—Ese libro… —Kenji suspiró y se sentó en la cama. —¿Dónde…?
Se mantuvo pensativo por unos segundos y miró al cajón de un armario.
—Claro…
Se levantó, rebuscó en el cajón sacando múltiples prendas interiores de hombre y un libro azul pequeño.
—Lo suponía… —Kenji guardó el libro bajo la chaqueta y miró hacia la puerta. —Aún apunta a papel sus deudas.
Mientras Luna estaba sentada tocando teclas del piano, con un vaso de té frío en la mano derecha y con rostro triste. Llevaba una camisa negra, vaqueros negros y botas negras de cuero.
—¿Luna? —Preguntó Yumiko subiendo las escaleras.
Vestía traje negro y botines negros. Se acercó a ella y le tocó el hombro.
—Kenji vendrá en nada. —Se sentó a su lado y miró las teclas. —Siempre me ha gustado oírle tocar.
Luna la ignoró y dejó el vaso encima del piano.
—Mis padres querían que tocase pero yo no soy buena aprendiendo. —Yumiko tocó la tecla Do y después Mi. —Siempre venía a mi casa a seguir tocando des… lo siento, no debería hablar de esto.
—¿Después de que su madre muriera?
Preguntó Luna evitando mirarla.
—Sí, su padre no sólo no quería que él tocara, no quería que tuviera algo que ver con su madre.
—Entiendo eso muy bien. —Luna le ofreció su té a Yumiko. —No voy a seguir bebiendo.
—Te lo agradezco, Luna. —Yumiko sonrió y Luna la miró beberlo todo. —Sabe bastante dulce.
—Receta de mi abuela.
Luna miró de nuevo las teclas y empezó a tocar Lacrimosa.
—Ella me enseñó muchas cosas después de sacarme de mi familia. —Luna siguió tocando siendo observada por Yumiko, quién se esforzaba por mantenerse despierta. —Desde el piano y la cocina hasta defenderme, no quería que fuese como ellos, como ella, una Kelly.
—Eres… pero tu apellido es Guerrero, es… —Yumiko empezó a sentirse mal y Luna dejó de tocar para cogerla de la mano. —Me has…
—No puedo estar aquí, te he sedado porque voy a huir, no de Kenji sino de mi familia. —Luna habló con seriedad, la soltó y la llevó al diván para tumbarla. —Lo… siento muchísimo…
—Podemos ayudarte…
Yumiko intentó coger su mano con fuerza pero Luna se zafó.
—De mis padres no… nadie puede.
Luna se marchó al dormitorio intentando aguantar sus lágrimas, pues sentía que traicionaba a Kenji, rompiendo su propio corazón.
—No debo… él es un criminal y…
Cogió el bolso del armario y dudó por unos segundos.
—No quiero que le hagan daño por mi culpa.
Se marchó bajando las escaleras hasta llegar al salón, dudó por unos instantes si cruzar la puerta de la entrada y cogió el teléfono.
—Ojalá volver a oír su voz…
Rompió en dos su móvil y lo dejó caer.
Se marchó del apartamento, llegó al ascensor y bajó hasta la entrada. Allí cruzó la puerta y de la esquina apareció Kevin Kelly, vestido con ropa de deporte, deportivas baratas y sudadera.
—¡Hermanito! —Exclamó feliz de forma siniestra y Luna se asustó. —Ahora eres hermanita, claro.
Luna se dio la vuelta y un hombre le propinó un puñetazo, noqueándola en el acto y dejando caer su bolso.
—Papá se va a poner feliz cuando te vea. —Un coche aparcó frente a ellos y Kevin la cogió en brazos. —Abre el maletero.
Mientras tanto Kenji se encontraba en el coche conduciendo. Paró en un semáforo y su teléfono sonó, al cogerlo leyó símbolos de exclamación en el nombre de la llamada.
—¿Quién nos ha atacado y cuántos heridos?
Kenji dejó el teléfono en el asiento del copiloto.
—¡Los Kelly se han llevado a la señorita Luna! —Gritó un hombre y Kenji se enfureció. —¡Y la señorita Yumiko está inconsciente!
—Llama a Andrea y que busque en las cámaras de seguridad su rastro.
—¡Sí, señor!
Kenji colgó y suspiró enfadado.
Aceleró el coche, conduciendo durante quince minutos sin parar y a gran velocidad.
—Sabía que esto pasaría... siempre fuiste una de ellos…
Pasó cerca de la estación buses y bajó la velocidad hasta parar a un lado en la acera.
—Necesito pensar a donde la llevarían. —Kenji intentó calmarse y aguantó la respiración. —El apartamento está en el centro, podrían llevarla muy lejos pero… quizás un polígono industrial… es zona de triadas y… querrán que tenga problemas con mucha gente si quiero ir a rescatarla… claro… el puerto.
El móvil sonó y Kenji lo cogió.
—Andrea, la han llevado al puerto. —Kenji habló con rapidez y sin titubear. —Y es una Kelly.
—Eh… de hecho sí, está ahí. —Un joven con voz de adolescente habló. —Y es una Kelly, bueno, se cambió la identidad justo al llegar a España desde Irlanda ¿Estaría huyendo de ellos?
—Es seguro.
—Vi en las grabaciones que ella se asustó de uno de ellos al salir del portal así que…
Kenji colgó el teléfono molesto y dejó el móvil en el asiento.
Mientras Luna estaba atada a una silla, amordazada con un gag de bola con agujeros y una venda en los ojos. Estaba en un almacén vacío y sucio, custodiada por dos hombres.
Kevin se acercó por detrás y en silencio.
—Despierta, hermanito. —Puso las manos en los hombros de ella, despertando bruscamente. —¿Qué tal has dormido?
—¡Hmmmf!
Gritó Luna asustada.
—¿Eso es que estás feliz? Pues claro que lo estás, nos has echado de menos. —Kevin susurró y sonrió de forma siniestra. —Has cambiado mucho ¿Cuánto ha sido? ¿Doce años? No… dieciséis años han pasado ya.
—¡Hmmff, hmnff!
Luna agitó la cabeza y Kevin le agarró del pelo tirando hacia atrás.
—Estás tan guapo… ahora entiendo que papá quiera recuperarte, joder… si me dan ganas y todo de follarte esa boquita preciosa. —Luna empezó a respirar asustada. —Tengo curiosidad ¿Te has cortado esa pollita? Ya sabes lo mucho que le gustaba a papá ver como te meabas cuando…
Luna se agitó con fuerza, tirando con ella a Kevin y haciendo que ambos cayeran al suelo violentamente. Luna gritó sin parar y escupió la bola.
—¡No me toques, puto cerdo! —Gritó Luna mientras Kevin se levantaba, los hombres la pusieron de nuevo en su sitio y ella se resistió. —¡Soltadme!
Escuchó el martillo de una pistola cerca de su cabeza, paralizándola. Sentía terror, al principio de morir pero después recordó el rostro de Kenji, los besos, su fría mirada y sólo pudo temer no volver a verle.
—Cierra la boca. —Susurró Kevin enfadado. —No te entregaré a él si te portas bien.
—¡No voy a hacer nada, cerdo de mierda!
—La abuela Donna, te legó mucho dinero al morir, muchísimo, el dinero de la familia en un código. —Retiró el arma, fue a estar frente a ella y le puso el cañón en la ingle. —Mira… tú me dices dónde y te garantizo una muerte rápida, no volverás a ver a papá jamás.
—No te pienso dar nada.
—¿Te gusta ser duro? Muy bien.
Luna se empezó a asustar al notar cómo apretaba el cañón contra su ingle con fuerza, su respiración fue más acelerada y su mente sólo pudo pensar en Kenji.
—Kenji… lo siento… —Susurró entre lágrimas y hubo un disparo.
Luna se asustó, escuchó disparos sin cesar y oyó finalmente como caía alguien. Hubo silencio por unos segundos, después multitud de pasos y volvió el silencio. Pudo oír entonces los pasos de alguien que se acercaba, Luna jadeó de miedo, llorando a través de la venda y temblando.
—No me toques… no te atrevas… —Los pasos cesaron y Luna alzó la mirada en un intento de mantener el orgullo. —Tendrás que matarme… o te mataré yo con mis manos ¡¿Me oyes?!
—Kenji… hijo de puta… —Escuchó a Kevin susurrar y toser y se sintió aliviada al oír ese nombre. —¿Vas a empezar… una guerra con nosotros? ¡¿Por él?!
—Sí, por ella. —Luna agachó la cabeza al oír a Kenji y sintió los dedos de él en la barbilla, haciendo que la volviera a levantar. —Llevadlo al carnicero.
—Si has venido a por el di… —Susurró Luna y Kenji la besó interrumpiéndola. —dinero…
—No soy un cobrador de deudas. —Kenji susurró molesto y le quitó la mordaza del cuello. —Vengo a por ti.
Luna sintió vergüenza y miedo, apretando las manos y notando como las cuerdas eran cortadas con un cuchillo por uno de los hombres de Kenji.
—¿Te han hecho daño? —Kenji se arrodilló y le acarició la mejilla, Luna se quejó de dolor pero negó con la cabeza. —Sé que te han pegado, pienso en…
—Soy una Kelly, deja de ser compasivo conmigo y mátame… —Kenji le quitó las vendas y ella cerró los ojos para evitar mirarle a los ojos. —Te he traicionado, te he mentido… soy igual que ellos…
Kenji la cogió en brazos, sorprendiéndola, y caminó hacia la salida.
Luna miraba a Kenji, permaneciendo frío y sin ninguna emoción ante ella.
—No tenía elección… Kenji. —Salieron del almacén y vio que estaban en el puerto. —No quería que te hicieran daño.
—En cambio, tú me lo has hecho. —Kenji la sentó en la parte de atrás del coche. —Ponte el cinturón.
Kenji se quitó la chaqueta y arropó a Luna.
—¡Kenji! —Gritó Luna y él cerró la puerta con fuerza. —Tienes que dejarme ir o sino… mátame.
Él se sentó de piloto, arrancó y suspiró enfadado.
Estuvo conduciendo durante unos minutos en los que hubo tensión entre ellos.
—¿Yumiko está bien?
Kenji no respondió y Luna suspiró molesta.
—Olvida lo que he dicho.
—Ella está bien.
—Lo siento… la drogué, intenté escaparme. —Kenji miró a Luna por el espejo retrovisor. —El día que te salvé, necesitaba el dinero para huir porque creí que mi madre estaba cerca de atraparme, supongo que sabían dónde estaba todo este tiempo.
El coche paró y salió Kenji primero.
—Ahora no puedo irme… —Kenji le abrió la puerta y ella salió. —Gracias.
—Vamos.
Tardaron unos minutos en llegar al apartamento, y al entrar, Luna dejó caer la chaqueta.
—¿Por qué has venido a por mí? —Luna habló sin mirar a Kenji y él la miró enfadado. —Claro… siempre es el dinero.
Kenji la agarró de las muñecas con fuerza y la arrinconó contra la puerta.
—No quiero eso. —Kenji habló enfadado. —¿Aún no te das cuenta?
Luna se sonrojó y Kenji apartó la mirada.
—¿Por qué…? ¿Acaso estás… enamorado?
—Ya te lo dije… —Kenji acercó sus labios a los de ella y ella jadeaba avergonzada. —Pero no me escuchas…
—Aún así… te he traicionado y te he hecho daño. —Luna apartó la mirada. —No puedo quedarme sabiendo las cosas que te he hecho.
—Bien, compénsame.
—¿Qué? —Luna se sorprendió y miró a Kenji, quien se alejó de ella y la soltó. —Pues… tengo cuarenta millo…
—No quiero dinero.
—Puedo tocar para ti la canción de piano más difícil que se te ocurra. —Kenji arqueó una ceja y Luna suspiró. —Dudando de mí, claro.
—No, no quiero oírte tocar. —Kenji se acercó al sofá y se desabrochó el chaleco. —Hay muchas formas de compensarme.
Kenji dejó caer el chaleco y caminó hacia las escaleras.
—Ha sido un día complicado, te permito que me invites a cenar a tu… —Kenji se giró y vio a Luna de rodillas frente al sofá. —Luna…
—Hazme lo que desees. —Luna habló tranquila e intentando contener su vergüenza. —Espero compensar así al joven señor.
Kenji jadeó ansioso, caminó hacia ella y Luna le miró los zapatos.
—¿Estás segura de esto?
—Ya me corrompiste… —Luna apretó los puños y empezó a intentar respirar con calma. —He in-intentado negarme a mi misma el por qué viniste pero no puedo… te gusto y… mientras yo estaba en esa silla, sólo pude pensar en ti.
Kenji la agarró de la barbilla y la hizo mirarle.
—No sólo siento que… estoy enamorada, hay emociones oscuras dentro de mí. —Intentó apartar la mirada mientras veía que Kenji sonreía complacido. —Y si someterme sirve para satisfacerte y complacerte…
—Acepto tus deseos, Luna. —Le introdujo un pulgar en la boca y ella lo lamió en círculos. —No me refería a esto con compensarme…
Kenji no podía evitar la mirada lasciva de Luna, sintiendo que lo provocaba y deseando someterla.
Apartó la mano y lamió el pulgar.
—Yo… tampoco…
—¿Qué palabra de seguridad quieres usar?
—Luz, si digo cualquier otra cosa, ignóralo. —Luna volvió a estar cabizbaja. —Si tienes alguna norma…
—Llámame señor, mientras estemos en sesión soy tu señor, debes hablarme con respeto y no me contestes.
—Entendido…
—¿Entendido? —Luna dudó por unos segundos y Kenji la agarró del pelo tirando hacia atrás. —Debes ser rápida.
—Entendido… Señor… —Luna fue soltada y vio que Kenji le ofreció la mano. —¿Puedo levantarme, señor?
Kenji asintió y ella se levantó con su ayuda.
—¿Estás segura de esto? —Kenji se acercó a su oído y le apartó el pelo tras la oreja. —Puedes echarte atrás cuando quieras…
—¿Te da miedo no poder dominarme?
Luna susurró con una sonrisa y Kenji le apretó el cuello con una mano.
—¿Así quieres las cosas?
Kenji se apartó para mirarla, vio como Luna ponía los ojos en blanco intentando respirar, la soltó y ella fue recobrando el aire.
—Desnúdate y espera aquí de rodillas.
Kenji se marchó al segundo piso, tardó varios segundos y volvió con un collar y una fusta en la mano pero molesto al ver que ella seguía vestida y de pie.
—No pareces tener claro tu rol.
—Lo tengo, te he ofrecido mi cuerpo y estoy esperando a que tomes mi voluntad, si puedes.
—Luna miró a Kenji con una sonrisa y él la miró sin inmutarse. —Sabes de sobra que soy orgullosa.
Kenji se acercó, la abofeteó y la cogió de la barbilla.
Vio que Luna estaba encendida y arrepentida, sintiéndose complacido.
—Lo siento… —Susurró Luna y Kenji la soltó a la vez que tiró la fusta en el sofá. —No volveré a desobedecerte…
—Sigues sin respetar las reglas y sé que a propósito. —Luna sonrió al oírle mientras le ponían el collar. —Te gusta tentarme…
Kenji susurró y le abrió la camisa con fuerza, rompiéndola y saltando botones a todos lados. La vio semidesnuda, con sus senos al aire, su piel pura sin ser marcada y con gotas de sudor cayendo por ella.
—Era mi camisa favorita… —Kenji le quitó camisa y le ató las manos con ella desde atrás. —Es muy cruel…
—Tú quisiste esto… —Kenji la cogió de la mandíbula y acarició uno de los pezones con la otra mano. —Son las consecuencias.
—Basta… —Luna jadeaba e intentaba resistirse mientras Kenji apretaba el pezón con los dedos. —Demonio…
—Pídeme que pare. —Kenji habló con firmeza y ella intentó negar con la cabeza. —Eres muy terca.
—En el fondo te gusta…
Kenji la soltó y la tiró contra el sofá, haciendo que ella acabase de rodillas en el suelo y apoyando el rostro en el asiento.
—Voy a disfrutar enseñándote tu lugar a partir de ahora —Luna jadeó encendida al oírle y sentir como Kenji la desnudaba de cintura para abajo. —Si ser cruel es la única forma de que aprendas…
Kenji cogió la fusta y se relamió al ver a Luna desnuda, temblando y sometida. No dejó de mirar las blancas y redondas nalgas de Luna, calculando la distancia y la fuerza de su próximo golpe y pensando cuán sensible podía ser.
—Lo siento… mi señor… —Suplicó Luna y sintió el golpe de la fusta, gritando de dolor y apretando las manos. —¡Lo siento, señor!
Kenji no se inmutó y siguió azotándola sin piedad, turnando cada nalga, haciendo que ella gritase en una mezcla de dolor y placer. No hubo descanso ni piedad en los ojos de Kenji, no dudó en cada golpe mientras veía como las nalgas se enrojecían más.
A los cincuenta azotes, Kenji tiró al suelo la fusta y Luna intentó moverse pero acabó tumbada de lado en el suelo, jadeando, llorando y babeando.
—Lo siento… mi señor… soy tuya…
Kenji sonrió complacido viéndola y viendo el miembro erecto, se arrodilló y le acarició el rostro.
—Se siente muy bien… señor…
Fue a cogerla en brazos y la llevó ante la entrada.
—Me portaré bien… —Luna miró asustada y entre jadeos a Kenji, quién no se inmutaba ante las súplicas. —Porfavor… señor…
—¿Puedes estar de pie?
Luna asintió y Kenji la dejó de pie mirando a la puerta.
—Mírate… —Kenji susurró y le acarició el miembro de arriba hacia abajo, estremeciéndola de placer. —Quieres que te folle ¿Verdad?
—Quiero… quiero que la metas… —Luna notó como los dedos acariciaron el glande. —M-mi señor… fóllame fuerte…
Kenji se lamió un dedo corazón y lo metió en el ano de ella.
—Hay gente… mi… —Notó un segundo dedo y el jadeo de él en su cabeza. —Mi señor…
—Pues no hagas ruido…
Movió los dedos en círculos y la hizo estremecerse más. Luna intentaba no gemir, su miembro empezó a lubricar y sus piernas temblaron.
—¿No os sorprende no oír discusiones? —Escucharon a un hombre. —Se le veía enfadado.
—Esa chica va a sufrir muchísimo.
Retiró los dedos y se bajó los pantalones y los boxers, mostrando su miembro erecto.
—Mételo… —Suplicó Luna susurrando. —Hazlo…
Kenji escupió sobre el miembro, metió hasta el glande con cuidado y Luna apenas pudo mantenerse en pie.
—Relájate. —Kenji le tapó la boca con una mano y con la otra tiró de los brazos y la metió de golpe, haciendo que ella gimiera en silencio. —Iré con calma…
La fue sacando con calma y metiéndola de golpe una y otra vez, haciendo sufrir y disfrutar a Luna.
Kenji disfrutaba estando dentro de ella y como se estremecía con la fuerza que él mismo ejercía, la vergüenza de ser oída y sorprendida por los subordinados, y sobretodo de ser sometida duramente.
—Considera esto… tu castigo… —Kenji jadeaba y gemía entre arremetidas. —Por hacer… que me preocupe…
Se oyó un portazo, a los segundos unos pasos, y después golpes en su puerta. Luna se asustó y sintió el miembro del todo presionando contra la próstata.
—¡Señor, voy a hacer guardia en el portal!
La voz de un hombre asustó aún más a Luna y Kenji la presionó más corriéndose dentro de ella y ella en la puerta.
—Ve, no hay problema. —Kenji notó como Luna estaba sin fuerzas y sonrió complacido. —No pienses que esto ha parado.
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