Era el día siguiente, las doce de la tarde, empieza en un apartamento, concretamente en un salón con un colchón hinchable con sabanas, tres cajas de cartón selladas y una abierta, una cocina integrada en ella, una ventana grande, la entrada y una puerta que daba a un baño estrecho.
África salió del baño con zapatillas, camiseta azul cielo y bragas blancas además de la marca del mordisco en el cuello en forma de moratón, caminó hasta el sofá y se tumbó bocarriba tapándose los ojos con el brazo derecho.
—Otro piso del que me echan, no avanzo, nunca. —Oyó el móvil sonar bajo el sofá pero suspiró y se relajó. —Soltera, sin trabajo, bien África, bien.
Empezó a llorar y a dar patadas al reposabrazos del sofá mientras gritaba enfadada y triste al mismo tiempo. El timbre sonó pero África lo ignoró, volvió a sonar al cabo de unos minutos y ella siguió tumbada llorando, entonces oyó dar golpes en la puerta y al final se levantó enfadada.
—¡Lárgate! —Miró por la rejilla y vio que era Keiji con un traje azul oscuro, botines marrones y el labio amoratado. —¿Es por algún papeleo por la dimisión?
—¿Qué dimisión? —Keiji sonrió mirando a la puerta.
—La carta de dimisión que escribí y dejé en tu mesa ayer antes de irme, mi dimisión. —Abrió la puerta y Keiji se rascó la cabeza mirando para otro lado. —¿Qué has hecho?
—Nada, se rompió por… alguna clase de accidente. —Keiji entonces la vio con los ojos llorosos y se acercó a ella. —¿Y esas lágrimas? ¿Por qué estás así?
—Pues… ¿Por donde empiezo? Mi ex es un maltratador que me ha arruinado mi primer día de trabajo y te ha pegado, estoy soltera y solo quiero estar con alguien que me quiera y no se aproveche de mí, quiero un sitio estable donde vivir, quiero un trabajo, a ser posible estable también, quiero explorar mi sexualidad sin sentirme avergonzada cuando lo hago. —Intentó recuperar el aliento y la calma pero entonces le dio un puñetazo a la puerta. —Veo que todas mis amigas lo hacen, consiguen todo eso ¿Y yo? Nada, no tengo nada y son felices
—Bueno, si que tienes cosas, tienes… ¿Paso? ¿Passing? Suponiendo que estés en hormonas tienes… —Keiji la miró de abajo a arriba y se sonrojó. —muchísima belleza, estás perfecta, eso no suele pasar tanto y jode mucho mentalmente cuando falta, la sociedad es una mierda.
—Ya… bueno, lo dice mi amigo de la infancia que está bueno, tiene dinero y seguro que vive solo.
—Pues a eso voy, no me conoces, ves solo lo que tengo y el caso es que cada vida es única, cada persona tiene cosas y le faltan cosas, tiene sueños y preocupaciones, a nadie le va perfecto, nadie ha vivido ni vive una vida perfecta y no tiene sentido compararse, solo disfrutar de aquello que tenemos y luchar por llenarnos más.
—¿Puedes dejar de hacer de hermano mayor?
—Prefiero de sugar daddy.
Keiji se acercó con una sonrisa amable y le secó las lágrimas con las manos, África sintió su calor en las mejillas pero no quería mirarle y cerró los ojos.
—Kei, deberías irte, tienes trabajo.
—Baja médica, solo fui a informar que estabas muy afectada y que hay que apoyar a las víctimas de violencia de género, así que sigues en plantilla.
—No voy a seguir, haré otra carta de renuncia. —África lo miró enfadada y desafiante.
—Y se romperá otra vez
—¡Pues haré cien más!
—Cien más que se romperán. —Keiji le guiñó y ella le golpeó en el pecho con el puño.
Keiji entonces le pellizcó las mejillas y África solo pudo hacer ruidos enfadada mientras él se reía.
—Ti vii i mitir. —África hacía más ruidos pero Keiji solo se reía más y más.
—Entonces te gusto, que mona. —Entonces África le dio una patada en la espinilla y él la soltó.
—¡No me gustas! Te odio y me haces bullying, eres malvado.
—No puedo ser malvado si te hago feliz, en el fondo te gusto.
—Eso nunca pasará, a ver si lo entiendes ya que no me gustas y nunca me vas a gustar y no me haces feliz así que…
Keiji la interrumpió agarrándola de la barbilla y la besó sonrojándola, ella le empujó y estuvieron jadeando, Keiji de los nervios y África intentando contener su enfado pero le abofeteó fuerte.
—No quiero estar contigo… no soy la persona de la que te enamoraste. —Notó que Keiji se tocaba mucho el labio y empezaba quejarse. —Mierda lo siento, no debí darte.
África le cogió de la mano y le hizo entrar en casa, lo sentó en el sofá y fue a la cocina. Keiji se quitaba la chaqueta y la corbata mientras miraba a África coger hielos y meterlos en un trapo en forma de bolsa.
Keiji sentía algo por ella, en su corazón no lo negaba, veía en ella cosas que él quería, esa bondad y esa valentía pero también fragilidad, seguir sola con tanto dolor y luchando por vivir su vida a diferencia de él, quien se veía a si mismo solo luchando por vivir.
—Bonito bulto. —Él le guiñó un ojo al darse cuenta ella que la estaba mirando.
—Que te den. —Se sonrojó al oírle y al verle dejarse el pelo suelto cayendo por su pecho.
—África, este sitio… ¿Por qué vives en un apartamento así? —Ella sé sentó de rodillas en el sofá y frente a él.
—Es el mejor sitio en el que he vivido aunque no lo creas. —África le puso la bolsa en el labio. —He estado en sitios peores aunque no… no he encontrado nada y me quedan dos semanas para irme.
—África… —Le acarició las manos con los dedos al ver que ella apartaba la mirada. —Quédate conmigo.
Keiji y África se miraron y le acarició el pelo, ella ponía su otra mano en el pecho de Keiji, no hubo palabras, ni gestos, solo silencio durante cinco minutos en los que ambos pensaban, reflexionaban sobre sus sentimientos, Keiji solo sentía que le gustaba más, esa situación en la que ella le cuidaba pero África solo tenía dudas, él se preocupaba por ella, la estaba ayudando sin pedírselo y aún así tenía un miedo que no entendía ¿Era el de ser abandonada? ¿Volver a sufrir por él? No eran las mismas personas pero no podía evitarlo, solo podía pensar que algún día se iría.
—Ven a vivir conmigo, un tiempo. —Keiji le apartó la bolsa de hielo del labio.
—Puedo valerme por mí, por mi cuenta, como siempre.
—No siempre puedes, no has encontrado piso y aunque lo hicieras… tu ex podría ir a por ti.
—No es mi primera vez así que corta, no necesito tu ayuda. —Keiji se enfadó al oírla y la tumbó en el sofá y se echó encima de ella sujetándole las manos a la altura de la cabeza y se miraron enfadados. —¡Suéltame!
—¡No! ¿Qué harás cuando ese hombre te ponga la mano encima? —Él se enfadó aún más y al notar que África quiso darle en la entrepierna, le clavó las rodillas en los muslos. —¿Qué harás si entra aquí y decide hacerte daño?
—¡Le golpearé!
—¡¿Y cómo vas a golpearle si te acorrala?!
—¡No lo sé pero puedo sola!
Keiji se acercó a su cuello, justo en la marca y lo lamió, ella se quejaba del dolor que le causaba y la sonrojó, entonces ambos se miraron y él se acercó a su oído.
—No voy a dejarte sola, eso se ha acabado ¿De acuerdo? —Dejó de agarrarla de las muñecas y se levantó. —¿No crees que ya has sufrido bastante?
—Siempre sufriré así que no, nunca lo será. —África apartó la mirada pero Keiji volvió a acercarse a ella y a su oído. —Deja de compensarme por cosas del pasado, no lo quiero, no quiero tu ayuda.
—No hago esto para compensarte. —Keiji se sonrojó e hizo que África le mirase con solo acariciar las mejillas. —Dijiste que querías estar con alguien que te quiera y no se aproveche de ti… dijiste que te costaba confiar en la gente… déjame demostrarte que puedes confiar en mí y ser ese alguien.
—No quiero… aunque seas tú… —África no pudo evitar sonrojarse más y su corazón se aceleraba ante aquella enrojecida mirada. —Kei…
—Entonces te gusto… —África tragó saliva al oírle y apartó la mirada al quitarle las manos.
—No… no me gustas… nunca…
—Tu cuerpo dice que sí, no puedes negar que la marca que te hice te gusta… —Keiji mordió la marca del cuello con los labios, haciéndola gemir y después jadear. —Esto es porque te gusto en el fondo de tu corazón, porque te gusta ser de alguien.
—Eso… mentira… —Ella cerró los ojos y empezó a ponerse cachonda.
—Te gusta que haya algo en tu piel y que deje claro a quien perteneces, que diga a cualquiera que ya perteneces a otra persona, que nadie más puede tocarte sin su permiso. —Keiji acarició los labios de África con los dedos y luego su pelo. —Te demostraré que puedes confiar en mí.
Keiji y África se miraron y él la besó, era suave y entonces mordió su labio inferior, volvió a besarla pero esta vez jugando con su lengua, la presionaba, la dominaba pero África puso sus manos en las mejillas de él, sus dedos se enredaban con el pelo cuando las subía más y más mientras sentía aquella lengua jugando. Kei dejó de besarla haciendo que ambos dejasen saliva cayendo de sus labios y jadearan.
—¿Confías en mí? —Se levantó y se desabrochó la camisa.
—Confío…confío en ti.
—¿Quieres ser mía? —Le acarició las caderas mientras sonreía.
—Yo… soy tuya. —África veía como Keiji se quitaba la camisa y mostraba su torso al desnudo, sus pectorales, sus abdominales, sus brazos, sin nada de vello y con su palidez, ella se avergonzaba pero deseaba tocarlos y él la ayudó levantándola y abrazándola, pegándose ambos cuerpos y ella agarrándose fuerte a él. —Me siento segura… me siento bien así.
—Haría un chiste de compresas… pero me gusta, se siente uno seguro. —Keiji le quitó la camiseta y ella se refugiaba en su pecho, él notaba la erección de ella rozando en su ingle y ella la erección de él. —No soy el único que disfruta.
—Cállate… —África se avergonzaba más y arañaba el pecho de Keiji a la vez que jadeaba.
Keiji cogió uno de los hielos, la refugió más y pasó el hielo por la columna suavemente, bajando con cuidado haciendo que ella diese ligeros gemidos y clavase las uñas en la piel. Notó el hielo en las nalgas mientras aún caían gotas por la espalda, mojando sus bragas de agua, lo puso entre ellas y lo metió lentamente por el ano, justo apretando el cubito con el esfínter, la sensación que aquello le producía la hacía temblar y la calentaba más.
—Kei… puedes… ¿Podrías tumbarte? —Keiji sonrió y decidió tumbarse para después sentarse África sobre la entrepierna.
—¿Piensas hacerme la clásica felación? ¿No es mejor si te la hago yo?
—Deja de sonar tan heterosexual… no es lo que iba a hacer… ni quiero que lo hagas tú. —África le desabrochaba el pantalón y vio que tenía boxers, tenía un osito bordado justo donde el bulto del pene empezaba. —Es una… una broma ¿No?
—Nope, me gustan los boxers de animales.
—Tienes un gusto muy raro.
—Y aún así me gustas tú.
Ambos se rieron, después África le bajaba más los pantalones y vio que aquel bulto llegaba hasta el muslo, le bajó los boxers y vio el pene de Keiji rasurado y circuncidado y de 25 cm, acarició el pene con los dedos desde el glande hasta la base mientras era observada con curiosidad.
—Me estás dejando en ascuas y todo.
—Es parte de lo que quiero hacer… aunque nunca lo he hecho ¿Es raro que quiera probar algo nuevo?
—Es sexo, siempre hay que experimentar. —Keiji se inclinó y le bajó las bragas para volverse a tumbar, veía el pene de África recto y pequeño, de 10 cm, sin rasurar y sin circuncidar. —¿Tus ex eran de meterla y sacarla y ya está?
—Por desgracia, ni he probado el bdsm de verdad, para ellos era solo meter y decir insultos.
—Pues lo estás probando de verdad, la marca, ofrecerte a mí, son pequeños pasos, estás aprendiendo la dominación y la sumisión, solo que sin ordenes para conocerte mejor, tus gustos, tus fantasías, quiero entender tu cuerpo y tu ser.
Keiji cogió las manos de África y las puso en el costado notando como esas uñas se clavaban en la piel y los dedos se agarraban fuerte. África miró avergonzada a Keiji y empezó a restregar su pene con el de él, lo hacía hacia adelante y atrás, él disfrutaba viendo los pequeños pechos de África, sus pequeñas areolas rosadas, veía su torso pálido, de caderas curvadas, sin ninguna mota de vello, su rostro de placer y sus gemidos lo encendían, le ponían cachondo y también gemía al sentir como ambos glandes se rozaban.
Apenas podían mirarse y aún así él gemía el nombre de África, se agarraba a las mantas sin poder mantener el control y corriéndose sobre su propio vientre, África miraba aquel fluido blanco espeso en el abdomen mientras él jadeaba y se apartaba el pelo.
—¿Quieres limpiarte y descansar… o aún tienes energía? —África sonreía mientras veía a un Kei avergonzado. —¿Prefieres… que te limpie yo?
—No voy a dejar que me limpies y no me beses, eso es juego sucio.
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