miércoles, 3 de noviembre de 2021

Mi día a día con un demonio. Capítulo 5.

Al día siguiente siendo el anochecer, Yumiko estaba en el apartamento de Kenji, discutiendo con Leo en la cocina, vistiendo traje negro y botines, y él con camiseta blanca de tirantes, chaqueta de cuero, vaqueros azules, botas verdes militares y placa en el cinto.
—¡Lo que te pido no es difícil! —Exclamó Leo desesperado. —No entréis en guerra con los Kelly, es simple ¿Acaso queréis más sangre por las calles?
—Mi jefe está moribundo en la cama y me pides que no defienda su honor.
—Te pido que seas sensata.
—¿Después de lo que han hecho? —Yumiko preguntó enfadada. —Y mientras esperamos a que detengan a mi jefe.
—No hubo testigos ni pruebas, está a salvo. —Leo se rascó la frente y suspiró. —Creen que atacaron a otra persona.
—No habrá sangre en las calles, pero tampoco te prometo que no haya en sus casas.
—Si empezáis una guerra, no os ayudaré más. —Leo caminó hacia el salón y Yumiko le siguió. —Mi trabajo es evitar muertes, si queréis enfrentaros a Darren os detendré.
Yumiko se sorprendió al ver a Luna bajar las escaleras, vestida igual que ayer y con manchas de sangre seca por el vestido, las manos y la cara.
Leo se giró también y vieron a Luna acercarse a la puerta de la entrada, la abrió y miró molesta a Leo.
—Muy bien, se va por aquí.
—Luna, no puedes…
Luna miró a la salida y después a Leo.
—Lárgate.
—Sé que no estás bien ahora…
—¡Vete!
Leo se marchó dubitativo y Luna cerró la puerta con fuerza.
—Tranquila, todo estará bien.
Luna se miró las manos y apretó los puños.
—¿Qué tenéis pensado? —Luna preguntó y Yumiko se encogió de hombros. —¿Nada?
—Estamos preparando a un equipo.
—Ya… teníais a un informático a sueldo ¿No?
—Em… ah, sí, Leo. —Luna arqueó una ceja. —Leónidas, es un hacker, no es tu Leo, de hecho… mejor no llamarle así, sólo lo hace el señor Uematsu.
—¿Podría entrar en las cuentas de mi padre y robarle?
—Pues… claro pero tener su dinero será más problemático.
—No hace falta tenerlo, sólo traspasarlo a una de las cuentas de Amy Kelly… mi madre. —Luna sacó de debajo del vestido un sobre manchado de sangre. —Llámalo y dile que lo haga, después envía esto a mi padre, pensará que estáis aliados con ella.
—Es un… gran plan pero…
—Será una manera de desviar la atención y recuperarse.
Yumiko cogió el sobre con cuidado y Luna se marchó al piso de arriba.
—Está claro que sería buena pareja para él. —Sacó el móvil y tecleó un número. —Leónidas.
Mientras Luna entró en silencio en el dormitorio. Kenji yacía dormido en la cama desnudo de cintura para arriba, con el cabello suelto, una venda en el cuello y otra en el pecho, y vestía los pantalones del día anterior con manchas de sangre.
Cerró la puerta con cuidado, apoyando la espalda en ella. Le observó en silencio mientras se oía la lluvia chocar con fuerza contra la ventana y los relámpagos sonar.
—No lo entiendo, no entiendo por qué… te odio, sólo me utilizabas y te odio más cuanto más lo pienso. —Luna le miró con un profundo enfado y se acercó a él, acercó con miedo su mano al rostro de Kenji. —Y sólo puedo estar aquí… enfadada por ti, conmigo misma por no haberme quedado, con mi familia por lo que te han hecho, preocupada por si jamás volveré a oír tu voz…
Retiró la mano y se las miró, se acarició las palmas con los dedos y miró a Kenji conteniendo sus lágrimas.
—Aún tengo tu sangre… y no puedo ni quitármela, siento que si me voy a la ducha, que si me distraigo… volverán y no puedo.
Kenji balbuceó en sueños y asustado, su respiración se aceleró y se agarró a las sabanas.
Luna fue a cogerle la mano pero la apartó al segundo, Se decidió a marcharse de la habitación y suspiró. Fuera de la habitación se apoyó en la puerta y cerró los ojos.
—No entiendo que me pasa…
—Date una ducha, te ayudará.
Yumiko le tocó el hombro, Luna la miró y ella le guiñó un ojo.
—Seguirá a salvo cuando vuelvas.
Yumiko entró en el dormitorio y Luna se llevó las manos al rostro para acabar rompiendo a llorar.
Mientras Kenji soñaba estar en una habitación pequeña de estilo japonés. Miraba a todos lados asustado y desesperado.
—Tengo que encontrarla antes de que vengan. —Se giró y vio un rastro de sangre. —Luna ¿Estás aquí?
Sintió un intenso calor en su piel, doloroso pero no se inmutó.
—¡Luna!
Kenji despertó sudando y empezó a tocarse el cuerpo.
—Estoy vivo…
—Sí. —Yumiko habló sentada en la cama y guardando un rollo de vendas en un botiquín. —Y menos mal que le he cambiado el vendaje, señor.
—Luna ¿Dónde está?
—Dándose una ducha. —Kenji suspiró aliviado y Yumiko cerró el botiquín. —Estuvo muy afectada incluso cuando las heridas no eran nada, bueno… un pulmón perforado por una costilla rota y un corte en el cuello es algo pero…
—Te he entendido. —Kenji miró por la ventana. —Gracias por salvarme.
—Si sólo llamé al carnicero. —Yumiko arqueó una ceja y Kenji se sorprendió. —Fue Luna quién le salvó, se abrió a tiros por usted, lleva desde ayer… desde que le trajo, sin comer ni beber, hasta estuvo sin separarse de usted.
—Volvió… lo que hizo fue una locura. —Kenji susurró y fue a levantarse pero Yumiko se lo impidió. —Basta, podrían haberla matado.
—Luna sabe defenderse. —Yumiko se levantó y cogió el botiquín. —No es una princesa, señor Uematsu, debería confiar más en ella, dele su espacio ahora.
Yumiko se marchó y Kenji apretó los puños con fuerza. Sentía que debía verla, que necesitaba decirle todo lo que guardaba en su corazón y contarle la verdad.
Luna estuvo en el baño, una habitación de suelo de azulejos blancos, paredes de azulejos de color celeste, techo blanco, lámpara de cristal, retrete, lavabo con encimera de mármol, armario y espejo, y bañera de hidromasaje con alcachofa de ducha.
El agua de la alcachofa caía por los cabellos, el rostro y el cuerpo desnudo de Luna, resbalando por la piel junto a la sangre, limpiándola cómo si la purificara, mezclándose y cayendo por el desagüe.
—No puedo pensar en él, es mi enemigo. —Cerró los ojos y se mordió el labio inferior. —Él… él sólo quiere aprovecharse de mí.
Miró hacia arriba a la pared y abrió la boca, bebiendo el agua que caía. Se lavó la cara y escupió entre lágrimas.
—¿Por qué no soy tan fuerte? —Luna puso las manos en sus senos. —¿Por qué no consigo aclarar mis sentimientos?
Sintió entonces que alguien la arrinconó, poniendo una mano en la pared al lado de su cabeza y otra agarrándola de la muñeca derecha.
—¿Por qué volviste a por mí? —Luna escuchó a Kenji susurrar y se asustó. —Podrías haber muerto.
—Habrías pe-perdido tu herramienta entonces. —Luna apretó los puños con gran enfado. —Eso es lo que soy… una herramienta más…
Luna intentó contener las lágrimas y Kenji pegó más su cuerpo al de ella.
—No, habría perdido a mi amiga.
—Deja de jugar conmigo. —Luna se mordió el labio inferior y se avergonzó. —Deja de fingir que soy todo eso y más para ti.
Kenji la besó en la cabeza y le acarició los hombros con ambas manos.
—¿Por qué, Kenji? ¿Por qué me haces enamorarme de ti si sólo vas a utilizarme?
—No es lo que crees.
Luna le apartó las manos de los hombros y se dio la vuelta, viendo el cabello suelto de Kenji mojarse junto a su cuerpo, las vendas y sus pantalones. Luna entre lágrimas y sonrojada le miró haciéndole sentir molesto.
—Nunca he querido utilizarte. —Kenji la besó de forma apasionada y al separarse se miraron con gran timidez. —He intentado… odiarte, Luna, aquella noche que te secuestraron lo intenté, eres una Kelly pero yo… me… yo quise protegerte, quise matar a todos los que se atrevieron a tocarte, y seguía sintiendo eso incluso… cuando me traicionaste.
Kenji apoyó las manos en la pared y Luna jadeó cabizbaja.
—No soy el mismo contigo, me siento débil.
—N-no pienso creer tus mentiras.
—No me creas entonces pero escucha lo que tengo que decirte.
Luna alzó la vista para mirar enfadada a Kenji y él tragó saliva.
—El hecho de venir aquí, de estar en el conflicto entre tus padres, todo es mera venganza, todo por mi madre. —Luna se sorprendió y Kenji acarició el rostro de Luna. —Fue tu familia quien mató a mi madre, no sé quién dio la orden pero quiero averiguarlo pero… nunca te utilizaría, sólo quiero pedirte que me ayudes.
Kenji apartó la mirada, Luna intentó acariciarle el rostro pero quitó la mano.
—Aceptaré un no si lo deseas.
—Demonio idiota… —Luna le cogió la mano con la que le acariciaba él y la puso en su cuello, lo que llamó la atención de Kenji. —Debería haber confiado en ti.
—No es tu culpa, debí decírtelo aquella noche. —Kenji la besó y Luna le acarició el rostro con ambas manos. —Porfavor, perdóname.
—Perdóname tú…
Se besaron rozando sus lenguas y Kenji presionó a Luna contra la pared. Se separaron dejando un hilo de saliva y Luna le miró entre lágrimas.
—Tuve miedo… de perderte… —Luna subió sus manos, enredándose en los cabellos de Kenji. —No debí marcharme…
—Nos habrían matado si te hubieras quedado. —Kenji rozó la punta de la nariz con la mejilla de Luna, jadeando y acariciando los cabellos de ella. —Me alegro de que te marcharas…
—Daría mi vida por ti, Kenji. —Luna susurró avergonzada y entrelazó sus dedos entre los cabellos de Kenji. —Incluso si soy lo que más odias…
Kenji agarró de los brazos a Luna y los puso sobre la cabeza de ella.
—Ni se te ocurra… jamás te odiaría… no podría…
—Quédate… porfavor…
Kenji le agarró de las muñecas con una mano y la besó. Su lengua la presionaba la de ella mientras bajaba la otra mano por la cintura. Bajaba con suavidad, rozando las yemas con la piel de Luna hasta llegar al pene.
—Ken… —Luna intentó coger aire y sintió los dedos en sus canales inguinales, presionando y moviéndose lentamente. —Kenji…
Luna no podía tomar aire, se estremecía de placer, gimiendo y jugando con la lengua de Kenji. Se separó de ella y Luna se mordió el labio inferior mirándole avergonzada.
—Eres un auténtico pecado, Luna.
Kenji acercó su rostro al cuello de Luna y succionó apretando los labios.
—Duele…
Luna sintió como Kenji la marcaba con un chupetón pero también se vio feliz de poder tocarle, de estar con él, sentía alivio y un profundo deseo de ser tomada por él. Kenji la soltó y puso sus manos en las caderas de Luna, la acariciaba con calma y bajaba hasta sus nalgas.
—No puedo… tus heridas se abrirán. —Kenji lamió la marca del cuello y se acercó al oído, haciendo que Luna temblara y pusiera las manos en el pecho de él. —No…
—Déjame hacerte disfrutar…
Le separó las nalgas e introdujo un dedo en el ano, moviéndolo en círculos y haciendo que Luna arañase el pecho de Kenji y se resistiera a gemir.
—Eres tan adorable. —Kenji besó a Luna y ella bajó una mano hacia el pene de él, tocándole por encima de la ropa. —Luna…
Gimió Kenji débilmente y se relamió mientras se desabrochaba los pantalones. Agarró a Luna de los muslos y la levantó apoyándola en la pared.
—Kenji, espera…
—No puedo más…
La inclinó, haciendo que Luna se agarrase al cuello de Kenji, quién le introdujo el pene poco a poco hasta la mitad, haciendo que ella le tirase del pelo.
—¿Te duele?
—Un poco… —Luna se estremeció y cerró los ojos avergonzada. —Ve despacio…
Kenji la introdujo del todo y la sacó con cuidado.
—¿Así estás mejor…? —Luna le interrumpió gimiendo con fuerza y asintió sonrojada. —Mírame… quiero follarte mientras te miro a los ojos, quiero ver cómo disfrutas… y que me veas disfrutar estando dentro de ti.
Abrió los ojos y miró a Kenji, que empezó a penetrarla más rápido. Se sentía totalmente embriagada con cada arremetida, sus sentidos descontrolados, sus piernas temblaban al movimiento de él, a la fuerza con la que la agarraba pero era diferente, no había control ni palabra de seguridad, no había roles ni normas, a la vez el deseo que ella sentía no era por su señor, era por Kenji, un deseo puro y dulce mezclado con la lujuriosa pasión que veía en los ojos de aquel hombre que la hacía disfrutar.
—Kenji… te… quie… —La penetró con más fuerza y notó el miembro presionar contra su próstata. —¡Kenji!
—No puedo más… Luna…
Kenji fue más rápido, gimiendo ambos con gran intensidad y al unísono hasta dar un último gemido, corriéndose ambos a la vez, Luna en el vientre de Kenji con un fluido transparente y líquido, y Kenji dentro de Luna. Tan sólo hubo jadeos y una mirada cómplice entre ellos.
—Te… te quiero… Kenji… —Luna habló avergonzada y entre jadeos. —Te quiero…
Kenji sacó el miembro, cayendo entonces una abundante gota de semen desde el ano y bajando por una nalga, goteando al suelo de la bañera. Dejó a Luna de pie temblorosa pero ella no pudo mantenerse, y Kenji la cogió en brazos.
—Perdón… —Luna miró las vendas del pecho llenarse de sangre y Kenji cerró el grifo con el pie. —Es culpa mía…
—Te quiero, Luna, no es tu culpa.
—¿Te duele? —Kenji negó con la cabeza. —Claro que te duele… demonio mentiroso.
Luna sonrió dulcemente mirando el rostro sonrojado de Kenji. Ambos salieron del baño y Yumiko, apoyada en la pared, les miró muy enfadada y se acercó a ellos.
—¡Kenji Uematsu! —Gritó asustando a Luna y haciendo suspirar a Kenji. —¡¿Qué le dije?!
—No lo recuerdo.
—¡Qué le diera su espacio! —Miró las vendas ensangrentadas y mojadas, y se llevó las manos a la cara. —¡Y le he cambiado el vendaje hace nada!
—Ha sido culpa mía… lo siento, Yumiko. —Susurró Luna y Yumiko apartó las manos para mirarla molesta. —Quería hacerlo.
—¡Y tú…!
—También ha sido culpa mía.
—¡A la habitación los dos! —Yumiko señaló la puerta del dormitorio y ellos se fueron a la habitación. —¡Y se cambia las vendas usted! Es increíble que tenga que ser la madre de esta banda.
Kenji dejó a Luna en la cama y le besó en la frente.
—Quiero… quiero ayudarte a vengarte…
—Descansa, te traeré algo. —Kenji vio a Luna quedarse dormida y sonrió. —Buenas noches, mi Luna.
Pasaron varios minutos y Kenji salió limpio, con vendaje nuevo y vistiendo boxers blancos. Vio a Yumiko al teléfono y se acercó a ella.
—Infórmame. —Ordenó Kenji. —Quiero saberlo todo.
—Debe descansar ahora mismo.
Yumiko vio a Kenji caminar hacia la barra y prepararse un cóctel, haciéndola indignarse.
—No me quejo de que beba demasiado pero ahora no es el momento. —Kenji la ignoró y sacó varias bebidas alcohólicas. —Me rindo, estamos… observando la reacción de Amy Kelly ante el ataque que ha sufrido.
—No recuerdo que tuviésemos trato con ella, y menos después de quitarle parte de su territorio.
—Y no lo tenemos pero Darren Kelly creerá que sí, considerando que habrá represalias por parte de ella. —Ambos sonrieron y Yumiko caminó hacia él. —El policía nos amenazó para evitar la guerra, así que…
—Sólo observamos. —Yumiko asintió y Kenji agitó una coctelera. —Tú sueles ser menos sutil en estás situaciones ¿Qué ha cambiado?
—No ha sido mi plan. —Yumiko habló con orgullo y Kenji arqueó una ceja al oírla. —Luna podría ser perfectamente una excelente mano derecha.
—O una peligrosa enemiga, depende del bando. —Kenji vertió el líquido transparente de la coctelera en una copa con una sonrisa. —Primero me dices que me salva la vida matando y luego esto, cada vez me gusta más este lado de Luna.
—Reconozco que su motivación fue sorprendente. —Yumiko se sentó sobre el piano ante la atenta mirada de Kenji. —Quiso tomar represalias por usted con un plan que le protegiese, arriesgando su propio paradero ante sus peores enemigos.
—Cuéntame más de ese plan.
Kenji se acercó a ella con calma y copa en mano.
—Ha usado a Leónidas para robar cierto dinero, haciéndolo pasar por un plan de Amy Kelly usando una carta. —Yumiko miró por la ventana y sonrió. —Una carta escrita en su idioma nativo y con la misma letra que su madre a riesgo de atraer la atención de toda su familia.
—No puede ser verdad.
—Pues lo es y la verdad es que… siente una gran lealtad hacia usted para arriesgar tanto, no cabe duda.
—No es lealtad, Yumiko.
Kenji se sonrojó y bebió todo de un traigo.
—¿A qué se refiere?
—Ella dijo que moriría por mí, que no le importa si la odio. —Se echó el cabello hacia atrás con una mano y Yumiko se sorprendió. —Pero no puedo odiarla, y menos… y menos cuando la deseo.
—Tantos años con tantas mujeres y resulta que se ha enamorado de la hija de sus enemigos.
—Ya… Irónico.
—Sí… pero no me refiero a eso exactamente. —Yumiko cogió la mano de Kenji y sonrió. —Nunca le he visto sonreír con tanta dulzura, a diario suele tener esa sonrisa tonta, disfruta cocinando, incluso en el coche se le ve muy relajado.
—Tonterías, sólo estoy enamorado, el resto del tiempo estoy concentrado. —Kenji le apartó la mano y habló molesto. —No estás centrada últimamente.
—Yo no tengo a Luna en mis pensamientos todo el día.
—Me voy.
Kenji se alejó enfadado y Yumiko soltó una carcajada con cierta mofa.
—No veo que tiene de gracioso está situación.
—Es simple. —Kenji se giró sonrojado y Yumiko se levantó. —Luna le hace feliz, y usted a ella.
Kenji suspiró molesto y caminó hacia la barra.
—¿Cuál es la situación de nuestro prisionero?
—Kevin Kelly sigue inconsciente. —Vio Yumiko a Kenji dejar una copa en la barra. —Mañana le traen su nuevo escritorio, podríamos quitar todo esto y…
Kenji la ignoró y Yumiko miró el piano.
—Pero a mí me gustaría dejar esto. —Yumiko vio a Kenji hacerse una coleta y sonrió. —¿Recuerdas cuando venías a casa a tocar?
—Lo siento, por hacerte daño.
Kenji se giró, mirándola triste y Yumiko negó con la cabeza.
—No lo haces, te debo mi vida, te debo eso y más. —Yumiko miró a las ventanas. —Y si Luna te da la felicidad que yo no puedo darte, entonces déjame proteger eso.
—Siempre puedes marcharte cuando quieras.
Yumiko soltó una carcajada y Kenji la miró con seriedad.
—Me gusta esta vida, no creo que me marche y menos hasta ver que por fin tendrás lo que quieres. —Yumiko miró la puerta del dormitorio y se encogió de hombros. —Además, me cae bien Luna, quiero ver cómo termina todo esto entre vosotros.
—Si es lo que deseas…
—Sí… mañana me encargaré de interrogar. —Yumiko se acercó a él y le dio un beso en la mejilla derecha. —Tómatelo con calma, porfa.
Yumiko se marchó al primer piso y Kenji suspiró sonriente.
Mientras tanto en la puerta del portal del apartamento estaba Leo hablando por teléfono, molesto e intranquilo, protegiéndose de la tormenta.
—¿En serio no podemos pedir una orden? —Preguntó sorprendido Leo. —Le he dicho que el cabeza de los yakuza está herido y no lo ven relacionado, si no hacemos algo podría haber más muertes.
Sólo pasaron unos segundos y Leo colgó enfadado.
—¡Maldición! —Guardó el teléfono y sacó un paquete de tabaco de la chaqueta. —Es increíble que esté pasando esto.
Sacó un cigarro que se llevó a la boca y del bolsillo de la chaqueta sacó también un mechero. Guardó discretamente el paquete e intentó encender el cigarro sin éxito.
—Mierda… —De repente escuchó un mechero encenderse y alzó la vista. —Gra… cias…
Vio a un hombre de unos veintiséis años, tenía su misma estatura y forma física, de piel blanca, rapado y pelirrojo, con pecas y ojos azules, y la cicatriz de un corte con puntos en el lado derecho. Estaba empapado, vestía mono negro de motorista, guantes negros de cuero y botas negras.
—Denada. —Habló el hombre con una sonrisa. —¿Puedo fumar con usted?
—Eh… sí. —Le ofreció el paquete al desconocido y le vio coger uno. —Es el último que me queda.
—Se aprecia mucho. —El hombre encendió el cigarro y guardó el mechero. —Me llamo James.
—Leo. —Miró fijamente a James. —Con lo que está cayendo es imposible salir en moto ¿Eh?
—¿También conduces una? —Leo asintió y se quitó la chaqueta. —Es genial cuando montas una, su vibración, su potencia, el viento en la cara.
—Excepto cuando te cae la de Cristo. —Leo habló con una sonrisa y le ofreció su chaqueta. —Deberías secarte un poco o te resfriarás.
James cogió la chaqueta y se fijó en la placa de policía.
—Lo de servir y proteger lo llevas muy bien.
—No es nuestro lema. —Leo soltó una carcajada y vio a James secarse la cabeza. —Aunque me gusta servir bien en ciertas situaciones.
Las palabras de Leo llamaron la atención de James y el propio Leo apartó la mirada sonrojado.
—Perdona, no quería incomodarte.
—No lo has hecho. —James sonrió avergonzado y le devolvió la chaqueta. —Nunca he desayunado con un policía.
Leo sorprendido se ruborizó más y se quedó prendado por la sonrisa de aquel hombre.
—Es una locura pero… mi apartamento está algo lejos y un taxi a medias estaría bien. —Leo sacó el teléfono y sonrió. —Sería una pena que te resfriaras.
—¿Habrá espacio en la ducha para los dos?
—En mi ducha, en mi cama y en mi sofá. —Leo le guiñó un ojo y James se ruborizó tímidamente. —Perdona… se me da mal esto.
—No lo parece, de hecho creo que me has ligado ya.
Ambos empezaron a reír y se miraron sonrojados.

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