sábado, 23 de octubre de 2021

La Luz de Ragali. Capítulo final.

A la mañana siguiente Lilith despertó desnuda en la cama de su dormitorio junto a Erika, quién también yacía desnuda.

—¿Aún no ha…? —Lilith bostezó y se estiró. —En fin.

Lilith se levantó y vio ropa de Diana en el suelo junto a varias plumas negras. Se asombró y salió corriendo de la habitación, sonreía nerviosa y ansiosa por los pasillos, con Diana en su mente sin poder pensar en otra cosa.

—Esta sensación…

Notó cómo alguien con gran cantidad de Esencia estaba alrededor de la casa y bajó las escaleras de un salto hasta el hall.

—¡Diana!

Lilith salió de la casa y allí desde la entrada vio a Diana volar con un par de alas blancas angelicales. Su cabello estaba alisado y vestía una camiseta negra con margaritas en el pecho, vaqueros azules y deportivas verdes.

Gritaba y disfrutaba mientras hacía piruetas y volaba a gran altitud.

—¡Lilith! —Gritó Diana con felicidad. —¡Mira!

Diana cogió altura y se lanzó en picado hacia el suelo.

—¡Eso es peligroso! —Gritó Lilith asustada. —Esta humana…

Diana planeó entonces hacia ella y aterrizó torpemente con los pies hasta caer de rodillas ante Lilith.

—¡Que pasada! —Exclamó Diana con los brazos alzados.

Lilith se arrodilló para abrazarla con fuerza y conteniendo su felicidad.

—Podrías haberte hecho daño… humana idiota…

Diana tocó la punta de la nariz de Lilith con la suya, haciéndola sonrojar.

—O-oye…

—Te he echado de menos, Lilith.

—Y yo… —Pegó su frente a la de Diana y suspiró. —Te quiero… Diana.

—Y yo a ti, Lilith. —Se miraron mutuamente y sonrieron. —Siento haber tardado.

Lilith rompió a llorar y negó con la cabeza para acabar besándola en los labios.

—No importa. —Acarició el rostro de Diana y sus labios temblaron. —Ahora estás aquí.

Oyeron los pasos de alguien y Diana se apartó de Lilith. Vio a Erika en la entrada, con una camiseta negra de deporte y bragas blancas.

—¡Erika! —Diana se levantó y Erika caminó hacia atrás. —¿Qué ocurre? ¿Estás bien?

Erika tragó saliva y se marchó hacia el interior de la casa.

—Oye… —Diana miró a Lilith y ella se levantó. —¿Ha pasado algo entre vosotras?

—Es largo de contar. —Apartó la mirada sonrojada. —¿Quieres un café? Te lo contaré.

Ambas entraron en casa, y Lilith miró hacia la puerta de la biblioteca.

—¿Ocurre algo, Lilith?

—Esperaba ver a mamá y… —Lilith abrió la puerta y tras un segundo la cerró con fuerza. —Mierda.

—Estás más pálida de lo habitual ¿Qué pasa? ¿Qué has visto?

—El infierno, Diana, sin ropa y con… muchas serpientes, colas… —Lilith tragó saliva y Diana la miró sin comprenderla. —Muchos… brazos…

—¿Puedo…? —Diana intentó abrir la puerta y Lilith se lo impidió cogiéndola del brazo y llevándola al comedor. —¡O-oye, que tengo mucha curiosidad!

Una vez en el comedor

Mientras tanto, Erika lloraba en el dormitorio de Lilith. Lloraba de pie frente a la cama y apretando los puños con fuerza.

—No… no es justo… —Puso la mano en su pecho y miró hacia arriba. —¿Por qué este dolor?

Su respiración se aceleró y se llevó las manos a la cabeza entre sollozos.

—Debería estar feliz, están juntas, está aquí… —Intentó secarse las lágrimas hasta que se rindió y dejó caer los brazos. —Pueden estar juntas y yo… me siento ajena…

Cogió aire y tras varios segundos lo soltó y decidió sentarse en la cama.

—¿Cómo podría sentir celos? Ellas se quieren… —Se miró las manos y cerró los ojos. —Y yo no puedo estar enamorada de ellas, quizás sólo quiero lo que ellas… tienen, debe ser envidia, seguro.

—¡Lilith! —Oyó dos golpes en la puerta y la voz de Tessan al otro lado, y se secó las lágrimas. —¿Estás ahí?

—¡No! No está…

Tessan abrió la puerta y vio a Erika, lo que hizo que se preocupara.

—Eh, eres la monja. —Tessan miró a Erika y después alrededor de la habitación. —Oye ¿Sabes dónde está mi hermana?

—Con Diana.

—¡¿Diana ha vuelto?! —Erika asintió y Tessan sorprendida se sentó junto a ella. —¿Y… por qué no estás contenta?

—Es una tontería.

—¿Piensas que ya no puedes quedarte?

—N-no pienso eso. —Erika arqueó una ceja. —¿Por qué no podría quedarme?

—Pues… eres una monja, Diana está a salvo…

—No había… —Erika miró sus cosas y suspiró. —No había pensado en eso pero tienes razón, creo que ya no tiene sentido que me quede.

—¿Qué vas a hacer?

—Coger mis cosas y marcharme, es lo mejor que puedo hacer.

—O sea… con tu gente.

—Yo no tengo gente, no… tengo nada pero puedo apañármelas.

—Cómo veas pero no intentes cazarnos, monjita. —Tessan se crujió los nudillos y sonrió. —O te daré una paliza.

Erika la miró y soltó una carcajada.

—No lo creo, te haré estar de rodillas en nada. —Erika suspiró y se secó las lágrimas. —Pero no os atacaré.

—Eso es chachi. —Tessan se levantó y fue a la puerta. —Y gracias por proteger a mi familia, Eri.

Tessan se marchó y Erika sonrió.

—Eri… —Arqueó una ceja sorprendida. —¿Eri? ¿Me ha puesto un diminutivo?

Pasó media hora, Lilith y Diana tomaban una taza de café juntas en el comedor.

—Es… wow… —Diana estuvo sorprendida y con los ojos como platos. —Es que… uff… suena… wow…

—Y-ya lo sé, hice mal. —Lilith dio un sorbo y suspiró agobiada. —No pude resistir, necesitaba comer, ella se ofreció… no debía follar sin decírtelo pero…

—¿Qué? ¡No! E-eso me da igual, o sea, no me da igual, me alegra mucho. —Diana se sonrojó y Lilith se sorprendió. —Te quiero y me gusta que te diviertas, es que… tú y Erika…

—Lo sé, somos blanco y negro… pero me gusta cómo… me gustas tú y ella pues… —Diana dio un sorbo y apartó la mirada. —Pensaba que la relación de mis madres es complicada pero esto…

—Quizás sea buen momento para decir que me gusta también. —Ambas miraron sus tazas respectivamente y Diana tragó saliva. —Pues sí… complicada de narices.

—¿Y quién… se confiesa primero?

—¡N-no lo sé! No soy tan experta. —Diana miró hacia atrás fijándose en la puerta de la biblioteca. —Les podemos…

—¡No! Ya vi suficiente.

Estuvieron en un silencio incomodo durante unos segundos y Diana sonrió.

—Así que… te conviertes en demonio. —Diana miró a Lilith de forma sugerente y Lilith la miró avergonzada. —Ahora tengo curiosidad.

—¿Todos los humanos tenéis un deseo oscuro por los cuernos y las alas o que?

—Quizás… sea un poco monster fu…

Nadine y Birdie salieron de la biblioteca, vestidas igual que ayer pero con la ropa arrugada.

Nadine se acercó a ellas y Birdie subió las escaleras, dónde se encontró a Eliana hablando con Tessan y vistiendo igual que ayer.

—Cariño. —Birdie saludó y sonrió a Eliana mientras acariciaba la cabeza de Tessan. —Mi niña ¿Habéis dormido bien?

—Bastante chachi ¿Y tú?

—Pequeña, déjanos solas. —Tessan miró a Eliana y ella le tocó el hombro. —Prepara las cosas y llévalas al todoterreno.

—Sí… madre.

Tessan se marchó y Eliana suspiró con una mano a la frente.

—Un poco agobiada.

—Sin sectas por ahí ya no hay que estar alerta así…

—No hablo de eso, hablo de… ¿Realmente quieres estar también con Nadine? —Birdie asintió y Eliana cerró los ojos. —Sólo… lo que me dijiste anoche, yo no supe que hacer.

—Estás preocupada por si te sientes celosa, yo también lo estaría.

—No tengo celos, no es eso.

—Nadine ha cambiado, ya no es como antes.

—Lo sé, ayer hablamos y fue muy diferente a cuando hubo peleas. —Birdie acarició el rostro de Eliana y ella abrió los ojos. —No noté a una Undragun sino a una madre y… una metamor, y me alegro por vosotras.

—Es un gran paso. —Birdie tosió y soltó a Eliana. —Me ha contado Nadine lo ocurrido con la secta y… tenemos a los de la Iglesia aún detrás de Diana.

—Sí, Erika ha demostrado ser muy útil y leal pero por desgracia su lealtad sólo es a la portadora.

—Muy ciegas tienes que estar para pensar eso, está algo concienciada con su entorno, y lo peligroso que es la Iglesia y aquellos Lostians fuera de las Familias.

—¿Crees que sólo necesita tiempo? —Birdie asintió y Eliana se encogió de hombros. —Y crees que sería buena idea que fuese cazadora de Ragali.

—Puede aportarnos nuevos conocimientos ¿No crees?

Eliana suspiró y asintió.

—Por mi parte, no veo ningún problema.

Birdie vio entonces a Erika caminar por el pasillo y acercarse a ellas. Estaba vestida con vaqueros negros, sudadera negra, botas militares negras, y cargando una bolsa negra a la espalda.

—¿Erika? —Preguntó Birdie sorprendida. —¿A dónde vas?

Birdie pudo notar que Erika estaba triste y que sus ojos estaban rojos.

—¿A dónde crees que vas? —Eliana preguntó y Birdie le tocó el hombro. —Quiero decir ¿Estás bien?

—No… debería irme. —Erika apartó la mirada y Birdie le acarició la mejilla derecha

—Niña, mírame. —Erika la miró a los ojos. —¿Qué ha pasado?

—Tessan dijo algo… y tenía razón. —Birdie y Eliana arquearon una ceja. —Soy lo que soy, una monja, y Diana está a salvo ¿Acaso tengo sitio aquí?

—Pues claro que lo tienes, Erika. —Birdie le puso la otra mano en la otra mejilla y sonrió. —De hecho, nos gustaría mucho que te quedaras y seas una de nuestras cazadora.

—Lo siento pero… necesito buscar mi sitio. —Erika le apartó las manos y sonrió. —Gracias por todo.

—Siempre podrás volver aquí, lo sabes ¿No?

—Y si estás en peligro, los Sargira te ayudaremos.

—Os lo agradezco. —Erika abrazó a Birdie con fuerza.

Erika bajó las escaleras hasta el hall y vio a Diana y Lilith en el comedor, riendo entre ellas de forma cómplice. Se entristeció, dudó si caminar hacia ellas y se marchó a la entrada. Al salir, cerró con cuidado la puerta y rompió a llorar mientras daba varios pasos.

—¿Pretendías irte sin despedirte de mí? —Erika alzó la vista y vio Nadine sentada en el capó de un todoterreno negro junto a Tessan. —No hace falta decir la obviedad de lo feo que es eso.

—Me imaginaba que estaría aquí. —Erika suspiró y sonrió. —¿Me echará de menos una Lostian?

—¿Hablas de mí o de mi hija? —Nadine preguntó con seriedad y Erika apartó la mirada. —Si te vas, les romperás el corazón.

—¿Cómo puedo despedirme si el mío ya lo está? —Miró a Nadine y se intentó secar las lágrimas. —Ellas se quieren, no es difícil verlo.

—Lo sé, son una pareja maravillosa. —Nadine sonrió de forma afable. —Y tú te sientes derrotada.

—¿Tanto se nota? —Erika tragó saliva, miró hacia el cielo y sonrió. —Ellas no me quieren y yo no puedo quererlas a las dos ¿Qué sentido tendría todo si me quedase?

—¿Sabes realmente si no sienten nada por ti? —Erika negó con la cabeza. —¿Y les has preguntado?

—No pero…

—¿Y cómo que no puedes quererlas? ¿Has visto a Birdie y lo que nos aguanta? —Ambas soltaron una carcajada. —No hace falta decir la obviedad de que preguntes, quizás te sorprenda.

Erika bajó la cabeza y respiró profundamente. Nadine miró hacia la entrada, viendo salir a Lilith y Diana juntas, y se acercó a Erika.

—No tengas miedo de decirles lo que sientes. —Susurró Nadine sonriente. —Lo mucho que te gustan, lo mucho que te aterra, todo, sólo… tienes que darte la vuelta.

—¿Y si dicen que no?

—¿Y si dicen que sí? —Tocó el hombro de Erika. —Pierdes más si huyes que si descubres la verdad.

Erika se dio la vuelta y jadeó nerviosa, intentando mirarlas.

—¿Te vas? —Preguntó Diana caminando hacia Erika. —¿Hemos…?

—Son temas de cazadores, no te preocupes. —Nadine acarició la cabeza de Erika. —¿No?

—Yo… creo que quería huir.

—¿Desde cuando una monja huye? —Preguntó Lilith caminando hacia Erika y mirándola molesta. —Si te aterra algo, lo encaras.

—¿Acaso existe algo que te asuste? —Diana sonrió y Erika apartó la mirada.

—Existe, me da miedo… lo que siento. —Ambas se sorprendieron al oír a Erika y Nadine se apartó de ellas. —Quiero estar con vosotras pero… no quiero ser sólo una amiga.

—¿Estás enamorada de nosotras? ¿De las dos? —Diana preguntó sorprendida y se sonrojó, y Erika asintió. —Eso es…

Lilith empezó a reír feliz y sonrojada, sorprendiendo aún más a Diana y enfadando a Erika.

—¿Qué te hace gracia? Ya sé que… —Erika suspiró molesta. —Olvídalo, esto está…

—Es muy irónico porque Diana y yo… —Lilith suspiró y cogió de la mano a ambas, sonrojando a Erika. —Queríamos decirte algo parecido y no sabíamos cómo.

—¿Entonces…?

—Nos… gustas. —Diana susurró y besó en la mejilla a Erika. —Y quiero conocerte más aún, si tú quieres.

—Yo también… quiero conocerte más, Diana. —Erika besó en la nariz a Diana y después miró a Lilith. —Y a ti también, Lilith.

—¿Incluso si soy una demonio para ti?

—No eres una demonio. —Erika sonrió feliz y besó en la nariz a Lilith. —Eres mi demonio.

—Eh, es nuestra. —Ambas soltaron una carcajada y Lilith se enfurruñó. —¿Acaso no es verdad?

—Un poco… —Lilith se cruzó de brazos y apartó la mirada. —Y Erika… puedes… confiar en nosotras, siempre estaremos… para ti.

—Y yo para vosotras, cuidaros… —Erika se avergonzó. —… y quereros mucho.

Eliana y Birdie salieron de la casa, y caminaron juntas hacia el trío.

—¿Qué nos hemos perdido? —Birdie preguntaba feliz y Nadine le hizo un gesto para que se acercara. —¿Por qué no vais a seguir desayunando?

Vieron a las tres marcharse hacia la casa entre risas y molestando a Lilith. Eliana y Birdie se acercaron a Nadine y ella sonrió de forma afable.

—Me gusta que todo termine bien.

—¿Entonces vais a dejar que la tal Eri se quede? —Nadine se encogió de hombros.

—Podría servirnos de mucha utilidad ahora, teniendo en cuenta lo que está pasando en Málaga. —Eliana miró a Nadine y ella asintió. —Que vaya un Undragun por las calles alimentándose de inocentes no es buena señal.

—Y más con cazadores de la Iglesia detrás de él. —Nadine miró hacia la casa y sonrió. —Dejemos que descanse un tiempo, nosotras investigaremos.

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