Habían
pasado varias horas, Lilith y Tessan se encontraban en una cabaña de caza
desnudas y sentadas frente a una chimenea encendida calentándose.
La
cabaña era de una sola habitación, una escalera al segundo piso, un sofá frente
a la chimenea, cocina, puerta al cuarto de baño, cabezas de osos y ciervos en
la pared y prendas de ropa mojadas tendidas en una cuerda desde los cuernos de
uno de los trofeos de caza hasta los colmillos de otro al otro lado.
—¿Te
has dado cuenta? —Tessan buscó alguna reacción en Lilith sin éxito. —Dejó de
haber osos y ciervos en estos bosques desde hace mucho ¿De donde habrán sacado
esas cabezas?
—Los
habrán cazado de otros bosques. —Dijo incómoda y seca.
—Sí…
eso tiene sentido. —Habló y fingió reírse mientras Lilith lanzaba un tronco al
fuego. —¿Estuviste preocupada por mí?
—Claro
que sí. —Diana suspiró y la miró al sentarse. —Eres mi hermana, nos hemos
criado peleándonos desde que nos conocimos pero… siempre te he querido cuando
he podido.
—Yo…
también, eres mi hermana pequeña. —Ambas sonrieron y Tessan la miró dejando
caer una lágrima. —Por eso no os conté la verdad a las dos, porque os quiero y
no quería…
—Lo
sé. —Lilith la interrumpió. —Voy a coger un poco de jabalí.
—He
hecho secretos y estofado con lo que quedaba, por si quieres. —Decía mientras
Lilith se levantaba. —O no, no importa.
Diana
bajó la escalera vestida con una camisa a cuadros entreabierta y boxers. Lilith
estuvo cogiendo un filete de una sartén para ponerlo en su plato, Diana se puso
a su lado, cogió otro plato y evitaron mirarse.
—Diana,
has despertado. —Habló Tessan pero ambas la ignoraron. —Te pillaron cruzando la
frontera… es una referencia a un videojuego.
Lilith
le acercó la sartén y Diana cogió con las manos el último filete que quedaba.
—Diana
¿Estás bien? —Tessan se acercó pero ella se marchó y volvió a la segunda
planta. —Se ha ido sin cubiertos.
—Ya.
—Lilith se fue a la chimenea sin cubiertos y con la comida.
—No
os habéis hablado.
—No
creo que quiera. —Lilith se sentó y suspiró. —Debe estar enfadada.
—O
asustada. —Tessan se sentó con Lilith y acercó las manos a la chimenea.
—Ni
siquiera sé que hacer. —Dijo viendo el fuego y con una mirada triste.
Mientras
Birdie se encontraba en la iglesia, sentada en el altar con un pequeño orbe
dorado roto en la mano.
—Tenía
razón… la luz en los huesos. —Birdie miraba la esfera preocupada.
Eliana
se acercaba a Birdie con calma pero triste, con un aspecto humano y con su ropa
destrozada.
—Aún
nada ¿No? —Birdie preguntó y se levantó pero Eliana se paró en seco, la miró y
negó con la cabeza. —No dejo de pensar en ellas.
—Tranquila,
Nadine y nuestra gente les sigue el rastro. —Eliana abrazó a Birdie quien
empezó a llorar. —Paciencia.
—Eso
intentaré. —Birdie se separó pero Eliana la cogió de la barbilla. —Sé que no te
gusta que llore, lo siento.
—No
he dicho nada. —Besó la frente de Birdie con cariño. —Estarán bien, eres la
mejor madre del mundo y has criado a dos nobles guerreras, cuidarán de Diana y
de si mismas.
—No
creo que pueda aguantar más sin saber de ellas con esos sectarios sueltos.
—Aguanta
un poco, Nadine y yo lo conseguiremos. —Eliana besó apasionadamente a Birdie. —Me
voy, céntrate en averiguar todo lo que puedas.
Birdie
asintió y Eliana se marchó de la iglesia. Nadine esperaba fuera con su bastón partido
en dos, Eliana salió y se acercó a ella.
—No
tiene mucho arreglo. —Dijo Eliana, ella la miró molesta y tiró el bastón al
suelo. —Sí, obvio.
—No
podremos coger un helicóptero. —Nadine y Eliana caminaron al todoterreno sin
mirarse. —Han visto un accidente en la montaña pero nadie puede acercarse.
—Es
lo mejor que tenemos. —Ambas se subieron al vehículo y Nadine arrancó el coche.
—Puede que no me creas.
—Inténtalo.
—Habló mientras conducía y salía del cementerio.
—Estoy
preocupada por Lilith. —Nadine soltó una carcajada. —No me crees.
—No,
te creo, yo estoy preocupada por Tessan. —Eliana se sorprendió al oírla y la
miró por unos segundos. —Y por Diana.
—Es
increíble, la hija de Christine. —Se cruzó de brazos pero Nadine se preocupó. —¿Cómo
le sacaremos la Luz?
—No
vamos a sacársela.
Eliana
se quedó sorprendida al oírla, la observaba tan determinada en sus palabras y
dudó por un segundo responder.
—Te
das cuenta de lo que está ocurriendo ¿No?
—Claro
que sí, obvio. —Nadine dio un volantazo y paró de lado en medio de la autovía. —Y
si se la saco morirá, bastante muerte hay ya para que preguntes tal cosa.
—Y
si no, nos matará a todos. —Nadine intentó controlar su ira al oírla. —¡¿Y si
ha despertado y ha matado a nuestras hijas?!
—¡Cállate,
por dios! —Gritó enfadada y golpeó el claxon de un puñetazo, intentó recuperar
la compostura y suspiró. —Centrémonos en encontrarlas ¿De acuerdo? Nos
necesitan, no podremos salvarlas si nos dejamos llevar por la desesperación.
Pasaron
un par de horas hasta que se hizo de noche pero la tormenta se hacía más fuerte.
Diana bajaba al primer piso y vio que sólo estaba Lilith, quien dormía tumbada
en el sofá tapada con una manta de lana.
—Tessan
debe haber ido de caza. —Diana se acercó a Lilith, la miró y después se sentó
frente a la chimenea. —Desearía poder volver a esta mañana y pedirte ayuda para
recordar… quizás al menos no me odiarías… y no habríais estado en peligro.
Lilith
se tumbó de lado y Diana se giró asustada pero se dio cuenta que seguía
dormida.
—Desearía
haber sabido tus verdaderos sentimientos, sé que no puedes querer a… a un
monstruo cómo yo. —Diana se tumbó de lado apoyando la cabeza en el brazo y
empezó a llorar desconsolada. —Desearía… no tener esto que llevo aquí dentro… y
ser normal.
Lilith
la escuchaba en todo momento y abrió los ojos, la miraba con preocupación y se
sentía dolida al ver cómo Diana lloraba.
—No
sé que hacer, la verdad es que debes odiarme más de lo que pienso. —Diana se
secó los ojos con las mangas. —Y a veces creo que… me lo merezco, solo te he
causado problemas, a ti y a los que te rodean.
Lilith
se levantó, caminó hacia ella en silencio con la manta y se sentó de rodillas.
—¿De
verás crees que te odio? —Diana se asustó al oírla. —Soy yo quien cree que tú
me odias, que odias a mi familia.
—No
puedo… no has hecho nada para que te odie. —Lilith se tumbó con Diana, se tapó
y se abrazó a ella. —Yo… me convertí en un monstruo y os puse en peligro.
—No
eres un monstruo y no voy a odiarte por tener un artefacto peligroso de hace
siglos creado con la muerte de millones de Lostians y humanos o por tener tres
pares de alas, eso me da igual. —Lilith suspiró molesta pero Diana agarró las
manos de ella llorando más fuerte. —Y lo de… sobre mis sentimientos, fue
verdad, estoy enamorada de ti, me gustas aunque no lo creas, lo dije por el
momento, por pensar que no volvería a verte ni podría abrirme a ti una próxima
vez.
—Lilith…
—Diana se dio la vuelta mirándola pero sin dejar de sollozar, Lilith acarició las
mejillas de ella y le secó las lágrimas. —Tú también me gustas…
—Y
tú a mí, Diana. —Lilith la refugió en su pecho.
Lilith
empezó a sentir un fuerte dolor y una gran sed hasta el punto de quejarse y que
sus colmillos se afilaran.
—¿Qué
te ocurre?
—Tengo
hambre… gasté toda mi energía en luchar y cazar. —Diana se apartó la camisa y
se sonrojó al ofrecer su cuello a Lilith. —No voy a beber tu sangre.
—Vas
a beber, te la ofrezco. —Lilith se intentó contener y se levantó para no verla.
—¡Lilith!
Diana
se levantó e intentó pararla cogiendo su mano pero Lilith se zafó, la derribó y
la arrinconó contra la pared agarrándola de las muñecas y la miró.
—Porfavor…
no me hagas esto. —Lilith jadeaba ansiosa y preocupada evitando mirar a Diana.
—No
me harás daño.
—No
es eso… si me alimento, acabaremos follando sin control. —Lilith estaba
sonrojada y se atrevió a mirarla pero se mantuvo firme al hablar y Diana se
avergonzó sin parar de ofrecer su cuello. —¿Es lo que quieres?
—Sí…
¡No! No… no lo sé.
—Si
lo hago…
—Quiero
pero… ¿Es el momento?
Lilith
se acercó al cuello sin previo aviso, lo lamió y clavó los colmillos en la piel
Diana gimió de placer. Se alimentó sin control, succionando la sangre que
brotaba de la herida sin dejar ni una gota, se encendía al sentir la
respiración acelerada y oír los jadeos, notaba como el cuerpo de ella y el suyo
se calentaban juntos.
—Lilith…
puedes soltarme…
Ella
la soltó dejando caer una gota de sangre por las comisuras. Se apartó jadeando,
la miró y se relamió.
—Esta
vez es más dulce. —Diana miró hacia abajo ignorándola y vio el pene de Lilith erecto.
—Tengo muchísima calor… hace mucha… calor…
Diana
apenas podía mirarla pero pudo mantenerse de pie, se miraron encendidas y
nerviosas, y entonces el ojo rojo de Lilith brilló con mucha fuerza.
—¿Y
ahora? —Habló nerviosa Lilith y Diana miró hacia abajo. —¿En… que piensas?
Diana
se acercó al cuello, lo mordió y Lilith sonrió entre jadeos.
—¿Me…
dejas tocarlo? —Susurró Diana nerviosa.
—Poco
a poco…
Lilith
se apoyó con las manos en los hombros de ella para estar relajada y sintió las manos
de Diana jugando con sus senos.
—¿Se
siente bien? —Diana preguntó y la vio disfrutar.
—Mucho…
Diana
se acercó a uno de los pezones y jugó con él haciéndola gemir y estremecerse de
placer. Su otra mano bajaba por el vientre hasta el pene, donde empezó a
acariciarlo de arriba abajo.
—Dime
si te incomoda. —Dijo mirando a Lilith quien evitaba mirarla.
—Estoy
bien… sigue.
Notó
los dedos de Diana en el glande, acariciando en círculos y no pudo resistirse, con
una mano en la cintura y la otra en el pelo inclinó hacia atrás la cabeza de
Diana y la besó bruscamente, dominando la lengua de ella, de tal forma que la
avergonzó, le hizo caer saliva por la comisura derecha y la hizo mover los
dedos más rápidamente.
Diana
apenas podía mirarla, sentía su control, su presión, aquella lengua presionando
contra la suya, no podía respirar y su corazón estaba acelerado, disfrutaba
mucho con la rudeza de Lilith y jugar con su miembro hasta notar que se venía.
Notó un poco de un fluido caliente en su vientre y cayendo por los dedos,
Lilith la soltó y recuperaron la respiración.
—No
recuerdo… que las eyaculaciones fuesen así. —Diana vio el fluido transparente y
líquido pero pegajoso, apartó la mano pero Lilith jugó con ella, lamiendo y
metiendo los dedos en la boca. —Espera… deja que te limpie también.
Vio
la corrida también en el vientre de Lilith y se arrodilló para lamerlo todo.
—Diana…
—Se dio cuenta y la miró con una gota de corrida entre los labios. —Me…
gustaría…
—Espera.
Diana
se relajó, lamió el miembro limpiando el fluido con la lengua y metió el glande
entre los labios.
—Dios…
—Lilith gemía y se retorcía de placer, agarrando del pelo a Diana, notó que la metió más hasta la campanilla y no
pudo evitar gemir más fuerte. —¡Para…!
Diana
la metía y sacaba una y otra vez hasta que Lilith la apartó y la arrinconó en
el suelo con las manos a ambos lados de la cabeza de ella. Diana la veía jadear
y sudar, pero su mirada era decidida, doblegando su control.
—Te
dije que no me podría controlar y has seguido… siento demasiado calor.
Lilith
bajó hacia su vientre, donde lamió la corrida con cuidado, al limpiarla fue a
los senos mientras una de sus manos bajaba hasta la vulva.
—Espera…
—Diana suplicó. —Despacio…
—¿Te
sientes cansada? —Lilith le acarició el rostro. —Creo que he bebido demasiada
sangre.
—Vamos
a necesitar… limpiarnos un poco.
Mientras
Tessan estaba agarrando del cuello a un sectario hasta romperle el cuello y
vestido también de sectario. A su alrededor varios sectarios asesinados a
golpes o desmembrados.
—Este
es el último. —Empezó a caminar y vio una sombra saltar entre las copas de los
arboles. —Se dirige a la cabaña, no puede llegar hasta ellas.
Entonces
se dio cuenta que estaba rodeada de más sectarios.
—Seguid
a la maestra. —Dijo un hombre entre ellos. —Yo me encargo.
—Entendido,
hermano Samuel, que la Gran Madre te proteja. —Habló una sectaria.
El
hombre era un sectario de dos metros y treinta años, musculado y de piel oscura,
estaba rapado, de ojos marrones y con un piercing en el labio inferior.
Los
sectarios salieron corriendo y se quedaron ambos solos.
—Espero
que sea una pelea interesante. —Dijo Tessan crujiendo los puños.
Tessan
corrió hacia él a gran velocidad, Samuel intentó darle un puñetazo pero ella lo
esquivó y le golpeó en el costado y se retiró hacia atrás.
—Bien…
hecho… eres buena. —Samuel cayó de rodillas y le miró enfadado pero se levantó
y suspiró. —Deja que te enseñe yo.
Samuel
fue hacia ella corriendo, tal era su velocidad que Tessan apenas pudo darse
cuenta pero consiguió esquivar un puñetazo saltó hacia una de las copas de los
arboles.
—¡Joder!
—Gritó Tessan alarmada.
Recibió
un puñetazo en el vientre, lanzándola contra un árbol que partió con su cuerpo
y cayó al suelo. Samuel cayó de pie y se crujió los hombros.
—La
diferencia entre tú y yo es abrumadora, ahora quédate en el suelo y… —Samuel empezó
a caminar hacia ella sin mostrar alguna emoción. —… acepta tu muerte como una buena
guerrera.
—Me
va… a costar hacer eso… —Tessan apenas pudo ponerse en pie y le miró con una sonrisa.
—Soy… muy cabezona.
Eliana
apareció tras Samuel de un salto y con un trozo de árbol de unos seis metros en
el hombro, él se giró pero ella le golpeó a modo de arma y lo lanzó lejos.
—Mamá…
—Tessan caminó hacia Eliana con torpeza.
—Cariño.
—Corrió hacia ella y la abrazó con fuerza. —Creí que te perdería…
—Estoy
bien pero Diana y Lilith están en peligro.
Mientras
Lilith estaba en la cabaña frente a la mujer sectaria, ambas con cuchillos de sangre
y sangrando por múltiples heridas en el torso. Estaban rodeadas de cadáveres de
sectarios que tenían virotes de ballestas y puñaladas.
—Sin
posibilidad y aún sigues intentando protegerla. —Lilith ni se inmutó ante sus palabras.
—Los humanos arruinaron a tu familia y tú defiendes a una muy peligrosa.
Lilith
no hizo ningún gesto pero la mujer se empezó a enfadar.
—Diga
lo que diga no piensas apartarte ¿No? —Lilith escupió una gota de sangre al
suelo. —Hmm, ha huido lejos ya supongo pero tú sigues aquí ¿Para ganar tiempo?
—Piénsalo
así si quieres.
—¿Para
matarme? —La mujer se sorprendió y soltó una carcajada. —Tú sola no eres capaz de
hacerlo.
Los
ojos de la mujer se volvieron rojos y brillantes al igual que el de Lilith, se abalanzaron
una contra la otra a gran velocidad y chocando sus cuchillos, se repitió el proceso
hasta cuatro veces y entonces se apuñalaron la una a la otra, la mujer sintió que
consiguió apuñalar a su rival en el estómago pero se sorprendió al ver que una daga
estaba en su corazón aún latente. Ambas se separaron con las dagas aún clavadas.
—Maravillosa…
jugada… —Dijo la mujer con una sonrisa. —Pero tú te vienes… conmigo.
—Ya…
conseguí… —Lilith vio una sombra en la puerta y cayó al suelo.
—Débil…
Nadine
entró en la cabaña, ignoró a la mujer y cogió a Lilith en brazos.
—Está…
lejos… de todos… mamá. —Lilith sonrió mirando a Nadine.
—Descansa,
mi niña.
—No
vas a salir de aquí con vida. —Dijo la mujer absorbiendo la daga de sangre a través
de su herida.
—La
próxima vez que te vea, será la última. —Nadine habló sin emoción.
—La
próxima vez os quitaré a la portadora de vuestras frías manos.