Pasaron dos días, a las cuatro y media de la tarde
se encontraba Zack en los vestuarios de una comisaría quitándose el uniforme hasta
estar desnudo, mostrando los arañazos de la espalda que le hizo Alex.
—Vaya, menuda chica te llevaste anoche a casa.
—Dijo un compañero desnudo.
Zack le miró de forma intimidatoria, haciendo que se
asustara.
—Eh ¿Estás listo? —Dijo una mujer al otro lado de
la entrada del vestuario.
Entró la mujer vestida con camisa blanca de manga
larga, vaqueros negros y botines negros de cuero. Medía 1.80, blanca, pecosa, atlética,
pelo en moño, rojizo cobre, ojos verdes, sin maquillar.
—Enseguida. —Habló de forma seria y sin emoción.
Entonces se puso ropa informal, unos vaqueros
azules, camiseta blanca, chaqueta de cuero negra y botas militares negras.
—¿Llegaste bien anoche? —La mujer preguntó, se
miraron por unos segundos y Zack sonrió, ella se extrañó y sonrió confusa. —Ya…
veo…
—Llegué bien, Alicia, nada más.
Se marcharon de los vestuarios y caminaron por un pasillo.
—Llegaste bien entonces pero con arañazos. —Alicia
le miró de reojo. —¿Y que tal es ese hombre?
—Tímido. —Habló de forma monótona.
—Vaya. —Alicia esperó una respuesta durante varios
segundos y se enfadó. —¿Y nada más?
—Tímido pero atrevido en ciertas situaciones. —Suspiró
y respondió a desgana.
—Es tu tipo entonces. —Soltó una carcajada pero
Zack le ignoró. —¿Dónde y cómo lo conociste?
—No le conozco.
—Una buena forma de pillar novio.
Llegaron al hall de la comisaría, fueron al
detector de metales pero un anciano bien vestido le agarró del brazo a Zack.
—¡Es usted! —Exclamó el anciano de forma alegre al
verle. —¡Tiene su porte!
—Señor ¿Se encuentra bien? —Ella se acercó
preocupada pero Zack le miró y ella lo entendió. —Te espero fuera.
—Gracias. —Respondió él.
Él y el anciano se marcharon a una sala de
interrogatorios donde lo sentó violentamente en una silla.
Zack intentaba contener su ira y su rabia, quería
golpearle pero se vació de pensamientos hasta estar más tranquilo.
—Me alegra poder encontrarle al fin.
—¿Recuerda lo que le dije hace cinco años?
-—Sí… lo recuerdo perfectamente pero… —Zack golpeó
la pared de un puñetazo para interrumpirle.
—Entonces métase los cheques de su puñetero amo y
déjenos a mi madre y a mí en paz.
—¡No vine por eso! —Sus palabras llamaron la
atención de Zack. —Su pa…
—No es mi padre. —Zack le miró de forma
intimidatoria y amenazante.
—Lo siento. —Zack suspiró incómodo. —El duque de
Ashton, Arthur, se encuentra muy enfermo y quería que fuese a verle.
—No. —Zack fue a marcharse pero el anciano se lo
impidió.
—¡Pero…! ¡Es su voluntad, usted es su hijo!
—¡Nunca fue mi padre! —Zack le apartó tirándole al
suelo.
-—Señor… el duque quiere…
—El duque no tiene poder sobre mí y no soy su
hijo, solo el fruto de un error para él. —Zack dejó la puerta abierta. —Le
ruego que vuelva con él y le diga… que el error no tiene nada que tratar con él
y espera que muera sufriendo.
Mientras Alex se encontraba en una clase, sentado
tomando apuntes mientras un profesor explicaba señalando imágenes de un
proyector. Estaba vestido con una camisa azul oscuro de mangas largas, vaqueros
negros y deportivas blancas.
—La forma del pensamiento… —Susurró Alex.
Entonces vio en el proyector la imagen de una
escultura griega y recordó el torso desnudo de Zack, se sonrojó y se sintió
nervioso, partiendo el bolígrafo.
—Y con esto terminamos la clase de hoy, no olviden
aprovechar las tutorías para consultar las dudas de hoy. —Habló en tono alto el
profesor.
—Alex, necesito saberlo.
Una chica se acercó y le tocó el hombro mientras
él recogía.
Era de
1.75, delgada, de pelo azul y largo hasta los hombros pero con el lado
izquierdo rapado, ojos marrones, tenía un septum en la nariz y dos aros en la
oreja izquierda, vestía camisa a cuadros roja y negra, una chaqueta de cuero
verde con una chapa de la bandera lesbiana, vaqueros azules largos y rotos y
deportivas negras con franjas blancas.
—Sí… estoy bien, Sofía. —Alex se levantó con su
mochila y sonrió nervioso. —¿Tomamos algo?
—Uy… pensé que te había pasado algo horrible
anoche pero ya veo.
—¿Q-Qué? ¡No! Pfff que va.
—¡Mi Alex ha follado! —Sofía le abrazó fuerte pero
él se sintió incomodo. —Bien hecho, mi niño híper testosteronado.
—Porfa… no me llames así. —Alex soltó una carcajada
avergonzado.
—Vamos a tomar algo y me cuentas detalles.
Pasaron diez minutos y Zack y Alicia estaban
sentados en la terraza de un bar.
—¿Estás seguro que quieres tomar algo? Esto suele
llenarse de universitarios para los descansos.
—Lo sé bien, Teatinos no es una zona muy grande.
—Vale, como quieras. —El camarero le trajo una
jarra de Radler a cada uno. —Gracias.
Zack sonrió y se relajó pero Alicia le miraba anonadada.
—¿Acaso crees que ese chico vendrá? Ni siquiera
sabes su horario… porque… no lo sabes ¿Verdad?
—Lo sé y le envié un mensaje de WhatsApp de que
estoy libre e iba a venir aquí.
—¿Y si no te lee?
—Pues nos tomamos algo aquí y hablamos.
—No es mal plan.
—Em… ¿Zack? —Alex le tocó el hombro derecho y se
miraron sorprendidos. —¿Qué haces aquí?
—Tomar algo con mi amiga… ¿No leíste mi mensaje?
Ambas parejas se miraron por varios segundos hasta
que Alicia se levantó.
—Encantada, soy Alicia, compañera de trabajo de
Zack —Le dio dos besos a Alex y sonrió a Sofía, poniéndola roja. —La bandera
lésbica, interesante.
—¿También eres lesbiana? —Alicia entonces
respondió con un guiño y la invitó a sentarse en su asiento. —Oh, gracias, soy
Sofía.
—Pe… pero nosotros íbamos a…
—No pasa nada entonces. —Zack respondió con calma.
—¡No! Venga, Alex quédate. —Sofía le animó con
tono feliz.
—Es… vale. —Alex se sentó al lado de Sofía y se
acercó para susurrarla. —Estoy seguro que haces esto para conocerla.
—Pues claro, es que tío, podría pisarme la cara si
quisiera. —Sofía sonrió amablemente. —¿Y de que os conocéis, Alex y…? Mmm…
—Zack, nos conocimos de un malentendido. —Le dio
un sorbo a la jarra mientras miraba a Alex.
—S-Sí… fue una discusión que tuve con un
desconocido.
—Medié entre ellos y le salvé de un apuro.
—Y acabaron follando. —Alicia se cruzó de brazos y
se rio al ver a Alex más nervioso aún y
a Zack sonrojado.
—¡Joder, quillo! —Sofía se sorprendió mientras Alicia
se reía y la miraba. —No perdéis el tiempo, oye.
Estuvieron varios minutos sin mediar palabra hasta
que Alicia tosió.
—Y contadme ¿A que os dedicáis?
—Pues soy camarera por la mañana. —Habló Sofía haciendo
que Alicia se interesara. —Y por la tarde me saco la carrera de Filosofía, de
hecho en un rato tengo una exposición sobre el orden en la sociedad pero en mi
opinión cualquier monopolio de la violencia es una violación constante hacia la
sociedad en sí misma.
—Esta chica me gusta, Zack. —Alicia le guiñó un
ojo. —¿Qué piensas tú, Alex?
—Creo que cualquier grupo dedicado a la seguridad
debería velar más por los intereses y el bienestar de las clases populares y no
por mantener el status quo de las clases altas.
—Entiendo. —Habló Zack interesado. —También pienso
que la policía debería dedicarse a centrar esfuerzos en el origen de los
problemas que atañen a los más pobres en vez de criminalizar a la misma
pobreza.
—Joder, vosotros si entendéis. —Sofía se
sorprendió al oírles.
—Tan solo recalqué las palabras de Alex en base a
los intereses y bienestar de las clases populares, sólo eso. —Zack miró con una
sonrisa a Alex y le sonrojó. —Él domina mejor el tema, estoy seguro.
—Sofía ¿Verdad? —Alicia la miró y habló con calma.
—Deberíamos sentarnos aparte y dejar que hablen entre ellos.
Ambas se levantaron mientras Zack observaba a
Alex, dándose cuenta que estaba nervioso.
—Me a-alegra coincidir contigo, Zack.
—Y a mí.
—Pero no sé si quiero algo, lo de ayer…
—Cierto, no me diste ninguna respuesta al final,
Alex. —Zack sonrió pero él apartaba la mirada entristecido. —Sé que te gusto, no
es difícil darse cuenta.
—Sí pero me da miedo, he estado con personas que
un día sienten algo por mí y al siguiente me apartaron de su lado sin poder
decir ni media palabra, quedándome sólo. —Alex le miró y Zack asintió, suspiró
y se levantó. —¿Qué haces?
—Dejarte claro que yo no haré eso. —Le besó sin
previo aviso, sonrojándose ambos, se separó y miró a Alex decidido. —Toma el
tiempo que necesites.
El móvil de Alicia y Zack sonaron, se miraron y
contestó él.
—Dígame… sí… enseguida vamos.
—Un asunto importante, nos vamos.
—¡Espera! —Se sorprendió Sofía.
—Tienes mi número, llámame cuando estés libre y
quieras quedar. —Alicia le guiñó un ojo.
Ambos se marcharon y Sofía se sentó con Alex.
—Jope, que rápido. —Sofía miró a Alex buscando una
respuesta pero sólo le vio sonrojado y anonadado. —Ey ¿Estás?
—Eh… ¿Qué?
Pasó el tiempo hasta que fueron las nueve de la
tarde. Zack caminaba por la calle acompañado de Alicia.
—¿Al final quien era ese hombre? —Preguntó Alicia.
—¿Qué hombre? —Zack contestó sin emoción.
—El señor mayor con el que hablaste hoy y que te
conocía, lo sabes perfectamente.
—Un mensajero. —Respondió y miró a Alicia, quien
hizo una mueca de disgusto.
—Podrías confiar más en mí. —Alicia se paró en
seco y miró fijamente a Zack. —Olvídalo, no voy a insistir.
—Hasta mañana entonces. —Alicia se marchó por una
calle y Zack continuó andando. —Confío, sólo es… pasado.
Estuvo andando durante quince minutos hasta llegar
a la puerta del portal de su apartamento, donde Alex le esperaba sentado
bebiendo un café frío.
—Me alegra verte de nuevo. —Zack sonrió y le
ofreció su mano a Alex para levantarle. —¿Quieres pasar?
—No, quería decirte algo. —Alex se levantó solo. —Y
quería hacerlo cara a cara.
—Te escucho.
—Disfruté mucho de anoche, más de lo que podía
imaginar. —Se fijó entones en lo cerca que estaba de él. —P-pero ya te lo dije,
he tenido bastantes malas experiencias.
—Lo sé y mi interés es en conocernos. —Zack sacó
las llaves del apartamento mientras le miraba de forma seria. —No me gusta ir
deprisa con un hombre que he conocido hace tan solo una noche
—Ni a mí… N-no pienso que seas mala persona ¡Por
lo que dije hoy! Ya sabes. —Alex se sintió nervioso pero Zack soltó una
carcajada. —¿He dicho algo?
—Nada, eres muy dulce, Alex. —Zack sonrió
sonrojado y le avergonzó. —¿Te apetece pasar?
—Yo… no estoy seguro. —El estómago de Alex rugió. —Debería
irme a casa.
—Entra y cena algo. —Zack abrió la puerta y le
invitó a entrar.
Alex dudó por unos segundos, pensando en si era
buena idea pero se decidió a entrar y Zack le siguió. Subieron juntos hasta
entrar en casa donde Zack se quitó la chaqueta y la llevó al cuarto. Mientras
Alex caminaba hacia el salón, se fijó en tres libros del estante.
—¿Algo que te guste? —Zack se apoyó en el marco de
la puerta y se cruzó de brazos.
—No sabía que te gustase Sartre.
—Me gusta su pensamiento existencialista pero odio
todo sobre el marxismo humanista. —Alex arqueó una ceja y Zack soltó una
carcajada. —Fue un regalo de cumpleaños siendo adolescente.
—Entiendo…
—¿Quieres ayudarme a cocinar? —Alex asintió y
fueron juntos a la cocina. —¿Qué te apetece?
—Pues… una tortilla. —Zack estuvo serio y le miró
decepcionado. —¿Qué?
—Enserio ¿Qué te apetece?
—Tu culo… —Susurró Alex avergonzado.
—¿Qué? —Preguntaba Zack mientras sacaba una tabla
de cortar.
—¿Eh? Nada…
—Pues te voy a preparar un tartar de ternera con miel y queso. —Sacó de un
cajón un cuchillo grande afilado. —Saca de la nevera el queso gouda y dos filetes
de ternera.
Zack puso una sartén al fuego al mismo tiempo que
Alex le colocaba las cosas en la encimera.
—Tu familia ¿Qué tal te llevas con ellos? —Zack cortaba
un filete en cuadrados. —Si no soy indiscreto.
—Pues me aceptan, a su manera, entienden más o
menos que siempre he sido un hombre pero les cuesta un poco el tema bi. —Alex
se acercó a ver como hacía los cortes. —¿Y los tuyos?
—Mi madre siempre me insiste en que me eche novio,
se lo presente y le dé nietos. —Esbozó una sonrisa de forma dulce. —Creo que al
haberme criado sola le haya hecho aceptarme tal y como soy.
—Es una madre muy buena. —Alex sonrió haciendo
sonrojar a Zack.
—¿Y has tenido otras parejas? Aparte de Carlos. —Vertió
los dados en la sartén.
—Una chica pero… lesbiana y yo un chico en el
huevo… no es algo que fuese a durar. —Alex puso los dados en el plato. —Y sí,
se cocinar también.
—Entiendo que hubierais roto, es normal. —Zack
siguió cortando el otro filete. —Y no ponía en duda tu habilidad.
—Rompí yo porque intentó durante un tiempo que me
negase a mi mismo. —Alex cortó queso en daditos. —¿Y tú? ¿Tuviste algún ex?
—Sí… te lo contaré cenando.
Pasaron varios minutos hasta que tuvieron los
platos listos, los pusieron en la encimera y Alex probó primero la cena.
—¡Dios, está buenísimo! —Exclamó haciendo
carcajear a Zack.
—Y el mérito no es solo mío. —Zack miró con una
sonrisa a Alex, quien sonrió y se apartó el pelo tras la oreja. —Estuve con un
chico de mi misma edad, nos gustamos.
—¿Qué ocurrió?
—Una ex amistad, nos estuvo acosando durante meses,
al principio de forma sutil hasta que se agravó. —Zack sacó un botellín de cerveza,
lo abrió y bebió un sorbo. —Él no pudo aguantar más y decidió que debíamos
romper, me quedé destrozado y me costó aceptarlo durante un tiempo.
—¿Y… tu amistad?
—Decidí que no la quería cerca, y al poco descubrí
que no fui el único, tenía un rastro de víctimas tras de sí. —Miró la comida de
forma melancólica, suspiró y dio un sorbo. —Pero eso es parte del pasado.
—Sí, supongo que sí. —Alex le miró de forma triste.
—Si hubiera sido él no te habría dejado.
Zack le besó la cabeza y se miraron sonrojados.
—Es algo que esperarías oír.
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