna.
—Es una locura…
Luna se levantó bruscamente e intentó huir pero Kenji la agarró del brazo, ella lo zarandeaba e intentaba zafarse hasta romper a llorar.
—No puedo hacerlo… suéltame.
—Puedes, confía en mí, mírame. —Luna se giró lentamente para mirar a Kenji y él la soltó. —Tú les conoces mejor que ellos mismos.
—Pero no soy tan fuerte… no sé si podría… no creo que sea capaz de apretar el gatillo.
—Nadie es lo suficientemente fuerte si es su familia. —Kenji habló tranquilo, cerró los ojos y respiró con calma para abrirlos de nuevo y acariciar el rostro de Luna. —Hay otros caminos, otras maneras, tú podrías hacerlo.
—Kenji… esto no es sólo por mí ¿No?
Kenji apartó la mirada, Luna suspiró molesta apartándole la mano, se quitó el collar y lo dejó caer.
—Obviamente esto no era por mí. —Se quitó los tacones con gran enfado y apretó los puños. —Siempre fueron negocios, incluso rescatarme fue… eso…
—¡No! Nunca fue… —Kenji intentó acercarse a Luna y ella caminó hacia atrás. —Tú no lo entiendes.
—Lo entiendo perfectamente, Kenji.
Luna se marchó llorando y caminando rápidamente.
—No entiendes nada, Luna. —Kenji cogió el collar y lo sostuvo con fuerza. —Ojalá no supieras la verdad.
Kenji se sentó y suspiró molesto.
—La he fastidiado…
Miró a la barra y vio a un camarero estando nervioso, mirando a todos lados y Kenji sacó discretamente una pistola Ruger LCP.
—Señor. —Kenji escuchó a un hombre acercarse. —Le traigo…
Un camarero apareció armado con un subfusil UZI, Kenji disparó a la cabeza y lo mató al instante.
—¡Alana Kelly le envía saludos!
El camarero de la barra sacó otro subfusil y ambos se dispararon, Kenji dando en la cabeza de nuevo pero recibiendo un disparo que rozó el cuello y otro que impactó en el lado derecho del pecho.
—Mierda… —Kenji cayó al suelo de lado intentando taparse la herida del cuello con una mano mientras apuntaba con la pistola. —Duele… creo que…
Cinco hombres armados y vestidos de paisano entraron y él les respondió con más disparos, matándolos a todos excepto uno, quién se acercó sonriente y Kenji se dio cuenta que no tenía más balas.
—Alana exige tu cabeza por la vida de su hermano.
—Su hermano… está vivo… —Kelly suspiró y empezó a reír escupiendo sangre. —Claro… deshonra…
Kenji negó con la cabeza y se echó el flequillo hacia atrás.
—Será rápido. —Habló el asesino y le apuntó a la cabeza. —Y nada doloroso, Slán… cara.
Hubo un disparo y el hombre cayó fulminado y con un disparo en la cabeza, justo al lado de Kenji, quien alzó la mirada intentando ver pero sólo pudo escuchar unos pasos.
—Yumiko… búscala… busca a… Luna…

sábado, 23 de octubre de 2021

La Luz de Ragali. Capítulo final.

A la mañana siguiente Lilith despertó desnuda en la cama de su dormitorio junto a Erika, quién también yacía desnuda.

—¿Aún no ha…? —Lilith bostezó y se estiró. —En fin.

Lilith se levantó y vio ropa de Diana en el suelo junto a varias plumas negras. Se asombró y salió corriendo de la habitación, sonreía nerviosa y ansiosa por los pasillos, con Diana en su mente sin poder pensar en otra cosa.

—Esta sensación…

Notó cómo alguien con gran cantidad de Esencia estaba alrededor de la casa y bajó las escaleras de un salto hasta el hall.

—¡Diana!

Lilith salió de la casa y allí desde la entrada vio a Diana volar con un par de alas blancas angelicales. Su cabello estaba alisado y vestía una camiseta negra con margaritas en el pecho, vaqueros azules y deportivas verdes.

Gritaba y disfrutaba mientras hacía piruetas y volaba a gran altitud.

—¡Lilith! —Gritó Diana con felicidad. —¡Mira!

Diana cogió altura y se lanzó en picado hacia el suelo.

—¡Eso es peligroso! —Gritó Lilith asustada. —Esta humana…

Diana planeó entonces hacia ella y aterrizó torpemente con los pies hasta caer de rodillas ante Lilith.

—¡Que pasada! —Exclamó Diana con los brazos alzados.

Lilith se arrodilló para abrazarla con fuerza y conteniendo su felicidad.

—Podrías haberte hecho daño… humana idiota…

Diana tocó la punta de la nariz de Lilith con la suya, haciéndola sonrojar.

—O-oye…

—Te he echado de menos, Lilith.

—Y yo… —Pegó su frente a la de Diana y suspiró. —Te quiero… Diana.

—Y yo a ti, Lilith. —Se miraron mutuamente y sonrieron. —Siento haber tardado.

Lilith rompió a llorar y negó con la cabeza para acabar besándola en los labios.

—No importa. —Acarició el rostro de Diana y sus labios temblaron. —Ahora estás aquí.

Oyeron los pasos de alguien y Diana se apartó de Lilith. Vio a Erika en la entrada, con una camiseta negra de deporte y bragas blancas.

—¡Erika! —Diana se levantó y Erika caminó hacia atrás. —¿Qué ocurre? ¿Estás bien?

Erika tragó saliva y se marchó hacia el interior de la casa.

—Oye… —Diana miró a Lilith y ella se levantó. —¿Ha pasado algo entre vosotras?

—Es largo de contar. —Apartó la mirada sonrojada. —¿Quieres un café? Te lo contaré.

Ambas entraron en casa, y Lilith miró hacia la puerta de la biblioteca.

—¿Ocurre algo, Lilith?

—Esperaba ver a mamá y… —Lilith abrió la puerta y tras un segundo la cerró con fuerza. —Mierda.

—Estás más pálida de lo habitual ¿Qué pasa? ¿Qué has visto?

—El infierno, Diana, sin ropa y con… muchas serpientes, colas… —Lilith tragó saliva y Diana la miró sin comprenderla. —Muchos… brazos…

—¿Puedo…? —Diana intentó abrir la puerta y Lilith se lo impidió cogiéndola del brazo y llevándola al comedor. —¡O-oye, que tengo mucha curiosidad!

Una vez en el comedor

Mientras tanto, Erika lloraba en el dormitorio de Lilith. Lloraba de pie frente a la cama y apretando los puños con fuerza.

—No… no es justo… —Puso la mano en su pecho y miró hacia arriba. —¿Por qué este dolor?

Su respiración se aceleró y se llevó las manos a la cabeza entre sollozos.

—Debería estar feliz, están juntas, está aquí… —Intentó secarse las lágrimas hasta que se rindió y dejó caer los brazos. —Pueden estar juntas y yo… me siento ajena…

Cogió aire y tras varios segundos lo soltó y decidió sentarse en la cama.

—¿Cómo podría sentir celos? Ellas se quieren… —Se miró las manos y cerró los ojos. —Y yo no puedo estar enamorada de ellas, quizás sólo quiero lo que ellas… tienen, debe ser envidia, seguro.

—¡Lilith! —Oyó dos golpes en la puerta y la voz de Tessan al otro lado, y se secó las lágrimas. —¿Estás ahí?

—¡No! No está…

Tessan abrió la puerta y vio a Erika, lo que hizo que se preocupara.

—Eh, eres la monja. —Tessan miró a Erika y después alrededor de la habitación. —Oye ¿Sabes dónde está mi hermana?

—Con Diana.

—¡¿Diana ha vuelto?! —Erika asintió y Tessan sorprendida se sentó junto a ella. —¿Y… por qué no estás contenta?

—Es una tontería.

—¿Piensas que ya no puedes quedarte?

—N-no pienso eso. —Erika arqueó una ceja. —¿Por qué no podría quedarme?

—Pues… eres una monja, Diana está a salvo…

—No había… —Erika miró sus cosas y suspiró. —No había pensado en eso pero tienes razón, creo que ya no tiene sentido que me quede.

—¿Qué vas a hacer?

—Coger mis cosas y marcharme, es lo mejor que puedo hacer.

—O sea… con tu gente.

—Yo no tengo gente, no… tengo nada pero puedo apañármelas.

—Cómo veas pero no intentes cazarnos, monjita. —Tessan se crujió los nudillos y sonrió. —O te daré una paliza.

Erika la miró y soltó una carcajada.

—No lo creo, te haré estar de rodillas en nada. —Erika suspiró y se secó las lágrimas. —Pero no os atacaré.

—Eso es chachi. —Tessan se levantó y fue a la puerta. —Y gracias por proteger a mi familia, Eri.

Tessan se marchó y Erika sonrió.

—Eri… —Arqueó una ceja sorprendida. —¿Eri? ¿Me ha puesto un diminutivo?

Pasó media hora, Lilith y Diana tomaban una taza de café juntas en el comedor.

—Es… wow… —Diana estuvo sorprendida y con los ojos como platos. —Es que… uff… suena… wow…

—Y-ya lo sé, hice mal. —Lilith dio un sorbo y suspiró agobiada. —No pude resistir, necesitaba comer, ella se ofreció… no debía follar sin decírtelo pero…

—¿Qué? ¡No! E-eso me da igual, o sea, no me da igual, me alegra mucho. —Diana se sonrojó y Lilith se sorprendió. —Te quiero y me gusta que te diviertas, es que… tú y Erika…

—Lo sé, somos blanco y negro… pero me gusta cómo… me gustas tú y ella pues… —Diana dio un sorbo y apartó la mirada. —Pensaba que la relación de mis madres es complicada pero esto…

—Quizás sea buen momento para decir que me gusta también. —Ambas miraron sus tazas respectivamente y Diana tragó saliva. —Pues sí… complicada de narices.

—¿Y quién… se confiesa primero?

—¡N-no lo sé! No soy tan experta. —Diana miró hacia atrás fijándose en la puerta de la biblioteca. —Les podemos…

—¡No! Ya vi suficiente.

Estuvieron en un silencio incomodo durante unos segundos y Diana sonrió.

—Así que… te conviertes en demonio. —Diana miró a Lilith de forma sugerente y Lilith la miró avergonzada. —Ahora tengo curiosidad.

—¿Todos los humanos tenéis un deseo oscuro por los cuernos y las alas o que?

—Quizás… sea un poco monster fu…

Nadine y Birdie salieron de la biblioteca, vestidas igual que ayer pero con la ropa arrugada.

Nadine se acercó a ellas y Birdie subió las escaleras, dónde se encontró a Eliana hablando con Tessan y vistiendo igual que ayer.

—Cariño. —Birdie saludó y sonrió a Eliana mientras acariciaba la cabeza de Tessan. —Mi niña ¿Habéis dormido bien?

—Bastante chachi ¿Y tú?

—Pequeña, déjanos solas. —Tessan miró a Eliana y ella le tocó el hombro. —Prepara las cosas y llévalas al todoterreno.

—Sí… madre.

Tessan se marchó y Eliana suspiró con una mano a la frente.

—Un poco agobiada.

—Sin sectas por ahí ya no hay que estar alerta así…

—No hablo de eso, hablo de… ¿Realmente quieres estar también con Nadine? —Birdie asintió y Eliana cerró los ojos. —Sólo… lo que me dijiste anoche, yo no supe que hacer.

—Estás preocupada por si te sientes celosa, yo también lo estaría.

—No tengo celos, no es eso.

—Nadine ha cambiado, ya no es como antes.

—Lo sé, ayer hablamos y fue muy diferente a cuando hubo peleas. —Birdie acarició el rostro de Eliana y ella abrió los ojos. —No noté a una Undragun sino a una madre y… una metamor, y me alegro por vosotras.

—Es un gran paso. —Birdie tosió y soltó a Eliana. —Me ha contado Nadine lo ocurrido con la secta y… tenemos a los de la Iglesia aún detrás de Diana.

—Sí, Erika ha demostrado ser muy útil y leal pero por desgracia su lealtad sólo es a la portadora.

—Muy ciegas tienes que estar para pensar eso, está algo concienciada con su entorno, y lo peligroso que es la Iglesia y aquellos Lostians fuera de las Familias.

—¿Crees que sólo necesita tiempo? —Birdie asintió y Eliana se encogió de hombros. —Y crees que sería buena idea que fuese cazadora de Ragali.

—Puede aportarnos nuevos conocimientos ¿No crees?

Eliana suspiró y asintió.

—Por mi parte, no veo ningún problema.

Birdie vio entonces a Erika caminar por el pasillo y acercarse a ellas. Estaba vestida con vaqueros negros, sudadera negra, botas militares negras, y cargando una bolsa negra a la espalda.

—¿Erika? —Preguntó Birdie sorprendida. —¿A dónde vas?

Birdie pudo notar que Erika estaba triste y que sus ojos estaban rojos.

—¿A dónde crees que vas? —Eliana preguntó y Birdie le tocó el hombro. —Quiero decir ¿Estás bien?

—No… debería irme. —Erika apartó la mirada y Birdie le acarició la mejilla derecha

—Niña, mírame. —Erika la miró a los ojos. —¿Qué ha pasado?

—Tessan dijo algo… y tenía razón. —Birdie y Eliana arquearon una ceja. —Soy lo que soy, una monja, y Diana está a salvo ¿Acaso tengo sitio aquí?

—Pues claro que lo tienes, Erika. —Birdie le puso la otra mano en la otra mejilla y sonrió. —De hecho, nos gustaría mucho que te quedaras y seas una de nuestras cazadora.

—Lo siento pero… necesito buscar mi sitio. —Erika le apartó las manos y sonrió. —Gracias por todo.

—Siempre podrás volver aquí, lo sabes ¿No?

—Y si estás en peligro, los Sargira te ayudaremos.

—Os lo agradezco. —Erika abrazó a Birdie con fuerza.

Erika bajó las escaleras hasta el hall y vio a Diana y Lilith en el comedor, riendo entre ellas de forma cómplice. Se entristeció, dudó si caminar hacia ellas y se marchó a la entrada. Al salir, cerró con cuidado la puerta y rompió a llorar mientras daba varios pasos.

—¿Pretendías irte sin despedirte de mí? —Erika alzó la vista y vio Nadine sentada en el capó de un todoterreno negro junto a Tessan. —No hace falta decir la obviedad de lo feo que es eso.

—Me imaginaba que estaría aquí. —Erika suspiró y sonrió. —¿Me echará de menos una Lostian?

—¿Hablas de mí o de mi hija? —Nadine preguntó con seriedad y Erika apartó la mirada. —Si te vas, les romperás el corazón.

—¿Cómo puedo despedirme si el mío ya lo está? —Miró a Nadine y se intentó secar las lágrimas. —Ellas se quieren, no es difícil verlo.

—Lo sé, son una pareja maravillosa. —Nadine sonrió de forma afable. —Y tú te sientes derrotada.

—¿Tanto se nota? —Erika tragó saliva, miró hacia el cielo y sonrió. —Ellas no me quieren y yo no puedo quererlas a las dos ¿Qué sentido tendría todo si me quedase?

—¿Sabes realmente si no sienten nada por ti? —Erika negó con la cabeza. —¿Y les has preguntado?

—No pero…

—¿Y cómo que no puedes quererlas? ¿Has visto a Birdie y lo que nos aguanta? —Ambas soltaron una carcajada. —No hace falta decir la obviedad de que preguntes, quizás te sorprenda.

Erika bajó la cabeza y respiró profundamente. Nadine miró hacia la entrada, viendo salir a Lilith y Diana juntas, y se acercó a Erika.

—No tengas miedo de decirles lo que sientes. —Susurró Nadine sonriente. —Lo mucho que te gustan, lo mucho que te aterra, todo, sólo… tienes que darte la vuelta.

—¿Y si dicen que no?

—¿Y si dicen que sí? —Tocó el hombro de Erika. —Pierdes más si huyes que si descubres la verdad.

Erika se dio la vuelta y jadeó nerviosa, intentando mirarlas.

—¿Te vas? —Preguntó Diana caminando hacia Erika. —¿Hemos…?

—Son temas de cazadores, no te preocupes. —Nadine acarició la cabeza de Erika. —¿No?

—Yo… creo que quería huir.

—¿Desde cuando una monja huye? —Preguntó Lilith caminando hacia Erika y mirándola molesta. —Si te aterra algo, lo encaras.

—¿Acaso existe algo que te asuste? —Diana sonrió y Erika apartó la mirada.

—Existe, me da miedo… lo que siento. —Ambas se sorprendieron al oír a Erika y Nadine se apartó de ellas. —Quiero estar con vosotras pero… no quiero ser sólo una amiga.

—¿Estás enamorada de nosotras? ¿De las dos? —Diana preguntó sorprendida y se sonrojó, y Erika asintió. —Eso es…

Lilith empezó a reír feliz y sonrojada, sorprendiendo aún más a Diana y enfadando a Erika.

—¿Qué te hace gracia? Ya sé que… —Erika suspiró molesta. —Olvídalo, esto está…

—Es muy irónico porque Diana y yo… —Lilith suspiró y cogió de la mano a ambas, sonrojando a Erika. —Queríamos decirte algo parecido y no sabíamos cómo.

—¿Entonces…?

—Nos… gustas. —Diana susurró y besó en la mejilla a Erika. —Y quiero conocerte más aún, si tú quieres.

—Yo también… quiero conocerte más, Diana. —Erika besó en la nariz a Diana y después miró a Lilith. —Y a ti también, Lilith.

—¿Incluso si soy una demonio para ti?

—No eres una demonio. —Erika sonrió feliz y besó en la nariz a Lilith. —Eres mi demonio.

—Eh, es nuestra. —Ambas soltaron una carcajada y Lilith se enfurruñó. —¿Acaso no es verdad?

—Un poco… —Lilith se cruzó de brazos y apartó la mirada. —Y Erika… puedes… confiar en nosotras, siempre estaremos… para ti.

—Y yo para vosotras, cuidaros… —Erika se avergonzó. —… y quereros mucho.

Eliana y Birdie salieron de la casa, y caminaron juntas hacia el trío.

—¿Qué nos hemos perdido? —Birdie preguntaba feliz y Nadine le hizo un gesto para que se acercara. —¿Por qué no vais a seguir desayunando?

Vieron a las tres marcharse hacia la casa entre risas y molestando a Lilith. Eliana y Birdie se acercaron a Nadine y ella sonrió de forma afable.

—Me gusta que todo termine bien.

—¿Entonces vais a dejar que la tal Eri se quede? —Nadine se encogió de hombros.

—Podría servirnos de mucha utilidad ahora, teniendo en cuenta lo que está pasando en Málaga. —Eliana miró a Nadine y ella asintió. —Que vaya un Undragun por las calles alimentándose de inocentes no es buena señal.

—Y más con cazadores de la Iglesia detrás de él. —Nadine miró hacia la casa y sonrió. —Dejemos que descanse un tiempo, nosotras investigaremos.