Era miércoles, las diez de la mañana, Marie estaba en el ascensor subiendo a la decima planta. Iba vestida con la ropa que le dio Hye, tenía el pelo recogido y los labios pintados de rojo. Al abrirse el ascensor, Marie fue al despacho pero estuvo oyendo una conversación entre Hye y otro hombre.
—Bien, pregúntate esto ¿Siempre fue por ella o por dejar claro el lugar que mereces? Porque ella podría ser un problema en tu camino. —Dijo una voz masculina y joven.
—Tú tienes tus planes y yo los míos, solo tengo un poco de diversión mientras trabajo.
—Solo porque alguien jodió tu infancia, eso no es diversión, es… —Hubo cierto silencio hasta que oyó pasos y decidió Marie abrir.
—Buenos días, señorita Gyeong. —Marie entró y se dio cuenta que Hye estaba con un chico joven pero no miró a ninguno a los ojos y se quedó cabizbaja. —Perdón, fui a desayunar sin permiso al ver que no estaba en su despacho.
Hye iba vestida con el traje de ayer y el pelo suelto sin ocultar su ojo enfermo, el joven era de 24 años, pelo largo rubio, ojos azules, de cuerpo delgado, vistiendo un traje gris con una corbata negra y mocasines.
—Aparenta ser educada pero tu juguete escucha conversaciones a escondidas.
—Y se le olvida que se puede ver a través de la puerta desde este lado. —Marie miró a la cara a Hye y vio como ella la miraba con desprecio.
—No seas cruel con ella cuando me vaya. —El chico le cogió las dos manos y las besó mientras notaban ambos que Hye estaba celosa. —Que se te va la mano con todas.
El chico se marchó y Marie y Hye se quedaron solas, Hye fue a sentarse mientras Marie observaba que la puerta del baño estaba bloqueada por sacos de cemento y cajas de azulejos.
—Me sigue molestando que me comprases esto como uniforme de trabajo.
—No deberías hablarme así, no me gusta que te dejes mimar por otro hombre.
—Ya y tú explicarme esto, dejamos claro que te obedecería y me tratarías bien, estabas bien conmigo ayer y ahora esto. —Marie se acercó indignada a Hye. —Nos hemos conocido antes, tú me conoces pero yo no ¿Quién eres?
—Por una conversación a medias sacas conclusiones ¿Cierto? Déjalo estar.
—Ayer dijiste algo que solo escuché de un profesor de primaria, no hace falta que lo repita pero lo sabes.
—No te conozco de nada, solo me he encaprichado de ti. —Hye se levantó para intimidar a Marie pero ella no se echó atrás. —Así que deja de molestarme y ve a hacer algún informe o algo.
—La obediencia implica no ser castigada. —Hye no pudo resistirse al oírla y la arrinconó en la mesa con profunda seriedad. —Nos conocimos cuando éramos pequeñas.
—Aunque te dijera que sí ¿Acaso te acordarás de mí? —Hye se acercó a su cuello y lo lamió para acercarse a su oído y morderlo, Marie se resistió tirando fuerte del pelo de Hye y sin soltar ningún ruido. —Tú disfrutabas haciéndome sufrir y yo haré lo mismo contigo.
—Dime… quien eres… —Hye la tumbó en la mesa y empezó a acariciar los muslos.
—Deberías acordarte de a quien le hiciste la vida imposible. —Acercó el teléfono al rostro de Marie y la miró con una sonrisa. —Sería vergonzoso que te oyeran los de la sala tres, por eso deberías acordarte rápido.
—¿Qué vas a hacerme? —Marie se asustó hasta que notó como las manos de Hye se introducían bajo su blusa. —Miss Luna…
—¿Ya te acuerdas? —Hye veía como ella se mordía un dedo y con los ojos cerrados a la vez que jadeaba sin parar y estaba sonrojada. —Solo tengo que pulsar las teclas adecuadas.
—Te llamaba niñata mimada antes… —Hye se alejó de ella y se sentó mientras Marie se bajaba de la mesa. —Me suena pero no lo recuerdo, era un colegio pijo así que se lo decía a todos.
—Necesito que hagas un informe sobre el modelo de portátiles y torres que necesitaríamos pedir, yo debo recibir al médico para un examen.
—Dime quien eres al menos, nunca oí de una chica llamada Hye en el colegio así que por favor. —Hye la cogió de la mano y la sacó del despacho, entonces cerró la puerta y se apoyó en ella dando la espalda para que ella no entrase. —Hye… solo deseo saber que te hace odiarme tanto, me gustaría ayudarte.
—No hay nada que me ayude, vete y haz lo que te he pedido. —Pudo oír como ella respiraba al otro lado hasta que de reojo vio como Marie se marchaba al ascensor, entonces se relajó y vio una llamada perdida de “Yuri”. —Genial.
Mientras Marie estaba en una pequeña sala llena de archivadores, miraba documentos de todo tipo hasta que entró el joven del despacho.
—¿Haciendo algo interesante? —El chico entornó la puerta. —¿Ha sido cruel?
—Sí pero… no debí meterme en sus asuntos. —Ella cogió un archivador y lo abrió sobre una mesa. —¿Eres alguien de aquí?
—Solo un amigo, llámame Yuri. —Se puso a su lado a leer con ella los diferentes documentos. —Si buscas sobre ella en informes… mejor te lo cuento.
—No, no busco nada de ella, intento cumplir con mi trabajo y me estorbas.
—¿Sabes cual es la clave entre la sumisa y la ama? —Marie se sonrojó al oírlo pero Yuri sonreía sin mirarla. —Es la confianza, una confianza forjada por ambas partes y ningún contrato sirve pero ya sabes eso.
—Solo me tortura y es cruel conmigo a su antojo, no hay confianza alguna en esa imbécil niña mimada.
—Ya… te tiene mucho odio, recuerdo cuando llegó al colegio que estaba vacía, ningún sentimiento y tenía un parche que asustaba a todos pero yo me hice su amigo. —Marie acarició los documentos suavemente mientras se giraba lentamente hacía él. —Era… Teníamos diez años o así por aquel entonces.
—Recuerdo una chica que se fue de mi colegio ¿Podrías contarme más?
—Lo siento. —Yuri se acarició los labios y suspiró. —He contado demasiado, no tiene gracia que te cuente todo.
—Solo quiero saber de donde viene ese odio. —Yuri le acarició la cabeza al ver lo hundida que estaba.
—Hye tiene una debilidad, una muy fuerte y es ver como una mujer se somete ante ella, que la llame Miss Luna y le diga que está dispuesta a satisfacer cualquier deseo en ese momento.
—No pienso hacerlo, ella quiere eso y yo no voy a someterme a sus caprichos, además Miss Luna es la palabra de seguridad.
—Chica… —Yuri le acarició la barbilla y se acercó a su oído. —Solo hazlo, ella lo quiere, dáselo envenenado, usa el odio que te tiene contigo y cuando termine de tenerte a sus pies… sabrás la verdad.
—No sé si soy capaz…
—Haz que vea tu lado mas sumiso, dale el control.
En todo momento Hye estaba en una reunión, viendo, sentada con otros muchos ejecutivos, gráficas e imágenes, firmó unos documentos y se levantó para salir, cogió el ascensor hasta la décima planta y fue al despacho pero en la puerta le esperaba un hombre algo mayor, con traje y chaleco, zapatos elegantes de cuero y un maletín en una mano.
—¿Qué tal le va señorita Gyeong?
—Podría sentirme mejor, doctor, la medicación me deja un poco exhausta.
Ambos se dieron un apretón de manos y entraron en el despacho, Hye se sentó en la mesa quitándose la chaqueta y vio como el doctor sacaba un inflador para el brazo, un estetoscopio y un termómetro.
—Ayer acabé sufriendo bastante dolor, incluso me desmayé de no soportarlo ¿No podría darme algo que me calme?
—Primero deje que mire como está su ojo. —Cogió una pequeña linterna de su bolsillo y le iluminó el ojo blanco. —Está bien así que es normal que tenga crisis aleatorias de mucho dolor.
—¿Y el mareo y la fatiga? —El doctor le puso el inflador, lo infló y escuchó su pulso con el estetoscopio durante unos minutos y lo desinfló mientras se quitaba el estetoscopio. —Debe ser la medicación.
—Su desmayo puede ser de no descansar adecuadamente y una mala dieta.
—Bueno, intentaré almorzar algo sano hoy.
—Tome mucha comida, sobretodo carne hoy, una persona de su tamaño y tan atlética lo necesita.
—Está bien.
Yuri y Marie entraron pero ella estaba con el pelo suelto y las manos a la espalda y Yuri con un archivador, dejó el archivador en la mesa mientras Hye se sentaba en la silla.
—Bueno, me marcho ya, haga lo que le he dicho.
—Sí, doctor. —Dijeron Yuri y Hye a la vez.
—Buenas tardes señorita Gyeong. —Dijo Marie mirando cabizbaja.
—Ya son las doce y media, debería ir a almorzar. —Hye hablaba frotándose los ojos, cogió el archivador y lo puso bajo la mesa. —Lo haré sola.
—Mejor quédate y yo voy a por algo de comer para los tres. —Yuri sonrió mientras Hye miraba a Marie y luego a él. —Tardaré un poco pero iré a ese italiano que te gusta tanto, descansa aquí sentadita como una chica buena y relájate, si necesitas algo… ella te ayudará.
—Un bastardo como tú no planea nada bueno. —Vio como Yuri se marchaba y oyó cerrar la puerta del despacho con llave. —Genial, me ha robado y nos ha encerrado aquí.
Hye fue a coger el teléfono pero vio a Marie acercarse a ella hasta estar a su lado, estaba sonrojada y aún cabizbaja.
—Quiero… quiero que me odies. —Marie se sentó de rodillas frente a Hye y ésta se relajó cruzando las piernas. —No sé que hice, no consigo recordar pero hiciera lo que hiciera me merezco tu odio, así que no hago esto para compensarte por mis actos, sino para darte lo que quieres, quiero que nos olvidemos del contrato por el momento y me dejes servirte ahora por mi propia voluntad, cumpliré todos tus deseos y si no quieres, entonces deshazte de mí.
—¿Y si no quiero olvidarme del contrato? —Hye la miraba con mucho desprecio, entonces se levantó y se quedó de brazos cruzados. —Servirme no va a cambiar nada, te lo dije, solo verte sufrir.
—Miss Luna, aceptaré que me hagas sufrir, aceptaré todo si con eso puedo satisfacerte, si así te sirvo bien. —Hye no pudo evitar ponerse roja al oírla, fue entonces cuando Marie se inclinó y besó los zapatos mientras mostraba como sus manos estaban esposadas a la espalda con una brida. —Solo déjame hacerlo, déjame darte mi cuerpo y mi voluntad.
Hye se apartó y estuvo detrás de ella, la agarró y la levantó mientras se quitaba la corbata.
—¿Cuánto dolor vas a aceptas? —Empezó a vendarle los ojos con la corbata desde atrás y con delicadeza.
—El que desee la ama… —Hye entonces empezó a lamer su nuca, haciendo que su respiración se acelerase. —Acepta… Aceptaré todo… ama.
—Me da lástima que te haya doblegado tan rápido. —Le cogió de la mandíbula y lamió su mejilla. —Al menos disfrutaré de nuestra última vez.
—No quiero una última vez…
—Pero toca.
—Hye… te llamabas Luna, por eso Miss Luna… era el apodo que te pusieron en el colegio… —Hye cogió su cuello y lo apretó. —El día… día que te fuiste… me hizo sentir… me…
—No sientes.
—Creí que… fue mi culpa… —Marie lloró a través de la corbata ante el enfado de Hye.
—Fue tuya siempre.
—Te fuiste… te pegué una… y otra… tú no… —Hye la soltó lentamente y le quitó la corbata. —Desapareciste… dijeron un accidente y pensé que fue por mí, no he dejado de hacerme daño durante mucho tiempo… y ahora estás aquí, y tienes ese ojo que debe ser de aquello así que cualquier dolor que me hagas me lo merezco.
—El accidente solo fue un accidente, tú no tuviste nada que ver. —Hye se sentó en la mesa mientras Marie se quitaba la brida y se acercaba a ella. —Solo quería, no sé, me gustabas de pequeña y no debí hacerlo.
—Ni yo lo que hice, era una cría, odiaba a todos, odiaba aquel sitio y la pagué contigo pensando que eras como los demás. —Marie hizo que Hye la mirase acariciando sus mejillas y besó su frente. —Ahora somos adultas, cada una con sus vidas, yo debí dejar de culparme pero ahí sigue y tú me odias.
—Siempre pensé que vivías feliz.
—No con eso ni siendo una mujer trans repudiada por su familia. —Marie lloraba aún más ante la mirada inerte de Hye. —Ahora que estás aquí… te irás y yo tendré que aceptarlo.
—Decías que me odiabas y ahora no quieres que me vaya.
—Sabiendo la verdad eres tú quien me odia y no quiero que… te vayas porque esto que me haces me gusta, tu forma… de jugar conmigo y controlarme… me empieza a gustar mucho. —Marie intentaba secarse las lágrimas con las manos sin éxito y Hye se levantó para acariciar su cabeza. —No sé ni que digo, quizás es que por una vez alguien me trata un poco mejor… que el resto… de la gente y… olvídalo.
—No quiero. —Hye la hizo mirarla a los ojos con la mano en su barbilla y la besó dominando su lengua, haciendo que le costase coger aire y se agarrase a su camisa, entonces se separó dejándola jadeando, sonrojada con los ojos cerrados y soltando un hilo de saliva entre ellas. —Quiero dejar de odiarte poco a poco, siempre te tenía tanto rencor y… debiste pasarlo mal al salir del armario, soy yo quien te está causando un dolor innecesario e injusto.
—Entonces empecemos de nuevo… quiero que no haya última vez… —Hye se acercó a su oído mientras arañaba su nuca. —Quiero más… de esto…
—¿Aún deseas servirme? —Marie jadeó al oírla susurrar y escondió su rostro en los pechos de Hye.
—Lo deseo…
Hye la agarró de los muslos y la levantó para dejarla bocarriba sobre la mesa, limpió la saliva que caía de la boca de ella con el dedo gordo mientras se miraban de forma lasciva, entre jadeos y Hye con cierta seriedad.
—Tan dulce… —Hye lamió el dedo con el que tenía saliva y metió en los labios de ella los dedos índice y corazón entre sus labios, los usaba como si de una felación se tratase, la saliva caía de los labios mientras cerraba los ojos de placer y se agarraba fuerte la falda para esconder su entrepierna. —Nunca he disfrutado… tanto… y veo que tu tampoco…
Le quitó los dedos y los lamió con una sonrisa, se quitó el cinturón mientras veía la mirada desconcertada de Marie, cogió sus manos de las muñecas y las ató con el cinturón.
—No me escaparé… ama… —Marie jadeaba y cerraba las piernas con fuerza pero Hye sonrió al oírla, estuvo encima de ella, levantando su blusa y desabrochando su sujetador, la miró y Marie se avergonzó ante ella, entonces retiró un poco una de las copas con la boca, mostrando uno de sus senos, a la vez que separaba sus piernas con una mano. —Y… yo… no…
—Confía en mí, te haré sentirte mucho mejor. —Tapó sus ojos con la otra mano y dio un lametón al pezón, estremeciéndola de placer. —¿Cómo te trataba tu ex?
—Era duro… siempre exigía… y yo no me sentía bien… —Marie sentía la mano bajando por el muslo suavemente, la hacía jadear y cerrar las manos. —Tengo miedo… de no sentirme cómoda…eres la primera…
—Te prometo no ser él… sólo di mi nombre si quieres parar.
Marie sintió como los labios de Hye acariciaban su pezón, su cálido aliento erizaban cada centímetro de su piel, y su mano acariciaba el escroto por encima de las bragas, jadeando así mas rápido. Hye disfrutaba del rostro de Marie, podía notar su placer, como estaba completamente rendida a las sensaciones que le ofrecía.
—Iré siendo mas intensa. —Hye le quitó la mano y la acarició mientras ella la miraba sonrojada y excitada.
Hye entonces metió la mano bajo las bragas, bajaban sus dedos suavemente por el pene mientras ella emitía pequeños gemidos al tacto de las yemas con el glande. Al llegar al escroto, introdujo un dedo por encima, podía notar el canal inguinal mientras veía a Marie tragar saliva con dificultad y sollozar, lo introdujo todo lo que pudo y movió el dedo, haciéndola gemir de placer y retorcerse, sonrió y empezó a succionar el pezón.
—Miss… ¡Luna…! —Gimió fuerte, repitió su nombre entre gemidos.
Pero Hye solo disfrutaba de lo que le hacía con una sonrisa, del momento, de las sensaciones que le daba a su sumisa, quería que llegara al orgasmo pero no quería esperar. Mordió entonces y le introdujo un segundo dedo al mismo tiempo, haciéndola retorcerse aún mas, a gemir aún mas fuerte, a que sonase el choque de la hebilla con la mesa, Hye lo notaba, el temblor del pene apunto de correrse, la agitación de sus piernas, su cuerpo lo deseaba y fue entonces cuando notó que se venía y dejo de retorcerse, tan solo un último gemido y solo hubo jadeos y piernas temblorosas.
Se apartó dejando un hilo de saliva sobre el pezón, vio que estaba apartando la mirada y estaba completamente roja, con jadeos muy intensos en los que intentaba recuperar el aliento, retiró la mano y se apartó.
—Me alegro que hayas disfrutado. —Yuri estaba en la puerta sonriente.
—Ella aún más. —Hye se retiró y se acercó a él pero se dio cuenta que por su brazo corría un líquido transparente y fluido, lo lamió de abajo a arriba y se relamió los labios con una sonrisa. —Es una delicia de mujer.
—Entonces ya te has cansado de ella ¿No?
—Sé que era tu plan y no, me ha encantado mucho… —Hye se giró y la vio aún tumbada recuperando el aliento. —Yuri, la quiero solo para mí.