Keiji y África viajaban en coche, él conducía con los guantes de cuero puestos y ella jugaba con el móvil.
—¿Qué te han parecido los churros? —Ella le sonrió y él tarareaba contento.
—Muy buenos ¿En serio se toman con chocolate?
—Pues claro ¿Nunca los has comido?
—Bueno… —Keiji se sonrojó. —No con chocolate… ni con una pareja.
—Supongo que hay muchas cosas que no hemos hecho en pareja. —África se sonrojó y dejó el móvil. —¡Cada uno! A eso me refería.
—Hay mucho que me queda por probar.
—¿El bdsm?
—El bdsm… bueno, es complicado. —Keiji aparcó y África se puso nerviosa. —Lo he hecho todo, todo cuanto quería probar pero no con una pareja a nivel romántico.
—Nunca has tenido novia o novio ¿No? —Keiji se relajó al oírla y suspiró. —La chica me lo dijo.
—La chica es Nora, y el chico es James, tienen dos años más que yo, trabajan para mí y son de confianza, de gran absoluta confianza, puedes incluso confiar tú también en ellos. —Keiji quitó las llaves y suspiró. —Son directores ejecutivos regionales de Hennure así que sí, soy el dueño de la empresa y mientras luchaba por ella no tuve parejas, no hubo tiempo para romances y eso.
—Me lo imaginaba, quería preguntarte pero nunca veía el momento. —África evitaba mirarle. —¿Cómo…?
—Tuve problemas una temporada y trabajaban para mí, vi su potencial y gracias a ellos estoy en la cima, además me cuidaron una temporada y… —Keiji sacó su móvil de la guantera. —… con el tiempo dejé el bdsm por un sumiso que se obsesionó conmigo pero ellos quisieron aprender, con el tiempo y con la confianza que conseguía en las sesiones se ofrecieron a mí como esclavos y yo me convertí en su amo.
—Es bastante interesante el lore. —África tuvo los ojos como platos y estuvo sorprendida y sonrojada al oírle.
—África, necesito decírtelo, no he hecho nada desde que salimos, entiendo que nuestra relación es monógama y… —África le interrumpió cogiéndole de la muñeca. —No tienes que ser mi sumisa si no quieres, solo tengamos puramente romántico.
—No, Kei, yo… bueno, está bien que nuestra relación sea abierta si quieres, no tendré problemas en que estés con otra persona. —Acarició la mano de Keiji con suavidad. —Y ya lo dije, confío en ti, soy tu sumisa, sé de bdsm pero tú sabrás más seguramente… me gusta nuestra relación.
—Ufff… vale, está bien. —Keiji suspiró aliviado y la miró. —¿Has visto que en mi casa hay una puerta cerrada con llave?
—Para no verla, Kei.
—África, es mi mazmorra y me gustaría enseñarte que hago ahí si quieres.
—¡Cla-Claro! Estaría bien sesionar cuando volvamos, si tú quieres porque estarás con ganas y… eso. —África le soltó y juntó sus manos.
—¿Tendrías problemas si se une Nora? —Keiji le enseñó el móvil y el WhatsApp de Nora.
—Anoche nos encaramos mucho y no nos conocemos ¿Estás seguro?
—La sumisa siempre tiene el control, si te sienta mal o no te gusta o lo que sea, paramos, tu estado importa por encima de todo. —Keiji arrancó de nuevo el coche y volvieron a circular. —Y puedes confiar en ella, es una hermana mayor, una ama de llaves, le gusta dominar para mí y yo lo disfruto.
—Wow, sabía lo de ser switch pero no que se podía dominar para alguien.
—¿Te apetece entonces? —Keiji sonreía de forma tonta y se sonrojaba.
—Pues sí… guay, guay… ¿Dónde hay que firmar? —África se puso nerviosa. —Si es que hay que firmar un contrato a lo Christian Grey.
—Hay personas que lo hacen y odio todo lo que sea de la peli o el libro, de hecho una amiga mía le hace contratos a sus sumisas y es bastante dura y estricta ¿Algo más?
—¿Amiga millonaria?
—Sí… amiga millonaria.
—Necesito saberlo, si eres un empresario millonario y no estás bajo el control de tu padre… —África le miró fijamente a los ojos y Keiji se puso tenso.
—No nos hablamos, solo hablo con mi abuelo.
—Bien, si tienes tanta pasta y eres dueño de una multinacional… no sé ¿Por qué vives en un apartamento tan pequeño?
—Me gusta la tranquilidad, las cosas sencillas mientras me relajo.
—Tienes un Masserati ¿Y no tienes una mansión? —África arqueó una ceja y estuvo incrédula al oír sus palabras. —Ya sabes, un sitio con piscina gigante, un jardín enorme del que presumir, un campo para practicar equitación, un velero, golf… no sé.
—Puedo ser rico y no hacer cosas de rico, como hacer carpintería, herrería, informática, jugar a videojuegos. —África no dejó de mirarle durante un rato y Keiji se ponía más y más nervioso a cada segundo. —¡Vale! Tengo tres mansiones y un helicóptero en cada mansión, tengo un jet privado y coches caros ¿Contenta?
—Pues no ¿Y si acabo siendo como esas mujeres que se casan con un sugar daddy y se operan tan a lo bestia para tener cispassing y estar buenas? Perdería todo lo que soy.
—No tienes que perder nada y… no quiero que cambies. —Keiji se avergonzó y aparcó frente al apartamento. —Me gustas porque eres independiente y porque no me quieres por lo que tengo y deje de tener.
—Bueno, por algo sí. —África le miró la entrepierna y el bulto que tenía, entonces le hizo un gesto a Keiji con las manos sobre tamaño y le sonrojó. —Que he pasado de estar con David a estar con Goliat.
—Vale… lo pasamos bien con el sexo. —África le volvió a hacer el mismo gesto y Keiji apartó la mirada sonrojado.
—No sabía que lo pasaras bien conmigo. —África se sonrojó, Keiji se quitó el cinturón y la besó de repente
—No puedo evitarlo si es con la mujer más preciosa con la que he estado. —Keiji la miró seriamente y enrojecido y se apartó mientras África se avergonzaba de haberle escuchado.
—¡Eres idiota!
África salió indignada mientras Keiji escribía desde el coche, entró al edificio, subió por el ascensor, y entró al apartamento para encontrarse a Nora escribiendo con el móvil y James viendo la tele en el sofá.
—¿Buenos días?
—¡Hola! ¿Qué tal la familia? —James se levantó y la abrazó.
—Pues… bien.
—Te lo dije, iba a mentir. —Nora habló en tono despectivo.
—Kei os ha contado algo.
—Para ti es Señor Himura cuando sesiones. —La miró con desprecio.
—Oh no ¿Ya es oficialmente la sumisa de Keiji?
—Pues sí, desde que me lo dijo teniéndola doblegada en su sofá. —Keiji entró y cerró la puerta. —¿Te gustaría observar nuestra sesión?
—No, no, para nada, es un momento íntimo para vosotros. —James se llevó las manos a los bolsillos y le guiñó un ojo.
—Nora va a participar ¿Seguro? ¿Ni una vena de voyeur?
—Dios, me lo pones difícil pero África no querrá. —África se encogió de brazos y le hizo un gesto de ok con las dos manos. —Vale aceptaré observar pero solo como material de novela.
—Me iré poniendo el catsuit. —Nora se fue a la habitación con llave y entró.
—Yo cogeré una botella de vino y una copa. —Keiji se fue a la cocina y África se quedó de brazos cruzados.
—¿Para qué quiere el vino?
—Le ayuda a relajarse y digamos que relaja a todo el mundo.
—¿Y qué es un catsuit? —James se sorprendió que se llevó las manos a la cabeza. —No sé que es, no tengo tanta idea de esto.
—Un traje de látex claro está, van a jugar con tus sensaciones. —África se quedó pensativa sin entenderlo. —Cuero, látex, vino ¿En serio?
—Siempre he querido probar esas cosas, el cuero al menos. —África se encogió de hombros.
África vio a Keiji salir de la cocina con el torso desnudo pero aún con los guantes puestos y una copa llena en una mano y una botella de vino en la otra. África se acercó a él sonrojada y avergonzada.
—Nora me dijo que te llamara Señor Himura pero suena bastante estúpido. —África miró con una sonrisa a Keiji, él sonrió y se acercó a su oído.
—Amo Keiji… es lo que deseabas mientras te tocabas. —Keiji se relamió los labios viendo que ella se avergonzaba.
—Amo Kei y Anatema como palabra de seguridad.
—Anatema… bien, me gusta, es intenso.
Nora abrió la puerta vestida con un catsuit blanco que consistía en su cuerpo entero excepto la cabeza, con una cremallera en el culo y otra desde la ingle hasta el cuello.
Todos se quitaron los zapatos y África les siguió y entraron. Ella veía la mazmorra y era un pequeño dojo con el suelo acolchado, una ventana grande, techo recubierto de madera, paredes blancas, un estante de espadas de bambú y dos armarios con cajones.
—Este catsuit me encanta, has sabido coger mis gustos y convertirlos en una fantasía hecha realidad. —Keiji sonrió, caminó a la ventana junto a James y se apoyó en ella.
—Bueno ¿Cómo debo llamarte a ti? —África sonrió nerviosa y Nora disfrutó viéndola.
—Maestra y tu palabra Anatema ¿Confías en mí entonces para explorar?
África asintió con la cabeza mirándola y agachó la cabeza. Nora le fue desabrochando la camisa mientras le apartaba el pelo y acariciaba la oreja derecha, África notaba el tacto del látex rozarla, avergonzándola y miraba a un Keiji serio que daba un sorbo a su copa.
—Podemos parar si quieres. —Nora le quitó la camisa pero se dio cuenta que África estaba disfrutando.
—Quiero seguir, quiero que el amo Keiji disfrute.
Nora sonrió y dejó caer la falda, ayudó a África a quitarle las medias y tan solo estaba en braguitas azules con encaje pero sin bulto.
—Trucadoras, me gustan. —Nora miró a Keiji y éste sonrió.
Keiji dejó la botella en el suelo, dio otro trago y también dejó la copa, se acercó a África mirándola a los ojos. Nora se fue a uno de los armarios y Keiji, al llegar, empezó a acariciar los hombros de África, ella sentía su control, sentía su placer en su piel y cerró los ojos al tragar saliva y exhalar.
—Deberías ponerle bien el collar. —Nora vino con cuerdas, un huevo vibrador y le dio a Keiji un collar negro de cuero con aro. —¿Prefieres un karada o una atadura para brazos?
—No tienes que preguntarme, es toda tuya. —Keiji acarició los labios de África y ella los mordió, los sacó y le puso el collar, ajustándolo lo justo para incomodarla al tragar.
—Amo Kei… —África cerró ojos ante la sería mirada de Keiji, Nora la ataba por los brazos poniéndolos en la espalda y él acarició la barbilla de ella.
África se sentía avergonzada y controlada, sentía la mezcla de vino y chocolate del aliento de Keiji, el calor del torso de él doblegando su voluntad, el tacto del cuero en su barbilla, los dedos en látex de Nora en su espalda, las cuerdas apretando con fuerza los brazos, su miembro palpitaba con fuerza y apenas las bragas podían impedir que no saliera, aún quería resistir al control pero tantas sensaciones la hacían desear complacer a ambos.
Nora le bajó las bragas y África notaba como en su ano quedaba atrapado el huevo vibratorio y el frío lubricante que ella le insertaba, Keiji cogió el móvil del bolsillo y lo encendió mientras se echaba hacia atrás a por la copa, la hacía jadear, sonrojarse y apretar los puños, babeaba y miraba la cruel y placentera sonrisa de su dueño. Nora de repente agarró la mandíbula de África y la hizo mirar hacia arriba.
—Sé una buena chica y no mires al señor. —Susurró Nora en su oído pero África quería seguir mirándole, quería sentir el cuerpo de su amo, quería la atención de él.
—No puedes… aah… impedirlo… —África sonrió y Nora mordió su oreja, pegaba su cuerpo al de ella para que notase el látex en su piel, acarició los senos con la otra mano hasta apretar el pezón izquierda. —Aaaah…
—¿Ah? ¿Volverás a desobedecer? —Nora lamió el hombro lentamente y lo mordió con fuerza, haciéndola gemir y que Keiji se relamiera los labios.
—No… no soy capaz de dejar mi ego… Maestra. —África veía a Keiji llenar la copa y dar un sorbo mientras sentía que el látex tocaba su piel.
Keiji se acercaba con la copa en la mano, mirando a África, imponiendo con su mirada mientras ella le miraba con desafío a pesar de jadear y estar enrojecida. Nora apretó el pezón de nuevo para hacerla gemir y tapó los ojos con la otra mano, Keiji la miraba complacido mientras África solo podía gemir y jadear.
—¿Ya estás desobedeciendo a tu maestra? —Keiji agarró con fuerza el otro seno de África y ella sonrió.
—No puedo evitar… desear tu atención… —África volvió a notar el látex apretando su pezón y la hizo gemir más fuerte que antes. —Puedo tener… mucho ego pero mi cuerpo… tiembla ante… aaah… tus deseos…
Keiji dio un trago a la copa a la vez que Nora la soltaba, dejó la copa en el suelo aguantando mientras la agarraba de las caderas con una mano y la barbilla con la otra y la besó dándole el vino, sus lenguas jugaban mientras una gota caía de los labios de África, sus cuerpos se calentaban al sentirse el uno al otro.
Se sentía descontrolado, se suponía que no participaría y ahí estaba, la estaba saboreando, disfrutando del cuerpo y el corazón de África que ella misma le ofrecía, estaba totalmente a su merced y él lo sabía, temblaba ante ella, ante su mirada y su voz, quería cuidarla, hacerla sentir los placeres que nunca le dieron nadie y él sentir los placeres que ella deseaba darle.
Keiji se separó y ambos se miraron sonrojados pero África la miraba cachonda y recuperando el aliento y él de forma sería escondiendo todos sus deseos. Miró a Nora y ella sonrió, se acercó, puso sus dedos en los testículos estando detrás de África e introdujo dos dedos en ambos canales inguinales, los hacía entrar y salir, los movía, África gemía fuerte y se retorcía de placer.
—Sabía que el muffing te pondría loca. —Nora susurró en su oído, África sollozaba y vio a Keiji quitarse los guantes de cuero, dejándolos caer entonces.
Keiji se arrodilló a la vez que Nora ponía sus manos en los senos de África, jugando con ellos y haciéndola sentir el sonido del látex en su piel. Keiji besó el pene erecto de África, lo lamió desde el glande y lo apretó con los labios, lo metía lentamente en su boca mientras se agarraba a su cintura y clavaba las uñas en la piel.
África se rendía ante las manos de su maestra y la boca de su amo, sus jadeos y gemidos solo les causaban placer, su forma de retorcerse hacia que esas sensaciones se intensificaran, su cuerpo estaba muy acelerado y deseaba venirse pero se resistía inútilmente. Nora la hizo mirarla tirando de su pelo con una mano, mordió su labio inferior y observó como estaba totalmente ida. Keiji podía notar como el miembro de África se correría en cualquier momento y le gustaba aquellas palpitaciones en su paladar, la suave piel en la lengua, y justo al oír como los gemidos se volvían más intensos, él la arañó bajando por las caderas para que se dejara llevar, notaba la acuosa y dulce corrida de África siendo expulsada dentro de su boca.
—Buena chica. —Nora la desató al ver que ya solo jadeaba de cansancio y le quitó el huevo vibrador.
—¿Estás bien? —Keiji se levantó tragando saliva y relamiéndose los labios, acarició sus mejillas mientras ella le miraba sonrojada y sonrió. —Si necesitas espacio dilo.
—Me gustaría… un abrazo. —Ella le abrazó y él la correspondió con caricias en la espalda y en el pelo. —Esto es aftercare… ¿No?
—Sí ¿Te gusta? —Keiji la refugió en su pecho, haciendo que ella se relajara.
—Mucho… Kei, me ducharé sola ahora —África miró a Keiji y le vio sonreír y acariciar su pelo, veía pasar a su lado a Nora sonriéndola y se sonrojó.