sábado, 27 de febrero de 2021

La Luz de Ragali. Capítulo 6.

Habían pasado varias horas, Lilith y Tessan se encontraban en una cabaña de caza desnudas y sentadas frente a una chimenea encendida calentándose.

La cabaña era de una sola habitación, una escalera al segundo piso, un sofá frente a la chimenea, cocina, puerta al cuarto de baño, cabezas de osos y ciervos en la pared y prendas de ropa mojadas tendidas en una cuerda desde los cuernos de uno de los trofeos de caza hasta los colmillos de otro al otro lado.

—¿Te has dado cuenta? —Tessan buscó alguna reacción en Lilith sin éxito. —Dejó de haber osos y ciervos en estos bosques desde hace mucho ¿De donde habrán sacado esas cabezas?

—Los habrán cazado de otros bosques. —Dijo incómoda y seca.

—Sí… eso tiene sentido. —Habló y fingió reírse mientras Lilith lanzaba un tronco al fuego. —¿Estuviste preocupada por mí?

—Claro que sí. —Diana suspiró y la miró al sentarse. —Eres mi hermana, nos hemos criado peleándonos desde que nos conocimos pero… siempre te he querido cuando he podido.

—Yo… también, eres mi hermana pequeña. —Ambas sonrieron y Tessan la miró dejando caer una lágrima. —Por eso no os conté la verdad a las dos, porque os quiero y no quería…

—Lo sé. —Lilith la interrumpió. —Voy a coger un poco de jabalí.

—He hecho secretos y estofado con lo que quedaba, por si quieres. —Decía mientras Lilith se levantaba. —O no, no importa.

Diana bajó la escalera vestida con una camisa a cuadros entreabierta y boxers. Lilith estuvo cogiendo un filete de una sartén para ponerlo en su plato, Diana se puso a su lado, cogió otro plato y evitaron mirarse.

—Diana, has despertado. —Habló Tessan pero ambas la ignoraron. —Te pillaron cruzando la frontera… es una referencia a un videojuego.

Lilith le acercó la sartén y Diana cogió con las manos el último filete que quedaba.

—Diana ¿Estás bien? —Tessan se acercó pero ella se marchó y volvió a la segunda planta. —Se ha ido sin cubiertos.

—Ya. —Lilith se fue a la chimenea sin cubiertos y con la comida.

—No os habéis hablado.

—No creo que quiera. —Lilith se sentó y suspiró. —Debe estar enfadada.

—O asustada. —Tessan se sentó con Lilith y acercó las manos a la chimenea.

—Ni siquiera sé que hacer. —Dijo viendo el fuego y con una mirada triste.

Mientras Birdie se encontraba en la iglesia, sentada en el altar con un pequeño orbe dorado roto en la mano.

—Tenía razón… la luz en los huesos. —Birdie miraba la esfera preocupada.

Eliana se acercaba a Birdie con calma pero triste, con un aspecto humano y con su ropa destrozada.

—Aún nada ¿No? —Birdie preguntó y se levantó pero Eliana se paró en seco, la miró y negó con la cabeza. —No dejo de pensar en ellas.

—Tranquila, Nadine y nuestra gente les sigue el rastro. —Eliana abrazó a Birdie quien empezó a llorar. —Paciencia.

—Eso intentaré. —Birdie se separó pero Eliana la cogió de la barbilla. —Sé que no te gusta que llore, lo siento.

—No he dicho nada. —Besó la frente de Birdie con cariño. —Estarán bien, eres la mejor madre del mundo y has criado a dos nobles guerreras, cuidarán de Diana y de si mismas.

—No creo que pueda aguantar más sin saber de ellas con esos sectarios sueltos.

—Aguanta un poco, Nadine y yo lo conseguiremos. —Eliana besó apasionadamente a Birdie. —Me voy, céntrate en averiguar todo lo que puedas.

Birdie asintió y Eliana se marchó de la iglesia. Nadine esperaba fuera con su bastón partido en dos, Eliana salió y se acercó a ella.

—No tiene mucho arreglo. —Dijo Eliana, ella la miró molesta y tiró el bastón al suelo. —Sí, obvio.

—No podremos coger un helicóptero. —Nadine y Eliana caminaron al todoterreno sin mirarse. —Han visto un accidente en la montaña pero nadie puede acercarse.

—Es lo mejor que tenemos. —Ambas se subieron al vehículo y Nadine arrancó el coche. —Puede que no me creas.

—Inténtalo. —Habló mientras conducía y salía del cementerio.

—Estoy preocupada por Lilith. —Nadine soltó una carcajada. —No me crees.

—No, te creo, yo estoy preocupada por Tessan. —Eliana se sorprendió al oírla y la miró por unos segundos. —Y por Diana.

—Es increíble, la hija de Christine. —Se cruzó de brazos pero Nadine se preocupó. —¿Cómo le sacaremos la Luz?

—No vamos a sacársela.

Eliana se quedó sorprendida al oírla, la observaba tan determinada en sus palabras y dudó por un segundo responder.

—Te das cuenta de lo que está ocurriendo ¿No?

—Claro que sí, obvio. —Nadine dio un volantazo y paró de lado en medio de la autovía. —Y si se la saco morirá, bastante muerte hay ya para que preguntes tal cosa.

—Y si no, nos matará a todos. —Nadine intentó controlar su ira al oírla. —¡¿Y si ha despertado y ha matado a nuestras hijas?!

—¡Cállate, por dios! —Gritó enfadada y golpeó el claxon de un puñetazo, intentó recuperar la compostura y suspiró. —Centrémonos en encontrarlas ¿De acuerdo? Nos necesitan, no podremos salvarlas si nos dejamos llevar por la desesperación.

Pasaron un par de horas hasta que se hizo de noche pero la tormenta se hacía más fuerte. Diana bajaba al primer piso y vio que sólo estaba Lilith, quien dormía tumbada en el sofá tapada con una manta de lana.

—Tessan debe haber ido de caza. —Diana se acercó a Lilith, la miró y después se sentó frente a la chimenea. —Desearía poder volver a esta mañana y pedirte ayuda para recordar… quizás al menos no me odiarías… y no habríais estado en peligro.

Lilith se tumbó de lado y Diana se giró asustada pero se dio cuenta que seguía dormida.

—Desearía haber sabido tus verdaderos sentimientos, sé que no puedes querer a… a un monstruo cómo yo. —Diana se tumbó de lado apoyando la cabeza en el brazo y empezó a llorar desconsolada. —Desearía… no tener esto que llevo aquí dentro… y ser normal.

Lilith la escuchaba en todo momento y abrió los ojos, la miraba con preocupación y se sentía dolida al ver cómo Diana lloraba.

—No sé que hacer, la verdad es que debes odiarme más de lo que pienso. —Diana se secó los ojos con las mangas. —Y a veces creo que… me lo merezco, solo te he causado problemas, a ti y a los que te rodean.

Lilith se levantó, caminó hacia ella en silencio con la manta y se sentó de rodillas.

—¿De verás crees que te odio? —Diana se asustó al oírla. —Soy yo quien cree que tú me odias, que odias a mi familia.

—No puedo… no has hecho nada para que te odie. —Lilith se tumbó con Diana, se tapó y se abrazó a ella. —Yo… me convertí en un monstruo y os puse en peligro.

—No eres un monstruo y no voy a odiarte por tener un artefacto peligroso de hace siglos creado con la muerte de millones de Lostians y humanos o por tener tres pares de alas, eso me da igual. —Lilith suspiró molesta pero Diana agarró las manos de ella llorando más fuerte. —Y lo de… sobre mis sentimientos, fue verdad, estoy enamorada de ti, me gustas aunque no lo creas, lo dije por el momento, por pensar que no volvería a verte ni podría abrirme a ti una próxima vez.

—Lilith… —Diana se dio la vuelta mirándola pero sin dejar de sollozar, Lilith acarició las mejillas de ella y le secó las lágrimas. —Tú también me gustas…

—Y tú a mí, Diana. —Lilith la refugió en su pecho.

Lilith empezó a sentir un fuerte dolor y una gran sed hasta el punto de quejarse y que sus colmillos se afilaran.

—¿Qué te ocurre?

—Tengo hambre… gasté toda mi energía en luchar y cazar. —Diana se apartó la camisa y se sonrojó al ofrecer su cuello a Lilith. —No voy a beber tu sangre.

—Vas a beber, te la ofrezco. —Lilith se intentó contener y se levantó para no verla. —¡Lilith!

Diana se levantó e intentó pararla cogiendo su mano pero Lilith se zafó, la derribó y la arrinconó contra la pared agarrándola de las muñecas y la miró.

—Porfavor… no me hagas esto. —Lilith jadeaba ansiosa y preocupada evitando mirar a Diana.

—No me harás daño.

—No es eso… si me alimento, acabaremos follando sin control. —Lilith estaba sonrojada y se atrevió a mirarla pero se mantuvo firme al hablar y Diana se avergonzó sin parar de ofrecer su cuello. —¿Es lo que quieres?

—Sí… ¡No! No… no lo sé.

—Si lo hago…

—Quiero pero… ¿Es el momento?

Lilith se acercó al cuello sin previo aviso, lo lamió y clavó los colmillos en la piel Diana gimió de placer. Se alimentó sin control, succionando la sangre que brotaba de la herida sin dejar ni una gota, se encendía al sentir la respiración acelerada y oír los jadeos, notaba como el cuerpo de ella y el suyo se calentaban juntos.

—Lilith… puedes soltarme…

Ella la soltó dejando caer una gota de sangre por las comisuras. Se apartó jadeando, la miró y se relamió.

—Esta vez es más dulce. —Diana miró hacia abajo ignorándola y vio el pene de Lilith erecto. —Tengo muchísima calor… hace mucha… calor…

Diana apenas podía mirarla pero pudo mantenerse de pie, se miraron encendidas y nerviosas, y entonces el ojo rojo de Lilith brilló con mucha fuerza.

—¿Y ahora? —Habló nerviosa Lilith y Diana miró hacia abajo. —¿En… que piensas?

Diana se acercó al cuello, lo mordió y Lilith sonrió entre jadeos.

—¿Me… dejas tocarlo? —Susurró Diana nerviosa.

—Poco a poco…

Lilith se apoyó con las manos en los hombros de ella para estar relajada y sintió las manos de Diana jugando con sus senos.

—¿Se siente bien? —Diana preguntó y la vio disfrutar.

—Mucho…

Diana se acercó a uno de los pezones y jugó con él haciéndola gemir y estremecerse de placer. Su otra mano bajaba por el vientre hasta el pene, donde empezó a acariciarlo de arriba abajo.

—Dime si te incomoda. —Dijo mirando a Lilith quien evitaba mirarla.

—Estoy bien… sigue.

Notó los dedos de Diana en el glande, acariciando en círculos y no pudo resistirse, con una mano en la cintura y la otra en el pelo inclinó hacia atrás la cabeza de Diana y la besó bruscamente, dominando la lengua de ella, de tal forma que la avergonzó, le hizo caer saliva por la comisura derecha y la hizo mover los dedos más rápidamente.

Diana apenas podía mirarla, sentía su control, su presión, aquella lengua presionando contra la suya, no podía respirar y su corazón estaba acelerado, disfrutaba mucho con la rudeza de Lilith y jugar con su miembro hasta notar que se venía. Notó un poco de un fluido caliente en su vientre y cayendo por los dedos, Lilith la soltó y recuperaron la respiración.

—No recuerdo… que las eyaculaciones fuesen así. —Diana vio el fluido transparente y líquido pero pegajoso, apartó la mano pero Lilith jugó con ella, lamiendo y metiendo los dedos en la boca. —Espera… deja que te limpie también.

Vio la corrida también en el vientre de Lilith y se arrodilló para lamerlo todo.

—Diana… —Se dio cuenta y la miró con una gota de corrida entre los labios. —Me… gustaría…

—Espera.

Diana se relajó, lamió el miembro limpiando el fluido con la lengua y metió el glande entre los labios.

—Dios… —Lilith gemía y se retorcía de placer, agarrando del pelo a Diana, notó  que la metió más hasta la campanilla y no pudo evitar gemir más fuerte. —¡Para…!

Diana la metía y sacaba una y otra vez hasta que Lilith la apartó y la arrinconó en el suelo con las manos a ambos lados de la cabeza de ella. Diana la veía jadear y sudar, pero su mirada era decidida, doblegando su control.

—Te dije que no me podría controlar y has seguido… siento demasiado calor.

Lilith bajó hacia su vientre, donde lamió la corrida con cuidado, al limpiarla fue a los senos mientras una de sus manos bajaba hasta la vulva.

—Espera… —Diana suplicó. —Despacio…

—¿Te sientes cansada? —Lilith le acarició el rostro. —Creo que he bebido demasiada sangre.

—Vamos a necesitar… limpiarnos un poco.

Mientras Tessan estaba agarrando del cuello a un sectario hasta romperle el cuello y vestido también de sectario. A su alrededor varios sectarios asesinados a golpes o desmembrados.

—Este es el último. —Empezó a caminar y vio una sombra saltar entre las copas de los arboles. —Se dirige a la cabaña, no puede llegar hasta ellas.

Entonces se dio cuenta que estaba rodeada de más sectarios.

—Seguid a la maestra. —Dijo un hombre entre ellos. —Yo me encargo.

—Entendido, hermano Samuel, que la Gran Madre te proteja. —Habló una sectaria.

El hombre era un sectario de dos metros y treinta años, musculado y de piel oscura, estaba rapado, de ojos marrones y con un piercing en el labio inferior.

Los sectarios salieron corriendo y se quedaron ambos solos.

—Espero que sea una pelea interesante. —Dijo Tessan crujiendo los puños.

Tessan corrió hacia él a gran velocidad, Samuel intentó darle un puñetazo pero ella lo esquivó y le golpeó en el costado y se retiró hacia atrás.

—Bien… hecho… eres buena. —Samuel cayó de rodillas y le miró enfadado pero se levantó y suspiró. —Deja que te enseñe yo.

Samuel fue hacia ella corriendo, tal era su velocidad que Tessan apenas pudo darse cuenta pero consiguió esquivar un puñetazo saltó hacia una de las copas de los arboles.

—¡Joder! —Gritó Tessan alarmada.

Recibió un puñetazo en el vientre, lanzándola contra un árbol que partió con su cuerpo y cayó al suelo. Samuel cayó de pie y se crujió los hombros.

—La diferencia entre tú y yo es abrumadora, ahora quédate en el suelo y… —Samuel empezó a caminar hacia ella sin mostrar alguna emoción. —… acepta tu muerte como una buena guerrera.

—Me va… a costar hacer eso… —Tessan apenas pudo ponerse en pie y le miró con una sonrisa. —Soy… muy cabezona.

Eliana apareció tras Samuel de un salto y con un trozo de árbol de unos seis metros en el hombro, él se giró pero ella le golpeó a modo de arma y lo lanzó lejos.

—Mamá… —Tessan caminó hacia Eliana con torpeza.

—Cariño. —Corrió hacia ella y la abrazó con fuerza. —Creí que te perdería…

—Estoy bien pero Diana y Lilith están en peligro.

Mientras Lilith estaba en la cabaña frente a la mujer sectaria, ambas con cuchillos de sangre y sangrando por múltiples heridas en el torso. Estaban rodeadas de cadáveres de sectarios que tenían virotes de ballestas y puñaladas.

—Sin posibilidad y aún sigues intentando protegerla. —Lilith ni se inmutó ante sus palabras. —Los humanos arruinaron a tu familia y tú defiendes a una muy peligrosa.

Lilith no hizo ningún gesto pero la mujer se empezó a enfadar.

—Diga lo que diga no piensas apartarte ¿No? —Lilith escupió una gota de sangre al suelo. —Hmm, ha huido lejos ya supongo pero tú sigues aquí ¿Para ganar tiempo?

—Piénsalo así si quieres.

—¿Para matarme? —La mujer se sorprendió y soltó una carcajada. —Tú sola no eres capaz de hacerlo.

Los ojos de la mujer se volvieron rojos y brillantes al igual que el de Lilith, se abalanzaron una contra la otra a gran velocidad y chocando sus cuchillos, se repitió el proceso hasta cuatro veces y entonces se apuñalaron la una a la otra, la mujer sintió que consiguió apuñalar a su rival en el estómago pero se sorprendió al ver que una daga estaba en su corazón aún latente. Ambas se separaron con las dagas aún clavadas.

—Maravillosa… jugada… —Dijo la mujer con una sonrisa. —Pero tú te vienes… conmigo.

—Ya… conseguí… —Lilith vio una sombra en la puerta y cayó al suelo.

—Débil…

Nadine entró en la cabaña, ignoró a la mujer y cogió a Lilith en brazos.

—Está… lejos… de todos… mamá. —Lilith sonrió mirando a Nadine.

—Descansa, mi niña.

—No vas a salir de aquí con vida. —Dijo la mujer absorbiendo la daga de sangre a través de su herida.

—La próxima vez que te vea, será la última. —Nadine habló sin emoción.

—La próxima vez os quitaré a la portadora de vuestras frías manos.

—Siento decirte que nosotres no la tenemos ahora. —La mujer se sorprendió al oírla y Nadine se marchó.

La Luz de Ragali. Capítulo 5.

Eran las tres de la tarde del día siguiente, Lilith estaba en el dormitorio de Birdie, vestida con camiseta negra, vaqueros y chaqueta de cuero.

—Que buen sábado metida en una biblioteca improvisada.

Registraba la montaña de libros uno a uno abriéndolos y leyéndolos por encima, entonces de uno cayó una foto, vio la página y leyó 1001 en rotulador rojo.

—¿Y esto?

Lilith la cogió, vio la foto y se dio cuenta que su madre de joven estaba con una Tessan de unos 7 años junto a una mujer afrodescendiente y una niña muy parecida a Diana y de 7 años también.

—Esto demuestra que tenía razón pero… —Lilith guardó la foto. —… tengo más preguntas que antes.

—Birdie. —Se oyó la voz de Diana y tocó la puerta. —¿Puedo pasar?

—No está. —Lilith salió de la habitación. —Tessan debería estar ya arreglada ¿No ibais a salir al final?

—Sí ¿Qué es tan importante que debes hacer? —Lilith cerró la puerta y arrinconó a Diana contra la pared. —Júrame que no recuerdas a Tessan.

—Te… te lo juro, Lilith ¿Por qué te iba a mentir? —Diana se sintió intimidada y nerviosa.

—Y a mi madre, júrame que no conoces a mi madre, a Birdie. —Lilith dio un puñetazo a la pared.

—¡Claro que no! ¡No las conozco! —Diana se enfadó y la empujó. —¡Cada día intento recordarlas pero no puedo! ¡Ni siquiera recuerdo a mi familia!

—Lo… lamento, no debería haber preguntado pero es importante. —Lilith puso las manos en sus hombros pero Diana se las apartó.

—Déjame sola, por favor.

Diana se apartó de Lilith y ella la miró triste y dolida, no lograba entender tantos secretos y se encontró dañada ante la reacción de ella, cómo un arrepentimiento de haber desconfiado.

Mientras Birdie y Nadine caminaban juntas por las calles de Ragali. Birdie vistiendo jersey blanco, pantalones blancos con rayas negras y gruesas, bolso blanco, y botines negros. Nadine vestía traje negro con la camisa entreabierta, tacones negros y su bastón.

Caminaron por calles modernas de aceras anchas, tiendas, carreteras de asfalto y farolas grandes en un día de nubes tan negras que apenas brillaba el sol. Llegaron a una cafetería con las persianas bajadas donde dos policías custodiaban la entrada. Uno de ellos les abrió la puerta de puerta y ambas entraron juntas.

Era un local vacío sin adornos ni mesas salvo una en una esquina donde estaban Eliana y Ryo vistiendo igual que Nadine.

—¿Estás segura que debemos compartirlo? —Nadine paró en seco a  Birdie y la miró fijamente a los ojos. —Es mucho por contar.

—Y sin confirmar, es lo que Christine nos dejó.

—Esperemos confirmarlas con los demás.

Ambas caminaron hacia la mesa y se sentaron con los demás.

—Hola cariño. —Eliana habló feliz y sonrió, Birdie saludó tímidamente y sonrojada. —Espero que las estés tratando bien, Nadine.

—Obvia e irónica cuestión viniendo de la líder de Sargira. —Eliana se levantó enfadada pero Ryo la paró.

—Dejemos este tema en paz. —Ryo miró a Birdie y asintió.

—Creemos haber encontrado algo sobre Diana. —Dijo Nadine en tono serio.

—No estamos seguras pero creemos que La Luz de Ragali sigue aquí escondida.

—Eso estaba claro. —Dijo Eliana indignada. —¿Ya está?

-—Creemos, al menos Nadine cree, que debe estar bajo lo más profundo de la ciudad, en un cementerio muy antiguo. —Birdie y Nadine se miraron.

—¿Y? —Ryo y Eliana preguntaron a la vez.

—Deberíamos ir, sabemos donde es. —Dijo Birdie algo temblorosa.

—Pero si encontramos lo que creemos, es  muy obvio que La Luz esté en Diana. —Nadine habló cogiendo de la mano a Birdie. —Y puede que todo este tiempo no le ocurría nada, que no era innato y que ni siquiera era una sacerdotisa.

—Es una broma ¿No? —Eliana soltó una carcajada y miró uno a uno. —Un artefacto tan poderoso en ella ¿Es lo que he entendido?

—¿Y como ha llegado a sus manos? —Ryo dio un sorbo al té y Nadine miró a Birdie atentamente. —¿Pretendéis alguna estrategia que desconozco?

—Christine escribió toda la información que tengo ahora. —Birdie tragó saliva. —Y es la madre de Diana.

Todos miraron sorprendidos a Birdie, quien suspiró y estuvo cabizbaja.

—Ambas criamos a nuestras hijas juntas mientras investigábamos todo sobre la antigua Ragali pero un día desaparecieron y nunca supe si encontró la Luz antes de que los Undragun la matasen… digo, las matasen. —Nadine se levantó indignada y enfadada mientras su rostro sudaba y se llevaba las manos a la cara. —Diana había sobrevivido ¡Eso está claro! Pero… nunca supimos sobre la Luz, ni los padres de Nadine… ni yo.

—Nuestra chiquitina —Habló molesta Eliana.

—No… Christine y yo sabíamos burlar los rastreos de los Undragun.

—Dime que Diana sabe esto. —Nadine habló sin emoción alguna.

—Me…

—Escúpelo ya. —Nadine la interrumpió y se acercó amenazante a Birdie pero Eliana también para protegerla.

—No, no lo sabe.

—¡Debería saberlo, que los Undragun que la juraron proteger también la quisieron matar y asesinaron a su madre! —Nadine apartó la silla de un golpe —¡Y no solo ella, nosotras debimos saberlo! ¡¿Sabes lo duro que será para nuestra niña si Diana decide odiarla?!

—Por ahora centrémonos en La Luz y descubramos si está bajo la ciudad o si realmente la tiene ella. —Dijo Ryo en tono tranquilo.

En la cocina una mujer escuchaba la conversación rodeada por tres policías asesinados y portando una daga dorada.

—¿Cuáles son sus órdenes entonces?

Mientras tanto Diana salía de un todoterreno negro aparcado en una calle del casco antiguo de Ragali. Del todoterreno salió Tessan vestida con traje, mocasines y el emblema de Sargira.

—¿Vamos? —Tessan le guiñó un ojo a Diana y un gesto con la cabeza para que la siguiera.

Ambas se juntaron en la acera y empezaron a caminar, Tessan se puso nerviosa e intentó coger de la mano a Diana, quien la miró y sonrió.

—¿Sabes? Siempre quise hacer esto.

—¿Una cita? —Diana habló y miró al frente también nerviosa.

—Sí, una cita contigo.

—Eso me… me alegra mucho. —Diana se soltó. —Pero no tengo ningún recuerdo de ti.

—No pasa nada, te prometo que los recuperarás todos. —Tessan abrazó a Diana. —Te ayudaré.

Se soltaron y siguieron caminando, Diana recordó a Lilith y su discusión, la miró y tosió.

—¡Ya estamos! Lo pasarás guay, digo, lo pasaremos guay.

Mientras Lilith se encontraba viajando en su moto por la autopista hasta desviarse por un tramo de tierra, lo recorrió durante cinco minutos hasta llegar a una pequeña iglesia en ruinas al lado de la colina y rodeado de bosques, y nichos y mausoleos tomados por la naturaleza. Aparcó la moto y se bajó mientras se quitaba el casco y lo ponía en el manillar.

—El altar en la montaña. —Dijo mirando al mausoleo en la punta de la colina y se fijó en un pequeño mausoleo. —Los huesos…

Caminó hacia los nichos con determinación pero alerta.

—Mil uno debe ser.

Siguió andando durante unos minutos  hasta que paró y reflexionó.

—No va a dejar que la abran.

Volvió al principio de los nichos, vio el 1 en una placa de oro y caminó hasta la placa 10.

—¿Y si…?

Creó una daga de sangre, arrancó la placa 10 y vio un botón bajo la piedra, lo golpeó quebrando la roca a su alrededor y lo pulsó.

—El siguiente.

Repitió el proceso pero el botón colgaba de unos viejos cables y lo pulsó, entonces las campanas de la iglesia sonaron.

Caminó hacia la parte de atrás de la iglesia pero vio a una mujer dando órdenes a un grupo de hombres ante la entrada a un camino de tierra rodeado de árboles, todos con hábitos negros con bordados azules y alzacuellos negros, botas negras militares y máscaras de gas, además de estar armados, algunos con fusiles ARX 160 y otros con escopetas SPAS-12, excepto la mujer que llevaba una espada enfundada.

—¡Estad alerta! ¡No estamos solos en este lugar! —Gritó la mujer y todos se alertaron.

—¡Por nuestra Gran Madre, que nos protege desde los cielos! —Clamaron felices pero el grito ensordecedor y distorsionado de una mujer se oyó en la distancia. —¡Los demonios están aquí!

Lilith se escondió y creó otra daga de sangre, se oyeron disparos, golpes que rompían el suelo y después el llanto de un hombre que duró unos segundos hasta que se oyó un crujido.

Lilith salió de su escondite con sus dagas y vio a un Lostian salvaje. De cuatro metros de alto, totalmente negro, torso de león, patas cortas traseras acabadas en dos garras, patas delanteras largas acabadas en manos de dos dedos, cabeza alargada sin ojos y una boca llena de colmillos.

—Hoy no quiero cazarte, apártate. —La criatura chilló y Lilith agarró con fuerza los mangos.

Mientras Diana y Tessan tomaban helado de una sola tarrina grande en la terraza de una heladería. Diana soltaba una carcajada y Tessan sonreía.

—Entonces si que debía ser un trato de pequeña. —Diana se reía mientras caía una gota de helado por sus comisuras.

—Lo eras pero me divertía mucho cuando estaba contigo. —Tessan se acercó y lamió la gota de helado, sonrojando a Diana. —¿Incomoda?

—No… pero es raro.

—Pues me lo hacías a mí y me acuerdo que Cris… tu madre te echaba la bronca. —Diana respiró profundamente y Tessan agarró fuerte la mano de Diana. —Pero era una tía más, cómo la hermana de mi madre.

—¿Cómo se llamaba? Estuviste a punto de decir su nombre.

—Oh, es Christine. —Un móvil sonó y varios coches de policía pasaron cerca a toda velocidad. —Debo cogerlo, sorry.

Diana suspiró intranquila justo al marcharse Tessan al baño, entonces una mujer se sentó frente a Diana. Vestida con hábito blanco de bordados azules y alzacuellos negro y con botas negras militares, de rostro redondo e inocente, mirada serena, pelo largo blanco y liso, ojos de iris plateado, de aspecto de una chica de 24 años, delgada y andrógina, cuyas manos se veían quemadas y con cicatrices.

—No he podido evitar oír vuestra conversación. —Entrelazó las manos y esbozó una débil sonrisa. —Eres tú entonces, después de veintitrés años te vuelvo a ver.

—¿Disculpe? —La mujer sonrió nerviosa e intentó mirarla. —¿Nos conocemos?

—No, pero yo… olvídalo.

La mujer se fue a marchar pero Diana se levantó.

—¿De qué me conoce?

—Eres idéntica a ella, a Christine, a Sara.

—Lo siento, mi nombre es Diana. —La mujer se rio.

—Sara es el nombre que te puso al nacer, antes de marcharse de nosotros. —La mujer se acercó a ella y susurró. —Puedo contestar a todas tus preguntas pero sólo si nos vamos ya, tu amiga no te dejará saberlo todo.

—No… no puedo confiar en ti.

—Ni yo obligarte, es tu decisión si quieres descubrir que os ocurrió a ti y a tu madre.

Diana dudo por un momento, miró a la mujer quien se alejaba de ella y se marchaba.

—¡Espera! —Diana corrió hacia ella y la mujer sonrió de forma amable. —¿A dónde vamos?

—A casa.

Mientras Eliana, Nadine, Birdie y Ryo llegaban al cementerio en un BMW acompañados de varios coches de policías y otros coches negros de los que salían policías de las fuerzas especiales y miembros de Sargira y Karasu armados con subfusiles, espadas y pistolas.

—¡La santa madre nos protege! —Gritó una mujer desde el campanario.

Todos se pusieron a cubierto pero Ryo  salió del coche. Hubo disparos de una ametralladora pero él lo ignoró.

—Me encargo de la iglesia, id a la colina. —Dijo mientras las demás salían.

Nadine se fijó en la moto que había aparcada y se sorprendió.

—Nuestra hija está aquí. —Nadine miró a Birdie y ella asintió.

—Tendremos que abrirnos paso a la fuerza. —Habló Eliana preocupada.

De Ryo surgieron sus alas, saltó  y cayó sobre el campanario, hundiéndolo y derribándolo. Las tres corrieron mientras los demás las seguían, llegaron a la entrada del paseo y vieron a Lostians salvajes y guerreros luchar entre sí.

—Me encargo. —La espalda de Eliana se ensanchó rompiendo su ropa, la columna sobresalía y crecía pelo de animal, sus colmillos se afilaban y sus extremidades se agrandaban y alargaban mientras salía más pelo de ellas.

—Yo me encargo. —Nadine creó una guadaña de sangre y miró al frente. —Id directas al mausoleo.

—Espera…

Eliana interrumpió a Birdie cargándola al hombro y salió corriendo a gran velocidad. Saltó a la copa de los árboles, y fue subiendo en ellos por la colina mientras veían ambas cadáveres de sectarios por las escaleras de piedra que subían hasta el mausoleo.

Llegaron a la puerta y encontraron a una mujer sectaria muerta y con un cuchillo de sangre en la cabeza.

—Es reciente, Lilith está cerca.

Entraron en el mausoleo y vieron unas escaleras a las profundidades y a Lilith en éctasis con una mano ensangrentada en el cráneo de un cadáver en una tumba abierta.

—La luz no está aquí. —Lilith habló molesta y miró a Birdie. —Intentaban llevaros a una trampa.

Lilith se apartó y empezó a llorar.

—¿Te das cuenta que has profanado el cadáver de Christine? —Habló Birdie enfadada pero Lilith pasó a su lado ignorándola. —¿A dónde crees que vas?

—A por Diana, se merece la verdad.

Lilith se vio desbordada, enfadada y triste, sentía como su odio por los Lostians y los humanos crecía por los tantos secretos que habían escondido pero no podía dejar de estar preocupada por Diana.

Un helicóptero se escuchó a lo lejos y se oía acercarse más hasta estar sobre la colina. Lilith salió y saltó hacia él, expulsó a los sectarios y al piloto lanzándolos al vacío. Birdie salió y la vio irse volando.

—Estarán bien, cariño. —Eliana apareció de vuelta a la normalidad y tocó el hombro de Birdie.

—Esperemos que sí.

Lilith pilotaba a duras penas correctamente el helicóptero mientras intentaba sentir la energía de Diana, la lluvia empezó a caer y se vieron relámpagos que la perturbaban. El teléfono sonó, lo cogió del bolsillo y se enfadó al leer “Hermana”

—Júrame por nuestra madre que Diana sigue contigo. —Hubo un silencio tras unos minutos. —¿Tessan?

—Tessan… así se llama esta pequeña loba Lostian. —Habló una mujer con voz femenina que sorprendió a Lilith. —Tú debes ser la medio hermanita.

—Ya puedes soltar que estén bien las dos o te juro por mi vida que te arrancaré la cabeza. —La mente de Lilith se nubló y sintió una profunda ira.

—Una buena amenaza pero no puedes amenazarme sin cumplirla.

—¡Dime que están bien!

—Controla tu temperamento, está muy bien, muy sana. —Lilith suspiró y se tranquilizó. —Sara, Diana me refiero, tu hermana no tanto, respira pero no puede luchar más.

—Si le tocas un pelo más…

—No le tocaré un pelo más a la lobita. —La mujer empezó a reírse de forma enfermiza. —Oh, pero Sara lo hará, justo donde todo empezó.

—No juegues conmigo, sectaria.

—No juego, hago hincapié en lo irónica que es la vida, un lugar donde una Familia mató a una mujer frente a su hija… pfff… —La mujer soltó una carcajada y volvió a reírse más fuerte.

—Mi abuelo…

—Sí, eso es, Darion Undragun, ahora Sara matará a una Sargira sí pero también tu hermana.

—¡No la toques!

—Ya lo he dicho, yo…

Lilith colgó, guardó el teléfono y siguió pilotando cambiando hacia las montañas boscosas. Estuvo unos minutos hasta que vio los restos de una casa, arrancó la palanca y el helicóptero se dirigió a estrellarse pero ella saltó de él y aterrizó cerca.

—¡Suelta a mi hermana y deja que me mate…! —Lilith salió de entre los árboles mientras el helicóptero explotaba al estrellarse y vio los cadáveres de sectarios y en los restos de la casa a la mujer sectaria, a Tessan encadenada, de rodillas e inconsciente y a Diana desnuda, levitando y con tres pares de alas blancas angelicales en la espalda. —¿Qué…?

—Adelante, recupera a tu hermana.

Lilith creó dos cuchillos de sangre y se abalanzó sobre la sectaria, quien creó dos dagas de sangre también, y chocaron ambas armas.

—¡¿También?! —La mujer sonrió y Lilith se zafó de ella dando una voltereta. —¡¿Una Undragun?!

—Más quisiera pero no, o eso dijo mi hermano… hace doscientos años.

Lilith lanzó uno de los cuchillos pero la mujer lo bloqueó y en un segundo se vio abalanzada pero apuñaló a su rival en el vientre, dio un tajo que fue bloqueado y Lilith dio un salto con voltereta cortándole los hombros y al caer la apuñaló por la espalda.

—Buen intento… niña. —Dijo muy mal herida y viendo caer a Lilith de rodillas.

De las manos de la mujer surgieron cadenas que fueron a Lilith, se enredaron por el cuerpo y al cuello y tiraron hacia atrás para engancharse a los tablones del suelo, dejándola arrodillada frente a Diana.

—¿Recuerdas que te dije? —Diana abrió los ojos al escucharla, eran negros, con iris rojos y pupilas blancas. —Ellos mataron a tu madre, los Undragun y los Sargira juntos.

—Mamá… —Diana lloró y habló con una voz con eco.

—Y ella. —La mujer cogió del pelo a Lilith y la hizo mirar a Diana. —La nieta del hombre que asesinó con sus manos a tu madre frente a ti ¿Acaso no merece justicia?

—Merece…

—Diana… —Lilith empezó a llorar pero no provocó reacción en ella. —Lo vi… vi los recuerdos de… ella…

—Viste como murió profanando su cadáver ¿No es así?

—Tuve… que hacerlo… para que supieras la… verdad…

—Oh, pero ella ya sabe la verdad. —La mujer sonrió de forma diabólica a Lilith. —No debiste haberte molestado.

—Debía… siento algo… por ella… sigo sintiendo algo… por ti… y tengo miedo…

—¿Miedo a morir? —Diana miró a Lilith. —Querida, debes estar lista para afrontar tu muerte.

—Tengo… miedo… de no poder… decírtelo… —Lilith cerró los ojos y empezó a llorar. —Mátame si… si eso compensa… todo el daño que… hizo él… siempre voy a… estar enamorada… de ti… Diana…

—Conmovedor, el amor siendo tema en esta tragedia… mátalas. —La mujer miró a Diana pero no reaccionó. —¿A que esperas?

Diana miró a la sectaria, creó una espada de luz y dejó de levitar.

—¿Sara? —La mujer soltó a Lilith y caminó hacia atrás. —¿Tu madre no merece justicia?

—Deja de nombrarla. —Dijo Diana enfadada.

Caminó hacia la mujer, dio un tajo pero la mujer saltó hacia atrás esquivándolo con una voltereta.

—La próxima que nos veamos… —Varios árboles tras ella cayeron cortados y su mejilla derecha sufrió un corte. —… te sacaré La Luz a la fuerza y no seré tan amable.

—Corre. —Diana habló decidida y sin titubear.

Vio a la mujer caminar hacia el bosque y al perderla de vista liberó a Lilith y Tessan, sanó sus heridas envolviéndolas en luz y volvió a la normalidad cayendo inconsciente mientras la espada y las alas desaparecían.

 

jueves, 18 de febrero de 2021

Un príncipe de azul. Capítulo 2.

Pasaron dos días, a las cuatro y media de la tarde se encontraba Zack en los vestuarios de una comisaría quitándose el uniforme hasta estar desnudo, mostrando los arañazos de la espalda que le hizo Alex.

—Vaya, menuda chica te llevaste anoche a casa. —Dijo un compañero desnudo.

Zack le miró de forma intimidatoria, haciendo que se asustara.

—Eh ¿Estás listo? —Dijo una mujer al otro lado de la entrada del vestuario.

Entró la mujer vestida con camisa blanca de manga larga, vaqueros negros y botines negros de cuero. Medía 1.80, blanca, pecosa, atlética, pelo en moño, rojizo cobre, ojos verdes, sin maquillar.

—Enseguida. —Habló de forma seria y sin emoción.

Entonces se puso ropa informal, unos vaqueros azules, camiseta blanca, chaqueta de cuero negra y botas militares negras.

—¿Llegaste bien anoche? —La mujer preguntó, se miraron por unos segundos y Zack sonrió, ella se extrañó y sonrió confusa. —Ya… veo…

—Llegué bien, Alicia, nada más.

Se marcharon de los vestuarios y  caminaron por un pasillo.

—Llegaste bien entonces pero con arañazos. —Alicia le miró de reojo. —¿Y que tal es ese hombre?

—Tímido. —Habló de forma monótona.

—Vaya. —Alicia esperó una respuesta durante varios segundos y se enfadó. —¿Y nada más?

—Tímido pero atrevido en ciertas situaciones. —Suspiró y respondió a desgana.

—Es tu tipo entonces. —Soltó una carcajada pero Zack le ignoró. —¿Dónde y cómo lo conociste?

—No le conozco.

—Una buena forma de pillar novio.

Llegaron al hall de la comisaría, fueron al detector de metales pero un anciano bien vestido le agarró del brazo a Zack.

—¡Es usted! —Exclamó el anciano de forma alegre al verle. —¡Tiene su porte!

—Señor ¿Se encuentra bien? —Ella se acercó preocupada pero Zack le miró y ella lo entendió. —Te espero fuera.

—Gracias. —Respondió él.

Él y el anciano se marcharon a una sala de interrogatorios donde lo sentó violentamente en una silla.

Zack intentaba contener su ira y su rabia, quería golpearle pero se vació de pensamientos hasta estar más tranquilo.

—Me alegra poder encontrarle al fin.

—¿Recuerda lo que le dije hace cinco años?

-—Sí… lo recuerdo perfectamente pero… —Zack golpeó la pared de un puñetazo para interrumpirle.

—Entonces métase los cheques de su puñetero amo y déjenos a mi madre y a mí en paz.

—¡No vine por eso! —Sus palabras llamaron la atención de Zack. —Su pa…

—No es mi padre. —Zack le miró de forma intimidatoria y amenazante.

—Lo siento. —Zack suspiró incómodo. —El duque de Ashton, Arthur, se encuentra muy enfermo y quería que fuese a verle.

—No. —Zack fue a marcharse pero el anciano se lo impidió.

—¡Pero…! ¡Es su voluntad, usted es su hijo!

—¡Nunca fue mi padre! —Zack le apartó tirándole al suelo.

-—Señor… el duque quiere…

—El duque no tiene poder sobre mí y no soy su hijo, solo el fruto de un error para él. —Zack dejó la puerta abierta. —Le ruego que vuelva con él y le diga… que el error no tiene nada que tratar con él y espera que muera sufriendo.

Mientras Alex se encontraba en una clase, sentado tomando apuntes mientras un profesor explicaba señalando imágenes de un proyector. Estaba vestido con una camisa azul oscuro de mangas largas, vaqueros negros y deportivas blancas.

—La forma del pensamiento… —Susurró Alex.

Entonces vio en el proyector la imagen de una escultura griega y recordó el torso desnudo de Zack, se sonrojó y se sintió nervioso, partiendo el bolígrafo.

—Y con esto terminamos la clase de hoy, no olviden aprovechar las tutorías para consultar las dudas de hoy. —Habló en tono alto el profesor.

—Alex, necesito saberlo.

Una chica se acercó y le tocó el hombro mientras él recogía.

Era  de 1.75, delgada, de pelo azul y largo hasta los hombros pero con el lado izquierdo rapado, ojos marrones, tenía un septum en la nariz y dos aros en la oreja izquierda, vestía camisa a cuadros roja y negra, una chaqueta de cuero verde con una chapa de la bandera lesbiana, vaqueros azules largos y rotos y deportivas negras con franjas blancas.

—Sí… estoy bien, Sofía. —Alex se levantó con su mochila y sonrió nervioso. —¿Tomamos algo?

—Uy… pensé que te había pasado algo horrible anoche pero ya veo.

—¿Q-Qué? ¡No! Pfff que va.

—¡Mi Alex ha follado! —Sofía le abrazó fuerte pero él se sintió incomodo. —Bien hecho, mi niño híper testosteronado.

—Porfa… no me llames así. —Alex soltó una carcajada avergonzado.

—Vamos a tomar algo y me cuentas detalles.

Pasaron diez minutos y Zack y Alicia estaban sentados en la terraza de un bar.

—¿Estás seguro que quieres tomar algo? Esto suele llenarse de universitarios para los descansos.

—Lo sé bien, Teatinos no es una zona muy grande.

—Vale, como quieras. —El camarero le trajo una jarra de Radler a cada uno. —Gracias.

Zack sonrió y se relajó pero Alicia le miraba anonadada.

—¿Acaso crees que ese chico vendrá? Ni siquiera sabes su horario… porque… no lo sabes ¿Verdad?

—Lo sé y le envié un mensaje de WhatsApp de que estoy libre e iba a venir aquí.

—¿Y si no te lee?

—Pues nos tomamos algo aquí y hablamos.

—No es mal plan.

—Em… ¿Zack? —Alex le tocó el hombro derecho y se miraron sorprendidos. —¿Qué haces aquí?

—Tomar algo con mi amiga… ¿No leíste mi mensaje?

Ambas parejas se miraron por varios segundos hasta que Alicia se levantó.

—Encantada, soy Alicia, compañera de trabajo de Zack —Le dio dos besos a Alex y sonrió a Sofía, poniéndola roja. —La bandera lésbica, interesante.

—¿También eres lesbiana? —Alicia entonces respondió con un guiño y la invitó a sentarse en su asiento. —Oh, gracias, soy Sofía.

—Pe… pero nosotros íbamos a…

—No pasa nada entonces. —Zack respondió con calma.

—¡No! Venga, Alex quédate. —Sofía le animó con tono feliz.

—Es… vale. —Alex se sentó al lado de Sofía y se acercó para susurrarla. —Estoy seguro que haces esto para conocerla.

—Pues claro, es que tío, podría pisarme la cara si quisiera. —Sofía sonrió amablemente. —¿Y de que os conocéis, Alex y…? Mmm…

—Zack, nos conocimos de un malentendido. —Le dio un sorbo a la jarra mientras miraba a Alex.

—S-Sí… fue una discusión que tuve con un desconocido.

—Medié entre ellos y le salvé de un apuro.

—Y acabaron follando. —Alicia se cruzó de brazos y se rio al ver a  Alex más nervioso aún y a Zack sonrojado.

—¡Joder, quillo! —Sofía se sorprendió mientras Alicia se reía y la miraba. —No perdéis el tiempo, oye.

Estuvieron varios minutos sin mediar palabra hasta que Alicia tosió.

—Y contadme ¿A que os dedicáis?

—Pues soy camarera por la mañana. —Habló Sofía haciendo que Alicia se interesara. —Y por la tarde me saco la carrera de Filosofía, de hecho en un rato tengo una exposición sobre el orden en la sociedad pero en mi opinión cualquier monopolio de la violencia es una violación constante hacia la sociedad en sí  misma.

—Esta chica me gusta, Zack. —Alicia le guiñó un ojo. —¿Qué piensas tú, Alex?

—Creo que cualquier grupo dedicado a la seguridad debería velar más por los intereses y el bienestar de las clases populares y no por mantener el status quo de las clases altas.

—Entiendo. —Habló Zack interesado. —También pienso que la policía debería dedicarse a centrar esfuerzos en el origen de los problemas que atañen a los más pobres en vez de criminalizar a la misma pobreza.

—Joder, vosotros si entendéis. —Sofía se sorprendió al oírles.

—Tan solo recalqué las palabras de Alex en base a los intereses y bienestar de las clases populares, sólo eso. —Zack miró con una sonrisa a Alex y le sonrojó. —Él domina mejor el tema, estoy seguro.

—Sofía ¿Verdad? —Alicia la miró y habló con calma. —Deberíamos sentarnos aparte y dejar que hablen entre ellos.

Ambas se levantaron mientras Zack observaba a Alex, dándose cuenta que estaba nervioso.

—Me a-alegra coincidir contigo, Zack.

—Y a mí.

—Pero no sé si quiero algo, lo de ayer…

—Cierto, no me diste ninguna respuesta al final, Alex. —Zack sonrió pero él apartaba la mirada entristecido. —Sé que te gusto, no es difícil darse cuenta.

—Sí pero me da miedo, he estado con personas que un día sienten algo por mí y al siguiente me apartaron de su lado sin poder decir ni media palabra, quedándome sólo. —Alex le miró y Zack asintió, suspiró y se levantó. —¿Qué haces?

—Dejarte claro que yo no haré eso. —Le besó sin previo aviso, sonrojándose ambos, se separó y miró a Alex decidido. —Toma el tiempo que necesites.

El móvil de Alicia y Zack sonaron, se miraron y contestó él.

—Dígame… sí… enseguida vamos.

—Un asunto importante, nos vamos.

—¡Espera! —Se sorprendió Sofía.

—Tienes mi número, llámame cuando estés libre y quieras quedar. —Alicia le guiñó un ojo.

Ambos se marcharon y Sofía se sentó con Alex.

—Jope, que rápido. —Sofía miró a Alex buscando una respuesta pero sólo le vio sonrojado y anonadado. —Ey ¿Estás?

—Eh… ¿Qué?

Pasó el tiempo hasta que fueron las nueve de la tarde. Zack caminaba por la calle acompañado de Alicia.

—¿Al final quien era ese hombre? —Preguntó Alicia.

—¿Qué hombre? —Zack contestó sin emoción.

—El señor mayor con el que hablaste hoy y que te conocía, lo sabes perfectamente.

—Un mensajero. —Respondió y miró a Alicia, quien hizo una mueca de disgusto.

—Podrías confiar más en mí. —Alicia se paró en seco y miró fijamente a Zack. —Olvídalo, no voy a insistir.

—Hasta mañana entonces. —Alicia se marchó por una calle y Zack continuó andando. —Confío, sólo es… pasado.

Estuvo andando durante quince minutos hasta llegar a la puerta del portal de su apartamento, donde Alex le esperaba sentado bebiendo un café frío.

—Me alegra verte de nuevo. —Zack sonrió y le ofreció su mano a Alex para levantarle. —¿Quieres pasar?

—No, quería decirte algo. —Alex se levantó solo. —Y quería hacerlo cara a cara.

—Te escucho.

—Disfruté mucho de anoche, más de lo que podía imaginar. —Se fijó entones en lo cerca que estaba de él. —P-pero ya te lo dije, he tenido bastantes malas experiencias.

—Lo sé y mi interés es en conocernos. —Zack sacó las llaves del apartamento mientras le miraba de forma seria. —No me gusta ir deprisa con un hombre que he conocido hace tan solo una noche

—Ni a mí… N-no pienso que seas mala persona ¡Por lo que dije hoy! Ya sabes. —Alex se sintió nervioso pero Zack soltó una carcajada. —¿He dicho algo?

—Nada, eres muy dulce, Alex. —Zack sonrió sonrojado y le avergonzó. —¿Te apetece pasar?

—Yo… no estoy seguro. —El estómago de Alex rugió. —Debería irme a casa.

—Entra y cena algo. —Zack abrió la puerta y le invitó a entrar.

Alex dudó por unos segundos, pensando en si era buena idea pero se decidió a entrar y Zack le siguió. Subieron juntos hasta entrar en casa donde Zack se quitó la chaqueta y la llevó al cuarto. Mientras Alex caminaba hacia el salón, se fijó en tres libros del estante.

—¿Algo que te guste? —Zack se apoyó en el marco de la puerta y se cruzó de brazos.

—No sabía que te gustase Sartre.

—Me gusta su pensamiento existencialista pero odio todo sobre el marxismo humanista. —Alex arqueó una ceja y Zack soltó una carcajada. —Fue un regalo de cumpleaños siendo adolescente.

—Entiendo…

—¿Quieres ayudarme a cocinar? —Alex asintió y fueron juntos a la cocina. —¿Qué te apetece?

—Pues… una tortilla. —Zack estuvo serio y le miró decepcionado. —¿Qué?

—Enserio ¿Qué te apetece?

—Tu culo… —Susurró Alex avergonzado.

—¿Qué? —Preguntaba Zack mientras sacaba una tabla de cortar.

—¿Eh? Nada…

—Pues te voy a preparar un tartar  de ternera con miel y queso. —Sacó de un cajón un cuchillo grande afilado. —Saca de la nevera el queso gouda y dos filetes de ternera.

Zack puso una sartén al fuego al mismo tiempo que Alex le colocaba las cosas en la encimera.

—Tu familia ¿Qué tal te llevas con ellos? —Zack cortaba un filete en cuadrados. —Si no soy indiscreto.

—Pues me aceptan, a su manera, entienden más o menos que siempre he sido un hombre pero les cuesta un poco el tema bi. —Alex se acercó a ver como hacía los cortes. —¿Y los tuyos?

—Mi madre siempre me insiste en que me eche novio, se lo presente y le dé nietos. —Esbozó una sonrisa de forma dulce. —Creo que al haberme criado sola le haya hecho aceptarme tal y como soy.

—Es una madre muy buena. —Alex sonrió haciendo sonrojar a Zack.

—¿Y has tenido otras parejas? Aparte de Carlos. —Vertió los dados en la sartén.

—Una chica pero… lesbiana y yo un chico en el huevo… no es algo que fuese a durar. —Alex puso los dados en el plato. —Y sí, se cocinar también.

—Entiendo que hubierais roto, es normal. —Zack siguió cortando el otro filete. —Y no ponía en duda tu habilidad.

—Rompí yo porque intentó durante un tiempo que me negase a mi mismo. —Alex cortó queso en daditos. —¿Y tú? ¿Tuviste algún ex?

—Sí… te lo contaré cenando.

Pasaron varios minutos hasta que tuvieron los platos listos, los pusieron en la encimera y Alex probó primero la cena.

—¡Dios, está buenísimo! —Exclamó haciendo carcajear a Zack.

—Y el mérito no es solo mío. —Zack miró con una sonrisa a Alex, quien sonrió y se apartó el pelo tras la oreja. —Estuve con un chico de mi misma edad, nos gustamos.

—¿Qué ocurrió?

—Una ex amistad, nos estuvo acosando durante meses, al principio de forma sutil hasta que se agravó. —Zack sacó un botellín de cerveza, lo abrió y bebió un sorbo. —Él no pudo aguantar más y decidió que debíamos romper, me quedé destrozado y me costó aceptarlo durante un tiempo.

—¿Y… tu amistad?

—Decidí que no la quería cerca, y al poco descubrí que no fui el único, tenía un rastro de víctimas tras de sí. —Miró la comida de forma melancólica, suspiró y dio un sorbo. —Pero eso es parte del pasado.

—Sí, supongo que sí. —Alex le miró de forma triste. —Si hubiera sido él no te habría dejado.

Zack le besó la cabeza y se miraron sonrojados.

—Es algo que esperarías oír.

—No pero te agradezco oírlo.