Eran las once de la mañana del día siguiente, Keiji tenía el pelo suelto, estaba subiendo las escaleras con ayuda de dos sirvientes, vestido con un camisón blanco y zapatillas. Lo llevaron hasta el dormitorio y lo sentaron en la cama.
—No hace… falta que… llaméis al médico. —Keiji les miró enfadados. —No quiero… uggh… que entre nadie hasta… el almuerzo…
Los dos sirvientes se marcharon mientras Keiji se desnudaba y tumbaba.
Una hora después James estaba en la biblioteca leyendo documentos y tomando una taza de té, vistiendo jersey gris de cuello alto, vaqueros azules y deportivas negras con franjas rojas.
—Es raro que el señor Himura se ponga enfermo. —Nora se acercó y se sentó junto a James.
Nora iba vestida con una falda ejecutiva gris, una camisa blanca y tacones negros.
—Bebió mucho anoche y durmió semidesnudo aquí, tiene treinta y ocho grados. —Dio un sorbo a la taza mientras miraba a Nora.
—¿Exactamente por qué? —Nora arqueó una ceja al hablar.
—¿Por que qué?
—Pues lo de beber.
—Oh, culpabilidad, piensa en como se olvidó de ella tantos años y se martiriza en no haberla ayudado en su transición.
—Creo que África debería hablar con él. —Nora se llevó una mano a la cara. —No puede consumirse por sus propios errores.
—Estoy de acuerdo, ella le ama más de lo que él cree, sea lo que sea que ocurriese.
—Sí, a todo esto ¿Dónde está África?
—Quería dar un paseo por la isla.
—¿Sabe que está enfermo? —James negó con la cabeza al oírla. —Iré a buscarla.
Nora se levantó, caminó hasta el hall y vio a un joven sirviente femenino y parecido a África pero con el pelo corto y con una bandeja con un plato de tortitas con cuchillo de untar y tenedor, una taza de café y un tarrito de miel. Iba vestido con un pantalón negro de uniforme, camisa blanca, corbata, esmoquin y botines negros.
—¿El señor Himura ha ordenado el desayuno? —El sirviente asintió con la cabeza. —Bien, súbelo y no le molestes por tu bien, sino te castigará.
El sirviente sonrió, subió las escaleras y llegó a las puertas del dormitorio, dos sirvientes le abrieron la puerta y entró. Vio a Keiji tumbado y leyendo un libro, se acercó mientras cerraban las puertas.
—Ordené que no me molestaran. —Dijo sin mirar al sirviente.
—¿No quiere desayunar, amo Kei? —Dijo con la voz de África.
—África ¿Qué haces disfrazada de criado? —África dejó la bandeja sobre Keiji y se arrodilló a su lado al mismo tiempo que él cerraba el libro y la miraba. —¿Y por qué te has cortado el pelo? Pareces una chica tomboy.
—Me gusta cuidar el pelo y me gusta saber los gustos de mi novio. —África sonrió al ser acariciada en la cabeza. —Tortitas con miel, chicas disfrazadas de sirvientes y las sumisas que cuidan de sus doms.
—No tenías que cuidarme. —África se levantó y cogió los cubiertos. —Espera, quiero que me los des con la mano.
África derramó miel sobre las tortitas, cogió una ante la seria mirada de Keiji y se la ofreció en los labios, él dio un pequeño mordisco mientras la miel caía en su pecho y por los dedos de ella.
—La-las… he hecho yo… —África se sonrojaba al ver una gota de miel cayendo por los labios de Keiji. —No he traído servilletas.
—Entonces usa tu boca. —Dijo al tragar y sonrió.
Keiji la agarró de la corbata, la miró y se lamió la gota, entonces ella le besó, sus lenguas jugaban al mismo tiempo que ella ensuciaba el pecho de él con la tortita. África se separó de él pero Keiji cogió la mano de ella, agarró la tortita y la comió a la vez que miraba como ella lamía su propia mano.
—Estás siendo pervertida. —África sonrió y se inclinó para lamer el pecho de Keiji. —Disfruta de la miel, con calma.
Keiji la acariciaba, sentía el tacto de la lengua de África y el calor del aliento en su pecho. Gemía y le daba caricias en la nuca, después en las manos y, pasados unos minutos, África se acercó a sus labios.
—He estado delirando, soñaba que te fuiste hace días y no volverías nunca… —África besó la frente de Keiji para interrumpirle.
—Nunca me iré, soy tuya, tu sumisa. —Keiji acariciaba suavemente la mejilla derecha de África. —Y soy feliz sirviéndote, cuidando de ti como haces tú conmigo.
Keiji cogió la mano derecha de África, la acercó a su boca para acabar lamiendo los dedos y haciendo que África se sonrojara.
—Te quiero, África… he cometido demasiados errores y no consigo perdonarme… quiero… pasar mi vida a…
—… Keiji… no entiendo como puedes quererme, podrías estar con cualquiera y me eliges. —Keiji, al oírla, puso la mano de ella en el lado izquierdo del pecho. —Yo no soy guapa, no tengo un cuerpo tan agradable… incluso no puedo… no soy capaz de tener hijos.
—La única familia que quiero formar es aquella en la que estemos tú y yo solos eres la mujer que amo. —África empezó a llorar y Keiji sonrió.
—Estás delirando. —Keiji entonces negó con la cabeza al oírla.
—Tu cuerpo, tu belleza, no me importan, solo tú, tu carácter, tu fortaleza, tu valentía, y miento si digo… que… que me da igual que seas cis o trans, me importa que seas una mujer trans…
—No sigas. —África le interrumpió y puso la bandeja en el suelo.
—Ser tu misma… pese a todo… ojalá yo hubiese sido tan… valiente en su día…
—Me hiciste muchísimo daño aquel día incluso si ahora eres capaz de encarar a tu madre por mí, quiero quererte como tú me quieres y aún así tengo miedo de estos sentimientos… tengo miedo de abrirme más a ti.
Keiji pudo ver la tristeza de África en sus ojos, aquella mirada le dolía intensamente, así que la agarró del brazo derecho y tiró de ella para tumbarla sobre él mismo y dar la vuelta para estar el encima de ella, con los cabellos rubios de Keiji cayendo a su alrededor y sonrojada.
—Poco a poco te demostraré que solo deseo amarte. —Keiji se acercó a su oído y la olió. —Te he fallado demasiado pero no volverá a pasar, nunca más, ni mi familia, ni la tuya, ni nuestros ex… ojalá hubiera estado ahí en tu transición pero estaré a tu lado hasta que desees que me vaya.
—No quiero que te vayas nunca. —África le acarició las mejillas y sonrió pero Keiji la ignoró y le quitó la corbata. —¿Ya tienes ganas de jugar, Kei?
Keiji ató las muñecas de África con la corbata al mismo tiempo que ella sonreía sonrojada y le miraba. Keiji le quitó las botas y las arrojó al suelo, después los calcetines, fue a aquellos pies desnudos que besó con cuidado.
—Keiji, he subido a ver… —Nora entró de golpe y vio a Keiji con las piernas de África sobre los hombros de él. —… que tal estabas… ya veo que mejor.
—Estoy desayunando. —Keiji y África se miraron y sonrieron.
—Ya, le dije que no te molestara… veo que está aprendiendo por las malas.
—¿Te apetece unirte? Hay sitio en la cama para jugar todes
—Quizás la próxima vez.
Nora se marchó y Keiji siguió, jugó con los dedos del pie derecho, lo metió en su boca y jugó con él usando la lengua ante la sonrojada y placentera mirada de África.
—Te has enganchado a mis pies… —África habló y apartó la mirada al notar la visión dominante de Keiji.
Keiji soltó los pies, se acercó a los pantalones desabrochándolos y bajándolos mientras la miraba seriamente a los ojos, después le abrió el chaleco y la camisa con fuerza arrancando varios botones de paso y haciendo gemir a África, quien le miró jadeando y sonrojada.
—¿Quieres que pare? —Keiji se puso encima de ella, le acarició los labios con una mano mientras apoyaba la otra en las muñecas de África, intimidándola y poniéndola cachonda. —¿O prefieres que siga siendo duro?
—Sigue… amo…
Keiji se levantó, puso a África bocabajo y acarició los costados de abajo hacia arriba por debajo de la ropa, haciendo que la respiración de África se acelerase. Fue a su trasero, besó una nalga y arañó la otra con fuerza, soltando ella un dulce y corto gemido.
—Sigues gimiendo como una diosa. —Keiji sonrió al hablar.
Dio pequeños besos en la otra nalga, separó ambas para escupir sobre el ano notando algo de vello, dio círculos alrededor con la lengua, haciendo que África se retorciera de placer y agarrase la almohada.
—No… no tengo esa zona depilada desde… —África jadeaba y hablaba avergonzada.
—No se nota apenas, relájate y disfruta.
Keiji puso una mano en el hombro derecho de África, dio un beso en la nuca y le empezó a introducir el dedo índice y corazón, lo sacó y repitió el proceso lo hacía lento y con delicadeza pero África solo jadeaba rápido, fue más rápido y África gimió entre jadeos.
—Creo que ya estas dilatando bien.
—Kei… no hagas esfuerzos… te va a subir la fiebre.
—No tengas miedo en cortarme si duele.
Keiji se puso encima de ella, le introdujo el miembro lentamente, África gemía con fuerza y jadeaba al unísono en el que sentía a Keiji saliendo y entrando despacio, su aliento y sus cabellos en la espalda acariciándola.
—Más… más rápido…
Keiji seguía con algo más de velocidad, gimiendo y jadeando junto a África, sudando y agachándose para besar su nuca y estar cerca de sus oídos.
África estaba encendida, notando la presión y el calor de Keiji, su sudor cayendo por su espalda, su fuerza sobre ella, siempre disfrutaba de ello pero era la primera vez que Keiji era apasionado con ella, él quería hacerla disfrutar y lo sentía en cada arremetida.
—África… —Ella apretó los puños al oír su nombre.
—Kei… ¡Kei!
Keiji fue más rápido en las arremetidas hasta dar un fuerte gemido y venirse dentro de ella.
—Kei… ¿Estás bien?
Ella se desató sola mientras él se separaba, África se giró para estar bocarriba y Keiji la besó y la hizo tumbarse de lado con él, refugiándola en su pecho.
—Quiero estar así… un rato… después nos limpiamos juntos. —Dijo Keiji acariciando la nuca de África.
—Una… duda. —Habló África recuperando el aliento. —¿Qué… qué haremos con…? Bueno, la ropa…
Keiji vio la ropa rasgada de África aún puesta y se puso nervioso.
—Nora me va a matar. —Dijo él al suspirar.
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