sábado, 23 de mayo de 2020

Los labios que me aprisionan. Capítulo 4.

Había pasado casi una semana y ya era un viernes, las 11 de la noche, África estaba en un bar, sentada en la mesa de una esquina tomando una cerveza. Iba vestida con camiseta negra de manga larga, vaqueros negros y anorak azul oscuro.
—Es imposible que Kei… —África entonces miró el móvil y vio un mensaje de Keiji por WhatsApp, era él en un coche, vestido con pantalones grises y camisa negra, al lado una chica con traje negro y sin corbata. —Esto… ¿Qué coño es? 
—¿Qué pasa? —Alguien habló con voz femenina y dulce. 
Una chica apareció y se sentó con África, algo menos bajita que ella, de pelo oscuro y largo en forma de coleta, piel blanca, delgada, ojos de iris verde.
—Has tardado mucho en mear, Marie. —África sonrió y Marie se arañó los muslos.
—Mucho miedo a entrar al baño. —Marie intentó espiar el móvil de África a distancia. 
—¿Qué haces? 
—Saber que miras tanto en el móvil, la curiosidad. 
—Nada, solo es mi novio y haciendo tonterías. 
—¿No está de viaje?
—Sí y no sé que hace, no debería importarme pero luego le veo con otra persona y tan bien que me molesta. —África dio un trago y suspiró decepcionada. 
—Ya estás con inseguridades. —Marie soltó una carcajada pero África se llevó las manos a la cara.
—¿Y qué hago? Quiero confiar en él pero solo tiene secretos… y ahora esto, no me sirve que me trate tan bien si no me cuenta nada. 
—Haz que te los cuente, mantente firme ante chicos así porque todos son unos cerdos. 
—Ojalá pudiera, él no es como tu novio. —África apartó la mirada, Marie sonrió y le quitó la cerveza. —Eh, es mi cerveza, suéltala.
—Tienes razón, mi novio es un cerdo pero si un chico me tratase como te trata él, pues le pondría las cosas difíciles. 
—¿Tú? Acabarías para sus deseos, y si fuera una chica más aún. —África le quitó la cerveza con una sonrisa. —Una jefa que te domine, que te enseñe tu lugar cuando la desafíes y tengas que llamarla señorita Gyeong. 
—¿Acaso tú…? —Marie empezó a reírse y África se sonrojó. 
—Déjalo. 
—¿Cómo es tener de amo y novio al jefe de la empresa en la que trabajas? 
—Por favor, déjalo. —África miró a los ojos sonrojada y enfadada a Marie. 
—A mí me gustaría, una mujer que me domine pero me imponga a ella a veces.
—Yo solo quiero a alguien a quien querer, que solo le importe como sea y no que sea, que me quiera y no sea un gilipollas abusador. —África bebió de un trago lo que quedaba de la botella. —Nunca pensé que estando en transición a alguien le gustaría, daría la cara por mí y… yo que sé, creía que me pasaría todo el tiempo sufriendo y sobreviviendo. 
—Yo también pero no que sería libre, me paso el tiempo pagando los gastos de mi madre con mi sueldo de mierda. 
—Al menos cambiamos por las hormonas.
—Tú más de lo que crees. —África la miró con mala cara. —¿Qué? Es cierto. 
—Se hace tarde, deberíamos pagar e irnos. 
Mientras Keiji estaba con una mujer en un Masserati Berlina, concretamente en la parte de atrás. Iba con pantalones grises, camisa negra, botines, y su pelo estaba con una trenza con un pequeño lazo rosa. A su lado la mujer aparentaba 28 años, igual de alta que Keiji, vestía un traje negro sin corbata con tacones, era rubia, pelo corto, muy delgada, de pechos grandes y figura muy femenina, ojos azules, labios finos y un aro en la nariz.
—¿Por qué has hecho una foto? —Dijo la chica con voz masculina y en tono enfadado. 
—Pues… eh… decirle a África que he vuelto. —Keiji hablaba estando borracho. 
—Pero no has dicho nada, solo la foto y listo ¿No crees que lo podría malinterpretar? —Dijo el conductor con voz muy grave. 
El conductor era de piel oscura, 1.85 de altura, cuerpo rechoncho, pelo largo con trenzas africanas, ojos marrones, traje gris con corbata negra, zapatos de cuero y guantes de cuero negro.
—África es especial… James… 
—No es especial, solo es la chica de la que te has encaprichado. —La mujer sacó una Tablet mientras.
—Pues a mí me parece precioso, amigos de la infancia y cuando se reencuentran resulta ser una chica ¿Acaso no te parece precioso, Nora? —El coche paró y miró hacia atrás.
—Tan precioso como con tus libros románticos pero esto es la vida real, ella no tiene futuro con el señor Himura. 
—Tú no… decides eso… —Keiji luchaba por mantenerse despierto. 
—Ella lo acabará haciendo y lo sabes, puedes darle el futuro que quieras ¿Pero ella? ¿Acaso puede darte algo? ¿Qué puede ofrecerte? 
—¿Sexo, momentos agradables y consuelo? —El coche volvió a arrancar. 
—Eso lo podemos hacer nosotros. —Keiji entonces miró a Nora de forma molesta. 
—¿Amor? —Nora miró a James con enfado a través del espejo retrovisor y Keiji fingió no escuchar. 
—El señor Himura debe centrarse en la empresa, no en tonterías que afectan a su reputación. 
—No… lo entiendes… es especial. —Keiji se enfadó y se puso a llorar. 
—Yo solo… pues no, no lo entiendo.
—Es perfecta ¿A que sí? Es súper lista, cuidadosa y seguro que la chica más preciosa que hay en tu mente. —James suspiró con una sonrisa y negó con la cabeza. 
—Y dura… 
—¿Podrías dejar de animar y estar conmigo en esto? —Nora dio un manotazo al asiento del conductor. 
—Lo siento pero ¡El amor es la fuerza más poderosa del universo!
—Eres imbécil. —Nora miró a James con enfado y después a Keiji. —Y tú también, no vuelvas a beber con Sun Gyeong. 
Pasó media hora y África volvía a casa sola, llegó a la puerta del edificio, abrió con las llaves que sacó de un bolsillo del bolsillo trasero del pantalón. 
—Mierda… —África se mareó y se apoyó en la pared. 
Se recuperó un poco y entró en el edificio, subió al ascensor hasta la última planta y entró en casa para acabar encontrando a Nora y James cargando a Keiji. 
—¿Qué estáis haciendo? —Ambos miraron a África. 
—Pues cargar al señor Himura. —Entonces África fue a ellos pero Nora le paró y James le llevó él solo al dormitorio. —Ni se te ocurra acercarte a él ¿Quién eres? 
—Soy su… bueno, su pareja. 
—Entonces eres África, Hierro Blanc ¿Me equivoco?
—Lo soy ¿Algún problema? 
—¿Qué si algún problema? Pues sí, que no deberías estar aquí, no tienes derecho a acercarte a él ni estar en una de sus propiedades ¿Y su pareja? El señor Himura no está interesado en parejas. —África y Nora se encararon. —El señor Himura necesita mi atención y cuidados así que vete. 
—Puedo estar aquí, tengo permiso de Kei ¿Y quién te impide cuidarle? Todo tuyo mientras duermo en el sofá. 
—Pues perfecto entonces. 
—Bueno, eso de perfecto… —James tocó el hombro de Nora y guiñó un ojo a África. —Me ha dicho que nos vayamos y ha pedido que África le traiga agua. 
—Lo que diga me da igual, me quedaré a pesar de ella. 
—Vaya, quería decir que lo ha ordenado, nos lo ha ordenado a los tres. 
—Él no es mi dueño, iré cuando decida yo. —África les miró muy molesta y se marcharon cerrando la puerta.
África vio a Keiji borracho y tumbado bocarriba en la cama pero aún seguía vestido, suspiró, se acercó para estar encima de él y le desabrochó la camisa completamente.
—Kei, eres un desastre. 
—Mientras estaba fuera, no he podido… ¿Dejar? Pies… pues dejar de pensar en ti. —Keiji acariciaba las mejillas de África mientras la miraba seriamente. —Deseo verte… sonreír, aún no he visto esa sonrisa de chica adorable. 
—No soy muy de sonreír por alguien.
—¿Me odias aún? Ughhh… —Keiji se mareó pero África sonrió. 
—¿Odiarte? Me gustaría, quiero hacerlo. 
—Puedo verlo en tus preciosos ojos, odias quererme, odias que puedas quererme y está bien.
—No, no está bien pero no puedo evitarlo, eres un canalla y un mentiroso pero cuando me tocas me haces sentir bien, cuando te pones idiota, cuando te haces el duro, cuando me arrinconas… cuando te preocupas por mí, haces que me gustes y que no quiera que te vayas pero el pasado sigue ahí y… no quiere irse.
—Estás tan… bella.
—Tienes que dormir. —África fue a desabrochar los pantalones de Keiji pero él la tumbó de lado y puso su rostro en el vientre de ella. —¡¿Qué intentas?!
—Darte unos… unos buenos… mmm, recuerdos. —Keiji le subió la camiseta y dio un pequeño lametón cerca del ombligo.
—Estás borracho, ni se te ocurra hacer nada. —África le intentó separar poniendo sus manos en la cabeza.
—África… te deseo… —Keiji jadeaba en su vientre y la miró cachondo, haciendo que ella se sonrojara. —Deseo hacerte mía ahora… y que me ames… deseo hacerlo… cada día… y tener tu cuerpo…
—Kei, basta, no debemos. 
—¿Por qué? ¿No es por qué somos…? Uggh… ¿Somos primos?
—Em… no, estás borracho y me estaría aprovechando. —África le miró arqueando una ceja. 
—¿Tienes miedo de correrte sin permiso de tu buen amo? —Keiji sonrió y bajó a su pantalón. —Seguro que tiemblas igual que hace años, sé usar muy bien la boca. 
—¡Kei! —África tiró de su trenza pero él la ignoró mientras desabrochaba el pantalón. —Kei… no… para… 
—África… me he enganchado a tu cuerpo… sentir… tus deseos… sobre…
—Kei… yo también… —África jadeaba y temblaba poniéndose cachonda pero se dio cuenta que Keiji no reaccionaba. —¿Kei? ¿Te has quedado dormido?
África suspiró y decidió desnudarlo hasta dejarlo solo con unos boxers negros con ositos verdes. Ya no le quedaba a él ninguna prenda de ropa, ella decidió cambiarse y vestirse con un pijama largo de gatitos, fue a salir de la habitación pero ahí estaba él en la cama, desnudo, su torso sudando, acalorado, su rostro enrojecido, sus labios indefensos, y ella no pudo evitar acercarse, acariciaba su cuerpo suavemente mientras se sonrojaba.
—Es como tocar a un lobo dormido, si se despierta me comerá. —Sonrió y se puso encima de él. —Pero es adorable… muy adorable.
Acarició sus mejillas, entonces fue a sus labios y él respiró muy fuerte, le dejó el pelo suelto y le quitó el lazo.
—Buenas noches, Keiji.
África le besó en la frente, salió del dormitorio y se tumbó en el sofá para poco a poco quedarse dormida.
Pasaron las horas hasta que fueron las doce de la mañana y Keiji se despertó para acabar dándose cuenta que África no estaba, ni siquiera la ropa que él tenía anoche. Entonces entraron en el apartamento Nora y James, vistiendo igual que ayer y con una maleta, vieron a Keiji casi desnudo y sentado en la cama.
—Se nos olvidó subir la maleta anoche. —James sonrió y le hizo un gesto de ok al acercarse al dormitorio.
—No, no lo subimos porque se nos olvidara sino porque nos fuimos para que follaras tranquilo con esa chica. —Nora se acercó a Keiji enfadada pero él solo pudo llevarse las manos a la cabeza del dolor que sentía. —Que bien lo pasaste ¿No? ¿Y donde coño está? ¿Has mirado tu cartera?
—Puede que haya dejado una nota en la nevera. —James fue a la cocina mientras Keiji se levantaba e iba a uno de los armarios, volvió con una hoja de papel en la mano. —Su padre está enfermo, ha ido a un… ¿Hospital Regional? Y su familia la necesita. 
—Su familia… recuerdo que estaban peleados por lo de ser una mujer. —Keiji se puso un jersey negro de cuello alto y guantes de cuero. 
—¿Lo de ser una mujer? —James le dio una gomilla del pelo sacada del bolsillo y Keiji se hizo una coleta. —Lo acabo de pillar, su familia la odia por ser trans.
—Eres un puto genio. —Nora cogió unos mocasines negros, se arrodilló ante Keiji, quien se ponía unos pantalones de lino grises. —Señor Himura, ya sabe que velo por usted y solo deseo su bienestar.
—James, dame las llaves. —Keiji se puso los zapatos y Nora los anudó. —Voy a buscarla, volveré en cinco minutos.
—Puedo llevarte si quieres. —James sacó las llaves del bolsillo y Keiji se las quitó de golpe. —Nuestro príncipe está preocupado por una dama ¿No es precioso?
—¿Te parece que esto es una de tus novelas? —Keiji se marchó mientras James se sonrojaba. 
—No pero no me importaría escribir una sobre ellos, son tan perfectos.
Pasaron unos minutos y África estaba en el pasillo de un hospital, al lado de la puerta de una habitación, vistiendo una falda negra con medias, un bolso, unos botines y una camisa blanca de manga larga. La puerta se abrió y salió una mujer mayor que ella y parecidas.
—Has tardado mucho Adrien ¿Qué coño haces aquí? —Dijo en tono despectivo y mirándola de arriba abajo. 
—Me habías llamado tú, dijiste que a papá le había dado un infarto.
—Y le va a dar otro si te ve travestido. 
—No me dejarías pasar igual, vista como vista. —África se cruzó de brazos y la miró sin emociones. —¿Qué queréis de mí? ¿Dinero? 
—Tu padre necesita una operación y tardará un año, queremos ir a un hospital privado. 
—¿Y por qué iba a gastar mis ahorros en uno privado? No es algo urgente. 
—Porque nos lo debes, te he parido y te hemos dado una educación. 
—Me echasteis de casa cuando confié en vosotros y ahora vais diciendo a los primos que estoy muerta. 
—Pues por eso, has arruinado a tu familia, ya no podemos ni hablar con los vecinos por tu culpa, seguro que el infarto ha sido del disguto.
—Venga, disgusto retardado, ellos no os hablan por lo que hicisteis y las putadas que les hacéis a todos, no porque tu hija sea trans, acéptalo.
—Mira ¿Vas a ayudar o qué?
—No, me suda lo que os ocurra ya.
África se fue caminando por el pasillo, se paró en un ascensor y antes de que pulsara el botón ya llegó y vio entre varias personas a Keiji. 
—Ey ¿Qué haces aquí? —África entró y le sonrió. —¿No estabas con resaca?
—Eso mismo pregunto, África. —Keiji sonrió también y suspiró. —Me había asustado mucho.
—¿Por mi familia? No es grave y nada que no maneje ya. —África hablaba en tono feliz pero Keiji se sentía aún intranquilo. 
—¿Qué ha pasado?
—Un infarto e intentaron hacerme sentir mal… —Las puertas se abrieron y ambos salieron. —… Y se aprovecharon del momento, querían dinero.
—Ah, si es dinero lo que querían… pues se lo doy para que te dejen en paz.
—No volveré a caer y no les des nada, son estafadores, engañan a la gente así que nanai. 
—Bien… me había asustado, me odiaría por verte llorar y sufrir. —Keiji la cogió de las manos y besó su frente pero de repente su estómago rugió.
—Has venido sin desayunar ¿Verdad? —Keiji entonces se sonrojó al oírla y apartó la mirada. —Vamos a tomar unos churros al bar de enfrente, invitas tú.
—Eso es injusto, he venido a verte.
—Por eso, debes ser un novio considerado.
África sonrió a Keiji y le sacó la lengua, Keiji al ver esa sonrisa y ese lado de ella se sintió feliz como nunca y su corazón se aceleró, vio que era fuerte, divertida y valiente como nunca en ese momento y quiso solo abrazarla y cuidarla

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