Luna despertó en un almacén, sentada en una silla y atada
de pies y manos a ella con cuerdas.
—Mierda… otra vez…
Veía la luz pasar por algunas rendijas del techo de
uralita y todo el suelo de cemento mojado con agua, además de algunas cadenas
de acero colgadas de vigas de hierro del techo. Miró a otro lado y vio a James
desnudo y en la misma situación que ella pero malherido con moratones por todo
el cuerpo.
—James… eh… despierta. —James no se inmutó y Luna
jadeó asustada. —James… ¡James!
—James está… descansando.
La voz en eco de una mujer alertó a Luna y vio una
sombra en el fondo.
—¿Quién eres? —Preguntó Luna enfadada. —¡¿Qué le has
hecho?!
—Nada, sólo una reunión familiar.
La mujer salió de las sombras y sonrió.
Era de 1.80, veintisiete años, rellenita, blanca,
pecas, ojos azules, pelirroja y de melena rizada. Vestía mono de pintor con
capucha, mascarilla al cuello, gafas protectoras y botas para lluvia.
—Wow… así que Billy. —La mujer caminó hacia Luna con
un bate de béisbol. —Billy… y ahora… ¿Qué nombre?
—Luna… su nombre es… ¡Luna! —Gritó James agitándose.
—¡Déjala en paz, Alana…!
—¿Qué…? —Luna miró a la mujer y ella se encogió de
hombros. —¿Papá… está…?
—Ah… sí… está viniendo. —Alana le guiñó un ojo y
Luna se asustó. —Va a divertirse contigo, Luna, y todo gracias a la persona en
la que confiaste.
Aiden salió de entre las sombras, miró con desprecio
a Luna y ella se enfadó.
—Acabas de condenarnos, eres…
—Pero Luna, por favor… él sólo obedecía órdenes. —Alana
miró a Aiden. —Mis ordenes.
Alana sonrió orgullosa y miró a Luna. Ella sintió
una presión en su pecho, una sensación de ansiedad y miedo la invadía y la
hacia querer huir.
—Lo de engañar a mi hermana ha sido fácil pero
encima a esa japonesa… no se tomó bien que intentase matar a su rey, un plan
perfecto, sin fisuras.
—Cuando vengan… mi novio y el de Luna… te matarán.
—¿Tu novio va a matarme? —Alana dejó caer el bate y
caminó hacia él. —Unos putos maricones no van a tocarme.
—¡Alana! —Aiden llamó la atención de ella y le
mostró el móvil. —Debo hacer una llamada.
—Te acompañaré, por seguridad.
Ambos se marcharon y James escupió sangre.
—¿Qué te han hecho, James?
—Nada que tu hermano no maneje. —James soltó una
carcajada. —Tiene gracia que nos haya pillado a Leo y a mí follando ¿Sabes?
Tiroteos… bombas…
—¿Está bien? Porfavor…
—Conmigo siempre lo va estar. —James le guiñó un ojo
y Luna sonrió intranquila. —Acción nunca falta en pareja…
James tosió y logró cortar las cuerdas de las
muñecas.
—Voy a desatarnos… mierda…
—No… vete, busca ayuda. —Luna susurró mareada y
James se liberó. —No puedo moverme, te retrasaría.
—Llamaré a mamá y…
—No… llama a Kenji, que use el GPS… vete.
—Volveré, hermanita, no te perderé otra vez.
James se marchó corriendo y Luna empezó a frotar las
cuerdas con la silla.
—Que llamada más inútil. —Alana volvió y vio la
silla vacía. —Joder, debí romperle el culo.
Alana miró a Luna, cogió el bate y dio pequeños
golpes contra el suelo con él.
—Si no puedo desquitarme con el maricón…
Alana caminó hacia ella, Luna se soltó y se quitó las
cuerdas de los tobillos.
—No vas a poder aguantar de pie, eso hace más fácil desahogarme
hasta que nos devuelvas todo.
Alana se acercó a Luna, fue a golpearla y ella se
levantó silla en mano golpeándola y cayendo ambas al suelo. Hubo unos segundos
de silencio hasta que Luna tosió e intentó levantarse.
—No podrás levantarte… peque.
Liam caminó hacia Luna, vestido con una camisa
hawaiana negra, pantalones de lino blanco y mocasines negros.
—Vas a tener que matarme. —Luna se tumbó bocarriba. —No
pienso dejar… que me toquéis.
—Sigues siendo peleona. —Liam sonrió y se arrodilló
ante Luna. —Pero preferiría que saliésemos de este espantoso lugar juntos,
tienes una vida por delante siendo tú misma.
—Tú no me conoces…
—¿Eso crees?
Liam cogió en brazos a Luna con mucho esfuerzo y se
levantó.
—¿Quién eres? ¿Algún estereotipo de mafioso
jubilado? —Luna sonrió y Liam soltó una carcajada. —¿Para quién trabajas?
—¿Yo? Estoy jubilado pero antes solía llevarte al
instituto.
—¿De qué…?
Mientras Kenji se encontraba en una habitación de
hospital junto a Leo, que se encontraba tumbado en una camilla con las piernas
y el brazo derecho escayolado. Kenji vestía la misma ropa y la chaqueta por los
hombros.
—Están rastreando la señal de Luna, los encontraré.
—Kenji arropó a Leo con su chaqueta. —Mataré a Alana Kelly con mis propias
manos.
—Nos la han jugado, Kenji.
—Eso es lo que creen pero Luna juega a otro nivel. —Kenji
sonrió orgulloso. —Leónidas la encontrará.
—Deberías volver a casa y planear algo… no aquí
viéndome sufrir.
Kenji miró enfurecido a Leo e intentó calmarse.
—Te considero un amigo, eres un hombre con valores y
eso lo respeto. —Leo no entendía las palabras de Kenji. —Que te hayan atacado
es un insulto.
—¿Y qué haces que no estás tomando represalias? —Leo
tosió de forma grave. —Largo…
Kenji sonrió y se marchó de la habitación pero
entonces se encontró de frente con el comisario.
—Kenji Uematsu ¿Qué haces aquí?
—Veo al policía herido. —Kenji cerró la puerta con
cuidado y miró a los ojos al comisario. —Quería hacerme preguntas y yo las he
respondido.
—Claro… sí… ¿Qué clase de preguntas?
—Sobre los Kelly y el paradero de un hombre. —El
comisario arqueó una ceja. —Parecía su confidente.
—¿Algo…? ¿Su confidente está desaparecido?
—Parece que sí pero son Kelly contra Kelly.
—Y tú finges que esto no tiene nada que ver contigo.
—No me interesan los Kelly, no tengo contacto con
ellos.
Kenji se marchó y el comisario entró en la
habitación.
—¿Estás mejor? —Leo asintió y sonrió. —Debo
preguntar ¿Quién es tu confidente?
—Ninguno, es un amigo íntimo. —El comisario hizo una
mueca de desagrado. —Es… James Kelly.
—Esto podría comprometer tu trabajo.
—Afrontaré lo que sea si así puedo estar con él y
que deje esa vida.
Leo miró decidido al comisario y él le miró con
aprobación.
—Señor comisario… soy gay.
—Bueno, era algo esperable y me parece normal. —El
comisario suspiró y asintió nervioso. —Te cubriré entonces y diré que es un
confidente.
—Gracias, señor comisario.
Kenji mientras tanto salía del hospital y subía a un
deportivo plateado que se encontraba en la puerta. Arrancó el coche y se marchó
a toda prisa. Su teléfono sonó y al cogerlo, se oyeron gritos de enfado de uns
mujer.
—¡Que ya voy mamá!
—Leónidas, que ocurre.
—¡Es Leo, nadie dice bien mi nombre! —Kenji hizo una
mueca de desagrado al oír gritar al joven. —He logrado localizar el dispositivo
GPS.
—¿Y bien?
—Se encuentra en el poli… —Se oyeron más cerca las
voces de la mujer y el joven gritó con furia. —No puedo seguir, usa el teléfono
bro con la dirección que te he dado.
—¿Bro? Este chico… —Colgó el teléfono y miró la
pantalla. —Voy a por ti, Luna.
Su móvil empezó a vibrar y aceptó la llamada.
—Señor, estamos listos, díganos donde ir.
—No. —Colgó el teléfono y lo arrojó por la ventana.
—Esto es un asunto personal.
Una hora después, Masato vistiendo traje negro con
bufanda blanca y sombrero de fieltro, y armado con su revolver, estaba entrando
en un almacén rodeado de seis subordinados muertos con traje gris y recargando
su arma.
Dentro del almacén vio a sus propios subordinados
rodeados de cadáveres de subordinados y vistiendo con traje negro, las sillas
rotas de Luna y James, y a un hombre de su edad, 1.80, relleno, piel blanca,
ojos azules, pecas, cabellos rojizos y canosos pero cortos.
—¿Dónde está su hija? —Puso el tambor del arma y la
giró. —Traedlo.
Dos hombres cogieron al hombre y lo arrojaron a sus
pies.
—¿Qué has hecho con Luna? —Preguntó Masato y el
hombre le escupió a los tobillos. —Incluso a punto de morir no tienes clase,
Darren.
—¿Qué tal está tu pelirroja?
Masato le apuntó a la cabeza y disparó, matándolo en
el acto.
—¡Papá!
Alana gritó, apareció disparando con una pistola
pero hubo un disparo y cayó fulminada. Aiden salió de entre las sombras armado
con una pistola y todos le apuntaron. La tensión podía palparse, casi a punto
de abrir fuego.
—Será mejor que bajen las armas antes de que se
arrepienta, señor Uematsu.
Se oyó el martillo de un revolver y Kenji surgió de
las sombras y detrás de Aiden apuntando a la cabeza.
—Yo no me voy a arrepentir, has secuestrado a Luna y
mi amigo Leo está en el hospital.
—En lo segundo no tengo relación pero conozco al
traidor, sólo necesito que me escuchéis. —Aiden miró de reojo a Kenji. —También
el paradero de Luna.
Todos bajaron las armas excepto Kenji, quien se
mantuvo impasible.
—¿Está a salvo? —Preguntó Kenji molesto y Aiden
asintió. —¿Y el traidor?
—Mi jefa, ella os ha traicionado a todos.
—Nunca debiste fiarte de la palabra de esa Kelly,
hijo. —Kenji le ignoró y Masato negó con la cabeza. —Si ella es la traidora en
esa extraña alianza ¿Cuál es tu papel?
—El de policía de Interpol infiltrado. —Kenji golpeó
a Aiden y lo dejó inconsciente. —No nos va a servir de nada.
—Debemos ir juntos tras Amy, ella debe tener a Luna.
—Harías mejor en quitarte de en medio, padre.
—¡Kenji!
Masato vio marcharse a Kenji y suspiró molesto
mientras se oían sirenas de policía.
—Hay que irse, señor.
Masato miró con desprecio el cuerpo de Darren y
Alana, y cerró los ojos.
—Volvamos al hotel, será lo mejor.
Kenji salió del almacén, subió al deportivo y se
marchó a gran velocidad. Su móvil sonó con un número desconocido y lo cogió.
—¿Kenji Uematsu?
La voz que se oyó fue la de Liam y Kenji arqueó una
ceja.
—¿Quién eres exactamente?
—Ah, disculpa, tus subordinados me dieron tu número
y esperaba que dejasen de apuntarme.
—Eso es porque te has metido donde no debes.
—En lo que se trata de la seguridad de mi hija, si
debo. —Kenji se sorprendió con sus palabras y el tono de confianza. —Luna está
aquí en tu apartamento, te aconsejo que ignores todo lo que te diga Amy Kelly.
—Ya sé lo que hizo.
—Bien ¿Aiden está bien entonces?
—Es tu compañero entonces. —Liam soltó una carcajada
afable y Kenji suspiró molesto. —Sí, está inconsciente pero… tu hija…
—Es complicado, lo explicaré cuando vengas.
Mientras Leo se encontraba en su habitación leyendo
un libro, y James entró machacado y vestido con chaqueta de cuero abrochada,
vaqueros azules, y botas de cuero.
—¿Está interesante la historia? —James sonrió y
llamó la atención de Leo. —Espero que sea la última vez que te deje tirado.
—Imbécil…
Leo rompió a llorar y James se acercó para besarle
con dulzura.
—No pude impedir que te secuestraran…
—Nada que no maneje, no es tu culpa. —James le
acarició el rostro y le guiñó un ojo. —Me preocupas tú, cariño.
—Es la primera vez que me llamas cariño…
—Sí… ahora que lo dices… es raro.
—¡No! Yo… —Leo se sonrojó y vio sonreír de forma
burlona a James. —No me molesta.
—Pues entonces ¿Qué tal estás cariño? —Preguntó
James de forma burlona y Leo suspiró. —Voy a agotar mucho tu paciencia.
—Me… alegro que estés bien, osito.
Ambos empezaron a reír avergonzados y sonrieron.
—Creo que voy a dejar la familia. —James se sentó en
la cama y acarició las piernas de Leo. —Pensaba en pedirle el dinero de la
abuela a Luna y… no sé, montar un negocio, un pub…
—¿Es por mí o…?
—En parte, lo de anoche y estar atado y…
—Por mi seguridad y por los peligros de ser Kelly ¿No?
—Y sobretodo por ti y nuestra relación. —James le
guiñó un ojo y Leo se sonrojó. —Quiero ser legal para que podamos estar juntos
tú y yo.
—¿Realmente harías eso por mí? Eso es… maravilloso.
—Leo rompió a llorar. —Pensé que… te había perdido… y ahora vuelves… y…
—¿Prefieres que sigamos jugando a policías y
ladrones? —Leo soltó una carcajada entre lágrimas y James se encogió de
hombros. —A ver, siempre podemos jugar ¿Sabes? Tengo ganas de repetir si te
pones otra vez el uniforme.
—Me lo pondría yendo a verte a tu bar.
—Quien dice bar dice pub, la idea es tener baños
donde follar tú y yo.
—Tienes una manía insana con los baños y los
uniformes ¿No? —James besó la frente de Leo y sonrió. —Sí, bésame para evadir
el problema.
—Oye, que siempre que lo hacemos en un baño me
esposas a algo.
—Es mi trabajo, detener a sinvergüenzas.
Leo le guiñó un ojo y James se levantó haciendo una
peineta.
—Voy a por una bolsa de patatas.
—Tráeme una a mí también que no puedo levantarme. —Vio
a James marcharse e ignorarle. —Oye.
—Ven tú, serás vago…
—¡Pe-pero! —Negó con la cabeza y sonrió con dulzura.
—Este chico…
Media hora después Kenji entraba al apartamento a
toda prisa y vio a Luna en el sofá con Alex en brazos y junto a Liam.
—Y entonces les di una colleja a ambos, fue la
última vez que… —Liam miró a Kenji y después Luna. —Kenji Uematsu ¿No?
—El mismo.
—Kenji, este es Liam, él es…
—Soy tu padre, Luna. —Liam le tocó el hombro a ella
y la miró a los ojos. —Sé que es complicado.
—No… mi padre es… Darren. —Luna miró a Kenji. —No
puede ser ¿No?
—Eres hija mía y de Amy, lo sé porque Darren lo
comprobó a los años de que nacieras.
—Amy me dijo que había una amenaza contra Luna.
—Kenji se acercó a ellos con cautela. —Entonces era esto…
—Sí, Amy deseaba usaros para eliminar a Darren,
Alana y a mí. —Liam invitó a Kenji a sentarse con ellos. —Ella no quiere que
cuente esto porque les robé y bueno… hice desaparecer a Luna junto a su abuela.
—Entonces el dinero era cosa vuestra… aún no lo he
gastado por… —Liam negó con la cabeza. —¿Mamá entonces vendrá a por nosotros?
—Lo más seguro es que a estas horas haya
desaparecido debido a que su plan ha fracasado así que no.
Vieron entonces a Kenji mantenerse pensativo y sudar
nervioso.
—¿Kenji? Ey… —Luna se levantó y Kenji cerró los
ojos. —¿Te ocurre algo?
—Señor… —Kenji abrió los ojos, miró atemorizado a
Liam y se inclinó en un gesto de respeto. —Es un honor conocerle entonces.
—¡¿Pero a que viene eso?!
—El honor es mío, Kenji. —Liam se levantó y le
imitó. —Eres la viva imagen de Rebecca y Masato.
—¿Los conoces? —Preguntaron Luna y Kenji a la vez.
—Sí, ojalá poder haber hecho más pero Darren se
salió con la suya. —Liam abrazó a Kenji con fuerza. —Espero que puedas
perdonarme.
—No… yo… le agradezco sus palabras.
—Liam ¿Te apetece cenar con nosotros tres? —Luna
sonrió y Liam rompió a llorar asintiendo y soltando a Kenji. —La cocina de
Kenji es una maravilla aunque se pasa con el picante cuando hace cremas de
calabaza… como cierto día…
—Tienes boca para decir que no quieres picante. —Kenji
miró molesto a Luna. —Que te fuiste de la cocina.
—Me estabas incordiando, demonio.
—Te estaba enseñando, Luna.
—Enseñar restregando paquete ¿No? —Luna negó con la
cabeza y apartando decepcionada la mirada. —¿Ves el novio que tengo, papá?
—¡Pero…!
Liam empezó a reír y ambos le miraron sorprendidos.
—Parecéis una pareja recién casada. —Los dos se
sonrojaron y Kenji apartó la mirada. —¿Por qué no cocináis juntos y yo me
encargo de Alex?
Ambos se miraron y Liam sonrió.
—Después de lo ocurrido, necesitaréis relajaros
juntos y más con…
—Ahora mismo quiero tener a mi familia, a Alex, a
Kenji. —Luna entrelazó los dedos de ambas manos y miró de reojo a Liam. —Y a
ti… papá.
Kenji les vio sonreír y suspiró aliviado. Pudo notar
la felicidad de Luna, la alegría en su mirada y al mismo tiempo cierto miedo e
inseguridad.
—Yo cocinaré esta noche, sentaos y hablad con calma.
Kenji se fue a la cocina nervioso y Liam se fijó en
Luna.
—Me recordáis a ellos, a Masato y Rebecca. —Liam se
sentó y meció a Alex. —Solían enfadarse y cuidarse entre ellos, capaces de todo
el uno por el otro.
—Incluso separarse.
Luna se entristeció y miró a la cocina.
—Sí… pero eso no os pasará, me he asegurado de ello.
—Eso no me da mucha confianza… —Luna se sentó con él
y suspiró. —Aunque me alegra que seas mi padre.
Luna apoyó la cabeza en el hombro de Liam y sonrió.
—Siento haber tardado en decírtelo, hija. —Liam miró
a Alex y sonrió feliz. —Me alegra saber que tengo una hija y un nieto.
—Niete, une niete.
—¿Qué? Dios… debo estar muy viejo.
—Kenji prefiere que Alex exprese su género por su cuenta.
—Ah, vais en serio entonces. —Luna asintió y se levantó.
—Espero que no os caséis tan rápido.
—¡¿Casarnos?! —Luna se alarmó y se oyó caer un plato
y romperse. —¡Papá!
—Me alegra que no os lo planteéis.
—Señor. —Kenji salió nervioso de la cocina. —Ja-jamás
le pediría la mano a su hija tan rápido.
—Estoy seguro pero deberíais charlar sobre eso. —Liam
le dio a Kenji el bebé y se fue a la cocina. —¡Os prepararé mi ternera a la cerveza!
—Eso no suena bueno.
Ambos hablaron a la vez y Luna soltó una carcajada.
—Creo que pedirse la mano tan rápido es una locura.
—Kenji miró a otro lado. —Quizás en cinco años.
—¿Por qué estamos planeando cosas? Yo… pienso que por
ahora estamos bien, aún así habría que acabar con…
—Darren y Alana están muertos, ya no hay más preocupaciones.
—Kenji vio a Luna suspirar aliviada. —Todo se ha acabado.
—Se hace raro ¿Sabes?
—¿El no huir o el no saber qué hacer?
—Creo que ambos, por fin ya puedo centrarme en ser abogada.
—Luna miró a Alex y le acarició la nariz. —Pero no vas a dejar esto ¿No?
—No, quiero seguir.
—Pues vas a necesitar una asesora legal entonces. —Luna
miró a Kenji y le besó con dulzura. —Y alguien que te incordie cada mañana.
—Si es cada día mejor.
Kenji besó a Luna y tocó la punta de la nariz de
ella con la suya.