martes, 9 de noviembre de 2021

Mi día a día con un demonio. Capítulo 8.

Al día siguiente por la mañana, Luna y Kenji se encontraban solos en una sala de interrogatorios. Luna vestía traje azul con corbata negra y mocasines marrones además de llevar su cabello con un moño, Kenji vestía traje negro con camisa negra entreabierta y botines de cuero negros, además de su cabello en una coleta y sin la venda del cuello y el pecho.

—¿Algún plan, letrada? —Preguntó Kenji cruzando las piernas y mirando el teléfono. —¿O prefieres que hable yo?

—Técnicamente no eres sospechoso y esto no es un interrogatorio. —Luna le imitó y miró al espejo. —Ha habido un charco con tu sangre, tienes heridas pero que yo sepa tú no disparaste a los asesinos.

—Debió ser un ángel de la guarda, quizás el mismo que me sacó de allí.

Luna sonrió y Kenji miró al espejo con una mirada asesina.

—Una pregunta, letrada ¿No es ilegal que un policía pueda estar presente en la reunión entre abogado e investigado?

—Incluso estar al otro lado intentando leer los labios. —Dos hombres vestidos de paisano entraron y se sentaron frente a ellos. —¿Exactamente de qué acusan al señor Uematsu?

—De asesinar a varias personas. —Habló uno de ellos. —Y de huir del escenario del crimen.

—¿Tienen pruebas de eso? —Los hombres se quedaron mudos y Luna guardó el teléfono para mirarles a los ojos. —¿Algo que diga que mi cliente estuvo ahí, asesinó a alguien y se marchó por su propio pie?

—Tenemos testigos que indican que ustedes dos estuvieron juntos en el restaurante.

—Una reunión de trabajo de diez minutos. —Kenji guardó el teléfono y miró a los policías. —Después vino alguien a avisarme… pero iba encapuchado y no le vi la cara.

—Y se puso a pegar tiros en medio del restaurante. —Kenji soltó una risotada al oír al detective. —¿No fue así? ¿O era el mismo encapuchado que le robó el coche?

—Dos camareros intentaron asesinarme con armas de fuego y me hirieron, no recuerdo más salvo despertar al día siguiente en mi apartamento.

—¿Pretende que nos creamos su historia? Es usted un líder criminal.

—¿Pueden demostrar que mi cliente es un criminal? —Luna hizo incomodar a los policías y miró a Kenji. —Es sólo un mero empresario, un hombre de negocios que gestiona propiedades y que está en el punto de mira de la mafia irlandesa.

—¿Y bien? —Kenji cogió el teléfono y les ignoró. —¿Van a detenerme?

—No pero… le pondremos escolta policial.

—No quiero su escolta, quiero que investiguen a la gente que intentó asesinarme. —Kenji se levantó y Luna le siguió. —Si me disculpan, debo atender unos asuntos.

Tras unos minutos, Kenji y Luna salieron de comisaría y se miraron mutuamente.

—Ahora estamos en el punto de mira. —Luna se tocó la frente y suspiró. —¿Seguimos el plan?

—Por supuesto, voy a comer ahora con un amigo. —Kenji le besó en la frente y le acarició el cuello. —Estar sin ti me va a matar por dentro.

Kenji susurró y Luna se avergonzó, su corazón latió con rapidez y su mandíbula tembló.

—Demonio idiota… sólo van a ser unas horas separados.

—Y cada hora será una eternidad sin poder tocarte y besarte.

Un monovolumen negro paró frente a ellos y Kenji sonrió.

—Pórtate bien mientras tu amo está fuera.

Kenji subió al coche de pasajero y Luna vio como se marchaba. Estaba sonrojada y paralizada, su cuerpo temblaba y ella se tocó los labios.

—Eres lo peor, demonio…

Mientras en el apartamento de Leo, el propio Leo se encontraba desnudo en una ducha con el cabello suelto y mojado. Estaba pensativo, con las manos apoyadas en la pared y aclarando su cuerpo con el agua que caía de la alcachofa.

—¿De qué me suena? Se parece a Luna pero… —Leo se dio la vuelta y se apoyó en la pared con la espalda. —He debido verle antes… he debido verle en algún sitio.

Leo suspiró y se frotó la cara, negó con la cabeza y se mantuvo cabizbajo.

—Debo estar volviéndome loco. —Escuchó la puerta abrirse y alzó la vista, viendo a James entrar desnudo. —¿Te he despertado sin querer?

Su cuerpo estaba tonificado, con vello rojizo por el cuerpo, su miembro flácido era de unos 18 cm, sin rasurar y circuncidado.

—Pensé que era queriendo y que no te apetecía ducharte solo. —James se acercó a Leo y le arrinconó. —¿Qué murmurabas?

—Un caso que me está rallando el cerebro. —James le besó en los labios. —Un tiroteo en un restaurante… muertos…

—Voy a sentirme celoso si no estoy en tus pensamientos.

Leo le acarició las mejillas y le besó de forma apasionada, sus lenguas jugaban entre ellas y al separarse se miraron los dos.

—No te basta con haber estado dentro de mí físicamente…

—Es que nunca había empotrado a un policía contra un armario así que estoy nervioso por si me detienes. —James sonrió y Leo empezó a reír. —Me sobran bromas sobre policías versátiles, te aviso.

—Si me cansan puedo esposarte a la parte de atrás de un coche de policía. —Leo le guiñó un ojo y James se sonrojó. —O usar la palabra de seguridad.

—Lo primero me llama más, no lo he probado, quizás…

—Ojalá, esta tarde tengo una reunión con una amiga y su… novio.

—Decía esta noche, esta tarde tampoco puedo. —James puso sus manos en el pecho de Leo y le besó en la mejilla. —Reunión también pero familiar.

—Va a ser una pesadilla entonces.

—No si tienes una hermana lesbiana con la que compartir el sufrimiento y el armario. —James cogió gel de baño y sonrió de forma triste. —Con mi madre soy el chico bueno al que le gusta montar en moto.

—Cuando la verdad es que le gusta montar también a su policía. —Ambos empezaron a reírse sin remedio. —Perdona… te he robado el puesto de novio gracioso.

—¿Novio? Yo… —James se sorprendió y Leo se sonrojó. —No sabía que fuésemos novios.

—Perdona, he soltado eso sin pensar, seguramente no querrías eso ahora.

—No… yo… no es eso. —James se apoyó en la pared y se entristeció. —Me gustaría pero… es difícil.

—Me lo imagino. —Leo cogió la mano de James discretamente. —Pero puedo esperar a que sea fácil.

—No seas tonto, Leo.

—No lo soy, y no lo digo porque me gusten los chicos malos. —Leo notó que James le cogió con fuerza la mano y sonrió. —Simplemente es que me gusta un tal James.

—Y a mí me gustas tú. —James se acercó un poco a Leo. —Y… y me gusta que me escuches.

—Puedo hacer más que eso. —Leo miró a James. —Si tú quieres.

—Te… lo agradezco. —James tragó saliva y Leo le arrinconó. —¡O-oye!

Leo se arrodilló, lamió el miembro de James que se volvió más erecto.

—Joder… Leo… —James sonrió de placer y Leo le miró con el glande entre los labios. —Que poli tan servicial…

Le agarró del pelo y le hizo tragar del todo, gimiendo de placer al sentir estar en la garganta de Leo.

—Eres un buen perro… —James jadeaba complacido viendo a Leo sollozar. —Un perro que sabe… su lugar…

Leo se separó, dejó caer gotas de saliva y al recuperar el aire sonrió.

—Bueno… un día te detengo… y al siguiente me arrodillo… así funciona…

—No te he dado permiso para hablar… perro… —James le agarró del cabello con más fuerza. —Debería enseñarte cuál es tu lugar.

Una hora después Luna estaba caminando cerca del río y en dirección a un hotel. Al llegar allí vio que al lado de la puerta había un restaurante donde almorzaba la gente y se dio cuenta que ahí estaba el hombre del día anterior terminando de tomar una crema.

Luna se decidió a acercarse a él y sentarse a su lado.

—Que aproveche. —Luna sonrió y el hombre le devolvió la sonrisa. —Siento ser brusca.

—Para nada, tu presencia me alegra y es un placer.

Luna se quitó la chaqueta del traje y se soltó el cabello. Le pareció curioso como aquel hombre le había mostrado un carácter frío el día anterior y aquel día una sonrisa cómo si la conociera de toda la vida.

—No llegué a preguntar tu nombre, después de ayer creo que fui maleducado por ello y por apuntarte con un arma —El hombre suspiró y le ofreció la mano. —Uematsu Masato.

—Luna… Kelly. —Luna le devolvió el apretón y ambos sonrieron con amabilidad. —Y no pasa nada, creo que conocí casi igual a Kenji.

—Kenji suele ser impulsivo aunque lo camufla con una actitud fría.

—Ya… que me va a contar. —Masato soltó una carcajada y Luna se sonrojó. —Pero tiene buen corazón.

—Es algo que heredó de su madre.

—¿De Rebecca? —Masato asintió y Luna sonrió débilmente. —Entonces… usted debe ser su padre.

—Así es, no era difícil darse cuenta.

—Kenji parece estar enfadado con usted, por cómo le trató después de… eso.

—Fui un desastre cómo padre pero no podía hacer otra cosa. —Un camarero apareció y se llevó el plato. —Pero mi mundo es un lugar peligroso y si no te adaptas, te comen, se aprovechan de tus debilidades para acabar contigo.

Masato dio un sorbo a la copa de vino y Luna apartó la mirada.

—Mi madre solía decir eso para excusar sus actitudes y en base a los abusos de mi padre. —Masato miró sorprendido a Luna y ella se puso nerviosa. —Pe-pero… sabiendo la historia que tiene Kenji con los suyos, quizás no fue tan mal.

—Hice lo que pude y sólo espero que me perdone.

—Creo que está enfadado con usted porque para él usted es un extraño. —Masato arqueó una ceja y Luna le miró a los ojos. —Es su padre porque la sangre lo dice pero la realidad es… que tienen demasiada distancia, al igual que… yo con mi madre.

—No creo que impedirte vivir sea igual teniendo en cuenta que no era para protegerte sino para protegerse. —Luna se sorprendió al oír a Masato. —Puede que tu madre y yo seamos parecidos, somos criminales pero no impediría a Kenji ser él mismo.

Luna sonrió feliz oyendo hablar a Masato y él suspiró molesto.

—Discúlpame si he sonado atrevido. —Masato llamó a un camarero levantando la mano. —Para disculparme, me gustaría invitarte a comer conmigo.

—¿Es una treta para que le cuente cosas de Kenji? —Masato levantó las manos y sonrió. —Lo sabía.

—Está bien ¿Aceptarías al menos un regalo por mi parte?

Horas después al atardecer, Kenji entraba en el apartamento, donde le esperaban veinte subordinados armados con escopetas y subfusiles, Yumiko vistiendo traje negro y botines, y Leo con su pelo recogido en un moño y vistiendo camiseta negra, chaqueta de cuero gris, vaqueros azules y botas de PVC negras.

—Os quiero en los apartamentos y preparados para cualquier cosa. —Kenji les invitó a salir y todos los subordinados se marcharon. —Vosotros debéis también estar preparados.

—Sigue sin parecerme un buen plan. —Leo miró a Kenji cerrar la puerta y dejó su placa en la mesa del comedor. —Luna podría salir mal parada.

—Para eso estamos aquí tú y yo, señor policía. —Yumiko se cruzó de brazos. —Para apoyarla.

—Estaremos sin armas, será difícil apoyarla si decide llevársela.

—Si lo hace, mataré a Amy yo mismo. —Kenji se echó el flequillo hacia atrás y esperó de brazos cruzados ante la puerta. —A ella y a quien pueda traer.

El ambiente entre ellos se volvió tenso, los nervios les invadían y Leo no dejó de mirar hacia las escaleras.

Entonces sonó como alguien golpeaba en la puerta y ésta se abrió. Ante ellos entró una mujer de unos sesenta años y después, una mujer más joven con un batido de Starbucks en la mano, y de unos veinticinco años, ambas compartiendo rasgos idénticos a los de Luna, tanto de pecas, color de piel y color de ojos.

La mujer madura era muy delgada, de metro ochenta, pelo canoso, liso y largo hasta la cintura, vistiendo un traje blanco, tacones blancos y collar de perlas blancas.

La mujer joven era delgada, de cabello rosa y corto, con el lado derecho rapado y flequillo hacia el lado izquierdo, vestía camiseta negra de cuello alto, chaqueta de cuero marrón con cuello de lana, collar con cruz de madera, pantalones azules de cuero y botines negros.

La joven y Yumiko se miraron fijamente, con gran tensión y como si desearan dispararse la una a la otra a expensas de sus jefes.

—Tú debes ser la que está detrás de mí hermana Alana, deseas matarla ¿No?

—¿Te produce algún problema? —Yumiko miró con desprecio a la joven. —Porque tengo balas suficientes para ambas.

—¿No preferirías un cuchillo conmigo? —La joven se relamió los labios y Yumiko emitió un gruñido. —Podría ser muy satisfactorio si lo acaricias por mi espalda, piénsalo.

—Dudo que disfrute torturando a una escoria como tú.

—No hablaba de tortura sino de una cita, tú, yo, un cuchillo, cinta aislante. —La joven le guiñó un ojo. —Piénsalo.

—No me van las irlandesas psicópatas, tengo otros gustos.

—Caitlín, suficiente. —La mujer miró a Caitlín y ella suspiró molesta. —No me gusta que finjas ser una depravada de esas que besa a otras mujeres.

—¡¿Perdone?! —Yumiko preguntó enfadada. —Si vuelve a…

Kenji la miró de reojo interrumpiéndola.

—Perdón por la tardanza. —James entró en el apartamento vestido como siempre. —Que tal…

James y Leo se sorprendieron al verse el uno al otro. James estaba asustado con el corazón acelerado y Leo enfadado, apretando el puño con fuerza.

—Ya estamos todos, dejad que nos presentamos. —La mujer miró a Caitlín y James. —Soy Amy Kelly y ellos mis hijos y tenientes Caitlín Kelly y James Kelly.

—Uematsu Kenji, mi protectora Yumiko Yamada, y este policía es Leo.

—¿Un policía? —Caitlín se llevó la mano a la espalda. —¿Es una broma?

—No, pronto lo entenderéis. —Kenji tranquilamente desenfundó su arma, le quitó el cargador y la bala de la recámara para finalmente dejarlo caer todo a los pies de Amy y de él. —Así estaremos todos tranquilos.

Todos hicieron lo mismo dejando caer sus armas a los pies de ambos jefes. Amy entonces miró a Kenji y él miró a las escaleras.

—La carta que le disteis a mi marido ¿Acaso la escribió mi hijo Kevin? —Kenji miró a Amy y se cruzó de brazos. —Si lo que querías era mi atención, la tienes.

—No la escribió Kevin. —Amy arqueó una ceja. —Y yo no estaba interesado en tu atención.

—Deberías tener cuidado con quien juegas. —Caitlín habló enfadada pero Kenji la ignoró. —Deberíamos matarte por disparar a mi hermano Kevin.

—Tu hermano secuestró a alguien importante para nosotros. —Yumiko miró enfadada a Caitlín. —Tiene suerte de que el señor Uematsu no le matase.

—Los asuntos de familia son asuntos de familia, no pintáis nada.

James gruñó y Leo le miró enfadado, Kenji sonrió y cerró los ojos.

—Tenéis razón, nosotros no pintamos nada. —Kenji miró a las escaleras y se quitó la chaqueta. —Pero ella sí.

Todos miraron a las escaleras y se oyeron los pasos de unos tacones.

—¡¿Estáis escondiendo a Alana?! —Gritó Caitlín pero Amy se giró y la miró. —Perdona, madre.

—Yo no tengo ninguna hija aparte de Caitlín y Alana.

—Si usted lo dice… —Susurró Leo y Amy le miró enfadada. —Debería verla por usted misma.

Los pasos volvieron a oírse pero esta vez bajando las escaleras. Todos miraron y vieron a Luna bajar, vestida con un vestido azul elegante, tacones negros, y collar de perlas.

Luna no pudo evitar sentirse incomoda,

—Menudo bombón… —Susurró Caitlín. —¿Quién es?

—Tu hermana. —Yumiko habló molesta y suspiró asqueada. —Incestuosa de…

—Basta. —Amy exclamó indignada. —Tú no eres mi hija.

—Lo es, es Luna Kelly y es una mujer increíble. —Kenji sonrió orgulloso y Luna se avergonzó. —Así que también es su hija.

—No… Billy… mi niño… —Amy rompió a llorar y Luna apartó la mirada. —¿Qué te ha pasado? ¿En qué te has convertido?

—Ella no se ha convertido en nada, siempre fue una mujer. —Leo se acercó a Luna y le cogió la mano. —Y su nombre es Luna, no Billy.

Yumiko caminó hacia Luna y se colocó a su lado.

—Lo mínimo que debería hacer es respetarla.

—¿Respetarla? Esto sólo hará que sufra más, Billy, ven conmigo, iremos a casa y… te arreglaré, buscaré un terapeuta. —Amy le ofreció su mano a Luna y ella tragó saliva de forma incomoda. —Vamos, ven conmigo, mi niño.

Caitlín y James caminaron hacia Luna y se interpusieron entre ella y Amy.

—¿Qué estáis haciendo? ¿Cómo os atrevéis?

—Estamos hartos de esto, de que nos trates de enfermos si no somos como quieres, pues lo siento. —James habló enfadado y se giró para mirar a Luna y sonreír. —Ella es nuestra hermana pequeña.

—Así que tendrás que aguantarte, tienes una hija bollera, un hijo gay y una hija transgénero y tendrás que aceptarlo. —Caitlín se giró y arqueó una ceja mirando a Luna. —¿Lo he dicho guay?

—Sí… eh, perfectamente. —Luna susurró y Caitlín le guiñó un ojo. —Gracias.

—Luna, estás preciosa, que lo sepas. —James le acarició la cabeza y se giró. —Te avergüenza más nuestra felicidad que las cosas horribles que hemos hecho por ti, madre.

Luna se llevó las manos al pecho y se sintió aliviada, estaba aterrada pero a la vez notaba que no estaba sola, sus amigos y hermanos la estaban apoyando y protegiendo, y eso la hacía feliz en su corazón.

—¡Eso no es verdad! —Gritó Amy. —Os quiero a todos pero eso… no, nada de esto es natural.

—¿Y qué es natural, mamá? —Preguntó Luna con determinación, todos se apartaron y ella miró a Amy. —¿Estar metida en la cama llorando y viendo a las chicas cambiar mientras lloras porque sabes que nunca lo harás? ¿No poder ir a clase porque sabes que puedes quebrarte a la mínima? ¿Qué te traten siendo un chico cuando ni siquiera eres eso? ¡¿Eso es natural?!

Hubo un silencio incomodo en el ambiente, todo se volvió más tenso y aquel silencio que invadía el apartamento se rompió por el llanto de Luna.

—Sé que no fue fácil cuidar de nosotros… y que tuviste que hacer mucho… con todo lo que nos pasó a los tres. —Luna cogió las manos de James y Caitlín. —Pero tenemos derecho a vivir sin miedo, no somos monstruos.

—¿Has… sido feliz así? —Amy preguntó y Luna asintió. —¿Y seríais felices si os acepto?

—Nos gustaría.

James y Caitlín hablaron a la vez, y Amy asintió.

—Pues… me alegra que seas hija mía, Luna, y que seáis mis hijos. —Amy se acercó a Luna y le besó la frente. —Tened paciencia conmigo, vuestra madre es un poco…

—¿Carca? —Preguntó Caitlín.

—¿Chapada a la antigua? —James sonrió.

Amy suspiró molesta y Luna soltó una carcajada, que sorprendió a todos menos a Kenji, quién estuvo feliz.

—¿Podrás perdonarme, mi niña?

—Lo intentaré. —Luna se secó las lágrimas y Amy la abrazó. —Hay algo… em, que quiero decirte.

Amy la soltó sorprendida y Luna fue hacia Kenji, cogió sus manos y él asintió.

—Kenji es… mi novio. —Luna le soltó y se giró para ver a su familia sorprenderse. —Sé que es…

—Extraño. —Respondió Amy.

—Mi hermana es una auténtica conquistadora. —Caitlín aplaudió y sonrió. —Menuda suerte te has llevado, míster sushi handsome.

—¿Me has llamado…? —Kenji hizo una mueca de desagrado. —No soporto a tu hermana, Luna.

—Sólo espero que no le hagas daño a mi hermanita. —James se cruzó de brazos y Luna se dio cuenta que ambos se miraban molestos. —Por lo demás, tienes mi bendición.

—La persona que secuestró mi hijo Kevin no era a alguien de tu gente ¿No?

—No… fue a ella. —Kenji besó la cabeza de Luna y le acarició la espalda. —Y ella me ha salvado la vida dos veces, es una luchadora de buen corazón.

—No sé si aprobar vuestra relación, aún así, su sitio es con nosotros, con su familia, no contigo.

—¡Luna jamás volverá con vosotros! —Exclamaron Kenji y Leo a la vez.

James miró a Leo y él se enfadó.

—¿Tanto nos odias, policía?

—Sois una panda de mentirosos que se aprovechan de los demás.

James intentó contener su enfado y apartó la mirada.

—Iré contigo pero quiero seguir viendo a Kenji. —Luna cerró los ojos y tragó saliva. —Y no acepto un no.

—Luna, no puedes…

—Kenji… tienes que confiar en mí. —Susurró Luna y él negó con la cabeza. —Si estoy cerca, podré investigar quién mató a tu madre.

—No puedo perderte, Luna…

—No lo harás, demonio. —Luna besó en los labios a Kenji. —Confía en mí.

—Aceptaré que os veáis. —Amy se acercó a ambos y le ofreció su mano a Kenji. —Si aceptas una alianza conmigo a cambio de ello, una alianza contra mi marido.

—Me voy a acabar arrepintiendo. —Kenji le apretó la mano con duda y Amy mostró una mueca de desagrado. —Si le pasa algo…

—No le pasará nada, es mi hija. —Amy hizo un gesto a sus hijos. —Vámonos, recoge tus cosas.

—Si le impides su transición o le haces daño… —Dijo Yumiko enfadada y Kenji negó con la cabeza. —Iré yo misma a matarte.

—Tranquila, preciosa. —Caitlín se cruzó de brazos y se interpuso entre Yumiko y los tres. —Me aseguraré de que esté bien.

—Será mejor que sea así o te haré sufrir lentamente.

Amy, Caitlín y James cogieron sus armas y se marcharon del apartamento, después Leo, Kenji y Yumiko miraron a Luna.

—Quiero vengarme pero no a este precio. —Kenji acarició el cabello de Luna. —No lo hagas.

—Te quiero y siempre te querré.

Luna le apartó la mano y se marchó al segundo piso. Kenji se sentó en el reposabrazos, contuvo sus lágrimas y cabizbajo dos mechones de pelo caían por su frente. Su corazón estaba acelerado, sus manos temblaban de miedo, jadeaba nervioso y una lagrima cayó por su mejilla.

—Kenji. —Leo se acercó a Kenji y le tocó el hombro izquierda. —Iré a verla siempre que pueda, si pasa algo tengo a alguien dentro, lo convenceré para que la saque a la mínima amenaza.

—No necesito planes de huida, necesito la certeza de que estará bien. —Kenji entrelazó los dedos. —Y nadie puede asegurarme eso.

—Mi hombre… James puede, no me importará aprovechar que le gusto y que es su hermano para asegurarme de ello. —Kenji alzó la vista y Leo se rascó la nuca. —No soy un monstruo pero haré lo que sea por mi amiga.

—Valoro lo que haces. —Kenji se levantó y le tocó el brazo. —Y te respeto.

Luna bajó con un bolso negro a la espalda y caminó hacia la entrada.

—Kenji… volveré. —Luna sonrió y Kenji rompió a llorar. —Pórtate bien mientras estoy fuera o… te…

Luna rompió a llorar y Kenji fue a ella y la besó apasionadamente. Sus lágrimas caían por la piel y las mejillas de ambos, mojaban mutuamente sus labios mientras se miraban con dulzura.

—Tú vuelve o me aseguraré de probar la colección entera de nuevo. —Kenji sonrió y Luna se sonrojó. —Ve, mi Luna.

Vieron a Luna marcharse del apartamento y Kenji se mordió el labio inferior, cerrando la puerta al apoyar la espalda en ella.

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