Los baños de vapor no conseguían relajarme, era inmenso pero no había nadie en las distintas piscinas, éramos nosotros lo únicos porque claramente esto era para hombres y ella se sentía incomoda, no por mí porque le daba seguridad sino por ser tratada como un chico, por unos genitales la trataban de forma tan horrible, parecía que las hormonas no eran suficientes para su gente. Sabe lo que pienso, soy un mercenario pero tengo corazón como para entender que es horrible que te creen en una de esas vasijas de liquido amniótico, no nacer como deberías en una especie de puras mujeres, ser marcada con un número, recibir un arma para ser entrenada y luchar en una guerra que no te importa tanto como crees mientras abusan de ti y te torturan día y noche por no ser como ellas, en el fondo no se la merecen, es preciosa e inteligente, valiente e inquieta, este mundo no se la merece ¿Quizás este universo?
—Oye pues esto de estar sola no está tan mal. —Apartaba su mirada sonrojada de ojos azules de mí mientras me frotaba con la mano en la espalda. —Lo de la otra noche estuvo… me da mucho corte.
Me acerqué a ella con calma por el agua a la vez que me quitaba la toalla, la miré seriamente y acaricié sus piernas desnudas y blancas, eran increíblemente más suaves que la otra vez.
—Zuzen… en este lugar no… —Podía sentirlo, no estaba incomoda pero su respiración se aceleraba. —Es sagrado…
—Deberías dejar de hacer lo que te digan, dejar de seguir normas estúpidas, solo disfrutar de ti y tu cuerpo, de cada momento. —Se dejó caer la toalla entonces y tragó saliva con dificultad para mí. —Metete en el agua, quiero enseñarte algo.
—No tengo alternativa ¿Verdad? —Mi sonrisa cómplice la hizo suspirar resignada.
Fue a dejarse caer al agua estando sentada en el borde pero la sujeté, haciendo que se agarrase a mi cuello.
—Tu barba… es agradable en mi pecho.
—También tengo un buen pelazo si quieres tocar, es un pelazo castaño que no debes dejar pasar… menos la trenza, solo la cabeza.
La dejé de pie en el agua pero no quiso mirarme, solo se echó para atrás y mirando a un lado mientras se acariciaba la melena oscura y mojada cayendo por su cuerpo. Me acerqué a ella y puse una mano en la mejilla izquierda.
—Se me hace raro ver algo en la cara que crece y puede quitarse ¿Puedo…? —Acercó sus manos a mis mejillas pero sin mirarme, le costaba dado que era más alto que ella. —Si te excita demasiado… no quiero ser torpe… eres el primer hombre con… con barba y…
—Las barbas no son sensibles. —Me reí a carcajadas y me miró molesta. —Puedes tocar sin miedo, venga.
—Eres un…
Tragó saliva con dificultad y cerré los ojos, podía oír el roce del vello con sus manos, su tacto era muy dulce y gentil, se preocupaba por mí sin haber motivos.
—Nalin, te enseñaré otras formas de tocar mi barba.
Mordí su labio inferior con fuerza y tirando hacia mí, arañó mi barba y la solté para ver como me miraba excitada, jadeando y respirando rápido.
—Así sois… los humanos… doblegando con trucos… es lo que me hiciste la otra vez…
—Así soy yo. —Empecé a tocar sus orejas peludas de color plateado, las acariciaba mientras sus manos arañaban mi pecho con fuerza y sus ojos se cerraban. —Solo quiero demostrarte que tu cuerpo no es de nadie más, que sepas con que te sientes cómoda y que te da disforia, quiero que disfrutes sin sentirte mal.
—No tienes que… —La refugié en mi pecho y me acerqué a su oído.
—Solo guíame, di mi nombre cuando no te guste, para evitar volver a hacerte sentir mal.
—Diosa… no debo mancillar este lugar… —Podía sentir el calor de cada exhalación en mi pezón derecho, como se ponía dura y se apretaba con mi muslo, decidí poner sus manos en mis caderas mientras me miraba sonrojada y nerviosa. —No voy a… solo soy…
—Tan mal piensas de mí ¿No? —Le aparté el pelo y se lo puse detrás de la oreja. —Esto es por ti, no por mí.
—¿Zuzen…?
La levanté por los muslos mientras se abrazaba a mi cuello, el agua caía por mis brazos, el paso de calor a frío era una sensación increíble, fue entonces que mordí su clavícula, la miré pero estaba con los ojos cerrados.
—Estás preciosa cuando disfrutas. —Abrió los ojos y miró sollozando pero sonreí. —No puedo resistirme a esa mirada tuya.
Decidí ir a por sus pechos, di un ligero lametón, hice círculos alrededor con la punta de la lengua mientras hacía sonidos y me agarraba fuerte del pelo.
—Puedo parar, solo tienes que decir mi nombre. —Mordió con fuerza mi oreja entonces y gemí.
—No voy a… dejar que me tomes tan fácil como haces… siempre ni voy a caer en tus trucos, lobo blanco. —Mordió mi cuello demasiado fuerte pero no quise gemir, la dejé entonces en el borde y me puse encima suya, arrinconándola y agarrando sus manos. —Quieres volver a ser duro conmigo.
—¡Cállate! Nalín, no hay trucos, no pretendo tomarte, solo quiero ayudarte. —Junté mi frente a la suya y cerré los ojos. —Ni siquiera jugué contigo, noté que no te gustó la última vez y deseaba compensarte, deseaba aprender y deseaba ayudarte con tus miedos.
Me alejé y la vi sonrojada y llorando, no sé que sentía ella pero me había dado cuenta que empecé a sentir algo que no creí que volvería, aun así ella no quería a un hombre como yo, apartó su mirada de mí y no tuve motivos para pensar que parecía que había vuelto a hacer daño, solo lo intuía.
—Zuzen…
—Voy a los vestuarios.
—Espera, yo…
Me levanté y me marché mientras ella decía mi nombre una y otra vez, dolía pero no me importó, es sano que no estemos juntos, es un sacrificio necesario.
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