jueves, 29 de julio de 2021

La Luz de Ragali. Capítulo 9.

Habían pasado horas tras el incidente, Erika despertó apenas en el dormitorio de Lilith, tumbada de lado en la cama, rodeada de plumas negras y desnuda. Su cuerpo tenía los brazos vendados, cicatrices de quemaduras y cortes antiguas y mal sanadas por el vientre y la espalda, y una cicatriz a fuego de un ciervo con astas largas y una cruz entre ellas, los senos tenían areolas rosadas y grandes, y en la ingle vello espeso y negro. Escuchó sonar teclas de piano de forma inconexa y se levantó torpemente para caminar hacia la puerta poco a poco.
—Tengo… heridas… —Tropezó y se apoyó contra una estantería violentamente, se quitó las vendas y se dio cuenta que tenía cicatrices de balas casi sanadas. —¿Cuándo…? Jesús… no puede haber pasado…
El sonido de las teclas dejaron de sonar durante unos segundos, y empezó a sonar una canción familiar para Erika.
—¿Claro de luna…? —Erika caminó de nuevo y se entristeció al mirar al techo —Solía tocarla en el orfanato… solíamos las dos… hace tiempo.
Tras unos minutos, Erika salió del dormitorio con una camisa negra abierta y un culote rosado con un cuchillo militar bajo el elástico. Caminaba despacio por el oscuro pasillo, apoyando las manos en una de las paredes, y exhaló con dificultad para acabar sentada de rodillas y apoyando la espalda contra la pared.
—Elena… gracias por hacerme odiar esa canción… . —Miró la marca del ciervo y apretó los puños. —La música parece venir de abajo.
Suspiró triste y se levantó con dificultad, miró hacia las escaleras y empezó a andar.
—Debo buscar a Diana. —Llegó a las escaleras y vio el hall desordenado. —Está todo limpio… ¿Habrá vuelto ya?
Bajó las escaleras hasta el hall y vio el par de puertas abiertas que daba a una biblioteca grande. Era una sala con lámparas de araña, una alfombra negra en un suelo de piedra, paredes de piedra, estantes enormes repletos de libros, ventanales con vidrieras de colores, un escritorio de madera de ébano, y un piano blanco de cola. Vio a Eliana y Nadine tocando juntas el piano con calma y sin ningún atisbo de emoción, vestidas con trajes negros y botas militares negras pero sin sus símbolos familiares.
—Lilith es fuerte. —Susurró Eliana.
—Lo sé. —Nadine suspiró triste. —Se ha criado con mujeres fuertes.
—Es algo de lo que podemos estar orgullosas, de haber tenido y criado a hijas fuertes. —Eliana sonrió y Nadine la miró sorprendida. —Para mí, Lilith es también mi hija, cómo sé también que Tessan es una hija para ti.
—Sí, pero creo que esa fuerza no viene de nosotras. —Nadine esbozó una sonrisa y Eliana arqueó una ceja. —Viene de la mujer que amamos las dos, una obviedad decir que… nos ha bendecido con dos hermosas y fuertes niñas.
Dio entonces un paso y dejaron de tocar al mismo tiempo.
—Erika, pasa. —Nadine ordenó con una tenue sonrisa esbozada con sus labios, Erika se paralizó y Nadine se giró para mirarla. —No tengas miedo.
—Os dejo solas. —Eliana se levantó y se marchó con calma.
—Esa es Eliana Sargira, la líder de… en fin. —Nadine se levantó y miró a las vidrieras. —Tienes preguntas.
—Sí, muchas. —Erika caminó hacia ella y Nadine soltó una carcajada.
—Entonces déjame que empiece. —Nadine se giró y la miró a los ojos. —Después del combate, aparecieron muchos sectarios, más de los que podía combatir sola y protegeros a la vez pero te levantaste y te… cambió algo en ti,… una furia feroz que nunca había visto, pero nos salvaste, a mi hija, mi hogar, mi esposa, a Diana, a mí… nunca podré agradecértelo, los Undragun tienen una gran deuda contigo.
—Espero no haberos hecho daño, hacia tanto que no me pasaba… —Erika miró triste a Nadine y ella le tocó la cabeza, entonces la propia Erika se apartó y miró hacia atrás. —Espera ¡¿Dónde está Lilith?!
—Agotada, está en las termas de la mansión recuperándose. —Nadine le ofreció su mano y Erika la tomó. —Y Diana y Birdie aún no han vuelto pero estoy segura de que están bien, y de que Lilith es tu mayor preocupación ahora ¿Cierto?
Nadine la llevó hacia el hall y después al comedor, tocó una pared y ésta se abrió, mostrando escaleras de piedra, techo y paredes de bloques de piedra.
—Sabe qué y quién soy, y aún así me deja verla estando indefensa. —Erika la miró y Nadine le acarició la cabeza despeinándola. —Ni siquiera sabe por qué voy a bajar.
—Lo sé muy bien, creo. —Erika se agarró el brazo y suspiró. —Deja que haga algo por ti.
Nadine se mordió un pulgar con un colmillo y después el otro, brotando gotas de sangre de ellas, las puso en la cicatriz del ciervo, y la ocultó con su sangre.
—Duele… virgen santísima… —Erika soltó un quejido de dolor.
—Nacer con Esencia, sagrada o no, no es motivo de vergüenza o miedo. —Nadine limpió la mancha con la manga y la cicatriz desapareció, sorprendiendo a Erika. —Y obviamente la simbología cristiana es un insulto al buen gusto en una sacerdotisa.
Erika se mareó y el iris de sus ojos se volvieron negros durante unos segundos.
—No creo que haya sido buena idea… Nadine…
—Estarás bien con el tiempo, romper restricciones tras un tiempo de su sellado te deja tocada.
—Me pusieron ese sello con seis años, con… un hierro ardiendo. —Erika se acarició el vientre y cerró los ojos. —Decían que en mí había un ángel caído que debían encerrar junto a mi alma, que Dios lo había ordenado.
—Sólo eres una sacerdotisa. —Nadine le golpeó la frente débilmente con el dedo y le guiñó un ojo. —No hace falta decir la obviedad de que lo único especial es tu forma de ser, lo que haces y decides, no tus poderes ni un falso destino, pequeña.
—Gracias, Nadine. —Erika miró hacia las escaleras y bajó el primer escalón. —Por todo.
—Avísame si quieres cenar algo.
Erika bajó las escaleras hasta llegar a un pasillo con luces de sótano, varias puertas de madera y al fondo una puerta corredera con cristales que dejaban pasar la luz. Se acercó y la abrió, viendo la sala con una piscina con una gran ventana donde entraba la luz de la luna llena, ahí estaban Tessan vestida con traje, y Lilith sentada y desnuda con el agua que le llegaba hasta los senos.
—¿Quién eres? —Tessan se acercó a Erika y ella se echó hacia atrás. —Responde.
—Soy… Erika. —Erika miró a Lilith y después a Tessan. —¿Y tú? ¿No deberías dejar descansar a Lilith?
—Soy Tessan Sargira, su hermana, y estoy aquí porque la cuido. —Se miraron enfadadas. —Los meapilas cómo tú no deberían estar aquí, lárgate de esta mansión o…
—Tessan… déjanos solas… —Lilith habló debilitada y con gran esfuerzo.
—Pero… —Tessan suspiró y miró hacia al pasillo. —Lil, pega un grito si necesitas ayuda.
Tessan se marchó cerrando la puerta y Erika desenfundó el cuchillo lentamente.
—¿Has… venido a… matarme? —Lilith soltó una carcajada y suspiró. —Aún puedo… pelear.
—No he venido a eso, Lilith. —Caminó hacia el agua, adentrándose y llegando el agua hasta las piernas. —No hago esto porque quiera.
—No lo hagas entonces… —Lilith abrió los ojos y la miró, mostrando un iris de rojo intenso.
—Necesitas alimentarte, es lo que hacéis los Lostians, los demonios de tu calaña. —Erika se acercó a ella y se arrodilló ante ella. —Y Diana no está, hay gente preocupada por ti y tú no tienes a nadie para recuperarte… salvo a mí.
—Humana ¿Es esta… alguna mierda… cristiana… del sacrificio…? —Lilith respiró con dificultad. —¿Por… Diana?
—No, simplemente quiero ayudar, me molesta reconocerlo pero no tiene nada que ver Diana. —Lilith arqueó una ceja. —Te tengo respeto y algo de odio a la vez a pesar del poco tiempo que nos conocemos y entiendo si tú sólo ves en mí a una enemiga pero no me importa, quiero que estés bien, incluso si tengo que sacrificar mis creencias y convertirme en tu sirvienta de sangre.
—No sé que pasará… si me alimento, suelo controlarme… pero no si estoy muy mal… herida o agotada… no creo que pare. —Lilith agarró las muñecas de Erika. —¿Estás segura?
Erika cerró los ojos y asintió, después Lilith la soltó.
—Pase lo que pase, no quiero que sientas piedad o compasión alguna conmigo, Lostian. —Erika acercó la hoja a la otra mano y cortó la palma, brotando algo de sangre que caía en el agua.
Acercó la mano a los labios de Lilith y ella abrió la boca, recibiendo varias gotas de sangre. Los ojos de Lilith se volvieron más intensos y sus colmillos más afilados a la vez que su respiración se aceleraba. Agarró la muñeca con fuerza para acercarla más y la lamió sin parar. Erika entonces notó arder su herida con fuerza, casi quemándola.
—Duele… —Erika soltó un quejido dejando caer el cuchillo y Lilith la liberó.
—Sabe muy dulce. —Lilith sonrió y se relamió.
—Necesitas más… —Erika se apartó un poco la camisa mostrando su cuello y sus senos. —No voy a suplicar… hazlo… devórame…
Lilith se acercó a ella a gatas, puso una mano en la espalda clavando las uñas y la otra agarrando los cabellos. Se miraron a los ojos, Erika impaciente y jadeando, y Lilith complacida y sonriente.
—No voy a darte las gracias después, Erika.
—Deja de jugar con la comida… —Susurró Erika nerviosa.
—Eres una necia si piensas que eres nada más que eso para mí. —Lilith susurró y exhaló en el cuello de ella.
—Miedo me da preguntar… —Erika susurró a la vez que se sonrojaba y tensaba.
—Ese es tu problema… te aterra lo que no conoces… me tienes miedo…
—Yo nunca tendré miedo de ti, de esto… sólo siento asco… —Erika y Lilith se volvieron a mirar.
—Engáñate lo que quieras pero estás disfrutando… lo sé… —Erika se sonrojó y Lilith la arañó hacia abajo, haciendo que gimiera débilmente. —Monja pervertida y masoca…
—Cállate… —Lilith tiró del pelo a un lado con fuerza y le besó el cuello de forma dulce. —Cristo bendito… deja de jugar conmigo…
—Pues relájate… y no blasfemes…
—No puedo… —Erika sintió el roce de los labios subiendo hasta la mandíbula.
—No voy a alimentarme si estás así… —Lilith susurró y la volvió a arañar.
—¡Lilith! —Gimió Erika y se avergonzó al hacerlo. —Basta… yo no soy así…
—¿Tanto te asusta…? El placer, la lujuria… tus deseos más oscuros… —La arañó lentamente y con un dedo, haciendo que se estremeciera. —Siento tanta pena por ti… pero no te preocupes, tu sangre por tus cadenas… yo ya he sucumbido a mis deseos y ahora… tú lo harás también…
Erika jadeaba sonrojada y tragó saliva al oírla.
—Virgen María… perdóname y no mires…
Lilith lamió el cuello y clavó los colmillos con fuerza, haciendo que Erika le agarrase y la abrazase. Pudo sentir el calor de Lilith, de sus labios apretando y succionando, de su respiración, y de la sangre brotando y cayendo por sus senos, se ruborizaba mientras una gota de saliva caía por sus comisuras. Poco a poco notó que perdía el control, alas negras de ángel surgieron de su espalda rompiendo la camisa y el iris de sus ojos se volvieron negros.
—Mi cuerpo… arde… no está bien… —Erika jadeaba más rápido y vio cómo el cuerpo de Lilith empezaba a cambiar. —Jesús… deseo a esta demonio… perdóname…
Lilith la soltó y se separó mientras su cuerpo cambiaba, su piel azulada, roja y negra, orejas puntiagudas, sus ojos negros y rojos, sus alas demoniacas y rojas, y cuernos negros curvados hacia atrás. De sus labios jadeantes caía sangre y mostraba sus colmillos largos y afilados mientras sonreía viendo el rostro de placer de Erika, su mirada sometida y la mordida en su cuello que sanaba rápidamente.
—Tu dios no está aquí, estás a mi merced y no te salvará.
Lilith se levantó, mostrando también una larga cola y su miembro erecto, azul y negro con púas y de buen grosor. Batió sus alas, se acercó a ella para sujetarla de la barbilla con sus garras y acariciarla con la punta de su cola.
—Es increíble que con beber de ti o Diana mi cuerpo alcance la forma perfecta… más de lo que esa tal Launa pudo conseguir…
—Basta… —Erika apartó con fuerza la mano y la cola con el brazo y miró hacia otro lado.
—Muy bien, te traeré ropa. —Lilith fue a marcharse pero Erika se lo impidió agarrándola de la pierna.
—Te dije que no sintieras compasión conmigo… —Se miraron molestas a los ojos y Lilith sonrió mientras Erika jadeaba, entonces apartó la mirada y apretó la mano con fuerza. —Sigue bebiendo…
Erika le ofreció el otro lado del cuello y se mordió el labio inferior.
—No quiero tu sangre ahora. —Lilith se arrodilló, la agarró de las muñecas y tiró de si misma, estando las dos frente a frente. —Lo que quiero son tus cadenas.
—¿Qué…?
Lilith la besó, su lengua dominaba la de ella mientras la sangre y saliva se mezclaban en la boca de Erika. Entonces acercó más el cuerpo de ella, rozando con la rodilla en la entrepierna de Erika, quien se estremeció y apretó los puños con fuerza. Finalmente se separaron y Lilith la cargó al hombro para sentarla en el borde.
—Quiero odiar esto… —Erika agachó la cabeza y suspiró. —Pero no puedo… me gusta…
Lilith le acarició la barbilla con la cola y la hizo mirarla.
—Tú tienes el control, tú decides parar.
—No quiero parar pero… no sé cómo empezar…
Lilith sonrió, se arrodilló, y le separó las piernas.
—Con cuidado, Lilith…
—Repítelo.
—¿Con… cuidado? —Preguntó Erika y Lilith se acercó a la vulva de ella, dando un pequeño roce con la lengua por encima de la ropa interior. —Lilith…
—Más… —Susurró ella clavando las uñas en los muslos.
Rozó de nuevo la punta de la lengua por encima.
—Li-Lilith… —Jadeó nerviosa y se tumbó cerrando los ojos.
Lilith rajó el culote con las garras y se las quitó, viendo su vulva con apenas labios. Erika entonces sintió la lengua de Lilith jugar con su clítoris, se estremecía de placer y se agarró a los cuernos de ella con fuerza mientras arqueaba la espalda.
—Lilith… Lilith… —Erika jadeaba y gemía sin parar mientras intentaba empujarla de ella. —No debo… no podemos…
Lilith se separó y se levantó para mirarla complacida.
—No tendré compasión contigo.
Lilith se colocó encima de ella con una mano al lado de la cabeza de Erika y viendo de ella su cuerpo semidesnudo, mojado y sudoroso, acarició uno de los senos con la otra mano y los labios de la vulva con la punta de la cola. Ambas se miraron avergonzadas y se besaron con dulzura y sin lengua.
—¿Cómo lo haces… ? —Erika intentó acariciar el rostro de Lilith y ella le agarró su mano para ponerla en la mejilla. —Es la primera vez que… me siento bien de nuevo…
—Porque quiero que estés bien, eso hace que te sientas bien. —Lilith la volvió a besar mientras rozaba la cola con el clítoris, sus labios se separaron y volvieron a mirarse pero Erika jadeaba y gemía sin control, estremeciéndose y abrazándola. —Quiero verte disfrutar…
Erika se sonrojó al oírla susurrar y besó a Lilith, una y otra vez se besaban dulcemente.
—No juegues conmigo… —Erika susurró mientras agarraba con fuerza los cabellos de Lilith.
—Nunca juego con la comida… —Lilith la besó y sus lenguas jugaron entre sí hasta separarse las dos, dejando un hilo de saliva.
—Lilith… no puedo más… creo que…
—Hazlo, no te contengas.
Movió su cola más rápido, haciendo que Erika jadease y gimiese su nombre más rápido.
—¡Lilith! —Erika abrazó con fuerza a Lilith con los brazos y alas a la vez, al mismo tiempo que soltaba un fuerte gemido, se venía sobre el agua y arqueaba la espalda. —Lilith…
Erika jadeaba agotada y las alas desaparecieron, dejando un rastro de plumas negras. Lilith volvió a la normalidad mientras sonreía dulcemente y se tumbó agotada junto a ella.
—Me alegra haberte hecho llegar… Erika.
Mientras Nadine bebía una copa llena de sangre en la biblioteca, admirando las vidrieras y sentada en el piano.
—Me he perdido mucho desde que me llevé a Diana a entrenar abajo. —Nadine soltó una carcajada al oír a Birdie y se giró. —He subido a tu cuarto a cambiarme, espero que no te importe.
Birdie entró vestida con un vestido azul y bailarinas blancas.
—Tranquila, nos habían asaltado, pero ya se había arreglado. —Nadine dejó la copa en el piano mientras Birdie caminaba hacia ella. —¿Qué tal le ha ido a Diana?
—Bien, bastante bien pero está agotada. —Birdie se sentó junto a Nadine. —Si tenias hambre, puedes pedírmelo, soy tu esposa, cómo lo soy de Eliana.
—Estoy bien.
—Ya, eso dice ella, sois dos cabezonas. —Birdie suspiró molesta y sonrió.
—Estás casada con dos cabezonas. —Ella soltó una carcajada al oírla y Nadine sonrió mientras la miraba, Birdie la miró sorprendida y sonrojada. —Estás preciosa.
—Debe ser la luz de la luna… —Ambas acercaron sus labios la una a la otra. —Tienes hambre…
—No… —Susurró Nadine avergonzada. —Es que sigo enamorada, igual que el primer día…
—A pesar de todo… de todos los problemas… no conseguimos soltarnos…
—Será que una bruja me habrá embrujado… —Birdie sonrió al oírla y la besó. —Y no consigo romper el hechizo…
—¿Sí…? A mí me habrá cautivado una vamp… —Nadine la interrumpió besándola. —… ira…
—El piano sigue aguantando nuestro peso igual que hace más de veinte años… —Nadine le acarició el rostro con ambas manos y Birdie arqueó una ceja al mismo tiempo que sonreía. —Y hace una noche preciosa… con una Lostian… en una biblioteca prohibida…
—Cállate y muérdeme… condenada guaperas… —Birdie la besó con dulzura y Nadine se encendió.
—Eso está hecho, cariño…

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