lunes, 29 de noviembre de 2021

Mi día a día con un demonio. Capítulo 12.

Luna despertó en un almacén, sentada en una silla y atada de pies y manos a ella con cuerdas.

—Mierda… otra vez…

Veía la luz pasar por algunas rendijas del techo de uralita y todo el suelo de cemento mojado con agua, además de algunas cadenas de acero colgadas de vigas de hierro del techo. Miró a otro lado y vio a James desnudo y en la misma situación que ella pero malherido con moratones por todo el cuerpo.

—James… eh… despierta. —James no se inmutó y Luna jadeó asustada. —James… ¡James!

—James está… descansando.

La voz en eco de una mujer alertó a Luna y vio una sombra en el fondo.

—¿Quién eres? —Preguntó Luna enfadada. —¡¿Qué le has hecho?!

—Nada, sólo una reunión familiar.

La mujer salió de las sombras y sonrió.

Era de 1.80, veintisiete años, rellenita, blanca, pecas, ojos azules, pelirroja y de melena rizada. Vestía mono de pintor con capucha, mascarilla al cuello, gafas protectoras y botas para lluvia.

—Wow… así que Billy. —La mujer caminó hacia Luna con un bate de béisbol. —Billy… y ahora… ¿Qué nombre?

—Luna… su nombre es… ¡Luna! —Gritó James agitándose. —¡Déjala en paz, Alana…!

—¿Qué…? —Luna miró a la mujer y ella se encogió de hombros. —¿Papá… está…?

—Ah… sí… está viniendo. —Alana le guiñó un ojo y Luna se asustó. —Va a divertirse contigo, Luna, y todo gracias a la persona en la que confiaste.

Aiden salió de entre las sombras, miró con desprecio a Luna y ella se enfadó.

—Acabas de condenarnos, eres…

—Pero Luna, por favor… él sólo obedecía órdenes. —Alana miró a Aiden. —Mis ordenes.

Alana sonrió orgullosa y miró a Luna. Ella sintió una presión en su pecho, una sensación de ansiedad y miedo la invadía y la hacia querer huir.

—Lo de engañar a mi hermana ha sido fácil pero encima a esa japonesa… no se tomó bien que intentase matar a su rey, un plan perfecto, sin fisuras.

—Cuando vengan… mi novio y el de Luna… te matarán.

—¿Tu novio va a matarme? —Alana dejó caer el bate y caminó hacia él. —Unos putos maricones no van a tocarme.

—¡Alana! —Aiden llamó la atención de ella y le mostró el móvil. —Debo hacer una llamada.

—Te acompañaré, por seguridad.

Ambos se marcharon y James escupió sangre.

—¿Qué te han hecho, James?

—Nada que tu hermano no maneje. —James soltó una carcajada. —Tiene gracia que nos haya pillado a Leo y a mí follando ¿Sabes? Tiroteos… bombas…

—¿Está bien? Porfavor…

—Conmigo siempre lo va estar. —James le guiñó un ojo y Luna sonrió intranquila. —Acción nunca falta en pareja…

James tosió y logró cortar las cuerdas de las muñecas.

—Voy a desatarnos… mierda…

—No… vete, busca ayuda. —Luna susurró mareada y James se liberó. —No puedo moverme, te retrasaría.

—Llamaré a mamá y…

—No… llama a Kenji, que use el GPS… vete.

—Volveré, hermanita, no te perderé otra vez.

James se marchó corriendo y Luna empezó a frotar las cuerdas con la silla.

—Que llamada más inútil. —Alana volvió y vio la silla vacía. —Joder, debí romperle el culo.

Alana miró a Luna, cogió el bate y dio pequeños golpes contra el suelo con él.

—Si no puedo desquitarme con el maricón…

Alana caminó hacia ella, Luna se soltó y se quitó las cuerdas de los tobillos.

—No vas a poder aguantar de pie, eso hace más fácil desahogarme hasta que nos devuelvas todo.

Alana se acercó a Luna, fue a golpearla y ella se levantó silla en mano golpeándola y cayendo ambas al suelo. Hubo unos segundos de silencio hasta que Luna tosió e intentó levantarse.

—No podrás levantarte… peque.

Liam caminó hacia Luna, vestido con una camisa hawaiana negra, pantalones de lino blanco y mocasines negros.

—Vas a tener que matarme. —Luna se tumbó bocarriba. —No pienso dejar… que me toquéis.

—Sigues siendo peleona. —Liam sonrió y se arrodilló ante Luna. —Pero preferiría que saliésemos de este espantoso lugar juntos, tienes una vida por delante siendo tú misma.

—Tú no me conoces…

—¿Eso crees?

Liam cogió en brazos a Luna con mucho esfuerzo y se levantó.

—¿Quién eres? ¿Algún estereotipo de mafioso jubilado? —Luna sonrió y Liam soltó una carcajada. —¿Para quién trabajas?

—¿Yo? Estoy jubilado pero antes solía llevarte al instituto.

—¿De qué…?

Mientras Kenji se encontraba en una habitación de hospital junto a Leo, que se encontraba tumbado en una camilla con las piernas y el brazo derecho escayolado. Kenji vestía la misma ropa y la chaqueta por los hombros.

—Están rastreando la señal de Luna, los encontraré. —Kenji arropó a Leo con su chaqueta. —Mataré a Alana Kelly con mis propias manos.

—Nos la han jugado, Kenji.

—Eso es lo que creen pero Luna juega a otro nivel. —Kenji sonrió orgulloso. —Leónidas la encontrará.

—Deberías volver a casa y planear algo… no aquí viéndome sufrir.

Kenji miró enfurecido a Leo e intentó calmarse.

—Te considero un amigo, eres un hombre con valores y eso lo respeto. —Leo no entendía las palabras de Kenji. —Que te hayan atacado es un insulto.

—¿Y qué haces que no estás tomando represalias? —Leo tosió de forma grave. —Largo…

Kenji sonrió y se marchó de la habitación pero entonces se encontró de frente con el comisario.

—Kenji Uematsu ¿Qué haces aquí?

—Veo al policía herido. —Kenji cerró la puerta con cuidado y miró a los ojos al comisario. —Quería hacerme preguntas y yo las he respondido.

—Claro… sí… ¿Qué clase de preguntas?

—Sobre los Kelly y el paradero de un hombre. —El comisario arqueó una ceja. —Parecía su confidente.

—¿Algo…? ¿Su confidente está desaparecido?

—Parece que sí pero son Kelly contra Kelly.

—Y tú finges que esto no tiene nada que ver contigo.

—No me interesan los Kelly, no tengo contacto con ellos.

Kenji se marchó y el comisario entró en la habitación.

—¿Estás mejor? —Leo asintió y sonrió. —Debo preguntar ¿Quién es tu confidente?

—Ninguno, es un amigo íntimo. —El comisario hizo una mueca de desagrado. —Es… James Kelly.

—Esto podría comprometer tu trabajo.

—Afrontaré lo que sea si así puedo estar con él y que deje esa vida.

Leo miró decidido al comisario y él le miró con aprobación.

—Señor comisario… soy gay.

—Bueno, era algo esperable y me parece normal. —El comisario suspiró y asintió nervioso. —Te cubriré entonces y diré que es un confidente.

—Gracias, señor comisario.

Kenji mientras tanto salía del hospital y subía a un deportivo plateado que se encontraba en la puerta. Arrancó el coche y se marchó a toda prisa. Su teléfono sonó y al cogerlo, se oyeron gritos de enfado de uns mujer.

—¡Que ya voy mamá!

—Leónidas, que ocurre.

—¡Es Leo, nadie dice bien mi nombre! —Kenji hizo una mueca de desagrado al oír gritar al joven. —He logrado localizar el dispositivo GPS.

—¿Y bien?

—Se encuentra en el poli… —Se oyeron más cerca las voces de la mujer y el joven gritó con furia. —No puedo seguir, usa el teléfono bro con la dirección que te he dado.

—¿Bro? Este chico… —Colgó el teléfono y miró la pantalla. —Voy a por ti, Luna.

Su móvil empezó a vibrar y aceptó la llamada.

—Señor, estamos listos, díganos donde ir.

—No. —Colgó el teléfono y lo arrojó por la ventana. —Esto es un asunto personal.

Una hora después, Masato vistiendo traje negro con bufanda blanca y sombrero de fieltro, y armado con su revolver, estaba entrando en un almacén rodeado de seis subordinados muertos con traje gris y recargando su arma.

Dentro del almacén vio a sus propios subordinados rodeados de cadáveres de subordinados y vistiendo con traje negro, las sillas rotas de Luna y James, y a un hombre de su edad, 1.80, relleno, piel blanca, ojos azules, pecas, cabellos rojizos y canosos pero cortos.

—¿Dónde está su hija? —Puso el tambor del arma y la giró. —Traedlo.

Dos hombres cogieron al hombre y lo arrojaron a sus pies.

—¿Qué has hecho con Luna? —Preguntó Masato y el hombre le escupió a los tobillos. —Incluso a punto de morir no tienes clase, Darren.

—¿Qué tal está tu pelirroja?

Masato le apuntó a la cabeza y disparó, matándolo en el acto.

—¡Papá!

Alana gritó, apareció disparando con una pistola pero hubo un disparo y cayó fulminada. Aiden salió de entre las sombras armado con una pistola y todos le apuntaron. La tensión podía palparse, casi a punto de abrir fuego.

—Será mejor que bajen las armas antes de que se arrepienta, señor Uematsu.

Se oyó el martillo de un revolver y Kenji surgió de las sombras y detrás de Aiden apuntando a la cabeza.

—Yo no me voy a arrepentir, has secuestrado a Luna y mi amigo Leo está en el hospital.

—En lo segundo no tengo relación pero conozco al traidor, sólo necesito que me escuchéis. —Aiden miró de reojo a Kenji. —También el paradero de Luna.

Todos bajaron las armas excepto Kenji, quien se mantuvo impasible.

—¿Está a salvo? —Preguntó Kenji molesto y Aiden asintió. —¿Y el traidor?

—Mi jefa, ella os ha traicionado a todos.

—Nunca debiste fiarte de la palabra de esa Kelly, hijo. —Kenji le ignoró y Masato negó con la cabeza. —Si ella es la traidora en esa extraña alianza ¿Cuál es tu papel?

—El de policía de Interpol infiltrado. —Kenji golpeó a Aiden y lo dejó inconsciente. —No nos va a servir de nada.

—Debemos ir juntos tras Amy, ella debe tener a Luna.

—Harías mejor en quitarte de en medio, padre.

—¡Kenji!

Masato vio marcharse a Kenji y suspiró molesto mientras se oían sirenas de policía.

—Hay que irse, señor.

Masato miró con desprecio el cuerpo de Darren y Alana, y cerró los ojos.

—Volvamos al hotel, será lo mejor.

Kenji salió del almacén, subió al deportivo y se marchó a gran velocidad. Su móvil sonó con un número desconocido y lo cogió.

—¿Kenji Uematsu?

La voz que se oyó fue la de Liam y Kenji arqueó una ceja.

—¿Quién eres exactamente?

—Ah, disculpa, tus subordinados me dieron tu número y esperaba que dejasen de apuntarme.

—Eso es porque te has metido donde no debes.

—En lo que se trata de la seguridad de mi hija, si debo. —Kenji se sorprendió con sus palabras y el tono de confianza. —Luna está aquí en tu apartamento, te aconsejo que ignores todo lo que te diga Amy Kelly.

—Ya sé lo que hizo.

—Bien ¿Aiden está bien entonces?

—Es tu compañero entonces. —Liam soltó una carcajada afable y Kenji suspiró molesto. —Sí, está inconsciente pero… tu hija…

—Es complicado, lo explicaré cuando vengas.

Mientras Leo se encontraba en su habitación leyendo un libro, y James entró machacado y vestido con chaqueta de cuero abrochada, vaqueros azules, y botas de cuero.

—¿Está interesante la historia? —James sonrió y llamó la atención de Leo. —Espero que sea la última vez que te deje tirado.

—Imbécil…

Leo rompió a llorar y James se acercó para besarle con dulzura.

—No pude impedir que te secuestraran…

—Nada que no maneje, no es tu culpa. —James le acarició el rostro y le guiñó un ojo. —Me preocupas tú, cariño.

—Es la primera vez que me llamas cariño…

—Sí… ahora que lo dices… es raro.

—¡No! Yo… —Leo se sonrojó y vio sonreír de forma burlona a James. —No me molesta.

—Pues entonces ¿Qué tal estás cariño? —Preguntó James de forma burlona y Leo suspiró. —Voy a agotar mucho tu paciencia.

—Me… alegro que estés bien, osito.

Ambos empezaron a reír avergonzados y sonrieron.

—Creo que voy a dejar la familia. —James se sentó en la cama y acarició las piernas de Leo. —Pensaba en pedirle el dinero de la abuela a Luna y… no sé, montar un negocio, un pub…

—¿Es por mí o…?

—En parte, lo de anoche y estar atado y…

—Por mi seguridad y por los peligros de ser Kelly ¿No?

—Y sobretodo por ti y nuestra relación. —James le guiñó un ojo y Leo se sonrojó. —Quiero ser legal para que podamos estar juntos tú y yo.

—¿Realmente harías eso por mí? Eso es… maravilloso. —Leo rompió a llorar. —Pensé que… te había perdido… y ahora vuelves… y…

—¿Prefieres que sigamos jugando a policías y ladrones? —Leo soltó una carcajada entre lágrimas y James se encogió de hombros. —A ver, siempre podemos jugar ¿Sabes? Tengo ganas de repetir si te pones otra vez el uniforme.

—Me lo pondría yendo a verte a tu bar.

—Quien dice bar dice pub, la idea es tener baños donde follar tú y yo.

—Tienes una manía insana con los baños y los uniformes ¿No? —James besó la frente de Leo y sonrió. —Sí, bésame para evadir el problema.

—Oye, que siempre que lo hacemos en un baño me esposas a algo.

—Es mi trabajo, detener a sinvergüenzas.

Leo le guiñó un ojo y James se levantó haciendo una peineta.

—Voy a por una bolsa de patatas.

—Tráeme una a mí también que no puedo levantarme. —Vio a James marcharse e ignorarle. —Oye.

—Ven tú, serás vago…

—¡Pe-pero! —Negó con la cabeza y sonrió con dulzura. —Este chico…

Media hora después Kenji entraba al apartamento a toda prisa y vio a Luna en el sofá con Alex en brazos y junto a Liam.

—Y entonces les di una colleja a ambos, fue la última vez que… —Liam miró a Kenji y después Luna. —Kenji Uematsu ¿No?

—El mismo.

—Kenji, este es Liam, él es…

—Soy tu padre, Luna. —Liam le tocó el hombro a ella y la miró a los ojos. —Sé que es complicado.

—No… mi padre es… Darren. —Luna miró a Kenji. —No puede ser ¿No?

—Eres hija mía y de Amy, lo sé porque Darren lo comprobó a los años de que nacieras.

—Amy me dijo que había una amenaza contra Luna. —Kenji se acercó a ellos con cautela. —Entonces era esto…

—Sí, Amy deseaba usaros para eliminar a Darren, Alana y a mí. —Liam invitó a Kenji a sentarse con ellos. —Ella no quiere que cuente esto porque les robé y bueno… hice desaparecer a Luna junto a su abuela.

—Entonces el dinero era cosa vuestra… aún no lo he gastado por… —Liam negó con la cabeza. —¿Mamá entonces vendrá a por nosotros?

—Lo más seguro es que a estas horas haya desaparecido debido a que su plan ha fracasado así que no.

Vieron entonces a Kenji mantenerse pensativo y sudar nervioso.

—¿Kenji? Ey… —Luna se levantó y Kenji cerró los ojos. —¿Te ocurre algo?

—Señor… —Kenji abrió los ojos, miró atemorizado a Liam y se inclinó en un gesto de respeto. —Es un honor conocerle entonces.

—¡¿Pero a que viene eso?!

—El honor es mío, Kenji. —Liam se levantó y le imitó. —Eres la viva imagen de Rebecca y Masato.

—¿Los conoces? —Preguntaron Luna y Kenji a la vez.

—Sí, ojalá poder haber hecho más pero Darren se salió con la suya. —Liam abrazó a Kenji con fuerza. —Espero que puedas perdonarme.

—No… yo… le agradezco sus palabras.

—Liam ¿Te apetece cenar con nosotros tres? —Luna sonrió y Liam rompió a llorar asintiendo y soltando a Kenji. —La cocina de Kenji es una maravilla aunque se pasa con el picante cuando hace cremas de calabaza… como cierto día…

—Tienes boca para decir que no quieres picante. —Kenji miró molesto a Luna. —Que te fuiste de la cocina.

—Me estabas incordiando, demonio.

—Te estaba enseñando, Luna.

—Enseñar restregando paquete ¿No? —Luna negó con la cabeza y apartando decepcionada la mirada. —¿Ves el novio que tengo, papá?

—¡Pero…!

Liam empezó a reír y ambos le miraron sorprendidos.

—Parecéis una pareja recién casada. —Los dos se sonrojaron y Kenji apartó la mirada. —¿Por qué no cocináis juntos y yo me encargo de Alex?

Ambos se miraron y Liam sonrió.

—Después de lo ocurrido, necesitaréis relajaros juntos y más con…

—Ahora mismo quiero tener a mi familia, a Alex, a Kenji. —Luna entrelazó los dedos de ambas manos y miró de reojo a Liam. —Y a ti… papá.

Kenji les vio sonreír y suspiró aliviado. Pudo notar la felicidad de Luna, la alegría en su mirada y al mismo tiempo cierto miedo e inseguridad.

—Yo cocinaré esta noche, sentaos y hablad con calma.

Kenji se fue a la cocina nervioso y Liam se fijó en Luna.

—Me recordáis a ellos, a Masato y Rebecca. —Liam se sentó y meció a Alex. —Solían enfadarse y cuidarse entre ellos, capaces de todo el uno por el otro.

—Incluso separarse.

Luna se entristeció y miró a la cocina.

—Sí… pero eso no os pasará, me he asegurado de ello.

—Eso no me da mucha confianza… —Luna se sentó con él y suspiró. —Aunque me alegra que seas mi padre.

Luna apoyó la cabeza en el hombro de Liam y sonrió.

—Siento haber tardado en decírtelo, hija. —Liam miró a Alex y sonrió feliz. —Me alegra saber que tengo una hija y un nieto.

—Niete, une niete.

—¿Qué? Dios… debo estar muy viejo.

—Kenji prefiere que Alex exprese su género por su cuenta.

—Ah, vais en serio entonces. —Luna asintió y se levantó. —Espero que no os caséis tan rápido.

—¡¿Casarnos?! —Luna se alarmó y se oyó caer un plato y romperse. —¡Papá!

—Me alegra que no os lo planteéis.

—Señor. —Kenji salió nervioso de la cocina. —Ja-jamás le pediría la mano a su hija tan rápido.

—Estoy seguro pero deberíais charlar sobre eso. —Liam le dio a Kenji el bebé y se fue a la cocina. —¡Os prepararé mi ternera a la cerveza!

—Eso no suena bueno.

Ambos hablaron a la vez y Luna soltó una carcajada.

—Creo que pedirse la mano tan rápido es una locura. —Kenji miró a otro lado. —Quizás en cinco años.

—¿Por qué estamos planeando cosas? Yo… pienso que por ahora estamos bien, aún así habría que acabar con…

—Darren y Alana están muertos, ya no hay más preocupaciones. —Kenji vio a Luna suspirar aliviada. —Todo se ha acabado.

—Se hace raro ¿Sabes?

—¿El no huir o el no saber qué hacer?

—Creo que ambos, por fin ya puedo centrarme en ser abogada. —Luna miró a Alex y le acarició la nariz. —Pero no vas a dejar esto ¿No?

—No, quiero seguir.

—Pues vas a necesitar una asesora legal entonces. —Luna miró a Kenji y le besó con dulzura. —Y alguien que te incordie cada mañana.

—Si es cada día mejor.

Kenji besó a Luna y tocó la punta de la nariz de ella con la suya. 

jueves, 18 de noviembre de 2021

Mi día a día con un demonio. Capítulo 11.

Un día después, al anochecer Amy esperaba a las afueras de la mansión, vestida con traje blanco, bailarinas blancas y con el cabello suelto.

—Liam, viejo estúpido… —Vio las luces de un coche en la distancia y negó con la cabeza. —No tienes derecho alguno sobre nuestra hija.

Aiden apareció detrás de ella y la arropó con una chaqueta de cuero. Estaba vestido con jersey de cuello alto blanco, vaqueros negros y botas negras militares.

—Hace frío, señora.

—Ha surgido una pequeña amenaza. —El tono de Amy fue de enfado. —No vuelvas a perderla como ayer.

—Sí, señora.

—No toleraré otro fallo, ya la perdí suficientes veces… —Aiden  se cruzó de brazos. —Su vida ahora está en peligro.

—¿Por quién? Si puedo preguntar…

—Por una puta rata, Aiden, una jodida rata traidora… que quiere enviar a mi pequeña a las manos de ese… —Amy se dio la vuelta y le tocó el hombro. —Perdona mi lenguaje soez, estoy nerviosa últimamente.

—Señora, protegeré a Luna con mi vida.

—No, no quiero que la protejas

Aiden miró sorprendido a Amy sin comprender sus palabras.

Un todoterreno negro paró frente a ellos y Kenji bajó de él junto a varios de sus subordinados. Iba vestido con traje negro, camisa negra entreabierta, guantes de cuero negro y botines negros de cuero.

—Disculpa esta reunión de última hora, señor Uematsu. —Amy le ofreció su mano a Kenji y él la apretó con fuerza. —Pero tengo un problema que afecta a Luna.

—Vayamos dentro entonces.

Ambos entraron a la mansión llegando a una entrada decorada con mesitas con bustos y cuadros exquisitos, y lámparas de pared, de paredes de papel pintado verde, techo de madera y suelo de madera también. Aiden les quitó las chaquetas y los dos caminaron juntos hasta el salón. Era una habitación similar con dos sofás de terciopelo, mesita central entre ellos, y escaleras a la segunda planta.

—Siéntese conmigo. —Amy le invitó a sentarse y lo hicieron juntos frente a frente. —¿Quiere té? ¿Una copa tal vez?

—No. —Habló firme Kenji y con mirada asesina. —Esta reunión es por Luna y en cambio está intentando adularme con una amabilidad enfermiza y ella sin estar presente.

—Me ha calado muy bien. —Amy aplaudió con sarcasmo. —Bravo.

—No me gustan sus juegos.

—Bien, seré directa. —Amy cruzó las piernas y se relajó. —Luna está en peligro, un traidor quiere llevarla ante Darren.

—Un traidor no es mi problema. —Kenji suspiró molesto. —Sé que hace con los traidores y es que los resuelve usted misma.

—Siempre lo hago.

—¿Y por qué siento que quiere que me ocupe yo? —Kenji se levantó indignado. —Resuelva este problema y yo protegeré a Luna por el camino.

—Esta reunión no ha terminado. —Kenji caminó hacia las escaleras indignado pero tranquilo. —¡Kenji!

—Mis hombres se han ido a un recado así que subiré a ver a Luna y me quedaré a dormir con ella. —Kenji sonrió y miró de reojo a Amy mientras subía las escaleras. —Por su seguridad.

Amy entonces se fijó que del bolsillo de Kenji sobresalía un collar de cuero blanco, e indignada se levantó del sofá.

—Ni se te ocurra ponerle un dedo a mi niña o…

—Yo también he tenido que sacar el cinturón alguna vez. —Kenji terminó de subir y se giró mirando a Amy con desprecio. —Pero intentaré no hacerlo hoy.

Entró en el dormitorio de Luna y cerró la puerta al mismo tiempo que observaba la habitación. Veía una montaña de archivadores en el escritorio, ropa por todos lados, y la cama deshecha.

—Esta es… ¿Su habitación? —Kenji respiró profundamente y se llevó una mano al pecho. —Este olor…

Su rostro se ruborizó y su corazón se aceleró mientras de sus labios escapaban tenues jadeos.

Dio un par de pasos y se inclinó para recoger un vestido rojo.

—Siempre ha tenido buen gusto… —Kenji susurró y olió la prenda. —Esto no está bien…

Se embriagó por el olor de Luna, su corazón se aceleró y su piel se volvió de gallina. Tragó saliva, dejó caer el vestido y miró el balcón.

—¿Por qué mi cuerpo… se enciende por ella de esta forma?

Caminó hacia la cama con calma, se sentó en ella y vio un par de cabellos rojizos en la almohada.

—Aún está tu calor… —Kenji acercó su rostro a la almohada y respiró profundamente. —Me haces sentir tan débil…

Kenji suspiró, sus manos acariciaban las sabanas y las agarró con fuerza.

—¿Por qué? ¿Por qué mi cuerpo te desea tanto? —Negó con la cabeza. —Es tan…

Suspiró e intentó tranquilizarse, se levantó de la cama y fue directo al balcón.

—Desearía ofrecerte más.

Luna entró en la habitación vestida en una bata blanca de ducha, con el cabello mojado y los pies desnudos.

—¿Kenji? ¿Te estás colando en mi habitación por el balcón? —Luna preguntó sorprendida y Kenji se dio la vuelta, acercándose a ella lentamente. —Deberías tener cuidado, si te pi…

Kenji la arrinconó, acercó sus labios al cuello de ella y mordió con fuerza.

—D-duele… —Luna se agarró a la espalda de Kenji y le arañó. —No…

—Quiero marcarte… —Kenji lamió el mordisco. —Quiero hacerte mía toda la noche.

Ambos cruzaron miradas y Luna sintió esa mirada de depredador que Kenji tenía. Se sintió paralizada, sus piernas temblaban y jadeó encendida.

—No me rendiré a ti… —Luna cerró los ojos y tragó saliva. —No dejaré que me devores…

Kenji se quitó los guantes con la boca y los dejó caer.

—Ya lo estoy haciendo. —Kenji susurró y le quitó la bata. —Tu cuerpo y tu voluntad ya son míos.

—Fantaseas demasiado… —Luna abrió los ojos y vio a Kenji de rodillas. —¡Espera!

Kenji acarició el glande con el dedo índice y mirando a Luna, viéndola taparse la boca con las manos.

—Te oirán gemir sí o sí, no te resistas. —Levantó el miembro y acercó sus labios a los testículos. —¿Debería jugar con ellos?

—No… no lo hagas…

Apretó los labios alrededor de la gónada derecha acariciándolo con la punta de la lengua y empezó a introducir un dedo dentro del canal inguinal izquierdo. Luna se retorcía de placer, estremeciéndose y gimiendo débilmente.

—Para… de devorarme… me… me lo haré… encima… para…

Luna se mordió el labio inferior y cerró los ojos con fuerza. Kenji la soltó e introdujo el miembro de Luna hasta su garganta y ella se relajó.

—¿Luna? ¿Estás ahí? —Amy preguntó desde el otro lado y Luna miró relajada a Kenji.

Él sintió como un líquido caliente del miembro de Luna invadía su boca y su garganta, dejando un sabor salado y extraño.

De los labios de Kenji cayó una gota amarilla y Luna se alarmó, negó con la cabeza y él al soltarla tragó y sonrió.

—Luna debe estar aún en la ducha, Amy. —Kenji se relamió y Luna le miró enfadada. —La lluvia de la alcachofa puede ser… muy relajante.

—Sí, muy cierto.

Luna movió los labios enfadada y avergonzada diciendo “te mataré”.

—Ya puedes hablar, tranquila.

—Te voy a matar. —Luna le empujó cayendo él de espaldas y se sentó sobre el vientre de él. —¡¿Cómo se te ocurre beberte mi pis?!

—Me gusta, no tiene nada de malo. —Kenji susurró de forma burlona. —Y parece que a ti también.

—Calla… no…

Luna se sentó en la entrepierna de Kenji y notó un bulto presionando en los pantalones.

—¿Tan rápido?

—¿Q-qué?

Luna negó con la cabeza y Kenji sonrió.

—No te has ganado ese lugar.

Kenji derribó a Luna tumbándola bocabajo.

—Ahora te puedo devorar mejor.

Luna intentó levantarse pero Kenji se lo impidió tumbándose sobre ella, clavando las rodillas en el suelo y agarrándola de las muñecas.

—Por favor amo…

—Sólo tienes que usar la palabra de seguridad.

Luna negó con la cabeza y apretó los puños, sintiendo la respiración de Kenji en su nuca. Sentía su cuerpo sometido, sabiendo que no podría escapar de su amo.

Kenji empezó a marcar la espalda de Luna con mordiscos, a arañarla pero Luna no gimió, tan sólo soltaba quejidos y se estremecía de placer.

—Amo Kenji…

Acarició los muslos de Luna y acercó su rostro a las nalgas pero al separarlas se dio cuenta que había un plug de acero introducido.

—¿Te he dado permiso para meterte juguetes? —Luna negó con la cabeza. —¿Y qué voy a hacer contigo?

—Castígame… mi señor…

Kenji sacó a la mitad el plug, dejando la parte gruesa atrapada.

—Es… es incomodo… —Luna arañó el suelo y Kenji le azotó la nalga derecha con la mano. —¡Lo siento!

—Estás portándote mal a propósito ¿Verdad? —Luna empezó a temblar y se vino en el suelo. —Y te has corrido sin permiso.

—Perdón… amo…

Le quitó el plug y lo dejó caer, volvió a abofetearla y ella se mantuvo impasible.

—Te haces la dura…

Kenji la cogió en brazos y se sentó en la cama y a ella en sus piernas dándole la espalda.

—Sigues buscando que te castigue. —Le acarició el glande con suavidad y ensuciando sus dedos, haciéndola jadear. —Eso es que quieres ser sólo un juguete.

—N-no… quiero ser una buena… sumisa…

Kenji le mordió el hombro con fuerza pero Luna no gritó, tan sólo soltó un débil quejido de placer y derramó una lágrima.

—Dijiste que fantaseo demasiado. —Empezó a masturbarla lentamente y ella gemía de forma débil. —Pero mira que patética te ves ahora.

Kenji jadeó en el cuello de Luna y la mandíbula de ella tembló.

—Me gusta que todas las marcas de tu piel… sean mías.

Fue más rápido tocándola y con los dedos en el glande. Luna movía las piernas y se mordía el labio inferior con los ojos cerrados.

—Te quieres correr otra vez. —Luna asintió. —Tendrás que pedir permiso, vamos.

—Por favor… deja que me corra.

—Hazlo… compláceme…

Kenji la besó en el cuello y Luna gimió el nombre de él una y otra vez al mismo tiempo que se agarraba a las mantas hasta que se vino en sus piernas y en los dedos de él.

—Luz… —Luna jadeó y miró hacia arriba. —Necesito descansar.

—Y limpiarte. —Ambos rieron y se frotaron sus mejillas entre ellos. —Venga, te traeré toallitas.

Mientras Amy se encontraba en su despacho junto a Aiden leyendo documentos mientras él vigilaba apoyado en uno de las estanterías.

—¿Algún informe de Caitlín? —Aiden negó con la cabeza. —¿Algún mensaje?

—Em… dijo que comprase más cuerdas.

—¿Cuerdas? Ah, claro, prisioneros.

—Bueno… no sé, no creo que las cuerdas de seda sean para eso, señora.

Amy arqueó una ceja y entonces negó con la cabeza.

—¿En qué mundos se mete esta mujer? —Amy cerró de golpe la carpeta y suspiró. —Esta alianza no está sirviendo…

—¿De qué habla?

—De que Kenji Uematsu no está haciendo suficiente contra mi ex marido, y ha corrompido a mis hijos.

Amy se levantó y fue a la ventana, a lo que Aiden la siguió.

—Todo el mundo cree que Alana está desaparecida.

—Tal como ordenaste.

—Tenía la esperanza de que su subordinada iría tras ella pero también ha ido mi pequeña Caitlín. —Amy sonrió y miró a Aiden. —Eso hace el trabajo más fácil.

—Sí, señora.

—Aún creen ella y Darren que eres su infiltrado. —Aiden sonrió y miró a la ventana. —Y Luna no está muy protegida.

—¿Qué propone?

—¿Y sí… alguien se la llevara? —Amy llamó la atención de Aiden. —¿Y sí Liam supiese que su hija está en peligro y en manos de Darren?

—Podría matarlo yo por la espalda.

—¿Matarlo tú cuando puedes dejar que otros lo hagan? —Amy negó con la cabeza. —Confío en ti más que en mis hijos, deja que el trabajo se haga solo.

—Se hará… señora.

—Cuando Kenji descubra que Luna está en peligro, se irá directamente a por Darren y lo matará. —Ambos sonrieron de forma cruel. —O mejor aún, quizás se maten entre ellos.

—Un excelente plan, señora.

Una hora después, en el apartamento de Leo, el propio Leo estaba penetrando a James en la cama, ambos desnudos y el propio James con las manos esposadas y tumbado bocabajo.

—Basta… ya es la cuarta vez… que me vengo… Leo…

—No te pongas competitivo… voy por la sexta… no me ganarás… —Leo vio entonces el rostro de incomodidad de James y le azotó en una nalga. —Está bien…

Leo se inclinó, le besó en la espalda y se separó viendo el rostro enrojecido y de placer de James, sonrojándose y sintiendo una sensación de placer en el pecho.

—Te traeré papel…

—Tranquilo, yo… —James intentó levantarse y negó con la cabeza mientras se quitaba las esposas. —Tendrás que irte sin mí…

Leo sonrió y se marchó del dormitorio.

—¡No mires… atrás! Ai…

—Idiota… —Leo soltó una carcajada pero se alarmó al escuchar un ruido. —No…

Leo intentó observar al fondo de la habitación pero era intensa la oscuridad y volvió al dormitorio.

—¿Tan rápido…? —James vio coger las pistolas de la mesita de noche y le arrojó una de ellas. —¿Qué ocurre?

—Hay alguien a…

Hubo disparos de armas automáticas y ambos se tumbaron en el suelo. Las balas atravesaban las paredes pero los dos se mantuvieron en calma.

—¡¿Estás bien?! —Preguntó James y Leo le hizo un gesto de aprobación al oírse un golpe. —¡Cuando paren de disparar!

Los disparos pararon y ambos se levantaron y se abrieron a tiros. Durante unos segundos hubo disparos hasta que pararon y ambos volvieron al dormitorio.

—Mierda, debe haber más en la entrada. —Leo miró de reojo en la esquina. —Cuento seis.

—¡Señor policía! —Oyeron a una mujer. —¡Madero! ¡¿Me oyes?!

Ambos se miraron sorprendidos y vieron la sombra de una mujer.

—¡Encerraste a mi hermanito! ¡A Kevin! —La voz de la mujer estaba más cerca. —¡Tic…! Tac… tic…

Oyeron a la mujer dejar algo en el suelo y de nuevo sus pasos a más distancia.

—¡Recuerda tus últimos segundos!

James se alarmó, cogió a Leo de la mano y se lanzaron juntos por la ventana, tras ellos una explosión y una llamarada en el apartamento.

Mientras Kenji entraba desnudo en la habitación de Luna con el cabello suelto y mojado.

Vio a Luna estar tumbada en la cama, medio dormida y bocarriba trasteando con un pequeño objeto cilíndrico.

—Deberías dormir un poco. —Kenji sonrió, apagó la luz y se acercó a ella. —Es tarde.

—Dame un seg… —Luna dejó el objeto en la mesilla y se tumbó bocabajo. —Ya está.

—Me estás provocando…

Kenji se tumbó a cuatro sobre ella y le dio besos en la espalda.

—O-oye…

—Voy a interrogarte. —Kenji le dio un pequeño beso en la nuca. —¿Qué es eso?

—U-un… dispositivo GPS…

—¿Estás preocupada por si te secuestran? —Luna asintió tímidamente. —Un gran plan, lo reconozco.

—¿En serio?

Kenji se tumbó junto a ella y sonrió.

—Nunca me has elogiado…

—No creí que hiciera falta. —Luna se tumbó de lado mirando a Kenji sorprendida. —Siempre has sido, desde que te conozco, una persona inteligente y valiente, tienes mucho ingenio y valor, y sobretodo astucia.

—Bueno… soy abogada.

—No, eres Luna, eso es mucho mejor. —Kenji sonrió de forma dulce y Luna escondió su rostro ruborizado en el pecho de él. —Y estoy orgulloso de ti.

—Deja de hacerme bullying.

Kenji soltó una carcajada y le acarició la cabeza.

—Buenas noches, mi Luna.

Ambos se abrazaron fuerte y Luna suspiró.

—Eres un demonio…

Luna se sentía hipnotizada por la respiración de Kenji, el tacto de su piel, sus músculos, su calor. Sentía cierto impulso y deseo que se esforzaba en controlar, y al mismo tiempo, una sensación de calma.

—Luna… ¿Algún día te gustaría…?

—¿El qué?

—Me gustaría… ir juntos a la playa, algún día. —Kenji habló con timidez y sonrojado. —No te confundas, no es que… quiera verte en bikini, sólo es una cita.

—Ah… nunca me he puesto bikini.

—Deberías hacerlo, tienes buen cuerpo. —Kenji bajó un dedo por la espalda de Luna. —Un cuerpo hermoso…

—Si esto sigue…

La respiración de ambos se aceleraba más con el suave y lento tacto.

—No sé… que pasará… Kenji…

—Sólo te estoy acariciando. —Kenji susurraba de forma dulce y la besó en la cabeza. —Tranquila, no iré a más.

—Estás siendo muy dulce esta noche…

—No puedo evitarlo si eres tú.

Luna abrazó fuerte a Kenji y él sonrió.

Mientras tanto, Leo se encontraba en la calle frente al apartamento con una manta, tumbado en una camilla y rodeado de policías, bomberos y paramédicos. El hombre corpulento del hospital vestido de uniforme se acercó a él y le tocó el hombro.

—Comisario.

—¿Quién ha sido? —El comisario miró al apartamento echando humo. —¿Los Kelly?

—Sí, una venganza de Alana Kelly por su hermano Kevin.

—Hijos de puta, ahora se atreven a tocar a uno de los nuestros.

—Llevaban mucho sin tocar a un policía. —Leo soltó un quejido de dolor. —Menos mal… que sólo era la segunda planta, es increíble que ahora pongan bombas y se líen a tiros en nuestra cara.

—Sé que no te va a gustar pero te voy a quitar del caso y a dar la baja. —Leo asintió y volvió a soltar otro quejido. —¿El brazo?

—Y las costillas y las piernas…

—Cuando vuelvas, tendrás a toda la comisaría dándote la bienvenida. —El comisario le acarició el cabello. —Debo preguntarte ¿Estabas solo en tu apartamento?

—Preferiría hablarlo en un entorno privado, señor comisario.

—Leo ¿A qué te refieres?

Leo le hizo un gesto y el comisario se inclinó.

—Porfavor, pase lo que pase… confíe en mí. —Leo susurró asustado. —Estaba con alguien pero no es lo que cree.

Dos paramédicos llegaron y agarraron la camilla.

—¿De qué estás hablando?

—Estaba con un hombre… un confidente.

Se lo llevaron a la ambulancia y el comisario arqueó una ceja mientras la veía arrancar e irse.

—Un confidente… ¿Por qué en su casa? —Un policía se acercó a él. —Dígame ¿Es posible acceder?

—Sí, señor, pero… el escenario es un tanto extraño.

—Explícate.

—El dormitorio tenía prendas de ropa de otra persona, ropa de hombre junto a la del…

—Eso es raro.

—Bueno… también hay muestras que se han salvado, muestras de semen en la cama y en la ropa, muestras recientes…

—Que sigan investigando entonces y que busquen testigos si han visto algo.

Al día siguiente, Luna despertó en la cama, dando la espalda a Kenji y él abrazándola.

—Mmm… —Luna se estiró y se levantó de la cama a escondidas pero vio a Kenji dormir y esbozó una dulce sonrisa. —Que mono…

Luna se acercó a Kenji, le besó en la cabeza y se acercó a su oído.

—Duerme… mi demonio…

Se marchó del dormitorio vestida con una camisa blanca y bragas rosas. Bajó las escaleras hasta el salón, donde vio a Amy desayunar en el sofá una taza de té.

—¿Qué tal has dormido, mi niña? —Preguntó dando un sorbo. —¿Habéis dormido bien?

—Sí, madre. —Luna sonrió feliz y Amy asintió. —¿Hay café?

—Claro y está recién hecho ¿Te preparo una taza?

—No te preocupes, me la preparo yo.

Luna fue a la cocina, cogió una taza y se sirvió café de una cafetera de hornilla.

—Que bien huele…

De repente alguien la inmovilizó con un brazo en el cuello y una gasa en la boca y la nariz.

—¡Mmmf! —Luna intentó defenderse y se dio cuenta que el color de las manos era de piel oscura. —Mmmf…

Intentó mirar de reojo a su atacante y vio a Aiden antes de quedarse inconsciente.

—Lo siento… Luna. 

lunes, 15 de noviembre de 2021

Mi día a día con un demonio. Capítulo 10.

Al día siguiente a la tarde, Kenji se encontraba en el salón de su apartamento, con el cabello en una trenza, vistiendo camisa negra entreabierta y con las mangas remangadas, pantalones negros de traje, botines negros de cuero y guantes negros de cuero.

Salía de la cocina con un biberón en la mano, comprobando la temperatura al verter una gota de leche en el brazo. Frente a él estaba un hombre con el rostro ensangrentado y desnudo, sujetado por dos subordinados, y en el sofá James dormía tumbado y semidesnudo con pantalones de traje ensangrentados y con el torso vendado.

—Bien, ahora dime palabra por palabra lo que le dirás al patriarca.

—Que… si volvemos a vender droga en tu territorio… —El hombre escupió sangre y Kenji cogió la katana al lado del sofá mientras dejaba el biberón en el suelo. —No volverá… a ver a sus hijos.

—¿Está grabado? —Los subordinados sacaron minigrabadoras de las chaquetas. —¿Sabes cuáles son mis negocios?

—N-no…

—Trafico de armas y joyas, contrabando, locales de juego, lavado de dinero, fraude, estafa, préstamos, incluso robo. —Kenji puso la katana en el cuello del desconocido. —Negocios que no hacen daño a nadie y las drogas no son eso, las drogas hacen daño a las personas, destrozan vidas, familias… como el cáncer destroza todos los órganos de un cuerpo.

—Perdón…

—El perdón no va a recuperar mi honor con vuestros insultos, ni las vidas destrozadas por la heroína, el cristal o la cocaína, no compensa matar a tus clientes con el veneno, el dinero no compensa el daño… —Kenji agarró la katana con ambas manos y la levantó. —Es un negocio pésimo y fácil de descubrir ¿Y lo peor?

—N-no… no lo sé…

—Que las drogas que vendéis son el material que habéis comprado a Darren Kelly.

Kenji le decapitó limpiamente en un segundo con un tajo horizontal de la espada, y al caer la cabeza al suelo un subordinado limpió la sangre de la hoja con un pañuelo.

—Limpiad este estropicio. —Kenji les dio la espada y miró a la cocina. —Y aseguraos de que reciban el mensaje.

Kenji cogió el biberón y subió al segundo piso. Entró en el apartamento Yumiko, despeinada y desarreglada, vistiendo camisa blanca, tirantes negros, pantalones negros de traje, botas negras de cuero y guantes negros de cuero.

—¿Es el traficante?

—Sí, señora.

Un subordinado se llevó el cadáver y otro empezó a limpiar la sangre.

—Mucho ruido… —Yumiko se cruzó de brazos al ver a James tocarse la cabeza. —Un poco de calma…

—Te estás acomodando demasiado en el sofá de mi jefe. —Yumiko se sentó en el vientre de James y él soltó un quejido de dolor. —Encima has hecho daño a Leo.

—He intentado pedirle perdón, joder.

—Las palabras están bien pero tan inútiles. —Yumiko sonrió. —¿Sabes que Luna me drogó una vez?

—Pero te llevas bien con ella ¿Cómo la perdonaste?

—Me compensó con su cocina.

—Cocinaría para Leo pero no creo que quiera ni verme.

—Pues anoche se le veía preocupado. —Yumiko se levantó y James se sorprendió. —No tienes que cocinar, sólo demuéstrale que te importa.

—¿Está preocupado por mí?

Yumiko subió las escaleras al segundo piso con una sonrisa y ahí vio a Kenji darle el biberón al bebé.

—Vas a ser un padrazo. —Yumiko se acercó a Kenji. —¿Algún nombre?

—Voy a llamarle Alex, un nombre neutro por si es chico o chica o ninguno.

—¿En serio? Deberías preguntar a Luna.

Ambos se dieron cuenta de las pequeñas pecas y los ojos azules del bebé.

—Eh… no.

—Cualquiera diría que es hija de Luna y tuyo.

—Me han confirmado que el bebé es hijo de Darren.

—Eso es obvio. —Yumiko arqueó una ceja y Kenji le quitó el biberón vacío. —No es todo ¿No?

—Pretendía usarlo para trasplante de órganos en caso de emergencia.

—Que asco de hombre. —Kenji empezó a darle palmadas a Alex. —Pero ahora Alex tiene un padre genial.

—Sí pero me surgen preguntas. —El bebé eructó y Kenji lo meció en sus brazos mientras hablaba preocupado. —Es posible que Darren esté enfermo, y si lo está… su hija Alana reclamará el sitio que le pertenece.

—Hablando de Alana, Caitlín y yo sabemos donde está. —Yumiko sonrió y Kenji la miró. —Nos apetece un viaje a Dublín las dos.

—¿Un viaje juntas?

—Sólo vamos a matar a Alana, no somos pareja.

—No he insinuado que lo seáis… —Kenji sonrió. —Sería ir muy rápido.

—Serás… ¿Cómo…? —Kenji se fijó en el cuello y Yumiko le mostró un chupetón. —Mierda, le dije que no dejase marca, mira que monstruo.

Kenji soltó una carcajada y Yumiko negó con la cabeza.

Caitlín entró en el apartamento con un par de cajas de cervezas y vestida con una camiseta de tirantes negra, vaqueros azules, botas verdes militares y una pistola en los pantalones.

—Ey, hermanito ¿Aún herido en el orgullo o en el corazón?

—Qué manía tenéis todos de meteros conmigo…

—¡Ja! —Caitlín soltó un grito de sarcasmo y se fue a la cocina. —¡Vamos a pasar la noche bebiendo y jugando!

—¡¿Me vais a cuidar?! —El bebé empezó a llorar y James suspiró. —Mierda…

—Eres un desastre, hermanito, pero no te preocupes. —Caitlín habló feliz y se sentó a los pies del sofá. —Tu hermana y su novia tienen un plan, cervezas, colegas, juegos y tu crush.

—No quiero que sienta lastima de mí.

—No sé si lástima es la palabra. —James miró a Caitlín y ella se encogió de hombros. —Pena, preocupación, cabreo, no sé.

—¿Sabe que me hirió una madre protegiendo a su hijo?

—Y sabe que mamá os obligó a ti y a Luna. —Caitlín se encogió de hombros. —Muchas emociones.

—Debería dejar la familia pero no sé por dónde empezar.

—Luna lo hizo durante un tiempo pero Leo le ayudó. —Caitlín se giró, le guiñó un ojo y James se sorprendió. —Podríais intentarlo.

—¡Yo no sabía eso!

—Pues haber preguntado que tienes boca, gilipollas. —Caitlín negó con la cabeza y miró decepcionada a Leo. —Deberías haber pasado la mañana desayunando con tu hermanita pequeña.

—Oye… estoy malherido y apenas puedo moverme de aquí.

—Menuda excusa de mierda acabas de ponerme.

Mientras Luna estaba dando un paseo cerca del río. Vestía un vestido naranja con la espalda descubierta, bolso negro de cuero, un pequeño micro en la oreja y tacones rojos, además de llevar el pelo recogido en un moño.

—Que bien sienta estar libre… —Luna se estiró y habló feliz. —Podrías no vigilarme tanto.

—Son órdenes de la jefa. —Escuchó la voz de Aiden. —Tendrás que aguantarte.

—No obedezco a Kenji en las sesiones, voy a obedecer ahora. —Luna se quitó el micro y lo tiró muy lejos al río. —Mucho soñáis me parece.

Luna se sentó en un banco y miró al cielo atardeciendo.

—¿Cómo estarán los dos? —Luna habló preocupada y suspiró. —Esta noche les veré pero…

Masato se sentó con ella, teniendo una actitud seria y vistiendo traje negro.

—Buenas tardes, eh… Masato está bien ¿No? Pero no sé si llamarte de…

—Me has llamado pero he tenido mis dudas. —Masato evitó mirar a Luna. —Y tienes a dos siguiéndote.

—Leo y Aiden, los Kelly y la policía me sigue.

—Ahora eres también una Kelly. —Masato se relajó y cruzó las piernas. —Debería asesinarte ahora mismo sólo por hablar conmigo.

—Pretendo saber cosas para Kenji, nada más.

—¿Estás segura?

—Yo… —Luna dudó por unos segundos y negó con la cabeza. —Quiero a Caitlín, he matado a una mujer por proteger a James, ellos… dan la cara por mí cuando no haría falta.

—¿Hasta que punto estás traicionando a mi hijo?

—¡A ningun punto! Pretendo saber quién mató a Rebecca, si mi madre o mi padre. —Luna sacó el móvil y mostró la foto de una factura. —Hubo desvíos de pequeñas cantidades de dinero días antes del asesinato de… la madre de Kenji, pienso que…

—Amy la mató ¿Es lo que piensas? —Luna asintió y Masato le apagó el móvil. —¿Y qué motivos crees que tuvo?

—No… no lo sé. —Luna miró a Masato y guardó el móvil. —Pero usted sabe la verdad.

—No, no lo sé, nunca he sabido cual era la verdad. —Luna arqueó una ceja. —Esos desvíos posiblemente fuesen los gastos de un hombre.

—Un sicario ¿No? —Masato miró a Luna fríamente y negó con la cabeza. —¿Y quién era?

—Un mensajero llamado Liam, me avisó de que Rebecca estaba en peligro pero nunca pude encontrarla. —La voz de Masato se quebró y Luna le cogió la mano. —Nunca me he podido perdonar, quizás si no le hubiese pedido años atrás que se escondiese del mundo, ella…

—Eso no es culpa suya. —Luna sonrió triste y Masato derramó una lágrima. —Lo que ocurrió no fue culpa suya.

—Lo fue pero no tiene sentido ya culparse. —Masato miró hacia el cielo. —Quiso ayudarme pero no lo acepté, nunca supe por qué o quién le envió, ahora lo sé y podría haberle dejado ayudar.

—Pero si mi madre envió a alguien a ayudar, entonces… ¿Por qué? ¿Y por qué mi padre mataría a Rebecca?

—Porque Darren estaba obsesionado con ella.

Luna se asombró al oírle, para ella la relación entre ambas familias era más profunda y antigua, y se llevó a preguntar si ella y Kenji estaban más conectados de lo que parecían.

—Hace treinta años yo era alguien que iba y venía, supervisaba envíos de armas para el clan Nakamura y un día me tocó ir a Dublín.

—Tratos con Darren ¿No? —Masato asintió y Luna le soltó. —Y allí conoció a Rebecca.

—Una noche que salí dando un paseo, quise beber y la vi tomando una cerveza en un pub cerca de la universidad. —Masato dirigió su vista a un bar. —La podía ver a través de la ventana y se la veía triste… esas… esmeraldas llorosas y frágiles, no sé como empezamos a hablar pero fue sentarse y preguntar.

—Una forma extraña de ligar.

—No lo fue a diferencia de los demás hombres que la solían molestar, pero más que hablar de problemas hablamos de mi hogar. —Vieron a una mujer sentarse dentro y al lado de la ventana. —Los problemas que la acosaban solían ser dinero, familia…

—Y Darren.

—Pero siempre la ayudaba, la invitaba a cenar, le daba un lugar donde ir cuando había pelea, y a las semanas empezamos a salir en secreto.

—Porque Darren os mataría.

—Sí… estuvimos juntos un año hasta que le pedí matrimonio, por aquel entonces yo ya era el líder de mi propio clan y ella estaba embarazada y se había graduado. —Masato estuvo cabizbajo y entrelazó las manos. —Darren fue a peor y cuando lo descubrió, quiso matarlos a ella y a nuestro hijo, así que…

Masato no pudo seguir hablando y empezó a llorar.

—Te la llevaste a Japón y la ocultaste de todos.

—Incluso de mí, jamás… la volví a ver y nunca pude ver a mi hijo.

—Hasta el funeral…

—Soy un viejo que añora a un amor perdido, es triste. —Masato se levantó y se secó las lágrimas. —Es lo que piensas ahora de mí.

—No, creo que es bonito, sería feliz si Kenji me añorase igual. —Luna habló con cierta alegría y Masato sonrió. —Estoy segura que Rebecca debe sentirse feliz por haber estado casada con un hombre maravilloso, incluso en la distancia.

—No soy maravilloso.

—Sacrificó mucho por ella, si amas a alguien das todo por esa persona, incluso tu felicidad, eso hace a uno maravilloso.

Masato suspiró con una sonrisa y miró de reojo a Luna.

—Ahora entiendo mejor por que estás haciendo todo esto.

—Porque Kenji me importa y se merecen los dos la verdad.

—Ya veo… me hará feliz tenerte de yerna algún día.

—¿Yerna? —Luna se sorprendió sonrojada y vio a Masato marcharse. —¡¿Ye-yerna?!

Luna entonces imaginó llevar un vestido de boda y siendo llevada al altar por Masato ante Kenji.

—Luna ¿Luna? —Leo la zarandeó y ella le miró. —¿De qué habéis estado hablando?

Leo estaba vestido con camisa negra, vaqueros azules, y botas militares negras, además de llevar el cabello con una coleta.

—De… boda.

—¡¿Boda?! —Leo se sorprendió. —¡Ni se te ocurra casarte con Kenji!

—¿Casarme? ¡No! Yo… olvídalo, he descubierto algo. —Luna invitó a Leo sentarse. —Aunque seguramente estés preocupado por James, perdona.

—Seamos serios, no tengo intención alguna de preocuparme por ese… —Luna sonrió de forma burlona oyendo a Leo enfadado y él suspiró molesto. —No sé ni para qué hablo.

—Te gusta y te importa, no puedes negarlo.

—¡Vale, vale! —Luna soltó una carcajada y Leo se sentó. —Pero no sé como podría estar con él, es un mafioso, un criminal, un…

—¿Mensajero?

Luna interrumpió a Leo y él se sorprendió.

—¿De qué hablas?

—James es un teniente de la familia pero nunca dispara, sólo espía, vigila, y envía mensajes.

—Ah… espera, las veces que nos hemos visto… joder.

—Deberíamos ir ya a casa de Kenji antes de que se haga tarde. —Luna se levantó y acarició la cabeza de Leo. —Seguro que te estará esperando.

Una hora después, en el apartamento, James, Yumiko y Caitlín bebían juntos con una botella de cerveza en la mano y sentados en el sofá, y Kenji de brazos cruzados y apoyado en la ventana del balcón.

—Y entonces va Luna y le tira una piedra a la cabeza al director. —Caitlín habló orgullosa y sonriente. —¡Mi hermana besa a quien le da la gana! Gritó ella con toda la mala ostia que pudo, no le importó que besara a mi compañera, fue una crack.

—Nuestra Luna es un pastelito. —Yumiko apoyó la cabeza en el hombro de Caitlín y ella se sonrojó. —Eso me recuerda a cuando Luna mató a los sicarios que intentaron matar a mi jefe en un restaurante en plena cita.

—¡¿En serio?!

Preguntó James sorprendido y Kenji le intimidó con una mirada asesina.

—No vuelvas a gritar, Alex está durmiendo. —James asintió asustado. —La castigué por ser tan irresponsable.

—Yo recuerdo más bien a mi jefe cargar a Luna hasta el dormitorio en la noche siguiente. —Kenji miró a Yumiko enfadado y ella sonrió de forma sugerente. —Saliendo del baño muy mimosos y él siendo cariñoso.

—Uy, el yakuza handsome siendo un casanova con mi hermana pequeña.

—Sois un incordio.

Kenji apartó la mirada sonrojado y molesto.

La puerta se abrió y Luna y Leo entraron en el apartamento. James le miró asustado y Luna y Kenji se miraron ruborizados.

—James, te veo… bien. —Leo se acercó y le ofreció su mano de forma tímida a James. —¿Hay algún sitio dónde hablar a solas?

—El baño, subid. —Kenji habló firme y miró a Leo. —Hay una pistola bajo el lavabo.

—Pretendo arreglar las cosas con mi novio.

Leo habló sonrojado y firme mientras el grupo notaba una gran tensión en el ambiente.

—Hablaba con James, no quiero matar a un hombre desarmado si la cosa sale mal.

—No necesito tu ayuda. —Leo ayudó a James a levantarse. —Puedo lidiar solo con una ruptura.

Leo se llevó a James de la mano hasta el segundo piso, entraron al baño y cerró la puerta arrinconándolo.

—¿Novio? ¿R-ruptura? —James tartamudeó y Leo le besó de forma dulce. —Lo… siento… por mentirte…

—No te guardes más secretos conmigo.

—Dejaré a mi… —Leo le interrumpió besándole de nuevo. —… familia…

—No… cuando estemos juntos, dejaremos de ser el policía y el joven Kelly, sólo Leo y James.

—¿Y por qué yo no tengo un apodo mejor?

—¿Prefieres mi osito Kelly? —Leo habló de forma burlona y James apartó la mirada sonrojado. —Mejor ese para la cama.

—Dilo otra vez… —James miró de reojo a Leo y él sonrió. —Di que soy…

—Mi osito…

James besó por sorpresa a Leo y sus lenguas se tocaron sin parar.

Mientras Luna estaba apoyada junto a Kenji con una botella de cerveza y escuchando juntos a Yumiko.

—… por eso no somos novias, aún tenemos que resolver cosas.

—Siempre empezamos matándonos y acabamos follando.

—Ya… —Kenji miró a Yumiko y negó con la cabeza. —Espero no ver mi piso destrozado.

—Nah, aquí Yumi y yo estaremos de lujo sin follar. —Caitlín le guiñó un ojo y Kenji negó con la cabeza. —Además estaremos fuera unos días, no tendréis que aguantarnos mientras cumplís vuestros papeles de padres.

—Nos haces un favor. —Kenji miró a Yumiko y sonrió. —Si te cansas recuerda enterrarla y plantar una especie protegida en la tumba.

—Por ahora lo veo difícil. —Yumiko se quitó los zapatos y se tumbó apoyando la cabeza en las piernas de Caitlín. —Además, sabe relajarme y cada vez me entran menos ganas de matarla.

—El truco está en la boca, deberías aprender yakuza handsome, así mi hermana se lo pasa mejor.

—Sí, cielo, pero el truco es que la mantengas cerrada cuando nos vemos, así no quiero apuñalarte. —Yumiko le guiñó un ojo y Luna empezó a reír viendo a Caitlín enfadarse. —Además, estás tú para dar consejos.

Un golpe se escuchó y Alex empezó a llorar.

—Voy a matar a vuestro hermano, cuesta que Alex se vuelva a dormir a estas horas.

—¿Alex? —Luna preguntó y Kenji apartó la mirada. —Subo yo, tú quédate con ellas.

Luna le dio su botella y subió al segundo piso, entrando al dormitorio vio que la habitación se había convertido en la habitación del bebé, con la cuna al lado de la cama, una esquina con pañales y polvos de talco y el escritorio convertido en un cambiador de pañales improvisado.

—Alex, no pasa nada… —Luna se acercó y cogió en brazos a Alex. —Shhh… todo va bien…

Luna le meció y tarareó con dulzura. Sintió entonces las manos de Kenji en su cintura mientras el bebé lloraba menos.

—Lo haces muy bien. —Kenji la besó en la cabeza entre susurros. —Le he puesto nombre porque no tenía.

—Es un nombre precioso para un chico precioso.

—No es… no sé que es. —El bebé se durmió y Luna miró a Kenji de reojo. —He pensado que no hace falta elegir su género, que decida cuando crezca.

—Eso es… bastante sensato. —Luna asintió convencida. —Entonces Alex es un nombre neutro pero pensé que lo darías o… no sé.

—Estoy pensando en quedármelo así que decidí aprender temas, paternidad… género, en fin. —Kenji acarició la nariz de Alex. —Darren iba a usarlo como recambio de órganos.

—¿Eso es…? Espera, eso es horrible. —Luna dejó al bebé en la cuna y sonrió. —Bien, lo cuidaremos juntos cuando todo termine.

—¿Tantas ganas tienes de ser madre? —Kenji subió sus manos al rostro de Luna y le tocó la punta de la nariz con la suya. —Porque eso me haría muy feliz…

—Sería ir demasiado rápido… —Luna sonrió de forma burlona. —No veo a mi demonio cuidar de una cosa tan mona.

—Estuve cuidando una semana de ti. —Kenji besó a Luna con suavidad en los labios. —Te he echado de menos…

—Ha sido un día…

Kenji levantó a Luna y la sujetó poniendo las manos en las nalgas de ella y ella las manos en los hombros de él.

—Una eternidad es lo que ha sido. —Kenji besó a Luna de forma apasionada. —Demasiado tiempo sin besarte…

—No podemos hacerlo… hay gente en casa… y Alex está durmiendo…

—Esto es… joder…

Kenji bajó a Luna y suspiró molesto.

—Aunque hacerlo sin que nos pillen… —Luna estuvo pensativa y se sonrojó al ver a Kenji sonreír de forma provocativa. —Espera… oh no…

Kenji se quitó los guantes con la boca y los dejó caer a la vez que miraba a Luna de forma lujuriosa.

—No, no, no…

Kenji le dio un pequeño y delicado cabezazo, y sonrió con dulzura.

—Auch…

—Sé controlar mis impulsos, Luna. —Kenji le acarició la cabeza. —Volvamos abajo.

—Demonio idiota…

Luna se avergonzó y apartó la mirada.

Mientras en el despacho de Amy, Amy se encontraba sentada mirando a través de la ventana. Iba vestida con una bata rosa de pijama y con el cabello suelto.

—¿Hasta cuando piensas seguir ahí?

La puerta se abrió y un hombre entró para después cerrarla lentamente. Era un hombre de unos sesenta años, piel blanca, ojos verdes, 1,83 de altura, gordito, de cabellos rizados y canosos, barba y bigotes espesos y canosos pero recortados, vistiendo gafas de pasta gruesa y cristal rectangular, camisa hawaiana azul, pantalones de lino verdes y mocasines marrones.

—Ya he enviado el dinero, Liam, no hay necesidad de que sigas aquí.

—No he venido a eso. —Liam se acercó al escritorio. —Pero eso ya lo sabes.

—Tenemos un trato. —Amy le miró a los ojos fríamente. —Pero eso… ya lo sabes.

—¡Se supone que me informarías personalmente! —Liam golpeó la mesa con furia. —Vuelve a aparecer tras todos estos años y resulta que no tengo un hijo, tengo una hija ¡Y me entero por tus ineptos…!

Liam gritó furioso y se dio la vuelta.

—Estoy harto de tus juegos, Amy.

—Te recuerdo que sólo estás aquí y estás vivo porque estás pagando una deuda. —Amy se sentó en la silla y se relajó. —No olvido lo que hiciste por mí, por mis hijos, pero tampoco olvido el dinero que robaste.

—Un dinero que por desgracia nunca tuve.

—No pero lo vas a devolver durante el resto de tu vida. —Amy sacó una botella de whisky escoces de un cajón y la puso violentamente en la mesa. —Y con la condición de no tener contacto jamás con ella.

—Me he cansado de ese trato.

—Si hablas con ella, te mataré, tenlo en cuenta. —Amy habló enfadada y Liam se giró. —O puedo matarla a ella.

—No vas a ser capaz. —Liam miró desafiante a Amy. —Así que me arriesgaré. 

viernes, 12 de noviembre de 2021

Mi día a día con un demonio. Capítulo 9.

Al día siguiente por la mañana, frente al apartamento se encontraba James frente al apartamento de Kenji y sentado en su moto con el casco en la mano.

—¿Qué coño haces aquí? —Escuchó la voz de Leo y se giró. —¿Eh?

Leo vestía la misma ropa que ayer pero llevaba el casco en la mano y no dejaba de mirarle enfadado.

—Necesitaba hablar contigo. —James se levantó e intentó acercarse a Leo. —Quería pedirte disculpas.

—¿Disculpas por mentirme a la cara? —Leo agarró con fuerza el casco. —¿O por jugar con mi confianza?

—Por todo, tú me gustas, Leo.

—Eres un Kelly, tu palabra no vale nada. —Leo enseñó la placa del cinturón. —Y yo soy policía, de los equipos de intervención de hecho, ahora vete o haré de ti mi reto personal.

—No me iré hasta que aceptes mis disculpas.

—Te irás y no me hablarás más o me buscaré una excusa para llevarte a comisaría.

Leo pasó a su lado y James dejó caer el casco.

—Quiero dejarlo. —Leo se paró en seco. —Siempre pienso en dejarlo desde que te conocí.

—Pues hazlo. —Leo se giró y le miró de reojo. —Pero no pretendas que sea por mí aunque dudo que quieras hacerlo, es una buena vida ahora que eres aceptado.

—Pero tú no estás en ella.

—¿No es un poco tarde para hablarlo ya?

Leo se marchó andando y James empezó a llorar.

Mientras en un lugar desconocido, Amy se encontraba en un despacho vestida de traje negro y tacones negros y sentada en un sillón de cuero frente a un escritorio elegante y antiguo. El despacho tenía suelo de madera, una ventana tras el escritorio, paredes de papel pintado negro, techo blanco y lámpara ventilador, dos estanterías de madera y una puerta frente al escritorio, en el escritorio había una montaña de papeles, una estilográfica y una taza de té.

En el despacho entró Caitlín llevando una camisa roja a cuadros, vaqueros cortos azules y deportivas rojas.

—Hola, mamá. —Caitlín cerró la puerta con cuidado. —¿Pasa algo?

—No… nada de eso. —Dio un sorbo a su taza. —¿Qué tal la mudanza?

—Bien, bastante bien, han traído sus cosas de su… —Caitlín suspiró y se acercó al escritorio. —No ha salido desde que llegamos ayer, no ha cenado, no ha querido salir en toda la mañana y no ha dejado entrar a nadie, no está bien nada de esto.

—Luna es parte de nuestra familia, su lugar es con nosotros, no con la yakuza.

—Ese no es el problema, el problema es cómo la tratas. —Caitlín golpeó la mesa. —¿Realmente es tu hija o sólo una herramienta para atacar a papá?

—¿Te atreves a preguntarme esa barbaridad?

—Claro que me atrevo, mi hermana pequeña está encerrada en el dormitorio custodiada por un señor de metro noventa para que no se escape, y dios sabrá si estará asustada o yo que sé. —Amy suspiró y Caitlín se sentó sobre el escritorio. —Luna necesita sentir que la queremos y que no somos los desconocidos de antes, que queremos apoyarla en sus decisiones y no obligarla a ser igual que nosotros.

—Quiero que ordenes a Aiden que la saque de ahí y la baje al comedor. —Amy miró a Caitlín molesta e impaciente. —Ve ahora mismo, prepárale un desayuno.

—¿Y si la pilla desnuda que?

—Pues… que se vista. —Caitlín se levantó y negó con la cabeza. —Y si se niega que la vista él.

—¿Estás hablando en…?

Oyeron golpes desde el otro lado y se alarmaron. Salieron corriendo del despacho para acabar en un vestíbulo con varias puertas y varios subordinados, vistiendo de casual, frente a una de ellas intentando abrirla a golpes.

—¡Aiden! —Gritó Amy y corrieron hacia ellos. —¡¿Qué ocurre?!

El más alto les miró, era de piel oscura, atlético, de unos veintiocho años, cabello largo y oscuro hasta los omoplatos y en rastas, ojos castaños y perilla. Vestía camiseta de tirantes negra y vaqueros negros, pistola en el muslo y botas negras militares.

—Luna parece estar en apuros, alguien intenta llevársela.

—¡Suéltame!

Los tres se alarmaron y Aiden entró de una patada. Todos le siguieron pero sólo vieron a Luna dormir, tapada con varias mantas en el suelo, con su cabello suelto y sufriendo una pesadilla entre sudores y jadeos.

Estaban en un dormitorio, similar al despacho pero con una puerta dando a un balcón, cama de matrimonio, escritorio moderno, armario y una estantería vacía.

—¡Todo el mundo fuera! —Amy gritó y todos los subordinados se fueron. —Tú también, Aiden.

Aiden la ignoró y fue hacia Luna, a quien cogió en brazos.

—Viene a… viene… no quiero… duele… —Luna empezó a llorar y despertó con la respiración acelerada. —¿Kenji…?

—Me temo que no pero estás a salvo. —Dejó a Luna en la cama y ella tragó saliva. —¿Quieres un vaso de agua?

—Sí… gracias.

Aiden se marchó alegre y ambas se miraron sorprendidas.

—Tengo pesadillas con papá si es lo que os preguntáis.

—¿Podemos hacer algo, mi niña? —Amy se acercó preocupada a Luna y se sentó a su lado. —¿Quieres seguir durmiendo un poco más? Puedo dormir contigo si quieres.

—No hace falta, tengo algo de hambre.

—¿Quieres que te arreglemos la puerta? —Caitlín señaló la puerta rota y Luna soltó una carcajada. —Obviamente quieres, que tontería.

—No sé si me gusta la nueva Yumiko. —Luna y Caitlín empezaron a reírse y Amy sonrió. —Perdón por causar problemas.

—Para nada, mi niña. —Amy le acarició el cabello y sonrió de forma afable. —Tienes un pelo precioso, me gusta lo bien que lo tienes.

—Es lo que tiene tomar hormonas y no cortárselo.

—Mamá, deberíamos bajar y prepararle el desayuno a Luna.

—Sí… —Amy besó la frente de Luna y se levantó. —¿Necesitas algo? Lo que sea.

—Pues… desearía llamar a Kenji. —Amy y Caitlín se miraron entre ellas y se encogieron de hombros. —¿Puedo llamar a Kenji con mi teléfono y sin que me pinchéis la llamada?

—Cariño ¿A qué viene eso? —Amy se arrodilló al lado de Luna y ella se sorprendió. —Claro que puedes, sólo… quiero tener a mi pequeña a mi lado.

—Pensaba… que no queríais, que todo lo de ayer era un truco.

—Joder, sí que nos odias.

—¡No! Yo…

Caitlín se marchó enfadada y Amy se levantó decepcionada.

—Necesitas tiempo, lo entiendo. —Amy se marchó a la puerta y acarició suavemente el marco de la puerta. —No confías en nosotros y es justo.

Amy se marchó haciendo entristecer a Luna, quien sintió un profundo dolor y arrepentimiento, dudando si su familia seguía siendo los monstruos del pasado.

—¿Estoy… siendo injusta con ellos…? —Luna miró a un lado y después sus manos. —Pensé que Kenji me había cargado en brazos… ni siquiera… sé cuánto ha pasado…

Rompió a llorar y se llevó las manos a la cara.

—No quiero perderle… quiero estar a su lado… —Luna sollozaba y gritaba mientras sus lágrimas caían. —Le necesito…

Luna recordaba el rostro de Kenji, su sonrisa, sus caricias, sus besos, sus pensamientos se envolvían en miedo, sintiendo que no volvería a oírle.

—Te necesito… necesito verte otra vez… —Luna miró su armario entre llantos y después a la puerta. —Podría escapar…

Se secó las lágrimas, se levantó con su cuerpo al desnudo mostrando aún antiguas marcas de chupetones y arañazos, y se acercó al armario. Se giró al suspirar y vio el balcón, caminando hacia él entonces. Veía el paisaje de alrededor, montañas, campos de olivos, un establo, hombres armados y vehículos negros.

—Este lugar es enorme ¿Dónde estoy?

—En… un lugar a las… cerca… —Luna se giró y vio a Aiden sonrojado y nervioso con un vaso de agua en las manos. —Cerca de la sierra… soy… Aiden…

—Yo… ¡Perdón! —Luna se tapó los senos y el pubis con las manos y se giró de nuevo. —¡No me di cuenta…!

Aiden se acercó y la arropó con una manta.

—No deberías… mostrar tu cuerpo a cualquiera… —Aiden le dio el vaso y Luna se sonrojó. —Puedo… prepararte la ropa si quieres o…

—No, no te preocupes. —Luna miró la puerta y después a Aiden. —¿Podrías bloquear…?

—¡Sí! Por supuesto, sin problema.

Aiden bloqueó la puerta rota y escuchó a Luna abrir el armario y sacar ropa. Aiden se sonrojó más pensando en el cuerpo desnudo de Luna y arañó la puerta.

—Perdona si soy indiscreto. —Aiden tragó saliva. —Eras… ¿Billy?

—Bueno, es mi deadname.

—Entiendo. —Aiden respiró profundamente. —Es que… menudo cuerpo.

—Gra-gracias… supongo.

—Dicen que estabas atrapada en manos de un jefe yakuza. —Aiden intentó cerrar los ojos y concentrarse. —Las marcas de tu cuerpo… él te torturaba y abusaba ¿No?

—¿Eh? Nah, Kenji es mi novio y es muy salvaje en nuestras sesiones de bdsm aunque a decir verdad… —Luna soltó una carcajada y Aiden miró de reojo. —Creo que me lo suelo buscar en cada castigo.

—¿Cas… tigo? —Aiden imaginó a Luna siendo azotada y estando atada, con una mirada de súplica mientras gemía. —Perdona… no debería ser tan…

—¿Has dicho algo?

Aiden se giró y vio a Luna vestida con camisa blanca, chaleco verde, corbata negra, pantalones verdes de traje, y mocasines negros.

—Ah, he pensado que haría un buen conjunto. —Luna hizo una pose y sonrió feliz. —A mí me gusta pero dame tu opinión.

—Estás… estás increíble. —Aiden se avergonzó y después se fijó en el cabello. —Si te recoges el cabello podría quedar mejor.

—¿En serio? —Luna se acarició los mechones y dudó por unos segundos. —Creo… mmm… sí, tengo una idea.

Mientras en la primera planta, Caitlín se encontraba en la cocina cortando un trozo de tarta de zanahoria. La cocina era de suelo de piedra con paredes de ladrillo y techo de madera con soportes en tablas, una ventana con cortinas azules, una puerta de hierro al exterior y una de madera conectada a la casa, hornilla de gas, horno de piedra, muebles de ébano y electrodomésticos varios.

Yumiko entró por la puerta de hierro, vistiendo traje negro sin chaqueta, con tirantes negros y las mangas de la camisa blanca remangadas.

—¡Caitlín, trae otro trozo de tarta para mí!

—¡Ya voy, joder! —Caitlín se giró y vio que la sala estaba vacía. —Mm, raro.

Volvió a girarse, colocó el trozo en un plato y se giró con el cuchillo en la mano para clavar. En un instante Yumiko y Caitlín estaban cara a cara, ambas con un cuchillo cada una rozando la piel del cuello de la otra con las hojas hasta hacer algo de sangre.

—Se me ha colado una ninja en casa. —Caitlín se relamió y se acercó más al rostro de Yumiko. —Debes tener muchas ganas de morirte por besarme.

—No me interesas, acepta de una vez el rechazo. —Yumiko se enfadó y emitió un gruñido. —Mi único interés es Luna.

—Que celosa me pones.

—¡¿Por qué tardas tanto, niña?!

Caitlín se alarmó, apartó ambas armas con agilidad y besó a Yumiko. Amy entró en la cocina, quien se sorprendió al ver la escena y se escandalizó.

—¡No toleraré que uses mi mansión como picadero! —Ambas se apartaron y Yumiko se sonrojó. —¡Fuera a besarse en otra casa!

—Sí, madre.

Amy se marchó indignada y Caitlín suspiró aliviada.

—Por los pelos, un poco más y tu jefe estaría jodido. —Caitlín miró a Yumiko y sonrió al verla avergonzada. —No es consentido pero te habría pasado algo feo y no podía tolerarlo.

—Cállate…

Yumiko la golpeó de un puñetazo, la tumbó en la encimera y sacó una pistola que apuntó sobre el pecho de Caitlín.

—Las chicas… —Caitlín escupió un esputo de sangre a un lado y miró a Yumiko con una sonrisa y sonrojada. —… que pueden destrozar mi cuerpo son mi tipo.

—Vamos a dejar una cosa clara. —Yumiko respiró aceleradamente. —Tú no me gustas y yo no soy tu tipo.

Guardó la pistola, se alejó y Caitlín se levantó. Vio a Yumiko tocarse las palmas que sangraban por pequeños cortes y le tocó el hombro.

—Espera aquí un segundo. —Caitlín habló tranquila y se fue al otro lado de la habitación, Yumiko se sorprendió y arqueó una ceja. —¡Por suerte puse un botiquín para casos de emergencia culinaria!

Caitlín se acercó a ella botiquín en mano, lo puso en la mesa y sacó agua oxigenada.

—Puedo curarme yo, no necesito ayuda.

—¿Con las manos destrozadas? —Yumiko la vio sonreír y apartó la mirada en un suspiro. —No es tan difícil.

Caitlín estuvo tratando las heridas con cuidado y con una gasa empapada en agua oxigenada.

—Debes estar muy desesperada por saltar la valla.

—Quería sacar a Luna de aquí. —Yumiko miró a Caitlín y ella observaba las heridas concentrada. —Pero mi jefe no lo sabe.

—Podéis venir aquí cuando queráis. —Caitlín empezó a vendar las manos y miró entristecida a Yumiko. —Sois amigos de mi hermana, y al fin y al cabo, también aliados.

—Pero no quieres que me la lleve.

—Quiero que sea feliz y se sienta cómoda, no sé si me entiendes.

Al terminar de vendarla, Caitlín guardó las cosas y fue a coger el botiquín pero Yumiko se lo impidió.

—¿Cuánto tiempo puedes estar desaparecida? —Yumiko preguntó entre susurros y Caitlín sonrió. —¿Una hora? ¿Quizás dos?

—¿Cuánto puedes estar tú sin que se entere tu jefe? —Caitlín entonces notó como Yumiko le desabrochaba los pantalones. —Al menos deja que me quite la chaqueta…

Se dio la vuelta, y sin previo aviso Yumiko se acercó al cuello y mordió con fuerza.

—Controla tu boca… —Caitlín cogió una tijera sobre la encimera pero Yumiko le golpeó en la muñeca, dejándola caer. —Juegas duro… eh… me gusta…

—Habla la que intenta apuñalarme… —Yumiko le lamió la yugular y Caitlín la apartó de un empujón. —¿Por qué no te estás quieta y te relajas?

—¿Y ser una estrella de mar? —Caitlín se quitó la chaqueta dejándola caer y Yumiko dejó caer su pistola. —Ese rollo no me va.

—Deberías confiar en mí o acabarás mal.

Caitlín fue a golpearla de un puñetazo pero Yumiko lo esquivó y le propinó una patada en el costado, haciendo que su rival se arrodillase.

—Parece que esa postura te pega. —Yumiko la miró con desprecio y se quitó los tirantes ante Caitlín, quien jadeando la miró enfadada. —Me habría pedido abajo encantada pero si tú lo prefieres…

Los pantalones cayeron junto a los tirantes, mostrando unas bragas negras con lacito y ambas sonrieron en una mirada cómplice.

—… aunque te va mover mucho la lengua…

Mientras Luna, con su cabello recogido en una coleta, se encontraba en el despacho de Amy junto a Aiden, miraba los archivadores con suma atención.

—Mmm… Mil nove… cientos… —Luna dio unos pasos y alzó la vista. —Ni siquiera…

—¿Qué buscas?

—Quiero repasar la contabilidad para saber… —Luna miró a Aiden y después los archivadores. —… si todo es correcto y tal pero tendré que empezar por el principio.

—Sin problema pero podrías tomarte la mañana con calma. —Aiden le ofreció su pistola H&K USP y Luna se apartó un poco. —Unas prácticas de tiro en el campo siempre relajan y dado que vamos a estar mucho tiempo juntos pues podríamos conocernos mejor, romper el hielo, ya me entiendes.

—No me… gusta disparar. —Luna jadeó y acercó su mano al arma con cuidado. —Odio disparar y… las cosas que puedo hacer con ellas.

—¿Enserio? Entonces…

—Sé disparar. —Luna cogió la pistola con cuidado y sus manos temblaron. —Cuando estoy en peligro o alguien… yo… siempre la desenfundo y soy diferente.

—¿Puedo verte disparar? Así si quieres te puedo ayudar a controlar tu miedo. —Luna le devolvió el arma y Aiden sonrió de forma dulce. —¿Qué opinas?

Luna asintió con duda y ambos se marcharon de la habitación pero se encontraron a Amy de frente con un pequeño maletín.

—Aiden, ve al coche y espera a Luna. —Amy ordenó y Aiden obedeció. —Necesito que te reúnas con tu hermano James en esta dirección.

Amy abrió el maletín, mostrando un papel pegado a una Glock 17 con una dirección.

—Vas a demostrar tu lealtad a tu familia. —Luna cogió el papel y la pistola. —Harás lo que él te ordene, pase lo que pase.

Luna agarró con fuerza el arma, asustada y preocupada.

—No soy una criminal.

—¿Quieres dedicarte al papeleo familiar? ¿Quieres estar con ese jefe yakuza? ¿Quieres salir por tu cuenta siempre que quieras? —Amy la agarró de la barbilla. —Derrama sangre por tu familia, demuestra que eres una Kelly.

—No quiero… matar para ti. —Amy se acercó a su oído y Luna tembló. —¿Por… qué?

—Harás lo que se te diga. —Susurró molesta y le besó en la cabeza. —Ahora vete.

Dos horas después, James se encontraba sentado en su moto frente a varias casas adosadas de paredes amarillas y con un polígono industrial detrás de él.

Un todoterreno negro paró frente a James, salió Kenji junto a varios subordinados. Todos vestían traje pero Kenji llevaba chaqueta por los hombros y uno de ellos se la quitó dejándola en el todo terreno, y él mostrando que llevaba su revolver en la mano.

—¿Tenéis la parte de atrás bloqueada? —Preguntó uno de ellos.

—Una de las tenientes está al mando con otros tres hombres. —James miró a Kenji. —Ambos queremos lo mismo, haz que sufra esa hija de puta.

Kenji le ignoró e hizo un gesto a sus hombres. Dos sacaron fusiles de alto M16 y dispararon contra la casa mientras el tercero abría la puerta de una patada. Segundos después los disparos se oyeron por el otro lado y los cuatro entraron. Vieron la caza desordenada, varios cadáveres y una escalera con un rastro de sangre en los escalones.

—¡Sacadla de aquí! —La voz de un hombre se escuchó en el segundo piso. —¡Vamos!

—Aseguremos la segunda planta.

Kenji se giró y vio la sombra de tres personas correr por el pasillo de la primera planta en dirección a la entrada.

—Iré yo, subid y encargaros.

Se oyeron dos disparos y posteriormente el llanto de un bebé y Kenji bajó tranquilamente. Al salir de la casa vio a una mujer con bata y a James, ambos en el suelo, y junto a él estuvieron Aiden con un bebé en brazos y a Luna apuntando a la mujer con la pistola.

—Luna… —Kenji corrió hacia ellos y vio a Luna asustada y temblando, y a la mujer con una pistola. —Tranquila…

—Mierda… —Exclamó James. —Creo que me han dado en la aorta…

—¡Si te ha dado en el lado derecho del pecho, tío!

—¿Quién…? Esta no es Alana. —Kenji habló molesto, Aiden le dio el bebé a Kenji y cogió en brazos a James. —Vale, mételo en el todoterreno y lo llevaré al carnicero, Luna y yo nos encargamos de todo y tú de la casa.

—Espere… —Aiden vio a Kenji darle el bebé a Luna y ella lo cogió en brazos. —¡Espere!

—¡Ya, vamos!

Tras unos minutos, Kenji conducía el todoterreno a gran velocidad, con James tumbado en el asiento trasero y Luna de copiloto calmando al bebé.

—¿Quién era esa mujer? —Preguntó Kenji molesto. —¿Y el bebé? ¿Y por qué Luna está aquí?

—Mi madre me había ordenado matarla si… —Luna miró hacia atrás viendo a James retorcerse. —Debía demostrarles que podían confiar.

—¿Y quién demonios es?

—La novia de papá. —Luna tragó saliva y contuvo sus lágrimas. —Quería… quería que matase… a todos…

—Has hecho bien hermanita pero el niño…

—¿Quieres conservar tu vida como Kevin? —Kenji preguntó enfadado y el coche paró bajo un puente en un descampado y con la playa de frente. —No tiene por qué saber nadie que el bebé está vivo o muerto.

—Pero es…

—Es un bebé, puedo cuidar de él un tiempo hasta que se calme todo. —Kenji suspiró y Luna le miró. —Siempre y cuando digamos que la criatura murió y ardió sin dejar rastro.

—¿Ahora tienes… sentimientos? —James tosió y Luna se giró. —¿Qué?

—¿De verdad tenemos que matarlo? No ha hecho nada, es un… crío. —Oyeron la moto y una furgoneta. —No quiero odiar a mi hermano, siempre has sido el más dulce y amable, déjalo pasar.

—Yo… joder… —Luna sonrió con dulzura y James suspiró. —Ahora entiendo que seas tan blando, japonés.

—No la conoces tan bien.

Kenji salió del coche riendo y Luna también. Ambos se acercaron y Aiden bajó de la moto. Kenji y Aiden veía a Luna cuidar del bebé con dulzura y la oyeron tararear una nana, sintiendo en ella un cierto aire maternal.

—Debería volver ya. —Luna sonrió y Kenji la besó apasionadamente. —Oye… aquí no…

—Siendo mía tengo derecho a besarte después de verte…

—Son como padres… ai… —Dijeron los subordinados sacando a James del coche. —Parecen un matrimonio, eh.

—¡¿Matrimonio?! —Preguntó Luna avergonzada y Kenji les miró de forma asesina. —¡Ni siquiera sé como sería la boda!

—Una boda bonita con cotorras sin lengua. —Los subordinados se asustaron. —¿Mejor la cola?

—¡Perdón, no nos mate, jefe!

Kenji suspiró y Luna soltó una carcajada.

—Nos vamos ya, toma. —Luna le dio el bebé y Kenji lo cogió con cuidado. —Tengo suerte de tener un marido y un demonio tan maravilloso.

Luna le besó en la mejilla y se marchó con Aiden en la moto.

—Algún día espero ser el hombre que mereces, mi Luna. —Kenji subió a la furgoneta junto a los hombres y a James. —Vamos.

La furgoneta arrancó mientras un subordinado tapaba la herida de James.

—¿Realmente has sincero con mi hermana pequeña? ¿Vas a cuidar a ese niño? —Kenji le lanzó una mirada asesina y James se asustó. —¿E-eso es un no?

—Llamad al carnicero y al equipo de limpieza, que lleven el cadáver de un bebé y lo quemen junto al todoterreno en Guadalmar. —Kenji meció al bebé y le miró sonriente. —No mentiría nunca a Luna, cuidaré de elle.

—Vaya… ahora te respeto.

—Yo no. —Kenji miró al conductor. —Leo no se merece a alguien como tú.

—¿Y por qué te importa tanto él?

—Porque a él le respeto y tú eres un cabrón.

—¿Desde cuando un hetero puede opinar de la relación de dos hombres? —El bebé empezó a llorar y James suspiró. —Mierda…

—Desde que valoro su amistad y mantente callado si sigues valorando tu lengua.

Un par de horas después, Caitlín esperaba despeinada y desarreglada en el despacho de Amy. Amy entró y se sentó en el escritorio.

—Madre. —Caitlín se peinó un poco y se acercó a ella con las manos en la espalda. —Luna y Aiden están aparcando fuera.

—¿Y la joven de ese Uematsu?

—Se ha corrido hace… poquito. —Caitlín se sonrojó y Amy arqueó una ceja. —¡Se ha ido corriendo hace rato! No… eh… marchado.

—No quiero que volváis a follar en mi casa.

—Mientras pueda seguir follando con ella. —Caitlín sonrió y Amy no se inmutó. —Me gusta Yumiko y quiero trabajar más con ella.

—¿Y luego? —Caitlín se encogió de hombros. —El clan Uematsu no es de fiar, no te dejes confundir por la vida que ha tenido Luna.

—Como quieras, Madre.

La puerta fue golpeada y Luna y Aiden entraron.

—¿Bien? ¿Están muertos?

—Sí, Luna le voló la cabeza a la mujer y después estranguló al hijo de Darren.

—¿Es cierto? —Amy preguntó y Luna asintió. —¿Por qué?

—¿Le vas a preguntar eso, mamá?

—Lo hice porque no quería que sufriera lo que yo sufrí a…

Luna jadeó asustada, recordando a su padre, su voz cerca de ella y se marchó del despacho corriendo.

—Bien, esperaba que se fuese con Uematsu pero si está aquí es buena señal. —Amy miró a ambos y arqueó una ceja. —¿Y James?

—Malherido, Uematsu le está cuidando.

Amy emitió un gruñido de disgusto y le hizo un gesto. Aiden se marchó y al cerrarse la puerta, Caitlín se apoyó en los estantes cruzando los brazos.

—Estoy feliz, bastante feliz, mi niña.

—Me surge una gran duda.

—Y cuando no, niña. —Amy sonrió y soltó una carcajada. —Tú siempre tienes dudas.

—¿Cuándo vas a decirle la verdad a Luna? —Caitlín miró molesta a Amy y ella le ignoró. —No tiene gracia, Luna se merece saberlo y es justo.

—No sé de que hablas.

—Ese bebé es medio hermano de los cuatro. —Amy tosió intentando interrumpir a Caitlín. —Pero de Luna…

—Deberías marcharte, seguro que tienes asuntos que atender en el establo.

—Ten cuidado, mamá, este juego no saldrá como crees.

Caitlín se marchó dando un portazo y Amy sacó una botella de whisky.

—No estoy tan segura.