Eran las seis de la tarde del día siguiente, era soleado, África se encontraba en la cocina tomando un té, llevando puesto un vestido blanco sencillo de lino y sandalias, su pelo estaba alisado y suelto con un flequillo que tapaba su ojo derecho, sus labios pintados de color negro, los ojos pintados con el rabillo, sus brazos aún tenían pequeños moratones y en su vientre un moratón casi imperceptible.
La cocina era grande, de paredes de ladrillos de piedra, techo de piedra, ventanales semicirculares entre la pared y el techo, dos puerta de madera a un lado y a otro, muebles de madera blanca, encimera de granito, electrodomésticos, un horno de leña y dos fregaderos.
—Parece que no te ha dejado ni descansar después de despertar esta mañana.
James entró vistiendo vaqueros azules, deportivas, camiseta blanca y chaqueta de cuero negra.
—¿Ah? —África le miró desconcertada y James arqueó una ceja. —Oh… en realidad… era yo quien quería hacerlo, él es mi amo ¿No? Después de lo que hace por mí quiero hacer cosas por él.
—Dios, sois tan monos. —África se sonrojó y se enfadó al escuchar a James.
—No somos monos… pero… él explora conmigo mi cuerpo, el cuerpo que odiaba ahora me gusta y… él entiende como he cambiado. —África se puso tímida y miró a James avergonzada. —¿Puedo preguntar…? Bueno, Nora me dijo que era una esclava hacia Keiji y también una Drone y… quería saber… ¿Qué clase de sesiones…?
—Eso es más entre él y yo, no te ofendas. —Dijo él en tono serio, África se puso triste pero James se acercó y se sentó en la encimera. —Te preocupa algo.
—Más bien… es algo que quiero saber. —África se tomó un poco de la taza y se sentó en la encimera junto a él. —El amo Kei… ¿Es realmente duro?
—¿Lo dices por el castigo? Te has vuelto popular por aquí.
—¡No! Bueno… sí… sé que tiene un lado más… ya sabes, conmigo es blando y solo he visto dos o tres veces ese lado cruel.
—¿Quieres que sea más estricto?
—No… quiero… quiero que sea duro, que no tenga piedad… cuando me metía con él… se enfadaba y me atrapaba, me… —África entonces empezó a jadear y encenderse recordando cuando vivían en el apartamento, las veces que Keiji la doblegaba, la arrinconaba y la tomaba para desahogarse.
—Mmm… hay algo que al señor Himura le gusta, entre él y yo tenemos una palabra clave. —África prestó atención a sus palabras. —Le digo que es un animal hambriento, es la señal de que puede romperme la ropa y dominarme lo más duro posible…dentro de nuestros límites claro.
—Podría probarlo esta noche, seguramente él se daría cuenta que no soy tan frágil.
—¿Y si lo haces ahora? —James sonrió pero África se sonrojó. —Keiji está haciendo deporte fuera en el bosque, podría ser una forma de sacar su lado mas depredador si te gusta ser su presa.
—¿Presa?
—Sí, ya sabes, cazada por el amo y tomada, devorada por él, aunque no parece que eso te guste.
—Yo… no lo sé.
África se marchó por la puerta y llegó a afuera, caminó cerca del acantilado hasta ver el bosque y el dojo, vio a Keiji entrenar con un bokken, sudando y vestido con solo unos pantalones de deporte, con el pelo en una coleta y un lazo negro, pensó en hablarle pero decidió pasar cerca y fingir que no lo había visto.
—Creo que esto es suficiente por hoy. —Keiji vio a África caminar hacia los árboles con las manos a la espalda. —¿Qué está haciendo?
—Creo que quiere que seas su cazador. —James se acercó a él con una taza de té y le sonrojó con sus palabras, dejando caer la espada. —O simplemente que seas más duro.
—Siempre soy duro. —Keiji le miró sin entenderlo, James se acercó y le susurró en el oído algunas palabras. —Me gustaría hacerlo pero…
—Siempre olvidando las palabras de seguridad, deberías acordarte de anatemas. —James se marchó sonriendo.
Keiji dudó pero se atrevió, fue hacia ella firme y con seguridad. África estaba caminando, escuchó los pasos de Keiji así que se giró, le vio y se paró frente a él.
—Buenas tardes, Kei. —África sonrió pero Keiji se mantuvo serio y ella se sonrojó al verle tan cerca. —¿Pasa… algo?
—No deberías estar aquí. —Keiji acarició los brazos de África. —Hay animales salvajes.
—No parece que pudieran haber. —África vio una gota de sudor cayendo por el pecho de Keiji, le acarició y le lamió.
—Tienes a un lobo delante de ti. —Keiji acarició las caderas de África respirando fuerte pero ella solo se mantenía seria.
—Un lobo hambriento que solo hace guau y gruñe ante su presa.
Keiji puso sus manos en el escote, tiró y rajó el vestido por la mitad, la arrinconó y mordió con fuerza el hombro hasta hacer sangre, hacerla gemir y que ella le arañara el pecho.
—¿Sigo ladrando y gruñendo para ti? —Keiji susurró en su oído como si se estuviera divirtiendo, entonces le mordió el cuello. —Ahora no podrás escapar.
—Guau… guau… —África jadeaba sonrojada y sonriendo.
Keiji apretó el cuello con una mano, se acercó a los labios y mordió el inferior, tiró de él y se miraron, viendo que África estaba encendida.
—Tú misma te has adentrado en el bosque. —Keiji la soltó, África recuperaba el aliento pero él la agarró de las muñecas hacia arriba con una mano. —¿Qué querías encontrar?
—Nada… solo dar un paseo… pero… —África veía a Keiji relamiéndose los labios como si disfrutara de poseerla. —¿Me vas a devorar?
África sentía el calor y el olor de Keiji, la fuerza de aquella mano, la encendía ser arrinconada y atrapada, apenas podía pensar viendo esos ojos con los que Keiji la miraba, quería mirar hacia abajo y suplicar piedad pero su orgullo la podía, el dolor del hombro y del cuello y la gota de sangre que caía lo disfrutaba, sabía que aunque lo pidiera él no la tendría con solo tener su ropa destrozada.
El cielo se nublaba, Keiji se inclinó y jugó con uno de los pezones lamiendo en círculos y cayendo saliva, con su otra mano arañó fuerte la espalda, África gemía y se estremecía pero él solo se animaba más. Keiji la miró a los ojos y ella los cerró, él mordió el pezón haciéndola gemir fuerte.
—¿Guau, África? —Keiji la liberó, le dio la vuelta y estuvo jadeando en su espalda.
—Devórame… —África puso las manos en el árbol pero Keiji la abrazó. —¿Kei?
—Anatema, por favor. —Keiji besó la cabeza de África y suspiró. —No estoy cómodo con esto hoy.
—Lo siento… quería probar a ser una prey pero… debí pensar en ti y en como te sentías. —África acariciaba las manos de Keiji y se sentía triste.
—Está bien, podemos hacer otras cosas si quieres.
—Quiero, Kei.
Keiji besó los labios de África, sus lenguas jugaron mientras él bajaba una mano a los testículos de ella, metía un dedo en uno de los canales inguinales y ella separó la boca de la suya, gemía y arañaba los brazos de Keiji hasta que empezó a correrse. Las piernas de África temblaban, jadeaba y se recuperaba, entonces sintió la lengua de Keiji lamiendo la herida del hombro.
—Este lobo también está bien. —África sonrió y acarició a Keiji.
—Me gusta también. —Keiji le apartó el pelo y apoyó su cabeza con la de ella. —Lo siento.
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