jueves, 18 de noviembre de 2021

Mi día a día con un demonio. Capítulo 11.

Un día después, al anochecer Amy esperaba a las afueras de la mansión, vestida con traje blanco, bailarinas blancas y con el cabello suelto.

—Liam, viejo estúpido… —Vio las luces de un coche en la distancia y negó con la cabeza. —No tienes derecho alguno sobre nuestra hija.

Aiden apareció detrás de ella y la arropó con una chaqueta de cuero. Estaba vestido con jersey de cuello alto blanco, vaqueros negros y botas negras militares.

—Hace frío, señora.

—Ha surgido una pequeña amenaza. —El tono de Amy fue de enfado. —No vuelvas a perderla como ayer.

—Sí, señora.

—No toleraré otro fallo, ya la perdí suficientes veces… —Aiden  se cruzó de brazos. —Su vida ahora está en peligro.

—¿Por quién? Si puedo preguntar…

—Por una puta rata, Aiden, una jodida rata traidora… que quiere enviar a mi pequeña a las manos de ese… —Amy se dio la vuelta y le tocó el hombro. —Perdona mi lenguaje soez, estoy nerviosa últimamente.

—Señora, protegeré a Luna con mi vida.

—No, no quiero que la protejas

Aiden miró sorprendido a Amy sin comprender sus palabras.

Un todoterreno negro paró frente a ellos y Kenji bajó de él junto a varios de sus subordinados. Iba vestido con traje negro, camisa negra entreabierta, guantes de cuero negro y botines negros de cuero.

—Disculpa esta reunión de última hora, señor Uematsu. —Amy le ofreció su mano a Kenji y él la apretó con fuerza. —Pero tengo un problema que afecta a Luna.

—Vayamos dentro entonces.

Ambos entraron a la mansión llegando a una entrada decorada con mesitas con bustos y cuadros exquisitos, y lámparas de pared, de paredes de papel pintado verde, techo de madera y suelo de madera también. Aiden les quitó las chaquetas y los dos caminaron juntos hasta el salón. Era una habitación similar con dos sofás de terciopelo, mesita central entre ellos, y escaleras a la segunda planta.

—Siéntese conmigo. —Amy le invitó a sentarse y lo hicieron juntos frente a frente. —¿Quiere té? ¿Una copa tal vez?

—No. —Habló firme Kenji y con mirada asesina. —Esta reunión es por Luna y en cambio está intentando adularme con una amabilidad enfermiza y ella sin estar presente.

—Me ha calado muy bien. —Amy aplaudió con sarcasmo. —Bravo.

—No me gustan sus juegos.

—Bien, seré directa. —Amy cruzó las piernas y se relajó. —Luna está en peligro, un traidor quiere llevarla ante Darren.

—Un traidor no es mi problema. —Kenji suspiró molesto. —Sé que hace con los traidores y es que los resuelve usted misma.

—Siempre lo hago.

—¿Y por qué siento que quiere que me ocupe yo? —Kenji se levantó indignado. —Resuelva este problema y yo protegeré a Luna por el camino.

—Esta reunión no ha terminado. —Kenji caminó hacia las escaleras indignado pero tranquilo. —¡Kenji!

—Mis hombres se han ido a un recado así que subiré a ver a Luna y me quedaré a dormir con ella. —Kenji sonrió y miró de reojo a Amy mientras subía las escaleras. —Por su seguridad.

Amy entonces se fijó que del bolsillo de Kenji sobresalía un collar de cuero blanco, e indignada se levantó del sofá.

—Ni se te ocurra ponerle un dedo a mi niña o…

—Yo también he tenido que sacar el cinturón alguna vez. —Kenji terminó de subir y se giró mirando a Amy con desprecio. —Pero intentaré no hacerlo hoy.

Entró en el dormitorio de Luna y cerró la puerta al mismo tiempo que observaba la habitación. Veía una montaña de archivadores en el escritorio, ropa por todos lados, y la cama deshecha.

—Esta es… ¿Su habitación? —Kenji respiró profundamente y se llevó una mano al pecho. —Este olor…

Su rostro se ruborizó y su corazón se aceleró mientras de sus labios escapaban tenues jadeos.

Dio un par de pasos y se inclinó para recoger un vestido rojo.

—Siempre ha tenido buen gusto… —Kenji susurró y olió la prenda. —Esto no está bien…

Se embriagó por el olor de Luna, su corazón se aceleró y su piel se volvió de gallina. Tragó saliva, dejó caer el vestido y miró el balcón.

—¿Por qué mi cuerpo… se enciende por ella de esta forma?

Caminó hacia la cama con calma, se sentó en ella y vio un par de cabellos rojizos en la almohada.

—Aún está tu calor… —Kenji acercó su rostro a la almohada y respiró profundamente. —Me haces sentir tan débil…

Kenji suspiró, sus manos acariciaban las sabanas y las agarró con fuerza.

—¿Por qué? ¿Por qué mi cuerpo te desea tanto? —Negó con la cabeza. —Es tan…

Suspiró e intentó tranquilizarse, se levantó de la cama y fue directo al balcón.

—Desearía ofrecerte más.

Luna entró en la habitación vestida en una bata blanca de ducha, con el cabello mojado y los pies desnudos.

—¿Kenji? ¿Te estás colando en mi habitación por el balcón? —Luna preguntó sorprendida y Kenji se dio la vuelta, acercándose a ella lentamente. —Deberías tener cuidado, si te pi…

Kenji la arrinconó, acercó sus labios al cuello de ella y mordió con fuerza.

—D-duele… —Luna se agarró a la espalda de Kenji y le arañó. —No…

—Quiero marcarte… —Kenji lamió el mordisco. —Quiero hacerte mía toda la noche.

Ambos cruzaron miradas y Luna sintió esa mirada de depredador que Kenji tenía. Se sintió paralizada, sus piernas temblaban y jadeó encendida.

—No me rendiré a ti… —Luna cerró los ojos y tragó saliva. —No dejaré que me devores…

Kenji se quitó los guantes con la boca y los dejó caer.

—Ya lo estoy haciendo. —Kenji susurró y le quitó la bata. —Tu cuerpo y tu voluntad ya son míos.

—Fantaseas demasiado… —Luna abrió los ojos y vio a Kenji de rodillas. —¡Espera!

Kenji acarició el glande con el dedo índice y mirando a Luna, viéndola taparse la boca con las manos.

—Te oirán gemir sí o sí, no te resistas. —Levantó el miembro y acercó sus labios a los testículos. —¿Debería jugar con ellos?

—No… no lo hagas…

Apretó los labios alrededor de la gónada derecha acariciándolo con la punta de la lengua y empezó a introducir un dedo dentro del canal inguinal izquierdo. Luna se retorcía de placer, estremeciéndose y gimiendo débilmente.

—Para… de devorarme… me… me lo haré… encima… para…

Luna se mordió el labio inferior y cerró los ojos con fuerza. Kenji la soltó e introdujo el miembro de Luna hasta su garganta y ella se relajó.

—¿Luna? ¿Estás ahí? —Amy preguntó desde el otro lado y Luna miró relajada a Kenji.

Él sintió como un líquido caliente del miembro de Luna invadía su boca y su garganta, dejando un sabor salado y extraño.

De los labios de Kenji cayó una gota amarilla y Luna se alarmó, negó con la cabeza y él al soltarla tragó y sonrió.

—Luna debe estar aún en la ducha, Amy. —Kenji se relamió y Luna le miró enfadada. —La lluvia de la alcachofa puede ser… muy relajante.

—Sí, muy cierto.

Luna movió los labios enfadada y avergonzada diciendo “te mataré”.

—Ya puedes hablar, tranquila.

—Te voy a matar. —Luna le empujó cayendo él de espaldas y se sentó sobre el vientre de él. —¡¿Cómo se te ocurre beberte mi pis?!

—Me gusta, no tiene nada de malo. —Kenji susurró de forma burlona. —Y parece que a ti también.

—Calla… no…

Luna se sentó en la entrepierna de Kenji y notó un bulto presionando en los pantalones.

—¿Tan rápido?

—¿Q-qué?

Luna negó con la cabeza y Kenji sonrió.

—No te has ganado ese lugar.

Kenji derribó a Luna tumbándola bocabajo.

—Ahora te puedo devorar mejor.

Luna intentó levantarse pero Kenji se lo impidió tumbándose sobre ella, clavando las rodillas en el suelo y agarrándola de las muñecas.

—Por favor amo…

—Sólo tienes que usar la palabra de seguridad.

Luna negó con la cabeza y apretó los puños, sintiendo la respiración de Kenji en su nuca. Sentía su cuerpo sometido, sabiendo que no podría escapar de su amo.

Kenji empezó a marcar la espalda de Luna con mordiscos, a arañarla pero Luna no gimió, tan sólo soltaba quejidos y se estremecía de placer.

—Amo Kenji…

Acarició los muslos de Luna y acercó su rostro a las nalgas pero al separarlas se dio cuenta que había un plug de acero introducido.

—¿Te he dado permiso para meterte juguetes? —Luna negó con la cabeza. —¿Y qué voy a hacer contigo?

—Castígame… mi señor…

Kenji sacó a la mitad el plug, dejando la parte gruesa atrapada.

—Es… es incomodo… —Luna arañó el suelo y Kenji le azotó la nalga derecha con la mano. —¡Lo siento!

—Estás portándote mal a propósito ¿Verdad? —Luna empezó a temblar y se vino en el suelo. —Y te has corrido sin permiso.

—Perdón… amo…

Le quitó el plug y lo dejó caer, volvió a abofetearla y ella se mantuvo impasible.

—Te haces la dura…

Kenji la cogió en brazos y se sentó en la cama y a ella en sus piernas dándole la espalda.

—Sigues buscando que te castigue. —Le acarició el glande con suavidad y ensuciando sus dedos, haciéndola jadear. —Eso es que quieres ser sólo un juguete.

—N-no… quiero ser una buena… sumisa…

Kenji le mordió el hombro con fuerza pero Luna no gritó, tan sólo soltó un débil quejido de placer y derramó una lágrima.

—Dijiste que fantaseo demasiado. —Empezó a masturbarla lentamente y ella gemía de forma débil. —Pero mira que patética te ves ahora.

Kenji jadeó en el cuello de Luna y la mandíbula de ella tembló.

—Me gusta que todas las marcas de tu piel… sean mías.

Fue más rápido tocándola y con los dedos en el glande. Luna movía las piernas y se mordía el labio inferior con los ojos cerrados.

—Te quieres correr otra vez. —Luna asintió. —Tendrás que pedir permiso, vamos.

—Por favor… deja que me corra.

—Hazlo… compláceme…

Kenji la besó en el cuello y Luna gimió el nombre de él una y otra vez al mismo tiempo que se agarraba a las mantas hasta que se vino en sus piernas y en los dedos de él.

—Luz… —Luna jadeó y miró hacia arriba. —Necesito descansar.

—Y limpiarte. —Ambos rieron y se frotaron sus mejillas entre ellos. —Venga, te traeré toallitas.

Mientras Amy se encontraba en su despacho junto a Aiden leyendo documentos mientras él vigilaba apoyado en uno de las estanterías.

—¿Algún informe de Caitlín? —Aiden negó con la cabeza. —¿Algún mensaje?

—Em… dijo que comprase más cuerdas.

—¿Cuerdas? Ah, claro, prisioneros.

—Bueno… no sé, no creo que las cuerdas de seda sean para eso, señora.

Amy arqueó una ceja y entonces negó con la cabeza.

—¿En qué mundos se mete esta mujer? —Amy cerró de golpe la carpeta y suspiró. —Esta alianza no está sirviendo…

—¿De qué habla?

—De que Kenji Uematsu no está haciendo suficiente contra mi ex marido, y ha corrompido a mis hijos.

Amy se levantó y fue a la ventana, a lo que Aiden la siguió.

—Todo el mundo cree que Alana está desaparecida.

—Tal como ordenaste.

—Tenía la esperanza de que su subordinada iría tras ella pero también ha ido mi pequeña Caitlín. —Amy sonrió y miró a Aiden. —Eso hace el trabajo más fácil.

—Sí, señora.

—Aún creen ella y Darren que eres su infiltrado. —Aiden sonrió y miró a la ventana. —Y Luna no está muy protegida.

—¿Qué propone?

—¿Y sí… alguien se la llevara? —Amy llamó la atención de Aiden. —¿Y sí Liam supiese que su hija está en peligro y en manos de Darren?

—Podría matarlo yo por la espalda.

—¿Matarlo tú cuando puedes dejar que otros lo hagan? —Amy negó con la cabeza. —Confío en ti más que en mis hijos, deja que el trabajo se haga solo.

—Se hará… señora.

—Cuando Kenji descubra que Luna está en peligro, se irá directamente a por Darren y lo matará. —Ambos sonrieron de forma cruel. —O mejor aún, quizás se maten entre ellos.

—Un excelente plan, señora.

Una hora después, en el apartamento de Leo, el propio Leo estaba penetrando a James en la cama, ambos desnudos y el propio James con las manos esposadas y tumbado bocabajo.

—Basta… ya es la cuarta vez… que me vengo… Leo…

—No te pongas competitivo… voy por la sexta… no me ganarás… —Leo vio entonces el rostro de incomodidad de James y le azotó en una nalga. —Está bien…

Leo se inclinó, le besó en la espalda y se separó viendo el rostro enrojecido y de placer de James, sonrojándose y sintiendo una sensación de placer en el pecho.

—Te traeré papel…

—Tranquilo, yo… —James intentó levantarse y negó con la cabeza mientras se quitaba las esposas. —Tendrás que irte sin mí…

Leo sonrió y se marchó del dormitorio.

—¡No mires… atrás! Ai…

—Idiota… —Leo soltó una carcajada pero se alarmó al escuchar un ruido. —No…

Leo intentó observar al fondo de la habitación pero era intensa la oscuridad y volvió al dormitorio.

—¿Tan rápido…? —James vio coger las pistolas de la mesita de noche y le arrojó una de ellas. —¿Qué ocurre?

—Hay alguien a…

Hubo disparos de armas automáticas y ambos se tumbaron en el suelo. Las balas atravesaban las paredes pero los dos se mantuvieron en calma.

—¡¿Estás bien?! —Preguntó James y Leo le hizo un gesto de aprobación al oírse un golpe. —¡Cuando paren de disparar!

Los disparos pararon y ambos se levantaron y se abrieron a tiros. Durante unos segundos hubo disparos hasta que pararon y ambos volvieron al dormitorio.

—Mierda, debe haber más en la entrada. —Leo miró de reojo en la esquina. —Cuento seis.

—¡Señor policía! —Oyeron a una mujer. —¡Madero! ¡¿Me oyes?!

Ambos se miraron sorprendidos y vieron la sombra de una mujer.

—¡Encerraste a mi hermanito! ¡A Kevin! —La voz de la mujer estaba más cerca. —¡Tic…! Tac… tic…

Oyeron a la mujer dejar algo en el suelo y de nuevo sus pasos a más distancia.

—¡Recuerda tus últimos segundos!

James se alarmó, cogió a Leo de la mano y se lanzaron juntos por la ventana, tras ellos una explosión y una llamarada en el apartamento.

Mientras Kenji entraba desnudo en la habitación de Luna con el cabello suelto y mojado.

Vio a Luna estar tumbada en la cama, medio dormida y bocarriba trasteando con un pequeño objeto cilíndrico.

—Deberías dormir un poco. —Kenji sonrió, apagó la luz y se acercó a ella. —Es tarde.

—Dame un seg… —Luna dejó el objeto en la mesilla y se tumbó bocabajo. —Ya está.

—Me estás provocando…

Kenji se tumbó a cuatro sobre ella y le dio besos en la espalda.

—O-oye…

—Voy a interrogarte. —Kenji le dio un pequeño beso en la nuca. —¿Qué es eso?

—U-un… dispositivo GPS…

—¿Estás preocupada por si te secuestran? —Luna asintió tímidamente. —Un gran plan, lo reconozco.

—¿En serio?

Kenji se tumbó junto a ella y sonrió.

—Nunca me has elogiado…

—No creí que hiciera falta. —Luna se tumbó de lado mirando a Kenji sorprendida. —Siempre has sido, desde que te conozco, una persona inteligente y valiente, tienes mucho ingenio y valor, y sobretodo astucia.

—Bueno… soy abogada.

—No, eres Luna, eso es mucho mejor. —Kenji sonrió de forma dulce y Luna escondió su rostro ruborizado en el pecho de él. —Y estoy orgulloso de ti.

—Deja de hacerme bullying.

Kenji soltó una carcajada y le acarició la cabeza.

—Buenas noches, mi Luna.

Ambos se abrazaron fuerte y Luna suspiró.

—Eres un demonio…

Luna se sentía hipnotizada por la respiración de Kenji, el tacto de su piel, sus músculos, su calor. Sentía cierto impulso y deseo que se esforzaba en controlar, y al mismo tiempo, una sensación de calma.

—Luna… ¿Algún día te gustaría…?

—¿El qué?

—Me gustaría… ir juntos a la playa, algún día. —Kenji habló con timidez y sonrojado. —No te confundas, no es que… quiera verte en bikini, sólo es una cita.

—Ah… nunca me he puesto bikini.

—Deberías hacerlo, tienes buen cuerpo. —Kenji bajó un dedo por la espalda de Luna. —Un cuerpo hermoso…

—Si esto sigue…

La respiración de ambos se aceleraba más con el suave y lento tacto.

—No sé… que pasará… Kenji…

—Sólo te estoy acariciando. —Kenji susurraba de forma dulce y la besó en la cabeza. —Tranquila, no iré a más.

—Estás siendo muy dulce esta noche…

—No puedo evitarlo si eres tú.

Luna abrazó fuerte a Kenji y él sonrió.

Mientras tanto, Leo se encontraba en la calle frente al apartamento con una manta, tumbado en una camilla y rodeado de policías, bomberos y paramédicos. El hombre corpulento del hospital vestido de uniforme se acercó a él y le tocó el hombro.

—Comisario.

—¿Quién ha sido? —El comisario miró al apartamento echando humo. —¿Los Kelly?

—Sí, una venganza de Alana Kelly por su hermano Kevin.

—Hijos de puta, ahora se atreven a tocar a uno de los nuestros.

—Llevaban mucho sin tocar a un policía. —Leo soltó un quejido de dolor. —Menos mal… que sólo era la segunda planta, es increíble que ahora pongan bombas y se líen a tiros en nuestra cara.

—Sé que no te va a gustar pero te voy a quitar del caso y a dar la baja. —Leo asintió y volvió a soltar otro quejido. —¿El brazo?

—Y las costillas y las piernas…

—Cuando vuelvas, tendrás a toda la comisaría dándote la bienvenida. —El comisario le acarició el cabello. —Debo preguntarte ¿Estabas solo en tu apartamento?

—Preferiría hablarlo en un entorno privado, señor comisario.

—Leo ¿A qué te refieres?

Leo le hizo un gesto y el comisario se inclinó.

—Porfavor, pase lo que pase… confíe en mí. —Leo susurró asustado. —Estaba con alguien pero no es lo que cree.

Dos paramédicos llegaron y agarraron la camilla.

—¿De qué estás hablando?

—Estaba con un hombre… un confidente.

Se lo llevaron a la ambulancia y el comisario arqueó una ceja mientras la veía arrancar e irse.

—Un confidente… ¿Por qué en su casa? —Un policía se acercó a él. —Dígame ¿Es posible acceder?

—Sí, señor, pero… el escenario es un tanto extraño.

—Explícate.

—El dormitorio tenía prendas de ropa de otra persona, ropa de hombre junto a la del…

—Eso es raro.

—Bueno… también hay muestras que se han salvado, muestras de semen en la cama y en la ropa, muestras recientes…

—Que sigan investigando entonces y que busquen testigos si han visto algo.

Al día siguiente, Luna despertó en la cama, dando la espalda a Kenji y él abrazándola.

—Mmm… —Luna se estiró y se levantó de la cama a escondidas pero vio a Kenji dormir y esbozó una dulce sonrisa. —Que mono…

Luna se acercó a Kenji, le besó en la cabeza y se acercó a su oído.

—Duerme… mi demonio…

Se marchó del dormitorio vestida con una camisa blanca y bragas rosas. Bajó las escaleras hasta el salón, donde vio a Amy desayunar en el sofá una taza de té.

—¿Qué tal has dormido, mi niña? —Preguntó dando un sorbo. —¿Habéis dormido bien?

—Sí, madre. —Luna sonrió feliz y Amy asintió. —¿Hay café?

—Claro y está recién hecho ¿Te preparo una taza?

—No te preocupes, me la preparo yo.

Luna fue a la cocina, cogió una taza y se sirvió café de una cafetera de hornilla.

—Que bien huele…

De repente alguien la inmovilizó con un brazo en el cuello y una gasa en la boca y la nariz.

—¡Mmmf! —Luna intentó defenderse y se dio cuenta que el color de las manos era de piel oscura. —Mmmf…

Intentó mirar de reojo a su atacante y vio a Aiden antes de quedarse inconsciente.

—Lo siento… Luna. 

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