sábado, 27 de febrero de 2021

La Luz de Ragali. Capítulo 5.

Eran las tres de la tarde del día siguiente, Lilith estaba en el dormitorio de Birdie, vestida con camiseta negra, vaqueros y chaqueta de cuero.

—Que buen sábado metida en una biblioteca improvisada.

Registraba la montaña de libros uno a uno abriéndolos y leyéndolos por encima, entonces de uno cayó una foto, vio la página y leyó 1001 en rotulador rojo.

—¿Y esto?

Lilith la cogió, vio la foto y se dio cuenta que su madre de joven estaba con una Tessan de unos 7 años junto a una mujer afrodescendiente y una niña muy parecida a Diana y de 7 años también.

—Esto demuestra que tenía razón pero… —Lilith guardó la foto. —… tengo más preguntas que antes.

—Birdie. —Se oyó la voz de Diana y tocó la puerta. —¿Puedo pasar?

—No está. —Lilith salió de la habitación. —Tessan debería estar ya arreglada ¿No ibais a salir al final?

—Sí ¿Qué es tan importante que debes hacer? —Lilith cerró la puerta y arrinconó a Diana contra la pared. —Júrame que no recuerdas a Tessan.

—Te… te lo juro, Lilith ¿Por qué te iba a mentir? —Diana se sintió intimidada y nerviosa.

—Y a mi madre, júrame que no conoces a mi madre, a Birdie. —Lilith dio un puñetazo a la pared.

—¡Claro que no! ¡No las conozco! —Diana se enfadó y la empujó. —¡Cada día intento recordarlas pero no puedo! ¡Ni siquiera recuerdo a mi familia!

—Lo… lamento, no debería haber preguntado pero es importante. —Lilith puso las manos en sus hombros pero Diana se las apartó.

—Déjame sola, por favor.

Diana se apartó de Lilith y ella la miró triste y dolida, no lograba entender tantos secretos y se encontró dañada ante la reacción de ella, cómo un arrepentimiento de haber desconfiado.

Mientras Birdie y Nadine caminaban juntas por las calles de Ragali. Birdie vistiendo jersey blanco, pantalones blancos con rayas negras y gruesas, bolso blanco, y botines negros. Nadine vestía traje negro con la camisa entreabierta, tacones negros y su bastón.

Caminaron por calles modernas de aceras anchas, tiendas, carreteras de asfalto y farolas grandes en un día de nubes tan negras que apenas brillaba el sol. Llegaron a una cafetería con las persianas bajadas donde dos policías custodiaban la entrada. Uno de ellos les abrió la puerta de puerta y ambas entraron juntas.

Era un local vacío sin adornos ni mesas salvo una en una esquina donde estaban Eliana y Ryo vistiendo igual que Nadine.

—¿Estás segura que debemos compartirlo? —Nadine paró en seco a  Birdie y la miró fijamente a los ojos. —Es mucho por contar.

—Y sin confirmar, es lo que Christine nos dejó.

—Esperemos confirmarlas con los demás.

Ambas caminaron hacia la mesa y se sentaron con los demás.

—Hola cariño. —Eliana habló feliz y sonrió, Birdie saludó tímidamente y sonrojada. —Espero que las estés tratando bien, Nadine.

—Obvia e irónica cuestión viniendo de la líder de Sargira. —Eliana se levantó enfadada pero Ryo la paró.

—Dejemos este tema en paz. —Ryo miró a Birdie y asintió.

—Creemos haber encontrado algo sobre Diana. —Dijo Nadine en tono serio.

—No estamos seguras pero creemos que La Luz de Ragali sigue aquí escondida.

—Eso estaba claro. —Dijo Eliana indignada. —¿Ya está?

-—Creemos, al menos Nadine cree, que debe estar bajo lo más profundo de la ciudad, en un cementerio muy antiguo. —Birdie y Nadine se miraron.

—¿Y? —Ryo y Eliana preguntaron a la vez.

—Deberíamos ir, sabemos donde es. —Dijo Birdie algo temblorosa.

—Pero si encontramos lo que creemos, es  muy obvio que La Luz esté en Diana. —Nadine habló cogiendo de la mano a Birdie. —Y puede que todo este tiempo no le ocurría nada, que no era innato y que ni siquiera era una sacerdotisa.

—Es una broma ¿No? —Eliana soltó una carcajada y miró uno a uno. —Un artefacto tan poderoso en ella ¿Es lo que he entendido?

—¿Y como ha llegado a sus manos? —Ryo dio un sorbo al té y Nadine miró a Birdie atentamente. —¿Pretendéis alguna estrategia que desconozco?

—Christine escribió toda la información que tengo ahora. —Birdie tragó saliva. —Y es la madre de Diana.

Todos miraron sorprendidos a Birdie, quien suspiró y estuvo cabizbaja.

—Ambas criamos a nuestras hijas juntas mientras investigábamos todo sobre la antigua Ragali pero un día desaparecieron y nunca supe si encontró la Luz antes de que los Undragun la matasen… digo, las matasen. —Nadine se levantó indignada y enfadada mientras su rostro sudaba y se llevaba las manos a la cara. —Diana había sobrevivido ¡Eso está claro! Pero… nunca supimos sobre la Luz, ni los padres de Nadine… ni yo.

—Nuestra chiquitina —Habló molesta Eliana.

—No… Christine y yo sabíamos burlar los rastreos de los Undragun.

—Dime que Diana sabe esto. —Nadine habló sin emoción alguna.

—Me…

—Escúpelo ya. —Nadine la interrumpió y se acercó amenazante a Birdie pero Eliana también para protegerla.

—No, no lo sabe.

—¡Debería saberlo, que los Undragun que la juraron proteger también la quisieron matar y asesinaron a su madre! —Nadine apartó la silla de un golpe —¡Y no solo ella, nosotras debimos saberlo! ¡¿Sabes lo duro que será para nuestra niña si Diana decide odiarla?!

—Por ahora centrémonos en La Luz y descubramos si está bajo la ciudad o si realmente la tiene ella. —Dijo Ryo en tono tranquilo.

En la cocina una mujer escuchaba la conversación rodeada por tres policías asesinados y portando una daga dorada.

—¿Cuáles son sus órdenes entonces?

Mientras tanto Diana salía de un todoterreno negro aparcado en una calle del casco antiguo de Ragali. Del todoterreno salió Tessan vestida con traje, mocasines y el emblema de Sargira.

—¿Vamos? —Tessan le guiñó un ojo a Diana y un gesto con la cabeza para que la siguiera.

Ambas se juntaron en la acera y empezaron a caminar, Tessan se puso nerviosa e intentó coger de la mano a Diana, quien la miró y sonrió.

—¿Sabes? Siempre quise hacer esto.

—¿Una cita? —Diana habló y miró al frente también nerviosa.

—Sí, una cita contigo.

—Eso me… me alegra mucho. —Diana se soltó. —Pero no tengo ningún recuerdo de ti.

—No pasa nada, te prometo que los recuperarás todos. —Tessan abrazó a Diana. —Te ayudaré.

Se soltaron y siguieron caminando, Diana recordó a Lilith y su discusión, la miró y tosió.

—¡Ya estamos! Lo pasarás guay, digo, lo pasaremos guay.

Mientras Lilith se encontraba viajando en su moto por la autopista hasta desviarse por un tramo de tierra, lo recorrió durante cinco minutos hasta llegar a una pequeña iglesia en ruinas al lado de la colina y rodeado de bosques, y nichos y mausoleos tomados por la naturaleza. Aparcó la moto y se bajó mientras se quitaba el casco y lo ponía en el manillar.

—El altar en la montaña. —Dijo mirando al mausoleo en la punta de la colina y se fijó en un pequeño mausoleo. —Los huesos…

Caminó hacia los nichos con determinación pero alerta.

—Mil uno debe ser.

Siguió andando durante unos minutos  hasta que paró y reflexionó.

—No va a dejar que la abran.

Volvió al principio de los nichos, vio el 1 en una placa de oro y caminó hasta la placa 10.

—¿Y si…?

Creó una daga de sangre, arrancó la placa 10 y vio un botón bajo la piedra, lo golpeó quebrando la roca a su alrededor y lo pulsó.

—El siguiente.

Repitió el proceso pero el botón colgaba de unos viejos cables y lo pulsó, entonces las campanas de la iglesia sonaron.

Caminó hacia la parte de atrás de la iglesia pero vio a una mujer dando órdenes a un grupo de hombres ante la entrada a un camino de tierra rodeado de árboles, todos con hábitos negros con bordados azules y alzacuellos negros, botas negras militares y máscaras de gas, además de estar armados, algunos con fusiles ARX 160 y otros con escopetas SPAS-12, excepto la mujer que llevaba una espada enfundada.

—¡Estad alerta! ¡No estamos solos en este lugar! —Gritó la mujer y todos se alertaron.

—¡Por nuestra Gran Madre, que nos protege desde los cielos! —Clamaron felices pero el grito ensordecedor y distorsionado de una mujer se oyó en la distancia. —¡Los demonios están aquí!

Lilith se escondió y creó otra daga de sangre, se oyeron disparos, golpes que rompían el suelo y después el llanto de un hombre que duró unos segundos hasta que se oyó un crujido.

Lilith salió de su escondite con sus dagas y vio a un Lostian salvaje. De cuatro metros de alto, totalmente negro, torso de león, patas cortas traseras acabadas en dos garras, patas delanteras largas acabadas en manos de dos dedos, cabeza alargada sin ojos y una boca llena de colmillos.

—Hoy no quiero cazarte, apártate. —La criatura chilló y Lilith agarró con fuerza los mangos.

Mientras Diana y Tessan tomaban helado de una sola tarrina grande en la terraza de una heladería. Diana soltaba una carcajada y Tessan sonreía.

—Entonces si que debía ser un trato de pequeña. —Diana se reía mientras caía una gota de helado por sus comisuras.

—Lo eras pero me divertía mucho cuando estaba contigo. —Tessan se acercó y lamió la gota de helado, sonrojando a Diana. —¿Incomoda?

—No… pero es raro.

—Pues me lo hacías a mí y me acuerdo que Cris… tu madre te echaba la bronca. —Diana respiró profundamente y Tessan agarró fuerte la mano de Diana. —Pero era una tía más, cómo la hermana de mi madre.

—¿Cómo se llamaba? Estuviste a punto de decir su nombre.

—Oh, es Christine. —Un móvil sonó y varios coches de policía pasaron cerca a toda velocidad. —Debo cogerlo, sorry.

Diana suspiró intranquila justo al marcharse Tessan al baño, entonces una mujer se sentó frente a Diana. Vestida con hábito blanco de bordados azules y alzacuellos negro y con botas negras militares, de rostro redondo e inocente, mirada serena, pelo largo blanco y liso, ojos de iris plateado, de aspecto de una chica de 24 años, delgada y andrógina, cuyas manos se veían quemadas y con cicatrices.

—No he podido evitar oír vuestra conversación. —Entrelazó las manos y esbozó una débil sonrisa. —Eres tú entonces, después de veintitrés años te vuelvo a ver.

—¿Disculpe? —La mujer sonrió nerviosa e intentó mirarla. —¿Nos conocemos?

—No, pero yo… olvídalo.

La mujer se fue a marchar pero Diana se levantó.

—¿De qué me conoce?

—Eres idéntica a ella, a Christine, a Sara.

—Lo siento, mi nombre es Diana. —La mujer se rio.

—Sara es el nombre que te puso al nacer, antes de marcharse de nosotros. —La mujer se acercó a ella y susurró. —Puedo contestar a todas tus preguntas pero sólo si nos vamos ya, tu amiga no te dejará saberlo todo.

—No… no puedo confiar en ti.

—Ni yo obligarte, es tu decisión si quieres descubrir que os ocurrió a ti y a tu madre.

Diana dudo por un momento, miró a la mujer quien se alejaba de ella y se marchaba.

—¡Espera! —Diana corrió hacia ella y la mujer sonrió de forma amable. —¿A dónde vamos?

—A casa.

Mientras Eliana, Nadine, Birdie y Ryo llegaban al cementerio en un BMW acompañados de varios coches de policías y otros coches negros de los que salían policías de las fuerzas especiales y miembros de Sargira y Karasu armados con subfusiles, espadas y pistolas.

—¡La santa madre nos protege! —Gritó una mujer desde el campanario.

Todos se pusieron a cubierto pero Ryo  salió del coche. Hubo disparos de una ametralladora pero él lo ignoró.

—Me encargo de la iglesia, id a la colina. —Dijo mientras las demás salían.

Nadine se fijó en la moto que había aparcada y se sorprendió.

—Nuestra hija está aquí. —Nadine miró a Birdie y ella asintió.

—Tendremos que abrirnos paso a la fuerza. —Habló Eliana preocupada.

De Ryo surgieron sus alas, saltó  y cayó sobre el campanario, hundiéndolo y derribándolo. Las tres corrieron mientras los demás las seguían, llegaron a la entrada del paseo y vieron a Lostians salvajes y guerreros luchar entre sí.

—Me encargo. —La espalda de Eliana se ensanchó rompiendo su ropa, la columna sobresalía y crecía pelo de animal, sus colmillos se afilaban y sus extremidades se agrandaban y alargaban mientras salía más pelo de ellas.

—Yo me encargo. —Nadine creó una guadaña de sangre y miró al frente. —Id directas al mausoleo.

—Espera…

Eliana interrumpió a Birdie cargándola al hombro y salió corriendo a gran velocidad. Saltó a la copa de los árboles, y fue subiendo en ellos por la colina mientras veían ambas cadáveres de sectarios por las escaleras de piedra que subían hasta el mausoleo.

Llegaron a la puerta y encontraron a una mujer sectaria muerta y con un cuchillo de sangre en la cabeza.

—Es reciente, Lilith está cerca.

Entraron en el mausoleo y vieron unas escaleras a las profundidades y a Lilith en éctasis con una mano ensangrentada en el cráneo de un cadáver en una tumba abierta.

—La luz no está aquí. —Lilith habló molesta y miró a Birdie. —Intentaban llevaros a una trampa.

Lilith se apartó y empezó a llorar.

—¿Te das cuenta que has profanado el cadáver de Christine? —Habló Birdie enfadada pero Lilith pasó a su lado ignorándola. —¿A dónde crees que vas?

—A por Diana, se merece la verdad.

Lilith se vio desbordada, enfadada y triste, sentía como su odio por los Lostians y los humanos crecía por los tantos secretos que habían escondido pero no podía dejar de estar preocupada por Diana.

Un helicóptero se escuchó a lo lejos y se oía acercarse más hasta estar sobre la colina. Lilith salió y saltó hacia él, expulsó a los sectarios y al piloto lanzándolos al vacío. Birdie salió y la vio irse volando.

—Estarán bien, cariño. —Eliana apareció de vuelta a la normalidad y tocó el hombro de Birdie.

—Esperemos que sí.

Lilith pilotaba a duras penas correctamente el helicóptero mientras intentaba sentir la energía de Diana, la lluvia empezó a caer y se vieron relámpagos que la perturbaban. El teléfono sonó, lo cogió del bolsillo y se enfadó al leer “Hermana”

—Júrame por nuestra madre que Diana sigue contigo. —Hubo un silencio tras unos minutos. —¿Tessan?

—Tessan… así se llama esta pequeña loba Lostian. —Habló una mujer con voz femenina que sorprendió a Lilith. —Tú debes ser la medio hermanita.

—Ya puedes soltar que estén bien las dos o te juro por mi vida que te arrancaré la cabeza. —La mente de Lilith se nubló y sintió una profunda ira.

—Una buena amenaza pero no puedes amenazarme sin cumplirla.

—¡Dime que están bien!

—Controla tu temperamento, está muy bien, muy sana. —Lilith suspiró y se tranquilizó. —Sara, Diana me refiero, tu hermana no tanto, respira pero no puede luchar más.

—Si le tocas un pelo más…

—No le tocaré un pelo más a la lobita. —La mujer empezó a reírse de forma enfermiza. —Oh, pero Sara lo hará, justo donde todo empezó.

—No juegues conmigo, sectaria.

—No juego, hago hincapié en lo irónica que es la vida, un lugar donde una Familia mató a una mujer frente a su hija… pfff… —La mujer soltó una carcajada y volvió a reírse más fuerte.

—Mi abuelo…

—Sí, eso es, Darion Undragun, ahora Sara matará a una Sargira sí pero también tu hermana.

—¡No la toques!

—Ya lo he dicho, yo…

Lilith colgó, guardó el teléfono y siguió pilotando cambiando hacia las montañas boscosas. Estuvo unos minutos hasta que vio los restos de una casa, arrancó la palanca y el helicóptero se dirigió a estrellarse pero ella saltó de él y aterrizó cerca.

—¡Suelta a mi hermana y deja que me mate…! —Lilith salió de entre los árboles mientras el helicóptero explotaba al estrellarse y vio los cadáveres de sectarios y en los restos de la casa a la mujer sectaria, a Tessan encadenada, de rodillas e inconsciente y a Diana desnuda, levitando y con tres pares de alas blancas angelicales en la espalda. —¿Qué…?

—Adelante, recupera a tu hermana.

Lilith creó dos cuchillos de sangre y se abalanzó sobre la sectaria, quien creó dos dagas de sangre también, y chocaron ambas armas.

—¡¿También?! —La mujer sonrió y Lilith se zafó de ella dando una voltereta. —¡¿Una Undragun?!

—Más quisiera pero no, o eso dijo mi hermano… hace doscientos años.

Lilith lanzó uno de los cuchillos pero la mujer lo bloqueó y en un segundo se vio abalanzada pero apuñaló a su rival en el vientre, dio un tajo que fue bloqueado y Lilith dio un salto con voltereta cortándole los hombros y al caer la apuñaló por la espalda.

—Buen intento… niña. —Dijo muy mal herida y viendo caer a Lilith de rodillas.

De las manos de la mujer surgieron cadenas que fueron a Lilith, se enredaron por el cuerpo y al cuello y tiraron hacia atrás para engancharse a los tablones del suelo, dejándola arrodillada frente a Diana.

—¿Recuerdas que te dije? —Diana abrió los ojos al escucharla, eran negros, con iris rojos y pupilas blancas. —Ellos mataron a tu madre, los Undragun y los Sargira juntos.

—Mamá… —Diana lloró y habló con una voz con eco.

—Y ella. —La mujer cogió del pelo a Lilith y la hizo mirar a Diana. —La nieta del hombre que asesinó con sus manos a tu madre frente a ti ¿Acaso no merece justicia?

—Merece…

—Diana… —Lilith empezó a llorar pero no provocó reacción en ella. —Lo vi… vi los recuerdos de… ella…

—Viste como murió profanando su cadáver ¿No es así?

—Tuve… que hacerlo… para que supieras la… verdad…

—Oh, pero ella ya sabe la verdad. —La mujer sonrió de forma diabólica a Lilith. —No debiste haberte molestado.

—Debía… siento algo… por ella… sigo sintiendo algo… por ti… y tengo miedo…

—¿Miedo a morir? —Diana miró a Lilith. —Querida, debes estar lista para afrontar tu muerte.

—Tengo… miedo… de no poder… decírtelo… —Lilith cerró los ojos y empezó a llorar. —Mátame si… si eso compensa… todo el daño que… hizo él… siempre voy a… estar enamorada… de ti… Diana…

—Conmovedor, el amor siendo tema en esta tragedia… mátalas. —La mujer miró a Diana pero no reaccionó. —¿A que esperas?

Diana miró a la sectaria, creó una espada de luz y dejó de levitar.

—¿Sara? —La mujer soltó a Lilith y caminó hacia atrás. —¿Tu madre no merece justicia?

—Deja de nombrarla. —Dijo Diana enfadada.

Caminó hacia la mujer, dio un tajo pero la mujer saltó hacia atrás esquivándolo con una voltereta.

—La próxima que nos veamos… —Varios árboles tras ella cayeron cortados y su mejilla derecha sufrió un corte. —… te sacaré La Luz a la fuerza y no seré tan amable.

—Corre. —Diana habló decidida y sin titubear.

Vio a la mujer caminar hacia el bosque y al perderla de vista liberó a Lilith y Tessan, sanó sus heridas envolviéndolas en luz y volvió a la normalidad cayendo inconsciente mientras la espada y las alas desaparecían.

 

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