miércoles, 25 de diciembre de 2019

Una historia de amor y transición. Capítulo 6

Era Octubre, un día a las doce del mediodía, Alex estaba caminando por la calle, vistiendo un pantalón de deporte azul oscuro y una camiseta de tirantes negra, y llevando una bolsa de deporte blanca. Entró a un bloque de viviendas, se miró en el espejo y entró otra persona.
Era rellenita, más alta que Alex,  tenía el pelo largo, rostro masculino, una sonrisa serena y feliz, ojos marrones, vestía pantalones negros largos de deporte, mochila azul y camisa de tirantes negra.
—Hola chiquitina. —Alex la abrazó y ella la besó. —Espero que estés preparada, Aria. 
—Por supuesto, mi pequeña ama preciosa. —Aria le acarició el pelo y se besaron apasionadamente. 
Al otro lado de la puerta, en la calle, estaba un Shiro trajeado de negro viendo la escena, sorprendido no sabía que hacer o decir ¿Era su pareja? Le invadió una pequeña tristeza pero se dio cuenta que solo entre ellos había amistad, entonces vio que Alex le vio, sonreía y le saludaba, el respondió igual, un tímido saludo y una sonrisa amable que enmascaraba su tristeza. Shiro fue andando durante media hora hasta una joyería, entró y sacó de su bolsillo izquierdo una cadena de plata rota. 
—Me gustaría saber si podría arreglarlo. —Shiro hablaba sin mirar al joyero, entonces sacó un adorno de una pluma de plata, agarrada por una garra de ave, también en plata y acabada en diamantes, y con un fino y estrecho aro. —Y si podría ponerlo en esto. 
—Bueno, no podemos rehacer la cadena pero podríamos hacer una nueva y añadir el acabado. 
—Entiendo, llámeme a este número cuando termine. —Shiro dejó su número en una nota mientras el joyero se llevaba todo, al volver se le quedó mirando. —Sí, soy de los Nomura. 
—Le pro-prometo que se hará muy bien y con tacto. 
Shiro se marchó y siguió su camino por donde vino, tardó lo mismo y llegó a su coche, donde le esperaba un joven de veintiocho, más bajo que Shiro, trajeado en azul y de cuerpo esbelto, de rasgos asiáticos, y cabello negro corto
—He aceptado para que me dejéis en paz una temporada. —Shiro quitó la seguridad del coche.
—No he dicho nada, onii… 
—… Cierra la boca, Keiji. —Entró en el coche dando un portazo, entró el otro joven y se ajustaron el cinturón a la vez. 
—No quiero que te enfades pero esta reunión es para que nos ayudes. —Keiji le miraba fijamente pero Shiro no se giraba, tan sólo agarraba fuerte el volante. —Si queremos la fusión, necesitamos que aceptes casarte con ella, 
—O seguiréis mandando gente a ir a por mí. —Shiro empezó a enfadarse más. —No soy parte de la familia, solo una herramienta ¿Entonces? ¿Qué me importa la empresa, la fusión o el nombre Nomura? 
—Pues… nos criamos juntos, estudiamos juntos, somos hermanos y todo lo que eres se lo debes a nuestro padre y a tu madre, al fin y al cabo solo tener media sangre nuestra y eso es un privilegio. —Keiji abrió la guantera y sacó varias caratulas. —Pero lo malgastas en… discos de jazz y blues y buscar a un chico con quien no debiste estar. 
—Nunca pedí nacer en esta familia, ni vivir en esa asquerosa mansión. 
—¿Y qué querías? ¿Amor? 
—¿Era mucho pedir?
Mientras tanto Alex y Aria estaban en el salón de un piso, desnudas, con una alfombra de yoga en medio, Aria estaba tumbada, con cuerdas por su cuerpo, nudos en puntos concretos, con las manos a la espalda atada a un nudo en su cadera, que hacía que al moverse, la cuerda que pasaba por su ingle se moviera. No podía evitar sentir tanto placer con solo su cuerpo dominado. 
—Esto… es increíble. 
—Lo es. —Alex besó su pecho y la puso bocabajo. —Voy a hacerte una trenza, mi pequeña princesa sumisa. 

—Alex ¿Quién era ese chico? —Entonces Alex empezó a acariciarle la oreja. —Pareció importante.
—Es un amigo de la infancia. —Alex sonreía feliz y le dio un beso en la nuca. —Es un buen chico.
—Alex ¿Recuerdas que dijiste que siempre quisiste amar a dos personas y solo sería suficiente? ¿Qué necesitabas sentir y experimentar todo lo que no pudiste antes?
—Claro pero con tenerte a ti me siento completa de sobra y tú nos tienes a Ari y a mi.
—No quiero ser un lastre que te impida experimentar y volver a ser una cría adolescente.
—Ya me siento una cría adolescente, hacemos cosas juntas que nunca he hecho cómoda.
—Sientes algo por el y no deberías sentirte mal, somos poliamorosas, está bien que vuelvas a salir y así aprendes cosas que haremos juntas… tú y yo.
—Aria, no le quiero a él. —Le dio la vuelta y la hizo ponerse de rodillas. —Quiero al niño del que me enamoré con trece años, él no es ese niño… no es el niño que me hacía sonreír y me enamoraba con sus mimos, ese niño se fue.
—¿Y si empiezas a conocerle?
—Lo hago pero no sé, es un desconocido más.
Mientras tanto Shiro y Keiji estaban en un restaurante muy elegante, sentados en una mesa con una botella de vino tinto y dos copas, la de Keiji estaba vacía pero la de Shiro no, él hacía dar vueltas al líquido mientras reflexionaba y lo observaba.
—¿Estás triste por ese crio? —Sus palabras llamaron la atención de Shiro. —Erais niños, no ibais a estar juntos, crecer juntos, casaros ¿Esperabas un final feliz?
—Esperaba que alguien me quisiera y me apartasteis. 
—¿De verás crees que nuestro padre lo hizo por gusto? Lo hizo por tu bi…
—¡Cállate!
Entonces se sentó con ellos otro, de mismo aspecto que Keiji pero con treinta años, con menos pelo, y un poco más alto que él pero menos que Shiro.
—Hajime ¿Dónde está?
—Reunión, me ha encargado del problema con nuestro hermano.
—Esto no tiene solución. —Shiro dio un sorbo y entonces Hajime esbozó una sonrisa de tiburón. —¿Qué? ¿Crees quitarme algo? No vivo de la familia, no tengo a nadie ¿Qué más da?
—Impedir que lo encuentres, hacerle daño, mucho más que a ti. —Hajime llenó su copa hasta arriba y la puso en medio. —Mira, casi está al límite, al igual que nuestra paciencia, se desbordará y sufrirá gente. 
—Tengo ganas de ver eso. 
—¡Shiro! —Keiji dio un golpe en la mesa y la copa cayó. —Eres un cabrón egoísta. 
—Avisadme cuando encontréis algo interesante. —Puso un billete de doscientos en la mesa. —Quedaos con la vuelta, buitres. 
Shiro se marchó tranquilamente con una sonrisa mientras los dos se miraban enfadados. Fue a su coche aparcado enfrente, se subió y, al arrancar, lloraba con una mirada de enfado, entonces vio que en el móvil tenía un mensaje de Telegram de Alex diciéndole lo guapo que estaba, haciendo que se sonrojara
—¡Ey, señor sushi! —Alguien golpeó la ventana y vio que era Valentina, en mono de motorista, subida a su motocicleta, entonces bajó la ventanilla. —¿Y esa cara triste? No le dejaron pagar con billetes de quinientos ¿No? 
—Son cuestiones de familia. —Valentina se quitó el casco y sonrió.
—Que se evitan una y otra vez. —Sus palabras cabrearon a Shiro pero entonces ella suspiró y le miró fijamente. —Es una broma, una canción de un grupo que nos gusta a Alex y a mí. 
—Solo es que la he visto con alguien y… mi familia me… olvídalo. 
—¿Hablas de Aria?
—Yo… que tonto soy.
—¿De qué ha…? ¿No lo sabes? 
—¿A qué te refieres? —Entonces Valentina empezó a reírse, molestando a Shiro. —Basta ya. 
—Es su novia, la chica de sus sueños o así. —Valentina se puso el casco y miró al frente. —Esta guerra está abierta aún y yo voy ganando, espabila. 
Valentina dio dos golpes al coche y se marchó. Shiro entonces se secó las lágrimas y se marchó en la misma dirección. Mientras estaba Aria, de rodillas con los brazos atados entre sí y en la espalda, una cuerda estaba unida desde el techo hasta la coleta de ella. Alex bebía una copa de vino tinto mientras se apoyaba sentada en su pecho.
—Para… ser la primera sesión… —Suspiró y entonces Alex le dio un beso, vertiendo el vino que tenía en su boca. —… Está siendo increíble. 
—He esperado mucho a que vinieras. —Alex la besó otra vez, dejando caer y rodar la copa de vino y poniendo las manos en sus mejillas. —Te amo tanto Aria. 
—Hmmmf… yo también Alejandra… te amo mucho…
Las manos bajaban por su cuerpo, desatando cada nudo de su espalda y los brazos, liberando su cuerpo lentamente. Bajaba con su boca entonces, con su lengua lamía las cuerdas rozando los pezones y entonces desató los nudos de delante, poco a poco hasta estar libre y las cuerdas en el suelo. Ambas fueron a volver a besarse pero ambas le rugieron el estómago. 
—¿A ti también te ha dado un antojo de comida china? —Alex arqueó una ceja y sonrió. 
—Solo de comida.
—¿Nos vestimos y vamos a tomar algo entonces? 
Se dieron un pequeño beso y fueron a un cuarto. Mientras Shiro estaba sentado en el capó del coche y viendo el móvil, Valentina se acercó con dos cafés fríos, le dio uno a Shiro y se sentó a su lado.
—¿Qué? —Valentina vio la mirada de Shiro en su cuerpo. —Tío. 
—Nada. —Shiro se puso nervioso ante su mirada de enfado. —Es que nunca he visto a… ¿… nadie de color?
—Gilipollas. —Se quedó un silencio incomodo durante unos minutos y entonces Valentina tosió. —Negro, no has visto a ningún negro. 
—Ni a una mujer en moto. 
—No jodas… yo nunca he visto a un japo que no parece un japo. —Ambos bebieron al unísono. —¿Qué tal la familia? 
—Bueno… mi familia es horrible. 
—Te entiendo. —Valentina miraba al portal mientras Shiro la miraba a ella. —Mi madre acosa a mi padre para llevarme a un lugar que no he visto nunca y curar algo que nunca fue una enfermedad. 
—Asco de familias. —Shiro dio un pequeño sorbo. 
—Alex y yo estábamos en el mismo instituto, era… distinta pero cuando nos reencontramos… había algo que me gustaba de ella, incluso con todo ese sufrimiento y sus desmayos, estaba con ella y… 
—¿… Por qué iba a ser un problema lo que ocurriera? Si quieres a alguien la cuidas, la apoyas, haces lo propio de lo que espera esa persona y la haces sonreír y olvidar. —Shiro sonrió y dio un gran sorbo. 
—Lo sé, lo sé muy bien pero no sé lidiar con una ex acosadora que no conozco, hasta en eso soy inútil. 
—Yo la conocí desde los nueve años hasta los trece, experimenté, me enamoré y… desde ese momento… intenté evitar todo sobre eso, estudié, tuve un amo, tuve un esclavo en la universidad, intenté enamorarme de nuevo y aquí estamos, ella ha cambiado tanto y yo sigo enamorado. 
—Aunque estemos peleando por ella. —Entonces le dio un pequeño golpe en la frente a Shiro. —No podemos dejar que vuelva a pasarlo mal. 
—¿No crees que no sabe cuidarse? Además dudo que su ex sea un problema comparado con mis hermanos. 
—Hablaba de su salud, su salud física y mental… espera. —Valentina le enseñó mensajes de varios números a Alex con alto contenido sexual y llamadas de madrugada. 
—Seguramente nos diga que puede hacerlo sola. 
—Sí… no sería un problema o algo así ¿Qué tiene ella que nos guste tanto? Esa falta de autoestima, su carácter. —Ambos dieron un sorbo y Shiro cerró los ojos. 
—¿Valentía, fortaleza? Quizás su… ¿… estupidez? 
Valentina escupió sin querer y empezó a reírse mientras Shiro le siguió la risa a carcajadas.
—¿En quién crees que está más interesada? —Valentina le miró y Shiro tiró el café.
—Pienso más en lo que siente, ella creerá que me iré.
—Y yo en que volveré a fallarla. —Valentina tiró el vaso.
—Es precavida.
—Quizás… es una tontería pero tengo una idea.
—Dejarlas a solas hasta mañana.
—Básicamente pero no me gusta que estéis a solas mañana. —Valentina se bajó y estuvo delante de él. —Sé que necesitas estar con ella para estar tranquilo o por necesidad de cariño después de lo que… pasase y eso, pero ni se te ocurra usar eso para follártela.
—¿Acaso soy el chico malo de este bizarro triángulo amoroso?
—Bizarro… Eres un viejo. —Valentina se fue a la moto y, al subirse y ponerse el caso, le miró. —Y no puedes ser el malo, eres demasiado idiota para eso.

martes, 10 de diciembre de 2019

Una historia de amor y transición. Capítulo 5

Era Sábado, las diez de las mañana, Alex estaba en su casa, tomando café en camisón mientras era un día soleado y hacía calor. Sonó el timbre, salió y abrió la cancela. Era Valentina, estaba sentada en su motocicleta, vistiendo un mono de motorista, y con su casco en el manillar. 
—Hola. —Valentina la miró seriamente de brazos cruzados. —Quiero que vengas conmigo a la playa, las dos juntas, un día entero para ayudarte a superar la ruptura.
—Estoy bien. —Fue a cerrar la cancela, y al usar la llave Valentina la abrió. —No tengo nada contigo, no hay…
—Abusé de ti, tres chicas y yo. —Valentina la miró seriamente mientras Alex se sorprendió. —Fue en Junio, celebramos que terminaste las prácticas, bebimos mucho y… lo siento, no me atreví a contártelo, incluso me sentía aliviada de que tuvieras lagunas… yo pensé… 
—Lo entiendo. —Valentina fue interrumpida y apartó la mirada. —Voy a volver a casa.
—Yo…gracias, me voy entonces. 
—¿No vas a esperar a que me vista? —Entonces ambas se miraron, Valentina lloró pero Alex no se inmutaba.
—¿No… no estás enfadada?
—Ya no, has sido sincera y lo ocurrido fue un error, sé que no debería culpar al alcohol pero sé que no me harías daño y no eres de forzar a nadie… —Se encogió de hombros y se rascó la cabeza. —… además me perdonaste tú por lo que te hice. 
—No te perdoné, simplemente no era culpa tuya. —Alex entonces le acarició el pelo y de repente Valentina la abrazó. —Al menos podemos volver a cómo estábamos antes, sin sentir culpa la una por la otra.
—Me parece lo mejor. —Se separaron y Alex vio como Valentina se secaba las lágrimas con el pañuelo. —Aunque me dijiste que nunca te irías pero te fuiste.
—Ya… ¿Qué quieres? 
—Aparte de playa… hmmm, pues tu casa. 
—Mierda… vale. 
Valentina asintió y Alex entró a la casa. Valentina miró el móvil durante un rato y leyó un mensaje que la hizo enfadarse. Alex salió con vaqueros cortos de azul cielo, sandalias verdes y camisa a cuadros blanca y negra. 
—Estoy lista. —Alex se acercó y vio de reojo pero Valentina se apartó. —¿Tu novia?
—No es na… —Valentina vio como vestía ella y le acarició una de las mejillas, poniéndola roja. —Estás increíble.
Valentina salió y de la caja de la motocicleta sacó un casco de moto y se lo lanzó a Alex, quién lo cogió de golpe.
—Bueno vete subiendo. —Dijo después de subirse mientras se ponía el casco, entonces Alex se subió y abrazó a Valentina, apretándole el vientre y apoyando la cabeza en su espalda. —Voy a sentirme como un cishetero.
Arrancó la moto y se marcharon por la avenida principal. Al llegar al Atabal, pararon por un semáforo.
—¿Sigues con ese tío?
—Sí ¿Por?
—Entonces sois novios.
—No, solo amigos… que han follado una vez. 
—¿Y Aria lo sabe?
—Pues sí.
El semáforo se puso en verde y siguieron, pasaron por Teatinos y llegaron hasta Carlos Haya, donde otro semáforo les paró.
—Mañana tenéis taller de shibari, tú y Aria ¿Tu amigo sabe que lo haces? 
—Sí, sabe que soy dominante.
—¿Y?
—Que quiere probar a ser mi dominante.
—Y te negaste, claro.
—Obviamente.
Siguieron circulando directamente al paseo marítimo, tardaron un rato y tuvieron que parar en una gasolinera cerca.
—¿Y has hablado con Stinne? Sobre lo vuestro.
Caminaron juntas adentro mientras se quitaban los cascos, Alex la miró un segundo y decidió no responder. Después de un rato, Valentina empezó a llenar el depósito y Alex se sentó encima mirándola con una sonrisa mientras se acariciaba el pelo.
—Pues yo estoy hablando con ella últimamente, no se pero tiene muchas amigas y parece interesada en quedar conmigo. 
—¿A pesar de todo? 
—Sí… la chica es insegura y encima tú no lloras por nadie, me das miedo. 
—Para eso voy a una psicóloga, haz lo mismo. 
—Que pereza… ¿Qué… ? —Valentina se sonrojaba al ver a Alex sin poder apartar la mirada. 
—¿Qué ocurre? 
—Yo… no… olvídalo ¿Vale? —Valentina terminó de echar gasolina y se subió poniéndose el casco. —Estás genial. 
—Gracias pero yo me veo normal. 
Se puso el casco también y siguieron circulando hasta llegar a Huelin, aparcando frente al bloque donde vive Valentina.
—¿Quieres que te ayude? —Alex miró pero Valentina solo se quedaba reflexiva. 
—La verdad es que no, bueno, sí, pilla sitio. 
Ambas se quitaron los cascos pero Valentina los llevó con ella al edificio mientras Alex caminaba a la playa. Sus pies tocaban la arena y se acercaba a la orilla, poco a poco, mientras miraba al cielo, no pudo evitar sonreír al sentir el frío del mar entre sus dedos, entonces imaginó a Shiro detrás de ella, besándola en la nuca, desnudándola de cintura para abajo, acariciando sus caderas y finalmente sus manos bajo la camisa, no podía evitar morder el labio inferior y respirar aceleradamente mientras se sonrojaba. 
Valentina vestía un bikini azul con flores y vaqueros cortos donde colgaban sus llaves mientras cargaba una bolsa de la compra con comida, vio a Alex disfrutar del agua pero, al acercarse finalmente, se fijó que estaba evadiéndose. 
—Oye, eh. —Valentina hizo que Alex se girara, viéndola roja y nerviosa. —¿Qué mosca te ha picado? 
—Nada, estaba pensando. —Alex se giró y fue hacia Valentina. —¿Y eso? 
—Comida, tengo tortilla de patatas y pan, bocata de tortilla. —Sonrió a Alex y le guiñó un ojo pero no lo entendió. —Vamos a desayunar algo y a bañarnos después. 
Estuvieron comiendo sentadas en la arena, charlando amenamente y viendo las olas romperse en la arena, entonces Valentina no pudo apartar la mirada de Alex y sus dedos, que chupeteaba entre sus labios y los lamía gentilmente, entonces Valentina besó los dedos de Alex y los lamió también para acabar besándola en el cuello y metiendo mano bajo la camisa.
—Valen… tina. —Dijo después de que sintiera los labios de ella apretarse en su cuello, no pudo resistirse a gemir en su oído pero la apartó. —No… ah… por favor.
—Lo siento, me he pasado. —Ambas evitaron mirarse y entonces se fue al agua mientras Alex se tocaba los labios.
Vio a Valentina mojar su cuerpo en el agua pero su disforia podía con ella, pensando que su cuerpo no podía ser femenino ni normativo.
—Vaya, es una chica preciosa. —Dijo una chica detrás de Alex. —Yo también me quedaría embobada.
Alex se giró y vio a una chica de pie, era pelirroja, de melena larga, rostro femenino, bajita y de cuerpo esbelto, vistiendo un peto negro con falda y camiseta azul de rayas amarillas.
—Ojalá tener un cuerpo como el de ella. —Alex sonrió observándola flotar. —Pero debería aceptarme cómo tal, como los demás aceptan quien soy.
—Vaya, no eres una chica cis entonces. —Valentina vio a la chica hablar con Alex y fue hacia ellas enfadada. —¿Te gustaría que te diese mi móvil?
Alex apuntó su número y, al estar cerca, se marchó pero Valentina la atrapó agarrándola del brazo.
—¡Te avisé de que la dejaras en paz! —Valentina la miró con odio pero ella sonreía tranquila y serena. —No tienes derecho a acercarte a ella.
—Pero si solo queremos divertirnos mi novia y yo.
—La violaste, hija de puta.
—Y tú me dejaste sola. —Se zafó de ella y al ver a Alex acercarse, se acercó a su oído lentamente. —Os haremos sufrir a cada una ¿Lo mejor? Tú lo pasarás peor viéndola desmayarse y llorar como antes.
—¿Qué ocurre? —Alex se acercó mientras la chica se fue yendo. —¿Estás bien?
—Me gustaría estar en casa ahora. —Valentina se secaba las lágrimas sin girarse para mirar a Alex. —No puedo estar aquí, necesito estar en casa.
Ambas recogieron las cosas y se fueron al bloque, entraron y Alex las dejó en la cocina mientras Valentina miraba al balcón y encendía un cigarro.
—Necesito ducharme y calmarme. —Valentina se desnudó frente a Alex y fue al baño, entonces ella la siguió pero se quedó al otro lado. —Hija de… hija de puta…
Encendió la ducha mientras tiraba el cigarro al lavabo y entró en la ducha, Alex entonces echó un vistazo y vio el cuerpo desnudo de Valentina, apoyado frente a la pared con los brazos ahí y las manos acariciándose el pelo, iluminado por la ventana y brillando por el reflejo en el agua que caía por su cuerpo, los rizos se alisaban dejando su pelo recorrer su espalda, pero entonces vio a Valentina llorar y lo entendió, no estaba triste sino que esas lágrimas eran de culpabilidad.
Decidió entrar en la ducha con la ropa puesta, tocó su espalda con las manos y la abrazó entonces con las manos en el vientre, las fue subiendo hasta sus senos mientras miraba en el reflejo de los azulejos el rostro de placer de Valentina. Llegó a las manos de ella pasando por sus brazos, pegando sus tetas a la espalda de Valentina, ambas se miraron, Alex, sonrojada y jadeando, acercó su boca a la de ella, dándose pequeños besos y mordiscos en los labios, finalmente se alejó un poco y cerró los ojos.
—Valen… Valentina… sé mi ama por hoy, déjame servirte y hacer que solo pienses en mí. —Valentina dudó por un momento hasta que vio la mirada sumisa de Alex. —Por… favor.
—A pesar de todo ¿Esto es lo que quieres? —Le acarició una de las mejillas y Alex le acarició la mano disfrutando. —¿También me quieres?
Alex abrió los ojos y su mirada respondió a las preguntas de Valentina, quien no pudo mediar palabra alguna y se dio la vuelta nerviosa. Alex bajaba tranquilamente por su espalda hasta llegar a las nalgas, las besó y acarició con dulzura mientras se arrodillaba, cuando Valentina estuvo relajada, a pesar del temblor de sus piernas, decidió poner su rostro entre las nalgas, separándolas con las manos, entonces Valentina no pudo evitar sentir la lengua hacer círculos en su ano, después de arriba abajo y finalmente pequeños besos a la vez que la ardiente respiración de ella entre sus nalgas, la saliva humedeciendo esa parte tan intima.
—Valentina… hay algo que debo hacer, después castígame si lo deseas. —A pesar de no poder mirarse la una a la otra, sabía que no podía impedírselo. —Perdóname… ama.
—No lo hagas o yo… —Valentina no pudo resistir y Alex empezó a meter y sacar su lengua en el ano, apretándose alrededor de aquella juguetona parte de ella, haciendo que Valentina gimiese y apoyase la frente en la pared, mirando su rostro enrojecido y henchido de un placer intenso en el reflejo de los azulejos.
Estuvieron un buen rato pero la vergüenza la empezó a incomodar y Alex deseaba ser castigada, así que empezó a acariciar los labios de la vagina, a introducir los dedos después para buscar el clítoris y, finalmente al encontrarlo, Alex sintió un gran placer al oír los gemidos de Valentina con solo las caricias de esos dedos, caricias que eran suaves y delicadas con una zona muy sensible. 
—Te toca ahora temblar. —Valentina apartó la mano y el rostro de Alex, se giró y la agarró del pelo hacia arriba mientras ella babeaba y jadeaba, mirándola totalmente sometida y la saliva caía de la boca a los senos. —¿Eres mía? ¿Vas a ofrecerme tu cuerpo y tu ser para mis deseos? 
—Sí… sí. 
—¿Sabes cómo debes dirigirte a mí? 
Sí… ama. —Entonces Valentina le acarició la barbilla con el dedo gordo y recogió la saliva con el mismo dedo, metiéndoselo entre los labios. —Por favor, edúcame igual que antes. 
—Buena chica, bebe agua ahora y a mi cuarto. 
La hizo levantarse, cerró el agua y la desnudó lentamente, entonces le dio una cachetada en el culo que la hizo marcharse del baño. Valentina lamía el dedo que usó mientras se acariciaba el vientre, salió de la ducha y vio a Alex entrar en el cuarto, fijándose en como se movía el culo. 
—Je, chica obediente. 
Entró ella también en el cuarto y vio a Alex nerviosa, se miraron y se acercó, paso a paso, arrinconándola hasta la cama, sentándola y abriendo sus piernas con meras caricias en los muslos.
—Quiero dominarte aquí y ahora, atarte, azotarte, morderte y hacer que no puedas parar de jadear. —Valentina acarició los testículos y entonces empezó a meter los dedos por los canales inguinales mientras acercaba su boca a los senos. —Pero no quiero a la Alejandra sumisa, quiero a la Alejandra que deseo.
—Hmmmf… —Alex se resistía a gemir pero no pudo evitar jadear rápido al sentir la lengua de Valentina acariciar uno de sus pezones. —Me… encanta… me haces… ah.
Cada vez iba mas rápido, mas adentro, sus labios se apretaban alrededor del pezón mientras acariciaba el otro y lo apretaba. Disfrutaba de la mirada de Alex, una mirada de chica inocente, pasiva, fácil de sonrojar. De su pene expulsó una pequeña eyaculación transparente y fluida, Alex no pudo evitar mirarla y fijarse en que observaba sus genitales, entre jadeos suplicaba avergonzada que no lo hiciera pero Valentina la calló con un dedo entre sus labios y una sonrisa confiada, su lengua lamió la eyaculación que estaba en el vientre, y cuando se cruzaron miradas, sus labios apretaron el sensible glande, metiéndose todo el falo en la boca y devorando la corrida. Su cara de satisfacción hizo que Alex se sonrojara más y mirase a otro lado, apretando las sabanas mientras gemía fuerte.
—Por…favor, voy a… a correrme otra vez… no puedo… es demasiado.
Valentina no pudo evitar sonreír al oírla y volvió a practicar el muffing mientras la sacaba de su boca, era tal la intensidad que Alex no pudo dejar de temblar y gemir muy fuerte y ella decidió acariciar el glande con sus dedos y que apuntara a la boca.
—Yo… ¡Ah!
La corrida fue igual de pequeña pero impactó en las comisuras de los labios, saboreando mientras se separaba de Alex, viendo que se estaba quedando dormida se acercó, la besó en la frente y la tumbó bien en la cama, tumbándose ella también a su lado y acariciándole el pelo, la miraba respirar aceleradamente y disfrutaba de su rostro sonrojado e inocente.
—Eres tan cute. —Valentina se levantó y fue a la cocina, encendido un cigarro vio una foto de la estantería. —Tranquilo, no la dejaré tirada… debería hacerle algo de comer. 

domingo, 1 de diciembre de 2019

Una Historia de amor y transición. Capítulo 4

Era lunes, Alex estaba en una oficina, vestida con un pantalón marrón de lino, una blusa celeste a rayas con una tarjeta de identificación, y zapatos negros. Estaba tomando un café mientras analizaba un ordenador a la vez que charlaba con un compañero que se sentó en la mesa.
—Estará listo en nada. —Alex se relajaba y daba un sorbo. —He oído que ya están buscando gente para el departamento de ciberseguridad.
—Sí, traerán gente de fuera en vez de gente de aquí. —pSe levantó y le tocó el hombro para sentarse al lado. —Hoy parece que se incorpora un tío importante.
—No leo los correos, es perder mi tiempo. —Alex entonces empezó a escribir y usar el ratón. —Esto ya está listo, me voy a la tercera para la reunión. 
Alex se bebió de golpe el café para tirarlo, marchándose, salió a un pasillo para entrar a otro y subir las escaleras. Al llegar arriba entró a un despacho con moqueta y cruzó una puerta con la tarjeta de identificación, llegando a una sala enorme de reuniones donde estaba sola y sentada en una mesa redonda que ocupaba todo.
De repente entró un hombre, de veinticuatro años, bastante más alto que Alex, con pantalones negros y camisa blanca con corbata y mocasines, su rostro era muy occidental, su piel blanca, su cabello era corto y pelirrojo con flequillo, tenía una barba algo espesa, estaba engominado, su cuerpo tenía buena musculatura, y podía verse el contorno de sus pectorales. 
—Hola Adán. —Le ofreció su mano pero Alex lo rechazó y él se metió la mano en el bolsillo. —Soy Shiro Nomura, esperaba que te acordaras de mí.
—Me temo que se confunde, yo soy Alejandra Ruiz Jiménez.
—Vaya, me ha recordado a alguien entonces, se parecen un poco. 
—Pues… me alegro.
Entró otro hombre, trajeado y decidido se sentó en la última zona, Alex se sentó cerca pero no demasiado, frente a ella estaba Shiro, quien la mira sonriendo.
—Ada… digo Alejandra, te he citado aquí porque vamos a empezar con un proyecto y nos gustaría cambiarte de puesto.
—Me va bien donde estoy.
—Aún no has oído mi propuesta, bueno, nuestra propuesta.
—Está bien pero ya sabe que decir mi deadname hará que me vaya. —Sus palabras incomodaron a ambos mientras ella se cruzaba de brazos. 
—No se preocupe, vamos a empezar con el departamento de ciberseguridad y Shiro se encargará de ser el jefe de la mitad de los proyectos, es un joven muy ambicioso y ha estudiado en buenas universidades pero ha propuesto que la traspasemos a usted como analista de seguridad y viendo su currículum… es una propuesta muy interesante.
—Me gustaría hablarlo con el señor Nomura a solas. —Alex miró a Shiro con frialdad y odio haciéndole sonreír.
—Me temo…
—Ella tiene derecho a hablar conmigo a solas sobre sus… condiciones.
El hombre se marchó y entonces Alex se levantó enfadada. Se sentó en la mesa, al lado de Shiro, quien la miraba relajado.
—No tenías que hacer esto. —Alex empezó a mirarle triste y a mirar el inmenso paisaje de la ciudad. —Podías haber hablado conmigo.
—Necesitaba saber de ti primero. 
—Pues ya lo sabes. 
—Siempre pensé que eras un chico. —Shiro se levantó, pulsó un botón de la mesa y bajaron unas persianas de tela. —Ahora estás preciosa.
—Shiro.
—Lo sé, fue duro.
—Con trece es mucho más duro.
—Y más si te gusta tu mejor amigo.
—Aún no sé si tus padres…
—¿Me pegaron? Sí, después de volver a Japón, para mi padre fui una vergüenza, y mi madre creyó que estar encerrado en la casa de invitados el resto del verano era lo mejor, eso sí, por supuesto, un internado me quitaría cualquier idea homosexual. 
—Lo siento muchísimo… yo no lo sabía.
—Me ayudó mucho, me ayudaste mucho. —Shiro se acercó a ella lentamente. —Creí que devolverte el favor era lo mejor. 
—¿De qué…?
—Soy bi, necesité experimentar y entenderme a mi mismo. —Shiro acarició las rodillas de Alex suavemente. —Y más importante, alejarme de mi familia y hacer mi vida, lo más lejos posible, veo que tú decidiste ser mas valiente.
—¿Tenía otra opción? Yo no puedo alejarme o irme, ni rechazarme toda la vida, ni esconderme, estaba cansada de todo eso, no es valentía, es cansancio y no ha salido fácil. —Alex se puso de pie y encaró a Shiro de frente. —Tú podías haberte enfrentado a tu familia, igual que hacemos todos porque no vivimos en mares de billetes cómo tú, no podemos irnos, no podemos evitar el puto rechazo… hipócrita, después de todo lo que habrás pasado.
—Lo lamento, debí haber escogido mejores palabras. 
—Yo… debo rechazar el trabajo, estoy bien donde estoy. —Alex lo apartó e intentó marcharse pero al llegar a la puerta, Shiro la tenía sujetada de la muñeca. —No quiero.
—Me gustaría que trabajásemos juntos… e intentar conocerte.
—¡Esto no funciona así! —Alex lo abofeteó haciendo que la soltase. —Yo no me como una polla para conseguir un trabajo, ni mantener una relación con un jefe, lo consigo por mi cuenta, con mi esfuerzo, no quiero ni tu ayuda.
Alex se marchó enfadada mientras Shiro la miraba con una tierna sonrisa y se acariciaba la mejilla.
Pasaron unas horas hasta ser la una y cuarto del mediodía. Alex estaba en un cubículo rodeada de ordenadores, portátiles, cables, y un monitor con un teclado conectado a varias torres pequeñas de ordenador.
—Es mi hora del almuerzo y los demás han salido. —Alex escribía en el teclado mientras escuchaba música. —Lo que sea, ticket y me lo cuenta cuando vuelva.
—No sabía que pudieras ser directa. —Valentina la miró nerviosa. —Así que aquí soportas a la gente.
Valentina iba formal, con pantalones azules y camisa blanca, llevando gafas y el pelo liso.
—¿Qué haces aquí? —Alex la miró de reojo y siguió con su trabajo. 
—Me han contratado de operadora de ciberseguridad. 
—Siempre te vi de ilustradora y eso. 
—Quería probar otros caminos. —Valentina entró y miró cómo maquetaba un ordenador. —Maquetaciones.
—Oye, nueva ¿Te vienes a comer? —Valentina se marchó y Alex se levantó, entonces vio a Shiro acercarse a la puerta.
—Si vienes a… 
—… Acompañarme a comer algo. —Shiro le enseñó un sándwich de supermercado y una coca cola. —Solo de amigos y viejos tiempos. 
—Me… me encantaría. —Alex sonrió y se sonrojó. 
Alex sacó de su mochila un bocadillo envuelto en papel de aluminio y un zumo de manzana y zanahoria. Ambos estaban sentados en la mesa de ella, comiendo y charlando, entre risas y miradas, pero Shiro no pudo evitar acariciar el pelo de Alex, enredándose entre sus rizos y haciendo que ella mirase sonrojada y sorprendida, entonces vio que tenía una miga de pan en sus comisuras y se la quitó. 
—¿Shiro…?
—Tenías en… una… 
—Ah… gracias. —A ambos se les hizo un silencio incomodo durante unos minutos hasta que Alex intentó hablar. —¿Y dónde… dónde vives? 
—En el centro, un pequeño apartamento cerca de El Corte Inglés. —Shiro la miró sonrojado. —¿Quieres venir a verlo? Y nos tomamos algo… o no, no sé. 
—Me gustaría mucho, así podemos recordar viejos tiempos. —Alex sonrió haciendo que a Shiro le latiese rápido el corazón.
—Alejandra. —Shiro empezó a tocar la mano de Alex suavemente. —¿Cómo es…? Bueno ¿Cómo es ser trans? 
—Para chicos y chicas es… difícil, sinceramente difícil, tienes que escuchar tu deadname y el missgendering, sufres disforia por cualquier parte de tu cuerpo, te afeitas siempre, te depilas, tienes que buscar a veces prendas que no sean para tíos o tías para trabajar, tienes que tener mucho cuidado en el trabajo, insultos por no tener passing, soportar mucho acoso en redes sociales y no es agradable leer “me gustan los trans” o “soy heterocurioso”, ser trans no es querer follar pero les da igual porque para ellos somos juguetes o putos fetiches. —Alex miró a Shiro y entonces él le apartó un poco el pelo por detrás de la oreja, haciéndola sonreír. —Y es difícil, más aún, entrar en nuestros espacios, porque tienes miedo y no sabes cuando alguien te dirá algo o pueda amargarte el día. 
—Entiendo, pase lo que pase, puedes confiar en mí.
—Gracias, Shiro. —Alex le abrazó. —Gracias por escucharme… debería… trabajar.
—Yo también, nos vemos cuando termines.
Shiro no pudo contenerse y salió por una de las salidas de emergencia llegando al pasillo, jadeó sin parar y dio un ligero quejido al tocarse el pecho.
—Aún me duele mucho, debería salir un momento. 
Decidió irse, bajando por las escaleras y llegando a un gran vestíbulo, salió por la puerta y se sentó en un banco, respirando con calma, cerrando los ojos e intentando tranquilizarse.
—Te noto nervioso. —Valentina se puso delante de él. —No deberías esforzarte tanto.
—Ya lo sé, pero es mi trabajo.
—¿Tu trabajo es follarte a Alex? —Shiro abrió los ojos y ella se sentó a su lado. —No es una chica cualquiera, es especial y sensible. 
—Lo sé, es lo que siempre me ha gustado de ella.
—¿De que hablas?
—Ella y yo fuimos algo, cuando éramos unos niños y aún hay algo que siento.
—No creo que le intereses, ha estado mal y sola, y yo he cuidado de ella.
—¿Y eso la hace de tu propiedad?
—Solo digo que la conozco mejor que tú y puedo entenderla.
—¿Intentas decirme que me aleje de ella?
—Exacto, no pudisteis estar juntos, deja que viva su vida.
—Déjame preguntarte algo. —Shiro se levantó y se ajustó la camisa. —¿Qué ocurrió entre vosotras? ¿No sigues con ella?
—Yo… no.
—Pues que decida ella con quien estar.
—¡Eso no es tan fácil! —Valentina se levantó y se encaró con él. —Y ella ya tiene parejas.
—Una más no vendrá mal. —Shiro sonrió y decidió marcharse pero Valentina le agarró del brazo. —¿Qué te ocurre?
—No sabes todo lo que ha sufrido, no es un trofeo.
—No, es la chica de quien me enamoré y a la que voy a recuperar.
—Lo mismo digo entonces, no dejaré que sufra por un capullo cómo tú. —Valentina lo soltó pero él seguía sonriendo. 
Shiro volvió al edificio mientras Valentina se reunía con sus compañeros. Pasó un tiempo hasta las seis, entonces Alex ya estaba fuera, esperando con su mochila a la espalda.
—Oye. —Valentina estaba detrás con el casco de su moto. —Te llevo a casa.
—Prefiero que no. —Alex no se giró pero Valentina se puso delante de ella. —No quiero ir contigo si no me lo cuentas.
—Mira… es complicado.
—Entonces déjame sola. —Alex se alejó de ella pero la siguió.
—Solo acompáñame.
Un deportivo azul se paró frente a ellas, la ventanilla bajó y era Shiro, quien saludó con una sonrisa y un guiño.
—¿Nos vamos? —Alex se fue al otro lado y se metió en el coche.
—¿Ocurre algo con Alejandra, señorita Luzuriaga?
—Shiro, es complicado. —Alex miró con una sonrisa a Valentina, indignándola.
Se marcharon, mientras circulaba el coche a buena velocidad, Alex miraba a todos lados del interior del coche y disfrutaba del asiento.
—Fue un capricho que tuve cuando vendí mi empresa, un Masserati Gran Turismo
—¿Eres…?
—Millonario, monté una empresa con dieciocho en Estados Unidos con una idea de redes y seguridad y la vendí por diez millones este año.
—Joder… eres un burgués, mis amigas dirán de cortarte la cabeza. —Alex y Shiro se rieron durante un rato y entonces Alex le sonrió, sonrojándole. —Ojalá haber hecho algo. 
—Ya lo has hecho, estar preciosa.
—Eres un bobo. —Alex le pegó en el brazo mientras se reía.
Se metió en un parking, aparcó y ambos salieron. Alex se alejaba y se estiraba mientras Shiro le miraba el culo y cogía su maletín. Alex se giró y le sonrió, sonrojándolo aún más.
—Bu-bueno, vamos. —Dijo Shiro marchándose, con Alex detrás, a un pasillo donde había ascensor. 
Ambos entraron, Shiro pulsó el último piso pero pasado un momento, se pararon en la planta baja. La puerta se abrió y un hombre con una lavadora en un carrito entró, arrinconando a ambos, y haciendo que Alex sintiese el torso y la entrepierna de Shiro.
—Disculpen. —Dijo después de pulsar el tercero.
—Shiro… —Alex empezó a avergonzarse mientras notaba con el culo algo extraño en un muslo de él y se puso a susurrar. —¿Qué es eso?
—Adivina. —Shiro sonrió y Alex se quedó un buen rato pensando, cuando llegaron al tercero, lo entendió y se sonrojó. 
—¡¿Es normal que tenga ese tamaño?! —Alex lo miró con ojos como platos mientras el señor de la lavadora se reía y se marchaba. 
—Es bastante incomodo y me cuesta mantener relaciones. —Alex entonces se sonrojó pero siguió pegada a él. —¿Podrías…?
—Em, sí. —Alex se apartó y le miró la entrepierna sin parar. —Yo tendría… 
—¿Qué? —Shiro se sonrojó y llegaron a la última planta.
—¡Nada!
—Es la última puerta. 
Alex salió avergonzada y después Shiro riéndose, fueron hasta el final del pasillo y, al abrir la puerta, ella miró el teléfono.
—¿Ocurre algo? —Shiro entró pero la vio en shock. —Alejandra ¿Estás bien?
—Yo… no lo sé. —Él la abrazó pero ella ni se inmutó. —Stinne… ha cortado conmigo.
—Voy a hacer una infusión y me cuentas todo. 
Ambos entraron y la puerta daba directo al salón, donde había un sofá con un televisor enorme y curvado en la pared y una mesa de cristal, el salón estaba unido a una cocina pequeña y un despacho, había un pasillo oscuro con dos habitaciones a los lados y una al final. Alex se sentó en el sofá y Shiro se fue a la cocina, calentó un cazo de agua en la vitrocerámica, y entonces Alex fue acercándose por detrás, y cuando Shiro cogió una bolsita de papel verde, ella lo abrazó por la espalda.
—Lo siento mucho… —Alex suspiró. —Siento reprimir todo lo malo en mí.
—Llora, lo necesitas. —Shiro acarició las manos de Alex. —¿Por qué ha cortado contigo?
—Nos peleamos ayer porque… ella creía que quería a Valentina. —Alex subió sus manos hasta el pecho, haciéndole dar un pequeño quejido. —Pero no siento nada por ella.
—Me haces un poco de daño. —Alex se apartó y él empezó a echar hierbas en el cazo con nerviosismo. —No es nada, tranquila.
—Shiro, mírame. —Entonces él se giró y ella le desabrochó la camisa, viendo su torso bañado por el vello rojizo y fino, había una contusión reciente e hinchada en el pectoral derecho y su torso desnudo, esculpido en abdominales y pectorales. —¿Quién te ha hecho esto?
—Nadie, deberías centrarte en ti. —Alex le miró y suavemente le acarició el pecho, poco a poco acercándose con los dedos. —¿Qué estás haciendo?
—Curarte, con un beso de cura sana, cómo antes. —Alex besó la molestia, con delicadeza y solo con el roce de sus labios y le miró. —¿No te estoy curando bien?
—No mucho. —Shiro le acarició el pelo mientras le sonreía. —Es demasiado rápido

—¿Demasiado? Solo somos amigos.
—Me refiero a cortar hace poco y… no verte llorar.
—No he venido a llorar. —Alex mordió el pezón de Shiro y le miró sonrojada y jadeando mientras él la agarraba fuerte del pelo y le arañaba la espalda, haciendo que ella jadease y le soltase. —He venido a recordar viejos tiempos.
Shiro no pudo resistirse a su mirada, besándola y desabrochando su camisa de forma acelerada para acabar atándola con ella los brazos a la espalda, y disfrutando de las vistas de su sujetador de encaje. 
—Esto no era lo que pensaba pero… es tu casa.
—¿Y esta noche eres mía?
—No lo dudes pero no soy tan fácil. —Alex le guiñó un ojo y se giró, se desató y se desabrochó el sujetador. —A jugar.
Vio como se quitaba lentamente los pantalones a la vez que movía el culo mostrando bragas de encaje, y Shiro apagó la vitro, la cogió en brazos y se la llevó al pasillo, justo a la habitación de la derecha. La tumbó en la cama y ella vio como su muslo se veía mas abultado mientras que su pene sobresalía de sus bragas.
—Tus pechos son preciosos. —Se echó encima agarrando sus muñecas y mordió un pezón haciéndola gemir fuerte y ella le miró sonrojada y babeando. —Tu cuerpo, tus caderas… eres perfecta y aún te queda por cambiar.
—Hmmmff… Shiro… —Él le quitó las bragas con la boca pero ella se asustó, sin embargo, veía la mirada pervertida de Shiro, la misma que siempre tuvo desde su primera vez. —¿No ha… no hay problema?
Shiro la tumbó bocabajo y la agarró de los muslos, tirando hacía él y teniéndola con el culo inclinado.
—¿Shiro? —Entonces ya sintió los dedos de Shiro acariciando su ano mientras un líquido frío caía en él y entre sus nalgas, haciendo que agarrase fuerte las sabanas y jadease sin cesar. —Shi… Shiro. 
—Vamos a probar cada parte de ti. —Shiro empezó a introducir dentro de ella bolas chinas, poco a poco, dejando que cada bola abriese y cerrase su ano. —Espero hacerte sentir bien, mi pequeña.
Alex sonrió y mordió las sabanas mirando a Shiro, se puso de rodillas y empezó a desabrochar su pantalón, al caer, Alex lo miró sonrojada y jadeando mientras le bajaba los boxers y no pudo evitar sorprenderse del tamaño del miembro de Shiro.
—Va a costar, no tienes por qué ¿Va…?
Alex sin pensarlo lo metió en su boca, interrumpiéndole, y con solo el glande entre sus labios lo lamió sin parar. Shiro la acariciaba, se dejaba enredar por sus rizos y le acariciaba el cuello mientras veía como ella le miraba sumisa y dispuesta a todo. Al correrse, lo soltó para poder respirar mientras dejaba fuera la lengua, el semen estaba en su boca y en su paladar y caía sobre sus senos. Shiro la hizo mirar hacia arriba con la mano en la barbilla, tragando todo, entonces ella agarró la mano de Shiro y metió el índice en su boca, lamiéndolo y haciendo una felación.
—Necesitabas esto. —Shiro le quitó la mano y se sentó en la cama. —Siéntate encima de mí.
—¿Qué vas a hacerme? —Lo miró con una dulce sonrisa. 
Alex se sentó encima de él de espaldas, entonces Shiro le quitó lentamente el juguete mientras le tapaba los ojos con la otra mano, después la tumbó como antes pero la metió poco a poco, tirando de los brazos de Alex pero no pudo entera, así que empezó a follarla lentamente mientras ella gemía fuerte y dulce. Fue más y más rápido y los gemidos fueron mas intensos mientras ella se corría en la cama, Shiro no pudo evitar excitarse más y empezó a correrse dentro mientras tiraba de ella hasta el final. Al sacarla, ella se tumbó bocabajo mientras jadeaba acelerada y él se tumbó a su lado cansado, besando y acariciando su espalda, y sintiéndose feliz de tenerla a su lado. 
—Hacía tiempo que no me sentía tan bien. —Shiro le apartó el pelo detrás de la oreja y ella se tumbó de lado y lo abrazó apoyándose en su pecho. —¿Te he hecho daño o te he hecho sentir incomoda? 
—No, has sido genial. —Alex le miró y sonrió, entonces le acarició y besó el moratón con cuidado —¿Te sigue doliendo? 
—No, para nada. —Shiro le acarició el pelo, bajó por su rostro hasta sus labios, donde introdujo el dedo gordo. —No he estado nunca con una chica… y esta primera vez ha sido lo mejor.
—En cierto modo ya lo hiciste hace años. —Ambos se sonrieron y ella cerró los ojos pegada a su pecho mientras él la acariciaba.