Era lunes, Alex estaba en una oficina, vestida con un pantalón marrón de lino, una blusa celeste a rayas con una tarjeta de identificación, y zapatos negros. Estaba tomando un café mientras analizaba un ordenador a la vez que charlaba con un compañero que se sentó en la mesa.
—Estará listo en nada. —Alex se relajaba y daba un sorbo. —He oído que ya están buscando gente para el departamento de ciberseguridad.
—Sí, traerán gente de fuera en vez de gente de aquí. —pSe levantó y le tocó el hombro para sentarse al lado. —Hoy parece que se incorpora un tío importante.
—No leo los correos, es perder mi tiempo. —Alex entonces empezó a escribir y usar el ratón. —Esto ya está listo, me voy a la tercera para la reunión.
Alex se bebió de golpe el café para tirarlo, marchándose, salió a un pasillo para entrar a otro y subir las escaleras. Al llegar arriba entró a un despacho con moqueta y cruzó una puerta con la tarjeta de identificación, llegando a una sala enorme de reuniones donde estaba sola y sentada en una mesa redonda que ocupaba todo.
De repente entró un hombre, de veinticuatro años, bastante más alto que Alex, con pantalones negros y camisa blanca con corbata y mocasines, su rostro era muy occidental, su piel blanca, su cabello era corto y pelirrojo con flequillo, tenía una barba algo espesa, estaba engominado, su cuerpo tenía buena musculatura, y podía verse el contorno de sus pectorales.
—Hola Adán. —Le ofreció su mano pero Alex lo rechazó y él se metió la mano en el bolsillo. —Soy Shiro Nomura, esperaba que te acordaras de mí.
—Me temo que se confunde, yo soy Alejandra Ruiz Jiménez.
—Vaya, me ha recordado a alguien entonces, se parecen un poco.
—Pues… me alegro.
Entró otro hombre, trajeado y decidido se sentó en la última zona, Alex se sentó cerca pero no demasiado, frente a ella estaba Shiro, quien la mira sonriendo.
—Ada… digo Alejandra, te he citado aquí porque vamos a empezar con un proyecto y nos gustaría cambiarte de puesto.
—Me va bien donde estoy.
—Aún no has oído mi propuesta, bueno, nuestra propuesta.
—Está bien pero ya sabe que decir mi deadname hará que me vaya. —Sus palabras incomodaron a ambos mientras ella se cruzaba de brazos.
—No se preocupe, vamos a empezar con el departamento de ciberseguridad y Shiro se encargará de ser el jefe de la mitad de los proyectos, es un joven muy ambicioso y ha estudiado en buenas universidades pero ha propuesto que la traspasemos a usted como analista de seguridad y viendo su currículum… es una propuesta muy interesante.
—Me gustaría hablarlo con el señor Nomura a solas. —Alex miró a Shiro con frialdad y odio haciéndole sonreír.
—Me temo…
—Ella tiene derecho a hablar conmigo a solas sobre sus… condiciones.
El hombre se marchó y entonces Alex se levantó enfadada. Se sentó en la mesa, al lado de Shiro, quien la miraba relajado.
—No tenías que hacer esto. —Alex empezó a mirarle triste y a mirar el inmenso paisaje de la ciudad. —Podías haber hablado conmigo.
—Necesitaba saber de ti primero.
—Pues ya lo sabes.
—Siempre pensé que eras un chico. —Shiro se levantó, pulsó un botón de la mesa y bajaron unas persianas de tela. —Ahora estás preciosa.
—Shiro.
—Lo sé, fue duro.
—Con trece es mucho más duro.
—Y más si te gusta tu mejor amigo.
—Aún no sé si tus padres…
—¿Me pegaron? Sí, después de volver a Japón, para mi padre fui una vergüenza, y mi madre creyó que estar encerrado en la casa de invitados el resto del verano era lo mejor, eso sí, por supuesto, un internado me quitaría cualquier idea homosexual.
—Lo siento muchísimo… yo no lo sabía.
—Me ayudó mucho, me ayudaste mucho. —Shiro se acercó a ella lentamente. —Creí que devolverte el favor era lo mejor.
—¿De qué…?
—Soy bi, necesité experimentar y entenderme a mi mismo. —Shiro acarició las rodillas de Alex suavemente. —Y más importante, alejarme de mi familia y hacer mi vida, lo más lejos posible, veo que tú decidiste ser mas valiente.
—¿Tenía otra opción? Yo no puedo alejarme o irme, ni rechazarme toda la vida, ni esconderme, estaba cansada de todo eso, no es valentía, es cansancio y no ha salido fácil. —Alex se puso de pie y encaró a Shiro de frente. —Tú podías haberte enfrentado a tu familia, igual que hacemos todos porque no vivimos en mares de billetes cómo tú, no podemos irnos, no podemos evitar el puto rechazo… hipócrita, después de todo lo que habrás pasado.
—Lo lamento, debí haber escogido mejores palabras.
—Yo… debo rechazar el trabajo, estoy bien donde estoy. —Alex lo apartó e intentó marcharse pero al llegar a la puerta, Shiro la tenía sujetada de la muñeca. —No quiero.
—Me gustaría que trabajásemos juntos… e intentar conocerte.
—¡Esto no funciona así! —Alex lo abofeteó haciendo que la soltase. —Yo no me como una polla para conseguir un trabajo, ni mantener una relación con un jefe, lo consigo por mi cuenta, con mi esfuerzo, no quiero ni tu ayuda.
Alex se marchó enfadada mientras Shiro la miraba con una tierna sonrisa y se acariciaba la mejilla.
Pasaron unas horas hasta ser la una y cuarto del mediodía. Alex estaba en un cubículo rodeada de ordenadores, portátiles, cables, y un monitor con un teclado conectado a varias torres pequeñas de ordenador.
—Es mi hora del almuerzo y los demás han salido. —Alex escribía en el teclado mientras escuchaba música. —Lo que sea, ticket y me lo cuenta cuando vuelva.
—No sabía que pudieras ser directa. —Valentina la miró nerviosa. —Así que aquí soportas a la gente.
Valentina iba formal, con pantalones azules y camisa blanca, llevando gafas y el pelo liso.
—¿Qué haces aquí? —Alex la miró de reojo y siguió con su trabajo.
—Me han contratado de operadora de ciberseguridad.
—Siempre te vi de ilustradora y eso.
—Quería probar otros caminos. —Valentina entró y miró cómo maquetaba un ordenador. —Maquetaciones.
—Oye, nueva ¿Te vienes a comer? —Valentina se marchó y Alex se levantó, entonces vio a Shiro acercarse a la puerta.
—Si vienes a…
—… Acompañarme a comer algo. —Shiro le enseñó un sándwich de supermercado y una coca cola. —Solo de amigos y viejos tiempos.
—Me… me encantaría. —Alex sonrió y se sonrojó.
Alex sacó de su mochila un bocadillo envuelto en papel de aluminio y un zumo de manzana y zanahoria. Ambos estaban sentados en la mesa de ella, comiendo y charlando, entre risas y miradas, pero Shiro no pudo evitar acariciar el pelo de Alex, enredándose entre sus rizos y haciendo que ella mirase sonrojada y sorprendida, entonces vio que tenía una miga de pan en sus comisuras y se la quitó.
—¿Shiro…?
—Tenías en… una…
—Ah… gracias. —A ambos se les hizo un silencio incomodo durante unos minutos hasta que Alex intentó hablar. —¿Y dónde… dónde vives?
—En el centro, un pequeño apartamento cerca de El Corte Inglés. —Shiro la miró sonrojado. —¿Quieres venir a verlo? Y nos tomamos algo… o no, no sé.
—Me gustaría mucho, así podemos recordar viejos tiempos. —Alex sonrió haciendo que a Shiro le latiese rápido el corazón.
—Alejandra. —Shiro empezó a tocar la mano de Alex suavemente. —¿Cómo es…? Bueno ¿Cómo es ser trans?
—Para chicos y chicas es… difícil, sinceramente difícil, tienes que escuchar tu deadname y el missgendering, sufres disforia por cualquier parte de tu cuerpo, te afeitas siempre, te depilas, tienes que buscar a veces prendas que no sean para tíos o tías para trabajar, tienes que tener mucho cuidado en el trabajo, insultos por no tener passing, soportar mucho acoso en redes sociales y no es agradable leer “me gustan los trans” o “soy heterocurioso”, ser trans no es querer follar pero les da igual porque para ellos somos juguetes o putos fetiches. —Alex miró a Shiro y entonces él le apartó un poco el pelo por detrás de la oreja, haciéndola sonreír. —Y es difícil, más aún, entrar en nuestros espacios, porque tienes miedo y no sabes cuando alguien te dirá algo o pueda amargarte el día.
—Entiendo, pase lo que pase, puedes confiar en mí.
—Gracias, Shiro. —Alex le abrazó. —Gracias por escucharme… debería… trabajar.
—Yo también, nos vemos cuando termines.
Shiro no pudo contenerse y salió por una de las salidas de emergencia llegando al pasillo, jadeó sin parar y dio un ligero quejido al tocarse el pecho.
—Aún me duele mucho, debería salir un momento.
Decidió irse, bajando por las escaleras y llegando a un gran vestíbulo, salió por la puerta y se sentó en un banco, respirando con calma, cerrando los ojos e intentando tranquilizarse.
—Te noto nervioso. —Valentina se puso delante de él. —No deberías esforzarte tanto.
—Ya lo sé, pero es mi trabajo.
—¿Tu trabajo es follarte a Alex? —Shiro abrió los ojos y ella se sentó a su lado. —No es una chica cualquiera, es especial y sensible.
—Lo sé, es lo que siempre me ha gustado de ella.
—¿De que hablas?
—Ella y yo fuimos algo, cuando éramos unos niños y aún hay algo que siento.
—No creo que le intereses, ha estado mal y sola, y yo he cuidado de ella.
—¿Y eso la hace de tu propiedad?
—Solo digo que la conozco mejor que tú y puedo entenderla.
—¿Intentas decirme que me aleje de ella?
—Exacto, no pudisteis estar juntos, deja que viva su vida.
—Déjame preguntarte algo. —Shiro se levantó y se ajustó la camisa. —¿Qué ocurrió entre vosotras? ¿No sigues con ella?
—Yo… no.
—Pues que decida ella con quien estar.
—¡Eso no es tan fácil! —Valentina se levantó y se encaró con él. —Y ella ya tiene parejas.
—Una más no vendrá mal. —Shiro sonrió y decidió marcharse pero Valentina le agarró del brazo. —¿Qué te ocurre?
—No sabes todo lo que ha sufrido, no es un trofeo.
—No, es la chica de quien me enamoré y a la que voy a recuperar.
—Lo mismo digo entonces, no dejaré que sufra por un capullo cómo tú. —Valentina lo soltó pero él seguía sonriendo.
Shiro volvió al edificio mientras Valentina se reunía con sus compañeros. Pasó un tiempo hasta las seis, entonces Alex ya estaba fuera, esperando con su mochila a la espalda.
—Oye. —Valentina estaba detrás con el casco de su moto. —Te llevo a casa.
—Prefiero que no. —Alex no se giró pero Valentina se puso delante de ella. —No quiero ir contigo si no me lo cuentas.
—Mira… es complicado.
—Entonces déjame sola. —Alex se alejó de ella pero la siguió.
—Solo acompáñame.
Un deportivo azul se paró frente a ellas, la ventanilla bajó y era Shiro, quien saludó con una sonrisa y un guiño.
—¿Nos vamos? —Alex se fue al otro lado y se metió en el coche.
—¿Ocurre algo con Alejandra, señorita Luzuriaga?
—Shiro, es complicado. —Alex miró con una sonrisa a Valentina, indignándola.
Se marcharon, mientras circulaba el coche a buena velocidad, Alex miraba a todos lados del interior del coche y disfrutaba del asiento.
—Fue un capricho que tuve cuando vendí mi empresa, un Masserati Gran Turismo
—¿Eres…?
—Millonario, monté una empresa con dieciocho en Estados Unidos con una idea de redes y seguridad y la vendí por diez millones este año.
—Joder… eres un burgués, mis amigas dirán de cortarte la cabeza. —Alex y Shiro se rieron durante un rato y entonces Alex le sonrió, sonrojándole. —Ojalá haber hecho algo.
—Ya lo has hecho, estar preciosa.
—Eres un bobo. —Alex le pegó en el brazo mientras se reía.
Se metió en un parking, aparcó y ambos salieron. Alex se alejaba y se estiraba mientras Shiro le miraba el culo y cogía su maletín. Alex se giró y le sonrió, sonrojándolo aún más.
—Bu-bueno, vamos. —Dijo Shiro marchándose, con Alex detrás, a un pasillo donde había ascensor.
Ambos entraron, Shiro pulsó el último piso pero pasado un momento, se pararon en la planta baja. La puerta se abrió y un hombre con una lavadora en un carrito entró, arrinconando a ambos, y haciendo que Alex sintiese el torso y la entrepierna de Shiro.
—Disculpen. —Dijo después de pulsar el tercero.
—Shiro… —Alex empezó a avergonzarse mientras notaba con el culo algo extraño en un muslo de él y se puso a susurrar. —¿Qué es eso?
—Adivina. —Shiro sonrió y Alex se quedó un buen rato pensando, cuando llegaron al tercero, lo entendió y se sonrojó.
—¡¿Es normal que tenga ese tamaño?! —Alex lo miró con ojos como platos mientras el señor de la lavadora se reía y se marchaba.
—Es bastante incomodo y me cuesta mantener relaciones. —Alex entonces se sonrojó pero siguió pegada a él. —¿Podrías…?
—Em, sí. —Alex se apartó y le miró la entrepierna sin parar. —Yo tendría…
—¿Qué? —Shiro se sonrojó y llegaron a la última planta.
—¡Nada!
—Es la última puerta.
Alex salió avergonzada y después Shiro riéndose, fueron hasta el final del pasillo y, al abrir la puerta, ella miró el teléfono.
—¿Ocurre algo? —Shiro entró pero la vio en shock. —Alejandra ¿Estás bien?
—Yo… no lo sé. —Él la abrazó pero ella ni se inmutó. —Stinne… ha cortado conmigo.
—Voy a hacer una infusión y me cuentas todo.
Ambos entraron y la puerta daba directo al salón, donde había un sofá con un televisor enorme y curvado en la pared y una mesa de cristal, el salón estaba unido a una cocina pequeña y un despacho, había un pasillo oscuro con dos habitaciones a los lados y una al final. Alex se sentó en el sofá y Shiro se fue a la cocina, calentó un cazo de agua en la vitrocerámica, y entonces Alex fue acercándose por detrás, y cuando Shiro cogió una bolsita de papel verde, ella lo abrazó por la espalda.
—Lo siento mucho… —Alex suspiró. —Siento reprimir todo lo malo en mí.
—Llora, lo necesitas. —Shiro acarició las manos de Alex. —¿Por qué ha cortado contigo?
—Nos peleamos ayer porque… ella creía que quería a Valentina. —Alex subió sus manos hasta el pecho, haciéndole dar un pequeño quejido. —Pero no siento nada por ella.
—Me haces un poco de daño. —Alex se apartó y él empezó a echar hierbas en el cazo con nerviosismo. —No es nada, tranquila.
—Shiro, mírame. —Entonces él se giró y ella le desabrochó la camisa, viendo su torso bañado por el vello rojizo y fino, había una contusión reciente e hinchada en el pectoral derecho y su torso desnudo, esculpido en abdominales y pectorales. —¿Quién te ha hecho esto?
—Nadie, deberías centrarte en ti. —Alex le miró y suavemente le acarició el pecho, poco a poco acercándose con los dedos. —¿Qué estás haciendo?
—Curarte, con un beso de cura sana, cómo antes. —Alex besó la molestia, con delicadeza y solo con el roce de sus labios y le miró. —¿No te estoy curando bien?
—No mucho. —Shiro le acarició el pelo mientras le sonreía. —Es demasiado rápido
—¿Demasiado? Solo somos amigos.
—Me refiero a cortar hace poco y… no verte llorar.
—No he venido a llorar. —Alex mordió el pezón de Shiro y le miró sonrojada y jadeando mientras él la agarraba fuerte del pelo y le arañaba la espalda, haciendo que ella jadease y le soltase. —He venido a recordar viejos tiempos.
Shiro no pudo resistirse a su mirada, besándola y desabrochando su camisa de forma acelerada para acabar atándola con ella los brazos a la espalda, y disfrutando de las vistas de su sujetador de encaje.
—Esto no era lo que pensaba pero… es tu casa.
—¿Y esta noche eres mía?
—No lo dudes pero no soy tan fácil. —Alex le guiñó un ojo y se giró, se desató y se desabrochó el sujetador. —A jugar.
Vio como se quitaba lentamente los pantalones a la vez que movía el culo mostrando bragas de encaje, y Shiro apagó la vitro, la cogió en brazos y se la llevó al pasillo, justo a la habitación de la derecha. La tumbó en la cama y ella vio como su muslo se veía mas abultado mientras que su pene sobresalía de sus bragas.
—Tus pechos son preciosos. —Se echó encima agarrando sus muñecas y mordió un pezón haciéndola gemir fuerte y ella le miró sonrojada y babeando. —Tu cuerpo, tus caderas… eres perfecta y aún te queda por cambiar.
—Hmmmff… Shiro… —Él le quitó las bragas con la boca pero ella se asustó, sin embargo, veía la mirada pervertida de Shiro, la misma que siempre tuvo desde su primera vez. —¿No ha… no hay problema?
Shiro la tumbó bocabajo y la agarró de los muslos, tirando hacía él y teniéndola con el culo inclinado.
—¿Shiro? —Entonces ya sintió los dedos de Shiro acariciando su ano mientras un líquido frío caía en él y entre sus nalgas, haciendo que agarrase fuerte las sabanas y jadease sin cesar. —Shi… Shiro.
—Vamos a probar cada parte de ti. —Shiro empezó a introducir dentro de ella bolas chinas, poco a poco, dejando que cada bola abriese y cerrase su ano. —Espero hacerte sentir bien, mi pequeña.
Alex sonrió y mordió las sabanas mirando a Shiro, se puso de rodillas y empezó a desabrochar su pantalón, al caer, Alex lo miró sonrojada y jadeando mientras le bajaba los boxers y no pudo evitar sorprenderse del tamaño del miembro de Shiro.
—Va a costar, no tienes por qué ¿Va…?
Alex sin pensarlo lo metió en su boca, interrumpiéndole, y con solo el glande entre sus labios lo lamió sin parar. Shiro la acariciaba, se dejaba enredar por sus rizos y le acariciaba el cuello mientras veía como ella le miraba sumisa y dispuesta a todo. Al correrse, lo soltó para poder respirar mientras dejaba fuera la lengua, el semen estaba en su boca y en su paladar y caía sobre sus senos. Shiro la hizo mirar hacia arriba con la mano en la barbilla, tragando todo, entonces ella agarró la mano de Shiro y metió el índice en su boca, lamiéndolo y haciendo una felación.
—Necesitabas esto. —Shiro le quitó la mano y se sentó en la cama. —Siéntate encima de mí.
—¿Qué vas a hacerme? —Lo miró con una dulce sonrisa.
Alex se sentó encima de él de espaldas, entonces Shiro le quitó lentamente el juguete mientras le tapaba los ojos con la otra mano, después la tumbó como antes pero la metió poco a poco, tirando de los brazos de Alex pero no pudo entera, así que empezó a follarla lentamente mientras ella gemía fuerte y dulce. Fue más y más rápido y los gemidos fueron mas intensos mientras ella se corría en la cama, Shiro no pudo evitar excitarse más y empezó a correrse dentro mientras tiraba de ella hasta el final. Al sacarla, ella se tumbó bocabajo mientras jadeaba acelerada y él se tumbó a su lado cansado, besando y acariciando su espalda, y sintiéndose feliz de tenerla a su lado.
—Hacía tiempo que no me sentía tan bien. —Shiro le apartó el pelo detrás de la oreja y ella se tumbó de lado y lo abrazó apoyándose en su pecho. —¿Te he hecho daño o te he hecho sentir incomoda?
—No, has sido genial. —Alex le miró y sonrió, entonces le acarició y besó el moratón con cuidado —¿Te sigue doliendo?
—No, para nada. —Shiro le acarició el pelo, bajó por su rostro hasta sus labios, donde introdujo el dedo gordo. —No he estado nunca con una chica… y esta primera vez ha sido lo mejor.
—En cierto modo ya lo hiciste hace años. —Ambos se sonrieron y ella cerró los ojos pegada a su pecho mientras él la acariciaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario