Era el día siguiente por la mañana, en el sofá del salón dormían Stinne, Alex encima de ella, y Valentina en la zona de la cómoda. Alex se despertó, babeando sobre el vientre desnudo de Stinne, viendo que ella estaba en sujetador y vaqueros. Decidió levantarse, se dio cuenta que la televisión estaba encendida y ella iba en bragas negras pero llevaba la camisa de Stinne pero abierta.
—Puf… odio levantarme a las ocho. —Apagó la televisión y fue a salir del salón. —Parece que hoy voy al trabajo, menos mal que no.
Cogió su móvil y los auriculares, caminó hacia la cocina mientras ponía una lista de canciones de los Arctic Monkeys. Empezó a hacer café con una cafetera antigua que calentó con la vitrocerámica, mientras el vapor salía e inundaba la casa del olor del café recién hecho, Alex volvió al salón para besar la frente de Stinne y despertarla con cuidado y una sonrisa.
—Buenos días princesa. —Se dieron un beso apasionado mientras Alex acariciaba su mejilla. —¿Te preparo un té?
—¿Cómo los que sueles hacer?
—Por supuesto, cómo le gusta a mi chica.
Le acarició el pelo mientras Stinne cerraba los ojos, Valentina miraba y apretaba el puño para acabar tosiendo.
—Yo… quiero un café. —Valentina bostezaba y se daba la vuelta. —El de siempre.
—¿Algo más, princesa?
—Una tostada, queso de cabra y mermelada.
Alex sonrió, se fue a la cocina y Valentina volvió a darse la vuelta, viendo a Stinne sonrojada y sonriendo.
—Nunca la he visto preparar un té. —Ambas se miraron a los ojos. —¿Por qué? ¿Qué tiene de especial? ¿Alguna cita interesante?
—No me gusta el café y la leche me sienta mal.
—Eso es un buen motivo salvo que ella usa leches vegetales. —Entonces Valentina tuvo los ojos como platos y se quedó boquiabierta. —Te hace sentir especial que haga algo que solo haría para ti.
Ambas se rieron durante un rato, entonces Valentina se levantó para sentarse al lado y vio a Alex entrar con dos tazas, una blanca y otra negra, que colocó sobre la mesa.
—Yo soy la negra ¿No? —Valentina sonrió y notó el dulzor del café emanado de la taza negra. —Me encanta ¿desayunas con nosotras?
—Estaré fuera relajándome. —Alex le dio la taza blanca a Stinne con una sonrisa
La vieron caminar con una taza transparente de café hacia la puerta del patio y tarareando.
—Debió haber sido difícil. —Dijo Stinne. —Por eso siempre apoyo a mi hermano.
—¿Chico trans?
—Sí, no todos tienen tanta conciencia. —Stinne daba un sorbo para después suspirar y mirar hacia abajo. —Ser lesbiana es difícil.
—Y más cuando ven que tu novia es trans. —Valentina se levantó dejando la taza en la mesa, se marchó y volvió con un marco con una foto de Alex. —Puedes enseñarle esto a tu hermano, que los cambios siempre ocurren, no importa que seas chico o chica.
—Estaba… ¡Gordísima¡ —Stinne se fijó que Alex era tremendamente masculino, tenía una barriga enorme y su cara era la de un hombre aún cuando llevaba uniforme de instituto. —Es totalmente distinta a ahora.
—Lo sé ¿Sabes que estábamos en el mismo instituto? —Stinne se sorprendió totalmente y miró a Valentina quien tenía una mirada nostálgica. —Me pidió salir y la rechacé porque creía que era gilipollas aparte de un ogro, todos nos metíamos con ella y lo tratábamos de chico, resultó que con dieciséis ya tenía claro quién era y solo lo metimos más en el armario.
—La gente suele ser horrible.
—Sí y ser trans un infierno, más cuando no tienes a nadie y eres adolescente pero seguro que Alex está encantada de ayudar a tu hermano.
—Lo sé, se porta tan genial conmigo. —Stinne miró el té en gran calma. —Al final no te ha traído la tostada.
—Es una… broma. —Valentina la miró sorprendida. —¿No hacéis bromas entre vosotras?
—Me cuesta un poco coger confianza.
—Menuda chica, eres muy rara.
Valentina se fue y al llegar, cogió la manguera y encendió el grifo pero vio a Alex dormir, sonriendo sentada en una silla bajo los toldos, la brisa acariciaba su pelo mientras aún llevaba los auriculares. Valentina se fue acercando lentamente a ella, dejando caer la manguera, acarició su pelo, enredándose entre sus dedos, Alex suspiró pero Valentina se sorprendió, nunca había visto ese lado de ella, esa sensación de calma, esa tranquilidad, escuchando Love like you, y a pesar de las caricias y la música, dormía profundamente, cómo si nunca hubiera dormido así y cómo si no hubiera ningún problema.
—Me encanta saber que eres feliz. —Valentina fue a besar su frente pero fue mojada por la manguera. —¡Stinne! Te vas a enterar
—¡Estaba de broma! —Se empezaron a pelear con la manguera, mojándose entre ellas y riéndose. —¡No me eches más agua!
—Tu lo has buscado, pequeña. —Valentina le lanzó un chorro de agua pero le alcanzó a Alex. —Mierda, mierda, mierda.
Se despertó empapada, escupió agua, dejo sus cosas en la silla, y se levantó con los senos marcándose con la camisa.
—Te vas a arrepentir. —Alex sonrió de forma malvada y les quitó la manguera, echándoles agua a ambas.
Estuvieron jugando entre ellas, siendo perseguidas por Alex hasta el jardín donde se resbaló, pero Stinne se acercó y se sentó sobre ella.
—Ya eres mía. —Stinne la besó de improviso y después se miraron riéndose como bobas enamoradas. —Ahora puedo comerte a besos.
—Vaya, no podré escapar de esa boca tuya.
Volvieron a besarse, sintiendo Alex las manos de Stinne en su rostro. Valentina se indignó y se sintió molesta, así que cogió la manguera y las empapó sin piedad.
—Gano yo. —Valentina dejó caer la manguera y se marchó. —No es justo.
Entró a la casa, se puso una camiseta negra de Alex y la chaqueta de cuero, cuando fue a salir se chocó con Alex sin cruzar mirada y salió de allí. Se subió a la motocicleta pero estuvo un buen rato buscando sus llaves, entonces vio que Alex salía con las llaves en una mano, vistiendo vaqueros cortos, camiseta negra, y una camisa a cuadros blanca y negra a modo de chaqueta.
—Tenemos que hablar. —Alex se puso delante de ella. —Quiero entender que sientes.
—Eso no importa, ahora deja que me vaya. —Valentina intentó agarrar las llaves pero Alex la engañó. —Dámelas ya.
—No, no entiendo por qué estás celosa de nosotras ¿Aún te gusto? —Entonces Alex fue arrinconada hasta el capó del coche de atrás. —¿Así quieres esto?
—No estoy celosa. —Valentina dio un puñetazo al coche. —Me gustas pero hay mucho más.
—Pues explícame, dime que ocurre.
—Me… hubiera gustado hacer todas las cosas que haces con Stinne.
—Y a mí, quizás aún podamos. —Alex intentó besarla, Valentina fue a dejarse pero, en un instante, se alejó. —Entiendo.
—No, no lo entiendes porque no lo recuerdas. —Le intentó de nuevo quitar las llaves pero Alex se zafó de ella y se marchó a la casa, sin embargo, Valentina la siguió y la agarró del brazo. —No puedo decírtelo, es complicado y ahora deja que me vaya.
La miró a los ojos enfadada, le dio las llaves y Valentina la dejó marchar. Se subió a la moto, marchándose calle abajo, circuló durante un buen trecho, llegando a lo alto del monte del Puerto de la Torre.
—Aquí fue nuestra primera cita. —Valentina miró la torre y esbozó una tímida sonrisa mientras se levantaba de la moto.
Recordó una noche de Septiembre del año pasado, tenía el pelo más largo, iba con peto vaquero y Alex con vaqueros y camiseta gris, ambas estaban sentadas a los pies de la torre, cenando cada una un campero y una coca cola, observando las infinitas luces de Málaga y charlando amenamente.
—No sabía que te gustase. —Alex miró con una sonrisa a la distancia. —Molaría que fuese este sitio un templo de las Gemas de Cristal.
—Te veo parecida a una Amatista. —Valentina se rio ante el enfado de Alex. —Es broma, te veo única, tal y cómo eres, y me gusta.
—¿Puedo pedirte un favor?
—Claro, lo que quieras. —Valentina acarició el pelo de Alex.
—Nunca te aproveches de mí cómo ella hizo, y sigue siendo sincera conmigo… pase lo que pase.
Valentina volvió a la actualidad, enfadándose y gritando para acabar llorando. Notó su móvil vibrar, pensó por un segundo y decidió cogerlo.
—¡Estoy ocupada!
—Menudo carácter, Valentina. —Se secó los ojos y decidió calmarse. —Soy Lidia.
—Tengo cosas que hacer.
—¿Estás en Málaga y no me llamas? ¿Y haces cosas o es… ?
—Estoy… estaba con Alex.
—Podríamos divertirnos con ella, las cuatro como la otra vez. —Esas palabras enfadaron a Valentina aún más.
—No pienso repetir eso, no estuvo bien, no creo que lo disfrutase.
—Ella pareció que sí, estuvo tan…
—¡Estaba inconsciente! —Valentina lloró y se enfureció aún más. —Abusamos de ella, la violamos, y ella confió en nosotras, no debo volver a verla… y mucho menos a ti.
—Que pena porque quería veros a las dos.
—Recuerda que sé donde vives, ni te acerques a ella. —Valentina colgó y guardó su móvil indignada.
Mientras tanto, Stinne estaba desnuda y tumbada bocabajo en el sofá, sobre una toalla, mientras Alex masajeaba su cadera con aceite, lo hacía con delicadeza y sin presionar, bajando a las piernas y subiendo a la espalda.
—¿Te duele aún? —Alex empezó a presionar la cintura, haciendo que Stinne se relajara. —Creo que estás mejor.
—Aún pero no tanto. —Stinne se sonrojó y apretó la toallas. —Siento que… tengas que ayudarme, y tener la cadera mal.
—No tienes que disculparte boba, es normal estar así y me relaja darte masajes, hace mucho que no doy uno. —Alex sonreía embobada y sonrojada. —Ser una pareja consiste en confiar y en cuidarse la una a la otra, tú con mi disforia, yo con tu cuerpo.
—Alex… —Stinne le hizo parar y se giró. —¿Crees qué Valentina volverá?
—Por supuesto.
—¿Y qué seguirá enfadada? Con nosotras, ya sabes.
—No lo sé. —Alex se sentó al lado de Stinne, poniendo su cabeza en sus piernas. —No, creo… puede que esté enfadada con ella misma, ojalá saber por qué.
—Siento que es culpa mía.
—Eres boba… —Alex le acarició la frente, apartándole el pelo, para darle un beso en el puente de la nariz. —… Mi boba.
Alex la hizo ponerse bocabajo, y entonces estuvo encima de ella, marcando su nuca con un chupetón, bajando con pequeños besos por su espalda hasta llegar a su culo, donde estuvo a punto de besarlo pero Stinne la tiró del sofá.
—¡Auch! —Alex estaba en el suelo con los vaqueros algo caídos y mostrando su ingle a Stinne. —Mierda ¿Se me nota el bulto?
—Sí, mucho. —Stinne contestó con una sonrisa. —Creo que podemos hacerlo otra vez… si quieres.
Stinne le bajó los pantalones, mostrando su pene palpitando, ambas se sonrojaron pero Alex se avergonzó aún más.
—No creo que pueda penetrar… lo siento. —Alex evitó mirarla a los ojos.
—No pensaba en eso. —Stinne se dio la vuelta y se sentó encima de Alex, con el coño en su boca, haciendo que se agarrara a las caderas de ella. —Intentaré ser delicada, sé que eres muy sensible ahora.
Alex solo pudo emitir un ligero gemido y arañarla hasta que sintió sus labios apretar el glande, con la única respuesta de clavar sus uñas en sus muslos y emitir un fuerte gemido, entonces su respiración se aceleró a la vez que lamía más rápido. Empezó a sentir los dedos de Stinne en sus conductos inguinales, haciendo más intensos sus orgasmos y que su lengua apretase el clítoris, eso provocó que Stinne mordiese fuerte con los labios el glande, estimulando más y más el cuerpo de Alex y haciéndola perder el control hasta correrse en su boca.
—No se que haré cuando no puedas correrte. —Stinne se levantó, viendo como la boca de Alex estaba húmeda de los fluidos del cunnilingus, a la vez le mostró cómo aún caía de sus labios una gota de su corrida. —Lo echaré de menos.
Alex sonreía sonrojada y jadeando mientras Stinne se limpiaba la gota con los dedos, finalmente se agachó y la besó.