Era Octubre, un día a las doce del mediodía, Alex estaba caminando por la calle, vistiendo un pantalón de deporte azul oscuro y una camiseta de tirantes negra, y llevando una bolsa de deporte blanca. Entró a un bloque de viviendas, se miró en el espejo y entró otra persona.
Era rellenita, más alta que Alex, tenía el pelo largo, rostro masculino, una sonrisa serena y feliz, ojos marrones, vestía pantalones negros largos de deporte, mochila azul y camisa de tirantes negra.
—Hola chiquitina. —Alex la abrazó y ella la besó. —Espero que estés preparada, Aria.
—Por supuesto, mi pequeña ama preciosa. —Aria le acarició el pelo y se besaron apasionadamente.
Al otro lado de la puerta, en la calle, estaba un Shiro trajeado de negro viendo la escena, sorprendido no sabía que hacer o decir ¿Era su pareja? Le invadió una pequeña tristeza pero se dio cuenta que solo entre ellos había amistad, entonces vio que Alex le vio, sonreía y le saludaba, el respondió igual, un tímido saludo y una sonrisa amable que enmascaraba su tristeza. Shiro fue andando durante media hora hasta una joyería, entró y sacó de su bolsillo izquierdo una cadena de plata rota.
—Me gustaría saber si podría arreglarlo. —Shiro hablaba sin mirar al joyero, entonces sacó un adorno de una pluma de plata, agarrada por una garra de ave, también en plata y acabada en diamantes, y con un fino y estrecho aro. —Y si podría ponerlo en esto.
—Bueno, no podemos rehacer la cadena pero podríamos hacer una nueva y añadir el acabado.
—Entiendo, llámeme a este número cuando termine. —Shiro dejó su número en una nota mientras el joyero se llevaba todo, al volver se le quedó mirando. —Sí, soy de los Nomura.
—Le pro-prometo que se hará muy bien y con tacto.
Shiro se marchó y siguió su camino por donde vino, tardó lo mismo y llegó a su coche, donde le esperaba un joven de veintiocho, más bajo que Shiro, trajeado en azul y de cuerpo esbelto, de rasgos asiáticos, y cabello negro corto
—He aceptado para que me dejéis en paz una temporada. —Shiro quitó la seguridad del coche.
—No he dicho nada, onii…
—… Cierra la boca, Keiji. —Entró en el coche dando un portazo, entró el otro joven y se ajustaron el cinturón a la vez.
—No quiero que te enfades pero esta reunión es para que nos ayudes. —Keiji le miraba fijamente pero Shiro no se giraba, tan sólo agarraba fuerte el volante. —Si queremos la fusión, necesitamos que aceptes casarte con ella,
—O seguiréis mandando gente a ir a por mí. —Shiro empezó a enfadarse más. —No soy parte de la familia, solo una herramienta ¿Entonces? ¿Qué me importa la empresa, la fusión o el nombre Nomura?
—Pues… nos criamos juntos, estudiamos juntos, somos hermanos y todo lo que eres se lo debes a nuestro padre y a tu madre, al fin y al cabo solo tener media sangre nuestra y eso es un privilegio. —Keiji abrió la guantera y sacó varias caratulas. —Pero lo malgastas en… discos de jazz y blues y buscar a un chico con quien no debiste estar.
—Nunca pedí nacer en esta familia, ni vivir en esa asquerosa mansión.
—¿Y qué querías? ¿Amor?
—¿Era mucho pedir?
Mientras tanto Alex y Aria estaban en el salón de un piso, desnudas, con una alfombra de yoga en medio, Aria estaba tumbada, con cuerdas por su cuerpo, nudos en puntos concretos, con las manos a la espalda atada a un nudo en su cadera, que hacía que al moverse, la cuerda que pasaba por su ingle se moviera. No podía evitar sentir tanto placer con solo su cuerpo dominado.
—Esto… es increíble.
—Lo es. —Alex besó su pecho y la puso bocabajo. —Voy a hacerte una trenza, mi pequeña princesa sumisa.
—Alex ¿Quién era ese chico? —Entonces Alex empezó a acariciarle la oreja. —Pareció importante.
—Es un amigo de la infancia. —Alex sonreía feliz y le dio un beso en la nuca. —Es un buen chico.
—Alex ¿Recuerdas que dijiste que siempre quisiste amar a dos personas y solo sería suficiente? ¿Qué necesitabas sentir y experimentar todo lo que no pudiste antes?
—Claro pero con tenerte a ti me siento completa de sobra y tú nos tienes a Ari y a mi.
—No quiero ser un lastre que te impida experimentar y volver a ser una cría adolescente.
—Ya me siento una cría adolescente, hacemos cosas juntas que nunca he hecho cómoda.
—Sientes algo por el y no deberías sentirte mal, somos poliamorosas, está bien que vuelvas a salir y así aprendes cosas que haremos juntas… tú y yo.
—Aria, no le quiero a él. —Le dio la vuelta y la hizo ponerse de rodillas. —Quiero al niño del que me enamoré con trece años, él no es ese niño… no es el niño que me hacía sonreír y me enamoraba con sus mimos, ese niño se fue.
—¿Y si empiezas a conocerle?
—Lo hago pero no sé, es un desconocido más.
Mientras tanto Shiro y Keiji estaban en un restaurante muy elegante, sentados en una mesa con una botella de vino tinto y dos copas, la de Keiji estaba vacía pero la de Shiro no, él hacía dar vueltas al líquido mientras reflexionaba y lo observaba.
—¿Estás triste por ese crio? —Sus palabras llamaron la atención de Shiro. —Erais niños, no ibais a estar juntos, crecer juntos, casaros ¿Esperabas un final feliz?
—Esperaba que alguien me quisiera y me apartasteis.
—¿De verás crees que nuestro padre lo hizo por gusto? Lo hizo por tu bi…
—¡Cállate!
Entonces se sentó con ellos otro, de mismo aspecto que Keiji pero con treinta años, con menos pelo, y un poco más alto que él pero menos que Shiro.
—Hajime ¿Dónde está?
—Reunión, me ha encargado del problema con nuestro hermano.
—Esto no tiene solución. —Shiro dio un sorbo y entonces Hajime esbozó una sonrisa de tiburón. —¿Qué? ¿Crees quitarme algo? No vivo de la familia, no tengo a nadie ¿Qué más da?
—Impedir que lo encuentres, hacerle daño, mucho más que a ti. —Hajime llenó su copa hasta arriba y la puso en medio. —Mira, casi está al límite, al igual que nuestra paciencia, se desbordará y sufrirá gente.
—Tengo ganas de ver eso.
—¡Shiro! —Keiji dio un golpe en la mesa y la copa cayó. —Eres un cabrón egoísta.
—Avisadme cuando encontréis algo interesante. —Puso un billete de doscientos en la mesa. —Quedaos con la vuelta, buitres.
Shiro se marchó tranquilamente con una sonrisa mientras los dos se miraban enfadados. Fue a su coche aparcado enfrente, se subió y, al arrancar, lloraba con una mirada de enfado, entonces vio que en el móvil tenía un mensaje de Telegram de Alex diciéndole lo guapo que estaba, haciendo que se sonrojara
—¡Ey, señor sushi! —Alguien golpeó la ventana y vio que era Valentina, en mono de motorista, subida a su motocicleta, entonces bajó la ventanilla. —¿Y esa cara triste? No le dejaron pagar con billetes de quinientos ¿No?
—Son cuestiones de familia. —Valentina se quitó el casco y sonrió.
—Que se evitan una y otra vez. —Sus palabras cabrearon a Shiro pero entonces ella suspiró y le miró fijamente. —Es una broma, una canción de un grupo que nos gusta a Alex y a mí.
—Solo es que la he visto con alguien y… mi familia me… olvídalo.
—¿Hablas de Aria?
—Yo… que tonto soy.
—¿De qué ha…? ¿No lo sabes?
—¿A qué te refieres? —Entonces Valentina empezó a reírse, molestando a Shiro. —Basta ya.
—Es su novia, la chica de sus sueños o así. —Valentina se puso el casco y miró al frente. —Esta guerra está abierta aún y yo voy ganando, espabila.
Valentina dio dos golpes al coche y se marchó. Shiro entonces se secó las lágrimas y se marchó en la misma dirección. Mientras estaba Aria, de rodillas con los brazos atados entre sí y en la espalda, una cuerda estaba unida desde el techo hasta la coleta de ella. Alex bebía una copa de vino tinto mientras se apoyaba sentada en su pecho.
—Para… ser la primera sesión… —Suspiró y entonces Alex le dio un beso, vertiendo el vino que tenía en su boca. —… Está siendo increíble.
—He esperado mucho a que vinieras. —Alex la besó otra vez, dejando caer y rodar la copa de vino y poniendo las manos en sus mejillas. —Te amo tanto Aria.
—Hmmmf… yo también Alejandra… te amo mucho…
Las manos bajaban por su cuerpo, desatando cada nudo de su espalda y los brazos, liberando su cuerpo lentamente. Bajaba con su boca entonces, con su lengua lamía las cuerdas rozando los pezones y entonces desató los nudos de delante, poco a poco hasta estar libre y las cuerdas en el suelo. Ambas fueron a volver a besarse pero ambas le rugieron el estómago.
—¿A ti también te ha dado un antojo de comida china? —Alex arqueó una ceja y sonrió.
—Solo de comida.
—¿Nos vestimos y vamos a tomar algo entonces?
Se dieron un pequeño beso y fueron a un cuarto. Mientras Shiro estaba sentado en el capó del coche y viendo el móvil, Valentina se acercó con dos cafés fríos, le dio uno a Shiro y se sentó a su lado.
—¿Qué? —Valentina vio la mirada de Shiro en su cuerpo. —Tío.
—Nada. —Shiro se puso nervioso ante su mirada de enfado. —Es que nunca he visto a… ¿… nadie de color?
—Gilipollas. —Se quedó un silencio incomodo durante unos minutos y entonces Valentina tosió. —Negro, no has visto a ningún negro.
—Ni a una mujer en moto.
—No jodas… yo nunca he visto a un japo que no parece un japo. —Ambos bebieron al unísono. —¿Qué tal la familia?
—Bueno… mi familia es horrible.
—Te entiendo. —Valentina miraba al portal mientras Shiro la miraba a ella. —Mi madre acosa a mi padre para llevarme a un lugar que no he visto nunca y curar algo que nunca fue una enfermedad.
—Asco de familias. —Shiro dio un pequeño sorbo.
—Alex y yo estábamos en el mismo instituto, era… distinta pero cuando nos reencontramos… había algo que me gustaba de ella, incluso con todo ese sufrimiento y sus desmayos, estaba con ella y…
—¿… Por qué iba a ser un problema lo que ocurriera? Si quieres a alguien la cuidas, la apoyas, haces lo propio de lo que espera esa persona y la haces sonreír y olvidar. —Shiro sonrió y dio un gran sorbo.
—Lo sé, lo sé muy bien pero no sé lidiar con una ex acosadora que no conozco, hasta en eso soy inútil.
—Yo la conocí desde los nueve años hasta los trece, experimenté, me enamoré y… desde ese momento… intenté evitar todo sobre eso, estudié, tuve un amo, tuve un esclavo en la universidad, intenté enamorarme de nuevo y aquí estamos, ella ha cambiado tanto y yo sigo enamorado.
—Aunque estemos peleando por ella. —Entonces le dio un pequeño golpe en la frente a Shiro. —No podemos dejar que vuelva a pasarlo mal.
—¿No crees que no sabe cuidarse? Además dudo que su ex sea un problema comparado con mis hermanos.
—Hablaba de su salud, su salud física y mental… espera. —Valentina le enseñó mensajes de varios números a Alex con alto contenido sexual y llamadas de madrugada.
—Seguramente nos diga que puede hacerlo sola.
—Sí… no sería un problema o algo así ¿Qué tiene ella que nos guste tanto? Esa falta de autoestima, su carácter. —Ambos dieron un sorbo y Shiro cerró los ojos.
—¿Valentía, fortaleza? Quizás su… ¿… estupidez?
Valentina escupió sin querer y empezó a reírse mientras Shiro le siguió la risa a carcajadas.
—¿En quién crees que está más interesada? —Valentina le miró y Shiro tiró el café.
—Pienso más en lo que siente, ella creerá que me iré.
—Y yo en que volveré a fallarla. —Valentina tiró el vaso.
—Es precavida.
—Quizás… es una tontería pero tengo una idea.
—Dejarlas a solas hasta mañana.
—Básicamente pero no me gusta que estéis a solas mañana. —Valentina se bajó y estuvo delante de él. —Sé que necesitas estar con ella para estar tranquilo o por necesidad de cariño después de lo que… pasase y eso, pero ni se te ocurra usar eso para follártela.
—¿Acaso soy el chico malo de este bizarro triángulo amoroso?
—Bizarro… Eres un viejo. —Valentina se fue a la moto y, al subirse y ponerse el caso, le miró. —Y no puedes ser el malo, eres demasiado idiota para eso.