jueves, 18 de febrero de 2021

Un príncipe de azul. Capítulo 2.

Pasaron dos días, a las cuatro y media de la tarde se encontraba Zack en los vestuarios de una comisaría quitándose el uniforme hasta estar desnudo, mostrando los arañazos de la espalda que le hizo Alex.

—Vaya, menuda chica te llevaste anoche a casa. —Dijo un compañero desnudo.

Zack le miró de forma intimidatoria, haciendo que se asustara.

—Eh ¿Estás listo? —Dijo una mujer al otro lado de la entrada del vestuario.

Entró la mujer vestida con camisa blanca de manga larga, vaqueros negros y botines negros de cuero. Medía 1.80, blanca, pecosa, atlética, pelo en moño, rojizo cobre, ojos verdes, sin maquillar.

—Enseguida. —Habló de forma seria y sin emoción.

Entonces se puso ropa informal, unos vaqueros azules, camiseta blanca, chaqueta de cuero negra y botas militares negras.

—¿Llegaste bien anoche? —La mujer preguntó, se miraron por unos segundos y Zack sonrió, ella se extrañó y sonrió confusa. —Ya… veo…

—Llegué bien, Alicia, nada más.

Se marcharon de los vestuarios y  caminaron por un pasillo.

—Llegaste bien entonces pero con arañazos. —Alicia le miró de reojo. —¿Y que tal es ese hombre?

—Tímido. —Habló de forma monótona.

—Vaya. —Alicia esperó una respuesta durante varios segundos y se enfadó. —¿Y nada más?

—Tímido pero atrevido en ciertas situaciones. —Suspiró y respondió a desgana.

—Es tu tipo entonces. —Soltó una carcajada pero Zack le ignoró. —¿Dónde y cómo lo conociste?

—No le conozco.

—Una buena forma de pillar novio.

Llegaron al hall de la comisaría, fueron al detector de metales pero un anciano bien vestido le agarró del brazo a Zack.

—¡Es usted! —Exclamó el anciano de forma alegre al verle. —¡Tiene su porte!

—Señor ¿Se encuentra bien? —Ella se acercó preocupada pero Zack le miró y ella lo entendió. —Te espero fuera.

—Gracias. —Respondió él.

Él y el anciano se marcharon a una sala de interrogatorios donde lo sentó violentamente en una silla.

Zack intentaba contener su ira y su rabia, quería golpearle pero se vació de pensamientos hasta estar más tranquilo.

—Me alegra poder encontrarle al fin.

—¿Recuerda lo que le dije hace cinco años?

-—Sí… lo recuerdo perfectamente pero… —Zack golpeó la pared de un puñetazo para interrumpirle.

—Entonces métase los cheques de su puñetero amo y déjenos a mi madre y a mí en paz.

—¡No vine por eso! —Sus palabras llamaron la atención de Zack. —Su pa…

—No es mi padre. —Zack le miró de forma intimidatoria y amenazante.

—Lo siento. —Zack suspiró incómodo. —El duque de Ashton, Arthur, se encuentra muy enfermo y quería que fuese a verle.

—No. —Zack fue a marcharse pero el anciano se lo impidió.

—¡Pero…! ¡Es su voluntad, usted es su hijo!

—¡Nunca fue mi padre! —Zack le apartó tirándole al suelo.

-—Señor… el duque quiere…

—El duque no tiene poder sobre mí y no soy su hijo, solo el fruto de un error para él. —Zack dejó la puerta abierta. —Le ruego que vuelva con él y le diga… que el error no tiene nada que tratar con él y espera que muera sufriendo.

Mientras Alex se encontraba en una clase, sentado tomando apuntes mientras un profesor explicaba señalando imágenes de un proyector. Estaba vestido con una camisa azul oscuro de mangas largas, vaqueros negros y deportivas blancas.

—La forma del pensamiento… —Susurró Alex.

Entonces vio en el proyector la imagen de una escultura griega y recordó el torso desnudo de Zack, se sonrojó y se sintió nervioso, partiendo el bolígrafo.

—Y con esto terminamos la clase de hoy, no olviden aprovechar las tutorías para consultar las dudas de hoy. —Habló en tono alto el profesor.

—Alex, necesito saberlo.

Una chica se acercó y le tocó el hombro mientras él recogía.

Era  de 1.75, delgada, de pelo azul y largo hasta los hombros pero con el lado izquierdo rapado, ojos marrones, tenía un septum en la nariz y dos aros en la oreja izquierda, vestía camisa a cuadros roja y negra, una chaqueta de cuero verde con una chapa de la bandera lesbiana, vaqueros azules largos y rotos y deportivas negras con franjas blancas.

—Sí… estoy bien, Sofía. —Alex se levantó con su mochila y sonrió nervioso. —¿Tomamos algo?

—Uy… pensé que te había pasado algo horrible anoche pero ya veo.

—¿Q-Qué? ¡No! Pfff que va.

—¡Mi Alex ha follado! —Sofía le abrazó fuerte pero él se sintió incomodo. —Bien hecho, mi niño híper testosteronado.

—Porfa… no me llames así. —Alex soltó una carcajada avergonzado.

—Vamos a tomar algo y me cuentas detalles.

Pasaron diez minutos y Zack y Alicia estaban sentados en la terraza de un bar.

—¿Estás seguro que quieres tomar algo? Esto suele llenarse de universitarios para los descansos.

—Lo sé bien, Teatinos no es una zona muy grande.

—Vale, como quieras. —El camarero le trajo una jarra de Radler a cada uno. —Gracias.

Zack sonrió y se relajó pero Alicia le miraba anonadada.

—¿Acaso crees que ese chico vendrá? Ni siquiera sabes su horario… porque… no lo sabes ¿Verdad?

—Lo sé y le envié un mensaje de WhatsApp de que estoy libre e iba a venir aquí.

—¿Y si no te lee?

—Pues nos tomamos algo aquí y hablamos.

—No es mal plan.

—Em… ¿Zack? —Alex le tocó el hombro derecho y se miraron sorprendidos. —¿Qué haces aquí?

—Tomar algo con mi amiga… ¿No leíste mi mensaje?

Ambas parejas se miraron por varios segundos hasta que Alicia se levantó.

—Encantada, soy Alicia, compañera de trabajo de Zack —Le dio dos besos a Alex y sonrió a Sofía, poniéndola roja. —La bandera lésbica, interesante.

—¿También eres lesbiana? —Alicia entonces respondió con un guiño y la invitó a sentarse en su asiento. —Oh, gracias, soy Sofía.

—Pe… pero nosotros íbamos a…

—No pasa nada entonces. —Zack respondió con calma.

—¡No! Venga, Alex quédate. —Sofía le animó con tono feliz.

—Es… vale. —Alex se sentó al lado de Sofía y se acercó para susurrarla. —Estoy seguro que haces esto para conocerla.

—Pues claro, es que tío, podría pisarme la cara si quisiera. —Sofía sonrió amablemente. —¿Y de que os conocéis, Alex y…? Mmm…

—Zack, nos conocimos de un malentendido. —Le dio un sorbo a la jarra mientras miraba a Alex.

—S-Sí… fue una discusión que tuve con un desconocido.

—Medié entre ellos y le salvé de un apuro.

—Y acabaron follando. —Alicia se cruzó de brazos y se rio al ver a  Alex más nervioso aún y a Zack sonrojado.

—¡Joder, quillo! —Sofía se sorprendió mientras Alicia se reía y la miraba. —No perdéis el tiempo, oye.

Estuvieron varios minutos sin mediar palabra hasta que Alicia tosió.

—Y contadme ¿A que os dedicáis?

—Pues soy camarera por la mañana. —Habló Sofía haciendo que Alicia se interesara. —Y por la tarde me saco la carrera de Filosofía, de hecho en un rato tengo una exposición sobre el orden en la sociedad pero en mi opinión cualquier monopolio de la violencia es una violación constante hacia la sociedad en sí  misma.

—Esta chica me gusta, Zack. —Alicia le guiñó un ojo. —¿Qué piensas tú, Alex?

—Creo que cualquier grupo dedicado a la seguridad debería velar más por los intereses y el bienestar de las clases populares y no por mantener el status quo de las clases altas.

—Entiendo. —Habló Zack interesado. —También pienso que la policía debería dedicarse a centrar esfuerzos en el origen de los problemas que atañen a los más pobres en vez de criminalizar a la misma pobreza.

—Joder, vosotros si entendéis. —Sofía se sorprendió al oírles.

—Tan solo recalqué las palabras de Alex en base a los intereses y bienestar de las clases populares, sólo eso. —Zack miró con una sonrisa a Alex y le sonrojó. —Él domina mejor el tema, estoy seguro.

—Sofía ¿Verdad? —Alicia la miró y habló con calma. —Deberíamos sentarnos aparte y dejar que hablen entre ellos.

Ambas se levantaron mientras Zack observaba a Alex, dándose cuenta que estaba nervioso.

—Me a-alegra coincidir contigo, Zack.

—Y a mí.

—Pero no sé si quiero algo, lo de ayer…

—Cierto, no me diste ninguna respuesta al final, Alex. —Zack sonrió pero él apartaba la mirada entristecido. —Sé que te gusto, no es difícil darse cuenta.

—Sí pero me da miedo, he estado con personas que un día sienten algo por mí y al siguiente me apartaron de su lado sin poder decir ni media palabra, quedándome sólo. —Alex le miró y Zack asintió, suspiró y se levantó. —¿Qué haces?

—Dejarte claro que yo no haré eso. —Le besó sin previo aviso, sonrojándose ambos, se separó y miró a Alex decidido. —Toma el tiempo que necesites.

El móvil de Alicia y Zack sonaron, se miraron y contestó él.

—Dígame… sí… enseguida vamos.

—Un asunto importante, nos vamos.

—¡Espera! —Se sorprendió Sofía.

—Tienes mi número, llámame cuando estés libre y quieras quedar. —Alicia le guiñó un ojo.

Ambos se marcharon y Sofía se sentó con Alex.

—Jope, que rápido. —Sofía miró a Alex buscando una respuesta pero sólo le vio sonrojado y anonadado. —Ey ¿Estás?

—Eh… ¿Qué?

Pasó el tiempo hasta que fueron las nueve de la tarde. Zack caminaba por la calle acompañado de Alicia.

—¿Al final quien era ese hombre? —Preguntó Alicia.

—¿Qué hombre? —Zack contestó sin emoción.

—El señor mayor con el que hablaste hoy y que te conocía, lo sabes perfectamente.

—Un mensajero. —Respondió y miró a Alicia, quien hizo una mueca de disgusto.

—Podrías confiar más en mí. —Alicia se paró en seco y miró fijamente a Zack. —Olvídalo, no voy a insistir.

—Hasta mañana entonces. —Alicia se marchó por una calle y Zack continuó andando. —Confío, sólo es… pasado.

Estuvo andando durante quince minutos hasta llegar a la puerta del portal de su apartamento, donde Alex le esperaba sentado bebiendo un café frío.

—Me alegra verte de nuevo. —Zack sonrió y le ofreció su mano a Alex para levantarle. —¿Quieres pasar?

—No, quería decirte algo. —Alex se levantó solo. —Y quería hacerlo cara a cara.

—Te escucho.

—Disfruté mucho de anoche, más de lo que podía imaginar. —Se fijó entones en lo cerca que estaba de él. —P-pero ya te lo dije, he tenido bastantes malas experiencias.

—Lo sé y mi interés es en conocernos. —Zack sacó las llaves del apartamento mientras le miraba de forma seria. —No me gusta ir deprisa con un hombre que he conocido hace tan solo una noche

—Ni a mí… N-no pienso que seas mala persona ¡Por lo que dije hoy! Ya sabes. —Alex se sintió nervioso pero Zack soltó una carcajada. —¿He dicho algo?

—Nada, eres muy dulce, Alex. —Zack sonrió sonrojado y le avergonzó. —¿Te apetece pasar?

—Yo… no estoy seguro. —El estómago de Alex rugió. —Debería irme a casa.

—Entra y cena algo. —Zack abrió la puerta y le invitó a entrar.

Alex dudó por unos segundos, pensando en si era buena idea pero se decidió a entrar y Zack le siguió. Subieron juntos hasta entrar en casa donde Zack se quitó la chaqueta y la llevó al cuarto. Mientras Alex caminaba hacia el salón, se fijó en tres libros del estante.

—¿Algo que te guste? —Zack se apoyó en el marco de la puerta y se cruzó de brazos.

—No sabía que te gustase Sartre.

—Me gusta su pensamiento existencialista pero odio todo sobre el marxismo humanista. —Alex arqueó una ceja y Zack soltó una carcajada. —Fue un regalo de cumpleaños siendo adolescente.

—Entiendo…

—¿Quieres ayudarme a cocinar? —Alex asintió y fueron juntos a la cocina. —¿Qué te apetece?

—Pues… una tortilla. —Zack estuvo serio y le miró decepcionado. —¿Qué?

—Enserio ¿Qué te apetece?

—Tu culo… —Susurró Alex avergonzado.

—¿Qué? —Preguntaba Zack mientras sacaba una tabla de cortar.

—¿Eh? Nada…

—Pues te voy a preparar un tartar  de ternera con miel y queso. —Sacó de un cajón un cuchillo grande afilado. —Saca de la nevera el queso gouda y dos filetes de ternera.

Zack puso una sartén al fuego al mismo tiempo que Alex le colocaba las cosas en la encimera.

—Tu familia ¿Qué tal te llevas con ellos? —Zack cortaba un filete en cuadrados. —Si no soy indiscreto.

—Pues me aceptan, a su manera, entienden más o menos que siempre he sido un hombre pero les cuesta un poco el tema bi. —Alex se acercó a ver como hacía los cortes. —¿Y los tuyos?

—Mi madre siempre me insiste en que me eche novio, se lo presente y le dé nietos. —Esbozó una sonrisa de forma dulce. —Creo que al haberme criado sola le haya hecho aceptarme tal y como soy.

—Es una madre muy buena. —Alex sonrió haciendo sonrojar a Zack.

—¿Y has tenido otras parejas? Aparte de Carlos. —Vertió los dados en la sartén.

—Una chica pero… lesbiana y yo un chico en el huevo… no es algo que fuese a durar. —Alex puso los dados en el plato. —Y sí, se cocinar también.

—Entiendo que hubierais roto, es normal. —Zack siguió cortando el otro filete. —Y no ponía en duda tu habilidad.

—Rompí yo porque intentó durante un tiempo que me negase a mi mismo. —Alex cortó queso en daditos. —¿Y tú? ¿Tuviste algún ex?

—Sí… te lo contaré cenando.

Pasaron varios minutos hasta que tuvieron los platos listos, los pusieron en la encimera y Alex probó primero la cena.

—¡Dios, está buenísimo! —Exclamó haciendo carcajear a Zack.

—Y el mérito no es solo mío. —Zack miró con una sonrisa a Alex, quien sonrió y se apartó el pelo tras la oreja. —Estuve con un chico de mi misma edad, nos gustamos.

—¿Qué ocurrió?

—Una ex amistad, nos estuvo acosando durante meses, al principio de forma sutil hasta que se agravó. —Zack sacó un botellín de cerveza, lo abrió y bebió un sorbo. —Él no pudo aguantar más y decidió que debíamos romper, me quedé destrozado y me costó aceptarlo durante un tiempo.

—¿Y… tu amistad?

—Decidí que no la quería cerca, y al poco descubrí que no fui el único, tenía un rastro de víctimas tras de sí. —Miró la comida de forma melancólica, suspiró y dio un sorbo. —Pero eso es parte del pasado.

—Sí, supongo que sí. —Alex le miró de forma triste. —Si hubiera sido él no te habría dejado.

Zack le besó la cabeza y se miraron sonrojados.

—Es algo que esperarías oír.

—No pero te agradezco oírlo.

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